Pa¨ªses Bajos otorga su mayor condecoraci¨®n civil al c¨®nsul que salv¨® de los nazis a miles de jud¨ªos
Jan Zwartendijk firm¨® 2.345 salvoconductos en Lituania que permitieron la huida de sus portadores. Toda su vida crey¨® que no hab¨ªa tenido ¨¦xito, pero el d¨ªa de su muerte se supo que el 95% de los fugitivos lograron sobrevivir


Esta historia tuvo lugar en 1940, en Lituania, cuando el pa¨ªs contaba con una comunidad jud¨ªa de unas 200.000 personas. Jan Zwartendijk (1896-1976), c¨®nsul adjunto del Gobierno de Pa¨ªses Bajos en la ciudad de Kaunas, recibi¨® la visita de un matrimonio jud¨ªo en un momento de gran confusi¨®n: Alemania ya hab¨ªa ocupado Polonia y amenazaba con invadir a los lituanos. La pareja le hizo una propuesta ins¨®lita. Ya que Cura?ao, la antigua colonia holandesa en el Caribe, era un territorio todav¨ªa libre, el diplom¨¢tico podr¨ªa firmarles los documentos necesarios para huir hasta all¨ª.
Fue el primero de los 2.345 salvoconductos expedidos por este diplom¨¢tico, con el apoyo del c¨®nsul de Jap¨®n, en una carrera contra reloj porque los rusos se anexionaron Lituania y cerraron el consulado el 3 de agosto. En 1941, entraron las tropas de Hitler. Seg¨²n sus hijos, Zwartendijk falleci¨® pensando que no hab¨ªa tenido ¨¦xito. Sin embargo, el d¨ªa de su fallecimiento, el 14 de septiembre de 1976, lleg¨® desde Jerusal¨¦n una carta del Instituto de Investigaci¨®n del Holocausto confirmando que m¨¢s del 90% de aquellos refugiados lograron salvarse. Casi olvidado durante a?os, le ha sido concedida ahora la mayor condecoraci¨®n civil por actos valerosos efectuados fuera del combate.
La distinci¨®n es la Medalla de Honor a la Asistencia Humanitaria, y Mark Rutte, primer ministro dimisionario hasta las elecciones del pr¨®ximo noviembre, se la ha entregado a los familiares de Zwartendijk. Quedan sus hijos, Rob, de 83 a?os, y Edith, de 96. A su regreso a Pa¨ªses Bajos en 1940, en plena ocupaci¨®n alemana, su progenitor mantuvo silencio sobre lo que hab¨ªa hecho para protegerles. El Gobierno holand¨¦s solo lo descubri¨® en 1963. ¡°Mi padre siempre pens¨® que hab¨ªa cumplido con su deber y, como no tuvo noticias de los refugiados, tem¨ªa haberlos enviado a la muerte¡±, ha declarado Rob a la televisi¨®n p¨²blica holandesa NOS. La carta de 1976 lleg¨® tarde, pero lo cambi¨® todo porque supieron que hab¨ªa logrado salvar a miles de personas, ya que los visados eran a veces para una familia. ¡°Era el d¨ªa de su fallecimiento. Tal vez lo vio desde arriba. Eso bastar¨ªa¡±, evoca. En 1997, el Instituto israel¨ª Yad Vashem, lo nombr¨® Justo entre las Naciones (distinci¨®n para los que no son jud¨ªos y les ayudaron durante el Holocausto).

Nacido en Eindhoven en 1896, Jan Zwartendijk era el director de operaciones de la f¨¢brica de Philips en Lituania. El estallido de la Segunda Guerra Mundial paraliz¨® las exportaciones de componentes de radio, y el embajador holand¨¦s en los Estados B¨¢lticos, Leendert de Decker, le pidi¨® en 1939 que ocupase temporalmente el cargo de c¨®nsul adjunto en Kaunas. En julio de 1940, Lituania fue ocupada por la Uni¨®n Sovi¨¦tica y un poco antes, a finales de junio, Isaac Lewin y su esposa, Pessla, nacida en territorio holand¨¦s y ambos jud¨ªos polacos en origen, llamaron a la puerta de Zwartendijk. La pareja ten¨ªa miedo del avance nazi y sovi¨¦tico y hab¨ªan pensado que, estando Pa¨ªses Bajos ocupado desde mayo de 1940, quedaba libre uno de sus territorios en ultramar: la isla de Cura?ao. Era arriesgado, por supuesto, desde tan lejos y en una Europa en guerra. Aun as¨ª, Zwartendijk se puso manos a la obra.
El embajador holand¨¦s hab¨ªa concluido que no se necesitaba visado para entrar en Cura?ao o Surinam, otra excolonia, esta vez en Sudam¨¦rica, y Pessla ya ten¨ªa esa anotaci¨®n en su pasaporte. De todos modos, para viajar deb¨ªa contarse antes con el permiso del gobernador local. Los Lewin le preguntaron a Zwartendijk si ser¨ªa posible evitar ese tr¨¢mite, y que el pasaporte solo indicase que el destino final no precisaba visa. As¨ª lo hizo, pero la traves¨ªa afrontaba a¨²n otro escollo: las autoridades sovi¨¦ticas exig¨ªan un visado del pa¨ªs de tr¨¢nsito ¡ªen este caso Jap¨®n¡ª para asegurarse de que los viajeros abandonaban su territorio. Aqu¨ª entra en escena un nuevo personaje, el c¨®nsul japon¨¦s, Chiune Sugihara. Enterado de la situaci¨®n, y ante la posibilidad de una muerte segura para los jud¨ªos, el diplom¨¢tico hizo lo mismo que su colega holand¨¦s. Firm¨® 2.000 visados de tr¨¢nsito hasta Cura?ao sin informar a sus superiores. Los documentos de Yad Vashem indican que unos 2.200 fugitivos desembarcaron en Jap¨®n. Ninguno acab¨® en el destino citado en sus pasaportes. Tal y como explica Jan Brokken en su libro The Just (publicado en ingl¨¦s por Scribe) los escapados fueron en tren hasta el puerto de Vladivostok, en territorio de lo que entonces era la URSS, para cruzar despu¨¦s a Jap¨®n. Desde all¨ª viajaron a Estados Unidos, Canad¨¢, Israel o Australia. En su opini¨®n, y por sorprendente que parezca en aquellas condiciones, el 95% lograron salvarse. Fallecido en 1986, Sugihara es tambi¨¦n Justo entre las Naciones.
Seg¨²n la Fundaci¨®n holandesa Stichting 18 September ¡ªque recuerda la liberaci¨®n de Eindhoven por parte de las tropas aliadas¡ª Zwartendijk y Sugihara ten¨ªan la oficina a pocos metros de distancia. A pesar de ello, solo mantuvieron alg¨²n contacto telef¨®nico. No hizo falta m¨¢s. La siguiente pregunta es c¨®mo fue posible que el Partido Comunista sovi¨¦tico permitiese el viaje a miles de jud¨ªos. La fundaci¨®n se?ala que varias fuentes hist¨®ricas citan a Lavrenti Beria, el temido jefe de los servicios secretos, como posible responsable de la orden de paso, aunque sin explicar el porqu¨¦ de esa decisi¨®n.
El hijo de Zwartendijk celebra en la entrevista televisiva que por fin se haya reconocido la labor paterna, pero recuerda a su vez haberle visto ¡°enfadado como nunca¡± una vez, despu¨¦s de la guerra. Sucedi¨® en 1963, cuando recibi¨® una reprimenda por parte del ministerio de Asuntos Exteriores por haber vulnerado las reglas al firmar aquellos pasaportes de los jud¨ªos necesitados de ayuda. Su hijo afirma: ¡°La postura oficial consist¨ªa en cerrar la puerta a estos casos y, desde luego, no brindar esa suerte de visados falsos¡±.
Zwartendijk fue nombrado en 1956 Caballero de la Orden de Orange Nassau, pero fue por su labor en la empresa Philips, donde hab¨ªa seguido trabajando. Lo ocurrido en Lituania sigui¨® oculto. Solo en 2018, el propio ministerio se disculp¨® por la amonestaci¨®n que recibi¨® en su d¨ªa. Ese mismo a?o se inaugur¨® en Lituania un monumento en honor del c¨®nsul holand¨¦s en presencia del rey Guillermo de Orange.
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