Shtula, la ¨²ltima chispa en el polvor¨ªn entre Israel y L¨ªbano: ¡°Tememos una nueva escalada¡±
La muerte de un obrero por un misil de la guerrilla Hezbol¨¢ caldea m¨¢s el frente de la frontera norte israel¨ª en medio de la guerra con Ham¨¢s en Gaza
Las finas gotas que caen van aguando el charco de sangre sin llegar a diluir su rojo intenso. ¡°Aqu¨ª ha sido¡±, comenta bajo la lluvia pese a lo evidente del impacto Shalev Hatan, un militar de 22 a?os. Apunta al lugar en el que golpe¨® el misil lanzado hacia el pueblo israel¨ª de Shtula, en la regi¨®n de Alta Galilea, desde el otro lado de la vecina frontera con L¨ªbano. El ataque, pasadas las nueve de la ma?ana del domingo, dej¨® un muerto y tres heridos. Fue reivindicado por la guerrilla libanesa chi¨ª Hezbol¨¢, sostenida por Ir¨¢n, que reconoci¨® haber lanzado una veintena de proyectiles. Las cuatro v¨ªctimas eran obreros de la construcci¨®n ¨¢rabes de nacionalidad israel¨ª y fueron alcanzados mientras cimentaban una nueva vivienda. En el lugar, la camioneta en la que hab¨ªan acudido a trabajar yace medio destrozada por el bombazo. El punto golpeado no es ninguna instalaci¨®n militar israel¨ª, como asegur¨® la guerrilla.
Es imposible, en t¨¦rminos cuantitativos, comparar este incidente de Shtula con las m¨¢s de 4.000 personas que han perdido la vida en torno a la franja de Gaza en los ¨²ltimos ocho d¨ªas, desde que Ham¨¢s llev¨® a cabo su mort¨ªfero ataque e Israel empez¨® a bombardear el territorio palestino de manera indiscriminada. Pero la vida de ese trabajador se ha esfumado en una zona considerada un polvor¨ªn y el cohete disparado por Hezbol¨¢ es mucho m¨¢s que una simple cerilla. El riesgo de una escalada en estas colinas fronterizas es m¨¢ximo y, con Gaza y sus alrededores convertidos en un infierno, podr¨ªa abrir un nuevo frente en la guerra. De hecho, la tensi¨®n y los disparos desde ambos lados se han incrementado desde el d¨ªa 8, un d¨ªa despu¨¦s de que Ham¨¢s cometiera su matanza. Hasta el momento, hay al menos 16 muertos, la mayor¨ªa en el lado liban¨¦s. La guerrilla chi¨ª afirm¨® el domingo a trav¨¦s de su canal de televisi¨®n que sus hombres hab¨ªan logrado plantar su bandera y hacerse con un puesto de control israel¨ª.
¡°Temo una nueva escalada¡±, se?ala Shlomi Hatan, de 54 a?os, y padre de Shalev. Los dos forman parte del pu?ado de uniformados que defienden el pueblo, apostados ante la verja de metal amarilla que flanquea el acceso por la carretera que serpentea monte abajo. ¡°No nos queda otra que defendernos¡±, se?ala. La anterior guerra a la que se refiere es la del verano de 2006, que dej¨® m¨¢s de un millar de muertos en L¨ªbano y m¨¢s de 150 en Israel. Todos los hombres que vigilan Shtula forman parte del cuerpo de m¨¢s de 300.000 reservistas movilizados en los ¨²ltimos d¨ªas por Israel en medio de la creciente violencia.
A primera hora de la tarde, reina el silencio, la quietud y el vac¨ªo en el pueblo. A un pu?ado de metros se ubica la frontera conocida como L¨ªnea Azul, que la misi¨®n de paz de la ONU (FINUL), liderada por un general espa?ol, trata de mantener en calma desde L¨ªbano. Uno de los proyectiles cay¨® el domingo en el cuartel general y su procedencia est¨¢ siendo investigada por los cascos azules. Los pocos vecinos que quedaban en Shtula ¡ªde unos 300 habitantes¡ª fueron evacuados casi en su totalidad tras el ¨²ltimo ataque. Esa calma cogida con alfileres es solo rota por el ruido de la artiller¨ªa israel¨ª hacia territorio liban¨¦s. ¡°Son nuestros¡±, enfatiza uno de los militares. Hezbol¨¢ reconoci¨® que uno de sus integrantes muri¨® en la zona el domingo.
Mientras, Shalev Hatan otea el horizonte para luego se?alar el punto donde se levanta Aita al-Shaab, hacia donde se dirige el contraataque israel¨ª. Poco despu¨¦s del bombardeo contra Shtula, las autoridades impusieron una zona cerrada de seguridad de cuatro kil¨®metros al sur de la frontera. Por las radios de los militares avisan de una nueva acometida desde L¨ªbano, en este caso contra el kibutz Hanita, en esa misma zona. En el lado liban¨¦s, un proyectil procedente de Israel mat¨® el viernes a un reportero de la agencia Reuters. Los lanzamientos de misiles del domingo son una respuesta a esa muerte, asegur¨® Hezbol¨¢. Otros dos libaneses perdieron la vida el s¨¢bado en el entorno de las granjas de Sheba, enclave de Siria y L¨ªbano que ocupa desde 1967 Israel.
Junto a la reja que da acceso al pueblo, una caseta de hormig¨®n hace las veces de refugio. ¡°Todo esto es muy simple¡±, resume blandiendo su fusil Gilad Samipur, de 35 a?os, mientras adopta tono de analista para destacar la importancia del obrero muerto en ¡°un lugar estrat¨¦gico¡±. ¡°Este es el principio de la Tercera Guerra Mundial. La chispa salt¨® en Gaza. Estados Unidos apoya a Israel. El conflicto se ampliar¨¢ por aqu¨ª, por el norte. Y enfrente, Ir¨¢n, Siria, Rusia, China¡¡±, concluye este hombre que se autodefine como ¡°jud¨ªo iran¨ª¡±, pues sus padres tuvieron que escapar a Israel finales de los a?os setenta ante la presi¨®n del r¨¦gimen de los ayatol¨¢s. No da, sin embargo, excesiva importancia a que el enemigo de enfrente sea, precisamente, la guerrilla que apoya Teher¨¢n. ¡°Yo estoy aqu¨ª no para atacar, sino para defender mi patria, Israel¡±, concluye.
La carretera que transcurre casi en paralelo a la demarcaci¨®n entre ambos pa¨ªses era el domingo un constante ir y venir de tropas. Decenas de tanques y blindados pod¨ªan verse entre los ¨¢rboles. A la altura de Hanita, el otro enclave fronterizo del lado israel¨ª bombardeado desde L¨ªbano, decenas de militares llegan a bordo de dos autobuses. Detr¨¢s, un nutrido convoy con veh¨ªculos militares.
Ora Hatan, una mujer de 58 a?os que es de los pocos civiles que resiste, destaca que su apellido es el imperante en Shtula. ¡°Los misiles golpean en todos sitios. Tel Aviv, Haifa¡ Esta es nuestra tierra y nadie nos va a mover, aunque la guerra llegue a nuestra casa¡±, comenta. ¡°Si nos atacan por el sur, desde Gaza, y por el norte, desde L¨ªbano, solo nos va a poder salvar Dios¡±, a?ade. Junto a ella, indignado, Shlomi Hatan hace el gesto de rebanar el cuello. ¡°Los palestinos son animales que quieren acabar con nosotros. ?Por qu¨¦ hay gente que los apoya en Espa?a?¡±, pregunta de manera insistente con rabia. ¡°De animales, nada. Ten compasi¨®n¡±, lo trata de frenar en vano Ora.
Sigue toda la informaci¨®n internacional en Facebook y X, o en nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.