Sud¨¢frica y el genocidio en Gaza
La agresi¨®n israel¨ª contra Gaza est¨¢ teniendo consecuencias nada desde?ables. Una de ellas es la demanda de Sud¨¢frica a Israel ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ), el principal ¨®rgano judicial de Naciones Unidas, por violar sus obligaciones como firmante de la Convenci¨®n para la Prevenci¨®n y la Sanci¨®n del Delito de Genocidio. Su significado excede lo meramente jur¨ªdico, terreno en el que no hay mucho que esperar; en demasiadas ocasiones hemos asistido a la par¨¢lisis resolutiva de Naciones Unidas, y en este caso ser¨¢ dif¨ªcil que el Consejo de Seguridad no vuelva a torpedear cualquier intento de condena de Israel.
Aun as¨ª, la demanda no es papel mojado. Tiene fuertes implicaciones, simb¨®licas y pol¨ªticas. No es la menor que el delito de genocidio, que se legisl¨® hace 75 a?os tras la experiencia del Holocausto, apunte hoy contra Israel, que en 2018 se proclam¨® por ley ¡°el Estado-naci¨®n del pueblo jud¨ªo¡±. En sus alegaciones, Sud¨¢frica sostiene que las actuaciones y omisiones de Israel, bien de sus ¨®rganos estatales, bien de individuos que act¨²an bajos sus ¨®rdenes, son de car¨¢cter genocida, pues tienen por objetivo ¡°destruir a los palestinos de Gaza como parte del grupo nacional, racial y ¨¦tnico palestino m¨¢s amplio¡±.
Que sea Sud¨¢frica precisamente quien haya iniciado este procedimiento recuerda al mundo algo que molesta a los israel¨ªes como pocas cosas: el paralelismo entre el apartheid sudafricano y el que vive la poblaci¨®n palestina, sometida a leyes discriminatorias tanto en Israel como en los Territorios Ocupados. La bien engrasada maquinaria propagand¨ªstica israel¨ª no ha conseguido contrarrestar la fuerza de las voces de Nelson Mandela o Desmond Tutu, que pidieron a los israel¨ªes que se liberaran a s¨ª mismos liberando a Palestina. La respuesta del Gobierno de Netanyahu ha consistido en tildar la demanda de libelo y apoyo al terrorismo.
Con la actuaci¨®n de Sud¨¢frica se constata adem¨¢s algo siempre inc¨®modo para los l¨ªderes ¨¢rabes y musulmanes, por m¨¢s domesticados que est¨¦n: no ha sido un Estado de la Liga ?rabe, o de los que se declaran musulmanes, el que ha pasado del dicho al hecho. Palestinos de todo signo ¨Ddesde la veterana y sobria diputada Hanan Ashrawi a la mesa nacional del movimiento de Boicot, Desinversi¨®n y Sanciones¨D han agradecido la iniciativa sudafricana, al tiempo que entre la maltrecha intelectualidad ¨¢rabe se han alzado r¨¢pido las voces que se?alan la en¨¦sima hipocres¨ªa de sus reg¨ªmenes.
En t¨¦rminos de m¨¢s largo alcance, la iniciativa de Sud¨¢frica refleja el cambio que desde hace dos d¨¦cadas se evidencia en distintos niveles de las relaciones internacionales: son los pa¨ªses del Sur global los que se involucran a la hora de hacer valer los instrumentos y procedimientos del derecho internacional. Y eso, en muchas ocasiones, implica denunciar el doble rasero con que se idearon, en un mundo de hegemon¨ªa euroc¨¦ntrica hoy desaparecido.
Sigue toda la informaci¨®n internacional en Facebook y X, o en nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.