La protesta por Gaza en las universidades de EE UU ahonda la divisi¨®n entre los dem¨®cratas
Estudiantes de Columbia ocupan un edificio del campus despu¨¦s de que la direcci¨®n del centro comenzase a suspender a los alumnos que se niegan a abandonar una acampada. La polic¨ªa termina con una protesta en la Sorbona, en Par¨ªs, tras evacuar otra en Sciences Po el viernes
El fracaso de las negociaciones entre las autoridades de la Universidad de Columbia (Nueva York) y representantes de los estudiantes acampados desde hace 10 d¨ªas en solidaridad con Gaza, que este lunes recibieron una orden de desalojo, a?ade aristas a un fen¨®meno, el de la movilizaci¨®n de los campus, que recuerda el clamor contra la guerra de Vietnam y que, como en 1968, afecta de lleno a la pol¨ªtica. Presiones no solo de congresistas republicanos ¡ªel presidente de la C¨¢mara, Mike Johnson, visit¨® la semana pasada el campus para apoyar a los estudiantes jud¨ªos¡ª, sino tambi¨¦n de algunos dem¨®cratas son carburante adicional para una agitaci¨®n ya incipiente en Europa y que en EE UU amenaza con costarle a¨²n m¨¢s apoyos al presidente Joe Biden: frente a 21 congresistas dem¨®cratas que han pedido a Columbia que desaloje el campamento, otros correligionarios suyos acuden a solidarizarse con los estudiantes. Adem¨¢s del frente externo de las cr¨ªticas por su apoyo a Israel ¡ªde decenas de miles de votantes de origen ¨¢rabe y musulmanes¡ª, la brecha en las filas dem¨®cratas amenaza con un nuevo sumidero de votos en las presidenciales de noviembre. En la madrugada del lunes al martes, estudiantes de Columbia han ocupado un edificio despu¨¦s de que la direcci¨®n del centro comenzase a suspender a los alumnos que se niegan a abandonar la acampada.
La divisi¨®n entre los dem¨®cratas ha vuelto a quedar patente. Una veintena de representantes de la C¨¢mara baja dirigieron el lunes una carta al consejo de administraci¨®n de Columbia para exigir el desmantelamiento de la acampada o la dimisi¨®n de la rectora, Minouche Shafik. La carta supone una escalada en la politizaci¨®n del fen¨®meno, dado que los llamamientos a restablecer el orden se limitaban hasta ahora a los republicanos. Los firmantes expresan su ¡°decepci¨®n porque, a pesar de las promesas de hacerlo, la Universidad de Columbia a¨²n no ha disuelto el campamento no autorizado e inadmisible de activistas antisrael¨ªes y antijud¨ªos en el campus¡±. Los remitentes son congresistas moderados o centristas, 10 de ellos jud¨ªos.
Mientras la C¨¢mara se dispone a votar esta semana al menos una medida contra el antisemitismo que divide a¨²n m¨¢s a los dem¨®cratas, otro peque?o grupo de la facci¨®n progresista, con las representantes del llamado Squad (Escuadr¨®n) a la cabeza, acude a los campus para apoyar a los manifestantes. Alexandria Ocasio-Cortez y Jamaal Bowman visitaron Columbia el viernes. Ilhan Omar hizo lo mismo la semana pasada en la Universidad de Minnesota y luego en Columbia, donde su hija fue arrestada en los primeros d¨ªas de las protestas.
Recurrir o no a la fuerza para evacuar los campus, cuando quedan apenas dos semanas para las ceremonias de graduaci¨®n, es la principal duda de las autoridades acad¨¦micas, y tambi¨¦n un reflejo de decisiones pol¨ªticas. Un centenar de antidisturbios desalojaron la Universidad de Texas la semana pasada, en una demostraci¨®n de fuerza por parte del gobernador del Estado, el republicano Greg Abbott. Columbia, que dispone de su propio servicio del orden y cuenta incluso con empleados de ¡°gesti¨®n de manifestaciones¡± ¡ªas¨ª aparece en sus uniformes¡ª, se ha resistido hasta ¨²ltima hora a llamar de nuevo a la polic¨ªa, como hizo hace 10 d¨ªas para suprimir el primer campamento ¡ªy cuya represi¨®n dio lugar al movimiento¡ª, pero cada nuevo d¨ªa de protestas abona la desafecci¨®n de donantes, especialmente jud¨ªos. Algunos de los congresistas dem¨®cratas firmantes de la carta visitaron la semana pasada un centro para estudiantes jud¨ªos del campus financiado por el millonario Robert Kraft, que amaga con retirar sus fondos si sigue la movilizaci¨®n.
Desinversi¨®n, una demanda clave
Las espadas est¨¢n cada vez m¨¢s en alto. Pocas horas antes de dar el ultim¨¢tum del desalojo, Columbia ha anunciado este lunes que no va a desinvertir, es decir, a retirar sus inversiones de empresas ligadas a Israel, la principal demanda de los manifestantes junto con la readmisi¨®n de los estudiantes expulsados y, obviamente, el alto el fuego en Gaza. A mediados de 2023, la elitista universidad neoyorquina ten¨ªa unos 13.600 millones de d¨®lares en empresas vinculadas a capital israel¨ª, m¨¢s del doble que el presupuesto anual de la modesta universidad p¨²blica de Nueva York, donde tambi¨¦n ha surgido un campamento masivo que no suscita ninguna atenci¨®n medi¨¢tica.
Aparte del dif¨ªcil equilibrio entre garantizar el ejercicio de la libertad de expresi¨®n por parte de los manifestantes y mantener a raya los supuestos discursos antisemitas que muchos estudiantes jud¨ªos afirman escuchar a diario, los rectorados deben atender muchos m¨¢s intereses, y m¨¢s concretos, como los miles de millones de d¨®lares de los donantes que financian los centros y tambi¨¦n las inversiones de estos (la diferencia entre el blindaje de Columbia y el inadvertido campamento de la universidad p¨²blica Cuny demuestra la distancia abismal entre ambas: la matr¨ªcula en la p¨²blica cuesta unos 7.000 d¨®lares, 10 veces menos que en Columbia). El comunicado de esta ¨²ltima, en el que anuncia que no desinvertir¨¢ de empresas vinculadas a Israel, ofrece, en cambio, invertir en sanidad y educaci¨®n en Gaza.
El Vietnam de Biden, llaman ya muchos a esta movilizaci¨®n masiva, transversal y con una bandera global: Palestina. El ¨²nico precedente, desde el punto de vista de las demandas estudiantiles, pueden ser las protestas contra el apartheid en Sud¨¢frica que sacudieron las universidades de EE UU y que en el caso de Columbia torcieron en 1985 el brazo del rectorado y provocaron la desinversi¨®n en importantes compa?¨ªas de aproximadamente el 4% de su cartera. Las movilizaciones contra la guerra de Irak ¡ªa la postre, una guerra lejana¡ª fueron notables, pero mucho menos ruidosas. A diferencia de movimientos m¨¢s recientes, como Occupy Wall Street o Black Lives Matter, m¨¢s enraizados localmente, la solidaridad con Gaza ejerce como una red global de arrastre: estudiantes, pero tambi¨¦n infinidad de grup¨²sculos de izquierda y antiglobalizaci¨®n suman fuerzas en un remedo internacionalista que escapa a las autoridades y, sobre todo, a los dos partidos del establishment. La bestia negra que son las universidades de ¨¦lite para los republicanos, que arremeten contra ellas por considerarlas un basti¨®n de la izquierda radical ¡ªhasta la socialdemocracia lo es en EE UU¡ª, es blanco de discursos extremos en este nuevo frente de las guerras culturales.
Desalojo pac¨ªfico en Par¨ªs
Columbia esperaba este lunes un milagro de ¨²ltima hora para evitar la repetici¨®n del escenario de hace dos semanas, cuando invit¨® a la polic¨ªa a desmantelar el primer campamento, con un centenar de arrestos. Fue precisamente esa represi¨®n la que desencaden¨® una oleada en todo el pa¨ªs, con alrededor de 800 detenciones, m¨¢s de 300 de ellas durante el fin de semana, como las de la USC en Los ?ngeles, mientras los estudiantes no cesan: en Yale, donde la polic¨ªa detuvo a medio centenar de personas hace una semana, ha brotado esta noche una nueva acampada. La universidad comenz¨® a suspender a los estudiantes que se niegan a desmantelar el campamento de protestas.
El activismo universitario encuentra r¨¦plica al otro lado del Atl¨¢ntico, en Alemania y especialmente Francia, donde desde hace unos d¨ªas se reproducen, a menor escala que en EE UU, las escenas de protestas en algunos campus.
La polic¨ªa desaloj¨® este lunes a medio centenar de estudiantes que bloqueaban la Universidad de la Sorbona en Par¨ªs, tres d¨ªas despu¨¦s de que un acuerdo entre los universitarios y la direcci¨®n acad¨¦mica desactivase otro bloqueo en el Instituto de Estudios Pol¨ªticos, la prestigiosa Sciences Po. Desde el ataque de Ham¨¢s del 7 de octubre y la guerra de Israel en Gaza las autoridades han temido que el conflicto se contagiase de alguna manera en Francia, el pa¨ªs europeo con m¨¢s poblaci¨®n jud¨ªa y musulmana. Temerosas de r¨¦plicas en las banlieues, escenario de peri¨®dicas protestas y brotes de disturbios, ha sido m¨¢s bien en las universidades donde se ha expresado el rechazo a la pol¨ªtica de Israel.
La movilizaci¨®n en Sciences Po termin¨® tras obtener de la direcci¨®n del centro la promesa de levantar las sanciones contra estudiantes expedientados y de abrir un di¨¢logo p¨²blico. En la Sorbona, este lunes, el bloqueo dur¨® unas pocas horas. Est¨¢ por ver si en los pr¨®ximos d¨ªas se repiten las protestas o se extienden como en EE UU. Ha habido llamamientos de asociaciones estudiantiles para ocupar otros campus y tambi¨¦n de dirigentes de La Francia Insumisa (LFI), partido hegem¨®nico en la izquierda que afronta las elecciones europeas de junio bajo la amenaza de verse superado por la candidatura socialista. LFI abandera en Francia la causa palestina y sus diputados y dirigentes han asistido a algunas de las protestas.
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