La existencia del llamado Reformatorio Krenak es uno de los episodios m¨¢s desconocidos y a la vez m¨¢s espeluznantes de la dictadura militar brasile?a (1964-1985). Cientos de ind¨ªgenas considerados demasiado rebeldes o peligrosos fueron encarcelados en este campo de reeducaci¨®n, donde eran sometidos a trabajos forzados y torturas con objetivos de asimilaci¨®n cultural. Las ruinas, tanto f¨ªsicas como psicol¨®gicas de esa especie de campo de concentraci¨®n levantado en Resplendor (Minas Gerais), son las protagonistas en un trabajo del fotoperiodista Leonardo Carrato, que este 9 de agosto, D¨ªa Internacional de los Pueblos Ind¨ªgenas, reivindica la historia escondida tras la historia oficial.

Hace casi seis a?os, Jair Bolsonaro acababa de ganar las elecciones y Carrato buscaba alguna historia concreta para indagar en la memoria de los brasile?os, que estaban a punto de abrir las puertas del Gobierno a un capit¨¢n militar nost¨¢lgico de la dictadura. Cuando en una conferencia escuch¨® hablar del campo de internamiento, lo tuvo claro: ¡°All¨ª estaba Douglas Krenak. Su padre pas¨® por todo eso. Sus palabras me impresionaron profundamente, sobre todo porque muchas personas a¨²n viven en el lugar donde sufrieron todo ese trauma¡±, explica por tel¨¦fono. Fue as¨ª como naci¨® Reformatorio Krenak. Fragmentos de una memoria subterr¨¢nea. El pasado abril, en el 60? aniversario del golpe de Estado, el Estado brasile?o pidi¨® perd¨®n a los ind¨ªgenas por las atrocidades cometidas contra ellos.

En abril de 2022, el humo espeso de una gran hoguera envuelve una parte del bosque, durante una de las ceremonias tradicionales de la etnia patax¨® en la aldea principal de la ciudad de Carm¨¦sia, Estado de Minas Gerais.

Itawu se prepara para quemar matorrales secos y comenzar un huerto comunitario en la Hacienda Guaran¨ª, en Carm¨¦sia. Itawu es un l¨ªder ind¨ªgena que sue?a con convertirse en rapero.

Mar¨ªa tiene sus brazos pintados con dise?os ind¨ªgenas patax¨® tradicionales.

Adson enciende una antorcha, durante una de las fiestas tradicionales del pueblo patax¨® en la Hacienda Guaran¨ª, en Carm¨¦sia. Estas fiestas son una de las actividades anuales para recuperar su identidad tradicional en un lugar que a¨²n muestra signos de violencia y trauma.

Zeca observa una fotograf¨ªa de sus padres colgada en la pared de lo que fue su casa a pocos metros de la antigua prisi¨®n ind¨ªgena, el Reformatorio Krenal.

Baiano muestra objetos que fabrica para la venta de artesan¨ªas.

Rogerio se refresca en un peque?o cuerpo de agua ubicado en su aldea en la ciudad de Ladainha. Su abuelo fue uno de los ind¨ªgenas entrenados para ser parte de la Guarda Rural Ind¨ªgena (GRIN) en la ¨¦poca del Reformatorio Krenak. Antes de ser obligado a convertirse en guardia y perder su ontolog¨ªa ind¨ªgena, su abuelo fue un poderoso cham¨¢n maxacali.

La antigua prisi¨®n se ha convertido en un hogar para ind¨ªgenas que no pueden tener uno propio.

Manoel luce su sombrero de vaquero frente a la ventana de su casa ubicada en la ciudad de Resplendor. Es uno de los sobrevivientes del Reformatorio Krenak. Seg¨²n su testimonio, fue tra¨ªdo por los militares desde su tierra de origen, en el estado de Pernambuco, noreste de Brasil, donde era uno de los l¨ªderes de la comunidad local. Los recuerdos de esa ¨¦poca ya se est¨¢n desvaneciendo y ya no recuerda cu¨¢nto tiempo estuvo preso.

Ventana de la casa de do?a Eva, a pocos metros de la antigua prisi¨®n ind¨ªgena. La se?ora Eva es una de las sobrevivientes del Reformatorio Krenak. Ella y su difunto esposo Jacob, ambos de la etnia krenak, fueron arrestados, se les prohibi¨® ejercer sus tradiciones, hablar su propia lengua y salir de la aldea. Su casa les fue confiscada para que la ocuparan militares.

Mar¨ªa Julia, de 67 a?os, en su casa a pocos metros de la antigua prisi¨®n ind¨ªgena. Durante la creaci¨®n del reformatorio, los militares la obligaron a servir como cocinera de la prisi¨®n. Mar¨ªa Julia no solo presenci¨® el encarcelamiento de su esposo, tambi¨¦n tuvo que ingresar a la prisi¨®n diariamente para preparar comidas al personal militar y reclusos.

Un petardo asusta a los p¨¢jaros que podr¨ªan arruinar la plantaci¨®n de ma¨ªz en un peque?o terreno propiedad de Bekoy, uno de los l¨ªderes ind¨ªgenas de la ciudad de Carm¨¦sia. La t¨¦cnica del petardo se ense?¨® durante el per¨ªodo militar, cuando los ind¨ªgenas fueron obligados a trabajar en la agricultura en beneficio del Ej¨¦rcito brasile?o. Una herencia que todav¨ªa est¨¢ presente.

Vista desde la ventana de una casa donde se encontraba la antigua prisi¨®n ind¨ªgena.

Dica baila solo en una de las habitaciones de la antigua casa donde fuera la prisi¨®n ind¨ªgena. De joven abandon¨® su tierra natal en busca de informaci¨®n sobre su hermano, que fue apresado y nunca regres¨®.

Un insecto conocido como palo se ilumina con la luz de una linterna en una de las casas de la tierra de los krenak.

La sombra de Gabriel se refleja en la pared de la mansi¨®n donde funcionaba el Reformatorio Krenak. La antigua mansi¨®n se utiliza habitualmente como refugio para los miembros de la etnia patax¨®, como Gabriel, que a¨²n no pueden tener una casa propia.

Un pollo muerto, semillas de calabaza y frijoles son colocados en una de las mesas de las casas de la Hacienda Guaran¨ª en Carm¨¦sia, Minas Gerais.

La lluvia cae sobre uno de los lagos de la Hacienda Guaran¨ª. La ubicaci¨®n remota y apartada del Reformatorio Krenak fue una estrategia de los militares para ocultar el violento episodio ocurrido durante la dictadura militar en el pa¨ªs.

Huellas de manos hechas con la sangre de una de las vacas sacrificadas durante una de las fiestas tradicionales de la etnia patax¨® para reivindicar su identidad ancestral.

Adson, un ind¨ªgena patax¨® observa el cielo bajo un estrecho rayo de luz en su casa de la Hacienda Guaran¨ª en Carm¨¦sia.

En las casas alrededor de este internado ahora abandonado viven ind¨ªgenas de la etnia local, los krenak (que la dictadura casi lleva a la extinci¨®n). Carrato estuvo visitando a sus vecinos durante cuatro a?os, entre 2019 y 2022, para ganarse su confianza y poder abordar desde el respeto un asunto que toca fibras muy sensibles, sobre todo entre los m¨¢s mayores de la aldea. ¡°A los que pasaron por eso les retrat¨¦ de noche, en un entorno m¨¢s oscuro, para no centrarme tanto en la persona en s¨ª, sino en el sentimiento que podr¨ªa proporcionar¡±. No se trataba tanto de hacer retratos como de captar el alma del lugar, las heridas que a¨²n no han cicatrizado del todo.

La dictadura militar brasile?a acab¨® con la vida de al menos 8.300 ind¨ªgenas, seg¨²n el informe de la Comisi¨®n Nacional de la Verdad, publicado en 2014. Por el Reformatorio Krenak pasaron ind¨ªgenas de todo el pa¨ªs, una parte de los que los militares expulsaban de sus territorios ancestrales para imponer su programa desarrollista y facilitar las cosas a los grandes terratenientes. Ante la dificultad de entenderse con ellos por la enorme diversidad ling¨¹¨ªstica, los militares crearon la Guardia Rural Ind¨ªgena, reclutando a j¨®venes ind¨ªgenas para reprimir a sus propias etnias.

Adson toca la guitarra y se dedica a aprender la lengua patax¨® y a adherirse a las costumbres de su etnia para asumir una posici¨®n de liderazgo en un futuro cercano.

S¨¢vio quema hojas secas en el patio trasero de su casa. ?l es miembro del grupo de j¨®venes patax¨® que se re¨²ne peri¨®dicamente para mantener vivas las tradiciones de su etnia. Organiza eventos culturales tradicionales durante todo el a?o.

Edinho, un ind¨ªgena Guarani. Las pinturas, especialmente las que representan objetos ind¨ªgenas tradicionales, fueron una forma para las familias que a¨²n viven all¨ª de redefinir el espacio.

K¨¢tia juega con su p¨¢jaro mascota durante la preparaci¨®n de una de las fiestas tradicionales del pueblo patax¨® en la Hacienda Guaran¨ª.

Luan observa, entre el humo de una de las hogueras, la preparaci¨®n de una de las fiestas tradicionales del pueblo patax¨®.

Una se?al de tr¨¢nsito con varios impactos de bala en una carretera que conduce a la Hacienda Guaran¨ª en Carm¨¦sia, Minas Gerais. A¨²n es posible encontrar varias se?ales que simbolizan la violencia.

Cajones de archivos abandonados en una de las antiguas habitaciones de la casa donde se encontraba la antigua prisi¨®n ind¨ªgena. Los archivos fueron destruidos por los militares cuando se desmantel¨® el reformatorio y hoy forman parte de las ruinas del lugar. La imagen en la pared fue realizada despu¨¦s del cierre de la prisi¨®n y hoy es un s¨ªmbolo de resistencia para los residentes locales.

Valdo hace una pausa para reflexionar en el interior de la antigua casa donde se encontraba la antigua prisi¨®n ind¨ªgena. A diferencia de algunos de los miembros de la comunidad, ¨¦l no vive en la casa, pero los visita a menudo para pasar el tiempo y hablar de la vida. Como muchos otros, sus padres tambi¨¦n fueron llevados all¨ª a la fuerza por los militares en la d¨¦cada de 1970.

Pretinho apoya la cabeza en la puerta de entrada de su habitaci¨®n en su casa de la ciudad de Carm¨¦sia. Pretinho fue llevado a la fuerza por los militares cuando todav¨ªa era un ni?o con sus padres y su familia al antiguo Reformatorio Krenak en 1971. Su pueblo natal est¨¢ en el estado de Bah¨ªa.

Las monta?as desde la Hacienda Guaran¨ª, donde durante a?os estuvo ubicado el Reformatorio.

Un miembro de la etnia patax¨® detr¨¢s de un vidrio roto durante un encuentro nacional ind¨ªgena celebrado en el Estado de Minas Gerais. El encuentro se realiza anualmente para discutir temas y cuestiones relevantes para la comunidad ind¨ªgena en todo el pa¨ªs y para demostrar unidad en la resistencia al r¨¢pido avance de las actividades ilegales contra su territorio.

Ni?os patax¨® juegan fuera de su casa en la Hacienda Guaran¨ª. Algunas de las casas fueron construidas por las propias familias que a¨²n residen en la zona y no soportaron vivir en las casas que sirvieron como celdas de prisi¨®n.

Con el cuerpo pintado con dise?os ind¨ªgenas, un joven patax¨® se bendice en una de las cascadas de la Hacienda Guaran¨ª.

Un arco¨ªris y p¨¢jaros volando aparecen en el cielo en Carm¨¦sia.

Jos¨¦ sostiene un fajo de billetes antiguos que sirvieron de moneda durante el funcionamiento del Reformatorio. A¨²n es posible encontrar objetos, marcas y utensilios utilizados por los militares de la ¨¦poca, junto con las ruinas de hormig¨®n de las casas y las cicatrices psicol¨®gicas de los sobrevivientes.

En contraste con ese doblemente cruel proceso de asimilaci¨®n cultural, la Hacienda Guaran¨ª, el campo de reeducaci¨®n que sucedi¨® al Reformatorio Krenak, es a d¨ªa de hoy un vibrante polo de cultura ind¨ªgena, donde j¨®venes de la etnia patax¨® aprenden sus lengua nativa y retoman la identidad robada. La vida se abre paso entre las ruinas, y las im¨¢genes de Carrato combinan la densidad del recuerdo hist¨®rico con la ligereza de lo cotidiano. En su versi¨®n original, el proyecto de Carrato, con Gabriel Cabral como comisario, quiso provocar una confrontaci¨®n entre la historia y la memoria, por eso tambi¨¦n incluye fotos de la ¨¦poca y hasta las fichas con los que los militares identificaban a los ind¨ªgenas, donde describ¨ªan con todo lujo de detalles los rasgos de su car¨¢cter. Fue uno de los ganadores del Premio Nacional de Fotograf¨ªa Pierre Verger y recientemente se expuso en el Museo de Arte de Bah¨ªa.

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