La inauguraci¨®n de la imponente Notre Dame permite respirar a una Francia y un Macron en crisis
El presidente prometi¨® reconstruir la catedral en cinco a?os y lo ha cumplido. En ese tiempo, sin embargo, su movimiento pol¨ªtico y su liderazgo han quedado en ruinas
Este s¨¢bado a las siete y diez de la tarde, mientras las campanas de Notre Dame volv¨ªan a sonar, el arzobispo de Par¨ªs, monse?or Laurent Ulrich, cubierto con un colorido h¨¢bito especialmente dise?ado para la ocasi¨®n, golpe¨® con su b¨¢culo luminoso la puerta cerrada de la catedral. Lo hizo tres veces. Y el templo le respondi¨® otras tantas con el salmo 121 de la Biblia, el canto de alabanza. A la tercera, las enormes puertas se abrieron al p¨²blico cinco a?os despu¨¦s del terrible incendio que estuvo a punto de destruirlo por completo, descubriendo la impresionante reconstrucci¨®n. Nadie hubiera podido creer aquel d¨ªa en una epopeya de tal magnitud.
La tarde del 15 de abril de 2019, el presidente de la Rep¨²blica, Emmanuel Macron, se present¨® desencajado ante ese mismo lugar. Un incendio ¡ªaccidental, dijo la fiscal¨ªa¡ª hab¨ªa destruido parte del templo g¨®tico y su emblem¨¢tica flecha, dise?ada en 1859 por Eug¨¨ne Viollet-le-Duc. Hab¨ªa escombros, agua y unos boquetes del tama?o de un Boieng 717 en la cubierta, que amenazaba derrumbe. El jefe del Estado, un pol¨ªtico de 41 a?os todav¨ªa en plena forma dos a?os despu¨¦s de comenzar su primer mandato, se subi¨® a aquella ola de emoci¨®n. ¡°Somos ese pueblo de constructores. Reconstruiremos la catedral de Notre Dame, y m¨¢s bella a¨²n, pero quiero que esto se realice en cinco a?os. Transcurrido ese tiempo, est¨¢ claro que Macron cumpli¨® y el templo medieval, s¨ªmbolo milenario de la grandeur de Francia, luce imponente. Cinco a?os despu¨¦s, sin embargo, es el edificio del macronismo lo que amenaza ruina. Aunque el s¨¢bado su arquitecto no quisiera renunciar a la gloria de unos fastos globales, que le permitieron olvidar por unas horas la grave crisis que castiga a Francia.
¡°Hemos redescubierto lo que las grandes naciones pueden hacer, realizar lo imposible. Esta catedral es la met¨¢fora feliz de lo que deber¨ªa ser una naci¨®n. Nuestra catedral nos dice que somos los herederos de un pasado m¨¢s grande que nosotros que puede desaparecer cada d¨ªa¡±, lanz¨® en un discurso que deb¨ªa producirse en el exterior del templo para preservar la laicidad del Estado que representa, pero que un cielo calamitoso oblig¨® a celebrar dentro.
El incendio de Notre Dame anunci¨® las llamas que arrasar¨ªan el mundo en el siguiente lustro. Al d¨ªa siguiente, Francia, una rep¨²blica fundada sobre la idea de laicidad, se lanz¨® a la restauraci¨®n de su catedral, un monumento cat¨®lico y un manifiesto europeo, que relanz¨® V¨ªctor Hugo con su novela Nuestra se?ora de Par¨ªs en 1831 (n¨²mero uno ventas en Amazon al d¨ªa siguiente del incendio). Pero el mundo, al mismo tiempo, se adentraba en una violenta tormenta que escond¨ªa una pandemia, dos guerras con implicaciones mundiales, el advenimiento del populismo y la salida y regreso de la Casa Blanca de un personaje tan controvertido e inc¨®modo como el reelecto presidente de EE UU, Donald Trump. Y a algo debi¨® de sonarle a ¨¦l tambi¨¦n toda esta m¨²sica, porque el mandatario, que en su momento reclam¨® aviones cisterna para apagar el fuego, fue uno de los primeros en aceptar la invitaci¨®n de Macron para la inauguraci¨®n de este s¨¢bado. ?l y tambi¨¦n su nuevo escudero, el multimillonario Elon Musk, que entr¨® a la catedral en el turno de los jefes de Estado. La representante oficial de la Casa Blanca fue Jill Biden, la primera dama. Su esposo, el presidente Joe Biden, fue invitado pero opt¨® por no asistir.
La ceremonia de inauguraci¨®n, tal y como sucedi¨® con la de los Juegos Ol¨ªmpicos, fue impecable. Un reconocimiento emocionante a quienes trabajaron el d¨ªa del incendio, a los bomberos, a quienes la han reconstruido. Cerca de 40 jefes de Estado y de Gobierno se desplazaron tambi¨¦n a Par¨ªs para asistir al espectacular acto. Tambi¨¦n grandes benefactores como Bernard Arnault o Fran?ois Pinault, que dulcificaron los 700 millones de euros que ha costado la reconstrucci¨®n. Se sentaban en los bancos de la nave central el presidente de Italia, Sergio Mattarella, Alberto II de M¨®naco, los reyes belgas Felipe y Matilde, la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, o el presidente alem¨¢n, Frank-Walter Steinmeier. Algunos declinaron la invitaci¨®n, como los monarcas de Espa?a, Felipe y Letizia, o como el papa Francisco (ten¨ªa un consistorio para la aprobaci¨®n de nuevos cardenales).
Entre los presentes y ausentes, emerg¨ªa la figura de Trump, un golpe diplom¨¢tico de Macron, que convirti¨® la inauguraci¨®n en el primer viaje internacional del presidente electo de EE UU. Y de paso, aprovech¨® para ser ¨¦l el primer l¨ªder europeo que despachaba cara a cara con la persona que decidir¨¢ gran parte de los asuntos que inquietan al mundo en los ¨²ltimos cinco a?os. Incluida la guerra de Ucrania, cuyo actor principal ¡ªel presidente Volod¨ªmir Zelenski¡ª vol¨® tambi¨¦n a Par¨ªs y particip¨® en una reuni¨®n a tres con Trump y el propio Macron (toda la catedral se levant¨® y le aplaudi¨® a su llegada). Un ¨¦xito diplom¨¢tico que formaba parte de la parcela de Exteriores y Defensa que el jefe del Estado franc¨¦s se reserv¨® ¡ªy le reserva la Constituci¨®n¡ª despu¨¦s de los fracasos cosechados con la disoluci¨®n de la Asamblea el pasado junio.
El resultado de las elecciones legislativas en las que embarc¨® a Francia no salieron como Macron esperaba. Perdi¨® casi un centenar de diputados, se interpret¨® como un capricho. La decisi¨®n, adem¨¢s, desat¨® una situaci¨®n de fragmentaci¨®n in¨¦dita en la V Rep¨²blica, que termin¨® dejando la pelota botando y sin portero a la ultraderecha. Le Pen lleg¨® tercera, pero sus 124 diputados bastar¨ªan para condicionar las grandes decisiones del Ejecutivo. Tres meses despu¨¦s de nombrar un Gobierno conservador liderado por Michel Barnier (el s¨¢bado estuvo a la intemperie recibiendo a los invitados), que ignoraba el resultado electoral ¡ªel bloque de izquierdas result¨® vencedor de los comicios legislativos¡ª, la ultraderecha y la izquierda lo tumbaron en una moci¨®n de censura el pasado mi¨¦rcoles. El resultado: cuando todo el mundo mira a Par¨ªs y una veintena de jefes de Estado se sientan en la reconstruida catedral de Notre Dame, Francia no tiene Gobierno.
La crisis, como la mayor¨ªa de descomposiciones, comenz¨® antes de que su luz pudiera percibirse. ¡°Es un movimiento natural, despu¨¦s de 7 a?os en el poder hay un fen¨®meno de hartazgo en la poblaci¨®n. Es algo normal, todos los presidentes pierden popularidad cuando se acerca su final, porque no pueden presentarse otra vez [a un tercer mandato]. Es un final programado, pero a ¨¦l le ha llegado m¨¢s r¨¢pido de lo que cre¨ªa¡±, explica Fran?ois-Xavier Bourmaud, periodista y autor de Macron, el invitado sorpresa (2017), que apunta a una degradaci¨®n paulatina por las malas decisiones, derivadas de un cierto egocentrismo pol¨ªtico. ¡°La pregunta es si el macronismo iba a durar o estaba condenado a ser un par¨¦ntesis en la vida pol¨ªtica francesa. Yo veo lo segundo, con la vuelta al esquema izquierda-derecha, que Macron quer¨ªa suprimir. Ahora los partidos tradicionales regresar¨¢n con fuerza porque no puede gobernar sin ellos¡±, insiste.
Napole¨®n se coron¨® como emperador de los franceses en Notre Dame en diciembre de 1804. M¨¢s de un siglo despu¨¦s, durante la liberaci¨®n de Par¨ªs en agosto de 1944, el general Charles de Gaulle acudi¨® a la catedral junto a otros l¨ªderes de la resistencia para asistir a un Te Deum. Este s¨¢bado de diciembre, Macron quer¨ªa convertirla en una met¨¢fora de su capacidad pol¨ªtica, de su capacidad de reconstruirse. ¡°El impacto de la reapertura ser¨¢, creo, y quiero creerlo, tan fuerte como el del incendio, pero ser¨¢ un impacto de esperanza¡±, anunci¨® hace una semana. Pero el aspecto, en lo que ata?e a su propia figura pol¨ªtica, es m¨¢s bien de una misa de r¨¦quiem. ¡°El macronismo ha muerto, claro. ?l est¨¢ vivo, pero su movimiento s¨ª ha pasado a mejor vida¡±, se?ala el profesor Fran?ois Dosse, quien fue su maestro en la Universidad de Sciences Po [ciencias pol¨ªticas] y autor del libro Macron o las ilusiones perdidas. Las l¨¢grimas de Paul Ricoeur (Le Passeur, 2022).
Desplome de popularidad
Dosse, uno de los grandes expertos en el fil¨®sofo Ricoeur, fue uno de los mayores valedores intelectuales de Macron, que hoy observa como el 52% de los franceses querr¨ªa que dimitiese (seg¨²n el importante estudio Fracturas Francesas). Como la mayor¨ªa, qued¨® fascinado por su habilidad, talento e ideas. ¡°Pens¨¦ que estaba muy inspirado por la filosof¨ªa de Paul Ricoeur, por una pol¨ªtica de justicia social, m¨¢s horizontal como lo que ¨¦l mismo explic¨® en la revista Esprit en 2011 denunciando que hab¨ªa demasiada verticalidad en la pol¨ªtica. Pero hizo todo lo contrario a lo que anunci¨®. ?l es hoy la encarnaci¨®n de esa verticalidad, incluso la metaforiz¨® diciendo que era J¨²piter [el dios de los dioses]. Lleg¨® al paroxismo del presidencialismo y del poder personal, hasta ponerle a su movimiento En Marche, que son las iniciales de su nombre propio¡±, explica al tel¨¦fono el mismo s¨¢bado de la inauguraci¨®n.
Dosse conoce bien a Macron. Y cree que sus defectos, los que han llevado a la ruina a su movimiento, han sido siempre los mismos. ¡°Est¨¢ muy seguro de ¨¦l, demasiado. No conoce la marcha atr¨¢s y est¨¢ siempre convencido de que tiene raz¨®n ante cualquier decisi¨®n. Lo vimos en su ¨²ltimo discurso de esta semana, donde no hizo ninguna autocr¨ªtica sobre el tema de la disoluci¨®n de la Asamblea [asegur¨® que no asumir¨ªa responsabilidades ajenas]. Es alguien con enormes capacidades intelectuales, pero esas dotes se han convertido en algo peligroso, porque ya no escucha. Solo se mira al espejo, como el buen narciso que es. Su estrategia ha sido acercarse hacia el electorado de extrema derecha, pero como dec¨ªa Jean-Marie Le Pen [fundador del Frente Nacional y padre de Marine Le Pen], la gente prefiere el original a la copia. ?l es responsable del ¨¦xito del Reagrupamiento Nacional, que hoy es el primer partido de la Asamblea. Ha sido un instrumento para ellos¡±.
El mundo de hoy se parece muy poco al de aquella tarde abril de 2019, pero el macronismo, ese movimiento pol¨ªtico unipersonal llamado a renovar la pol¨ªtica en Francia a trav¨¦s de un centro tan radical como dif¨ªcil de habitar, tambi¨¦n es hoy completamente diferente. ¡°El pir¨®mano tendr¨¢ que hacer ahora de bombero¡±, se?ala un analista que le conoce bien. En 2019, el presidente de la Rep¨²blica contaba la insultante edad de 41 a?os y se encontraba en el ecuador de su primer mandato, en el que disfrutaba de una mayor¨ªa absoluta y un apoyo ciudadano sin apenas fisuras. Es verdad que el malestar en la calle comenzaba arreciar, asomaban los chalecos amarillos y un cierto descontento. Pero el jefe del Estado iba sobrado. Tanto, que el 14 de abril de ese a?o, recibi¨® a 64 intelectuales en el El¨ªseo: hab¨ªa juristas, economistas, escritores, soci¨®logos¡ La reuni¨®n se retransmit¨ªa en directo por France Culture ¡ªa Macron entonces le gustaba dicha emisora de radio¡ª, cuando un constitucionalista, Olivier Beaud, le pregunt¨® sobre la p¨¦rdida de poder de los jefes de Estado durante su mandato de cinco a?os y las consecuencias que eso ten¨ªa en la vida p¨²blica. Una gran pregunta. Una premonici¨®n. ¡°El presidente no deber¨ªa poder permanecer si tuviera un verdadero rechazo¡±, respondi¨® el Macron de entonces. Cinco a?os despu¨¦s, tras la exitosa reinauguraci¨®n de Notre Dame, esa declaraci¨®n resuena como lo hicieron de nuevo las campanas del templo.
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