L¨ªbano intenta levantarse entre las ruinas del conflicto
El pa¨ªs busca formar un Gobierno para salir de la crisis y evitar nuevos enfrentamientos con Israel
Hussein Awad ha conducido durante tres horas desde Beirut hasta el sure?o pueblo liban¨¦s de El Jiam. Sus vecinos retornan por primera vez a ver sus hogares conforme los soldados libaneses se despliegan all¨¢ donde se repliegan los israel¨ªes tras 13 meses de guerra y dos de tregua entre Israel y la milicia-partido chi¨ª Hezbol¨¢. De la casa de Awad apenas queda una fachada despu¨¦s de que un misil israel¨ª impactara sobre el tejado, dejando un enorme boquete all¨¢ donde hace poco m¨¢s de un a?o cenaba con su mujer e hijos. ¡°Yo estoy en contra de la guerra, pero no vamos a aceptar que los israel¨ªes se queden con nuestras casas. La gente est¨¢ enfadada y el ej¨¦rcito [liban¨¦s] tampoco ha logrado que se retiren¡±, asegura Awad, de 45 a?os, mientras inspecciona lo que queda de su vivienda.
Entre los restos de El Jiam, aparte de polvo, se masca una mezcla de impotencia, tristeza y hartazgo. La aviaci¨®n israel¨ª se ha ensa?ado con lo que era uno de los bastiones de Hezbol¨¢ por su proximidad a la frontera entre ambos pa¨ªses, incluso durante los dos meses de alto el fuego. Ataviadas de negro y con los ojos enrojecidos por el insomnio, varias madres y viudas rezan por primera vez sobre p¨®steres con los rostros de sus maridos o hijos que marcan los puntos donde cayeron en combate. Para algunas se trata del segundo hijo que desentierran de los escombros para volver a enterrarlo. Israel asegura haber matado a m¨¢s de 3.000 ¡°terroristas¡± en L¨ªbano en los ataques que se desencadenaron entre ambos pa¨ªses tras iniciarse la ofensiva sobre Gaza. Los vecinos de El Jiam dicen que all¨ª m¨¢s de un centenar cayeron como m¨¢rtires.
Nacido como movimiento de resistencia frente a la invasi¨®n israel¨ª del sur del L¨ªbano en 1982, el Partido de Dios logr¨® capitalizar como victorias las retiradas de las tropas israel¨ªes en 2000 y 2006. En esta confrontaci¨®n, la m¨¢s destructiva, el despliegue de im¨¢genes de m¨¢rtires y banderas amarillas sobre monta?as de escombros ofrecen una sombr¨ªa estampa. Dif¨ªcil coyuntura para Hezbol¨¢ de cara a su comunidad por la derrota militar y ante una mayor¨ªa de la poblaci¨®n libanesa, que rechaza ser arrastrada de nuevo a la guerra contra un enemigo que saben mejor armado y respaldado por Donald Trump.
Una oportunidad para L¨ªbano
La mediaci¨®n y presiones de Par¨ªs y Washington lograron forzar el pasado 27 de noviembre un acuerdo entre Hezbol¨¢ e Israel. Ahora pujan por la formaci¨®n de un nuevo Gobierno en L¨ªbano capaz de implementar la resoluci¨®n 1701 de la ONU con el desarme de Hezbol¨¢ y el despliegue de 10.000 soldados libaneses al sur del r¨ªo Litani y relanzar las negociaciones para demarcar unas fronteras definitivas con Israel. ¡°L¨ªbano dispone de una oportunidad ¨²nica para dejar atr¨¢s d¨¦cadas de guerra con Israel porque las capacidades militares de Hezbol¨¢ han sido dr¨¢sticamente mermadas en el pa¨ªs y en la regi¨®n¡±, explica un miembro del Gobierno interino en Beirut, que tiene vetado hacer declaraciones oficiales. ¡°Pero la negativa israel¨ª a retirarse de todo el territorio mantiene viva la raison d¡¯¨ºtre de Hezbol¨¢ [la lucha contra la ocupaci¨®n israel¨ª], al tiempo que resta legitimidad al ej¨¦rcito liban¨¦s en la mesa de negociaciones¡±, estima. Israel ha pospuesto su retirada de una docena de localidades cercanas a la frontera para el 18 de febrero, argumentando que la milicia a¨²n mantiene dep¨®sitos de armas en el sur. Hezbol¨¢ acusa a los israel¨ªes de violar en cientos de ocasiones la tregua y denuncia que queden impunes ataques contra los cascos azules y soldados libaneses.
En la localidad de Burj al Muluk, en la frontera con Israel, los tanques libaneses se interponen entre uniformados israel¨ªes y vecinos decididos a retornar a sus casas. Desde el lado israel¨ª silban las balas. Les siguen sirenas de ambulancias. El 26 de enero, d¨ªa en que deb¨ªa efectuarse la retirada israel¨ª, el balance se cierra con 24 libaneses muertos, entre ellos un soldado y un param¨¦dico, y m¨¢s de 130 heridos por disparos en poblaciones a¨²n ocupadas. Las tensiones en la frontera sur preocupan a la clase pol¨ªtica, que teme que la guerra se reanude, esta vez a causa de choques entre civiles y tropas israel¨ªes, arrastrando al ej¨¦rcito liban¨¦s.
Las Fuerzas Armadas Libanesas gozan del respeto de los ciudadanos y representan la unidad nacional en un pa¨ªs fragmentado por las distintas confesiones religiosas. Ha sido precisamente su comandante, Joseph Aoun, el candidato que ha logrado poner fin al vac¨ªo de dos a?os en la presidencia el mes pasado. Con Hezbol¨¢ debilitado y un nuevo mandatario, numerosas delegaciones europeas, del Golfo o EE UU han desfilado por el aeropuerto de Beirut para presionar por una r¨¢pida formaci¨®n del Gobierno y ofrecer en contrapartida la esperada financiaci¨®n para el ej¨¦rcito y la reconstrucci¨®n tras los bombardeos.
No obstante, las principales fuerzas pol¨ªticas llevan semanas enfrascadas en unas negociaciones que se ven encorsetadas por el complejo sistema de reparto del poder pol¨ªtico basado en cuotas confesionales. Los dos partidos chi¨ªes, Amal y Hezbol¨¢, piden que, de entre las cinco carteras que les corresponden, se les adjudique la de Finanzas, clave para aprobar o vetar los Presupuestos del Estado. Los ciudadanos siguen las noticias entre repuntes de optimismo y un desenga?o cr¨®nico hacia una ¨¦lite pol¨ªtica a la que acusan de ser corrupta y hacen responsable del corralito que llev¨® al pa¨ªs a la bancarrota en 2019.
Hezbol¨¢ en el punto de mira
¡°Hoy la guerra ya no es una opci¨®n para Hezbol¨¢, debilitado militarmente¡±, afirma Maha Yahia, directora del centro de an¨¢lisis Carnegie en Beirut. La comunidad chi¨ª ha sido el principal objetivo de los bombardeos indiscriminados de la aviaci¨®n israel¨ª, en contraste con la precisi¨®n quir¨²rgica que han mostrado sus cazas en zonas de mayor¨ªa cristiana o sun¨ª. Conforman el grueso de los 1,2 millones de personas que fueron desplazadas y de los m¨¢s de 4.000 muertos y 17.000 heridos contabilizados. ¡°Hezbol¨¢ quiere participar en el nuevo Gobierno para mantener, junto a Amal, la hegemon¨ªa en la representaci¨®n del electorado chi¨ª. Necesitan de las estructuras y fondos del Estado para hacer frente a la reconstrucci¨®n y responder ante su comunidad con vistas a los pr¨®ximos comicios parlamentarios¡±, explica sobre el brazo pol¨ªtico de Hezbol¨¢, hoy en el bloque de oposici¨®n. Las asociaciones ben¨¦ficas de Hezbol¨¢ son las ¨²nicas que han comenzado a indemnizar a los damnificados por los bombardeos.
Entre guerra y tregua, las tensiones sociales en clave confesional tambi¨¦n se han acentuado en el pa¨ªs. Los detractores de Hezbol¨¢ les acusan de ser un pe¨®n de Ir¨¢n y de haber arrastrado a L¨ªbano a conflictos ajenos como la defensa de Bachar el Asad en Siria (ya derrocado), o de Ham¨¢s en Gaza. Los partidarios del partido chi¨ª les recuerdan que fue la ¡°resistencia armada¡± la que fren¨® la expansi¨®n del grupo Estado Isl¨¢mico (ISIS, por sus siglas en ingl¨¦s) desde Siria a L¨ªbano en 2017 y la que lucha hoy contra la ¡°ocupaci¨®n sionista¡± en el sur.
¡°Hemos sufrido un golpe muy duro¡±, admite un miliciano de Hezbol¨¢ entre sorbos de t¨¦ en Dahiye, concurrida barriada de mayor¨ªa ch¨ªi al sur de Beirut. ¡°Que no seamos visibles ahora no quiere decir que vayamos a desaparecer¡±, prosigue alzando la voz sobre el chirriar de gr¨²as que retiran escombros de la calle. Afirma que no tienen hoy combatientes en Siria y habla del ¡°sabotaje terrorista¡± de miles de buscas y walkie-talkies que explotaron en septiembre pasado tras intervenirlos la inteligencia israel¨ª y que ha dejado a tres de sus amigos ciegos entre los 3.000 heridos. Pero sobre todo habla de orfandad tras la operaci¨®n de asesinato por Israel (el mismo mes) de su m¨¢ximo l¨ªder, Hasan Nasral¨¢, que ha dejado un enorme cr¨¢ter a pocas calles de ah¨ª y que este combatiente adjudica a la supuesta traici¨®n de un responsable del servicio de ventilaci¨®n subterr¨¢nea del edificio en el que se encontraba el cabecilla. El jeque Nasral¨¢ lider¨® el movimiento bic¨¦falo durante m¨¢s de tres d¨¦cadas dise?ando la estrategia pol¨ªtica en su vertiente dom¨¦stica en L¨ªbano y la expansi¨®n regional de su brazo armado en Siria, Yemen e Irak, gracias a la financiaci¨®n iran¨ª.
¡°El asesinato de Nasral¨¢ no es una buena noticia para L¨ªbano porque no era un mero soldado de Ir¨¢n, sino un consejero pol¨ªtico con mucha influencia sobre las decisiones en L¨ªbano y en la regi¨®n¡±, apunta, por su parte, un exdiputado liban¨¦s que pide anonimato en Beirut y que pronostica una creciente iranizaci¨®n de Hezbol¨¢ con el nuevo liderazgo.
Acusadas de ser un ¡°Estado dentro del Estado¡±, las asociaciones afiliadas a Hezbol¨¢ suplen la ausencia de ayudas estatales en el sur del pa¨ªs. Incluso aquellos chi¨ªes que no comulgan con el partido, recurren a ¨¦l a falta de alternativa. En la sure?a localidad de Nabatye, varias personas hacen cola delante de una oficina habilitada en el hueco que ha quedado entre el esqueleto de una casa y una tienda de ropa. Un hombre con un pin de Nasral¨¢ en la solapa atiende en una mesa de pl¨¢stico. Quien haya perdido por completo su casa recibir¨¢ 300 d¨®lares por metro cuadrado y durante el primer a?o de reconstrucci¨®n unos 8.000 d¨®lares para la compra de mobiliario y 4.000 para alquileres, explica el hombre. A diferencia de 2006, en estas oficinas se entregan hoy cheques y no maletines llenos de d¨®lares. A falta de inversi¨®n extranjera y perdidos todos los ahorros en el corralito, las remesas de la di¨¢spora libanesa mantienen a flote al liban¨¦s de a pie. Raz¨®n por la que en Beirut se ven hoy m¨¢s agencias de recepci¨®n de divisas que puestos de shawarma.
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