Biden gana el primer debate, pero el efecto de su victoria es incierto
Las encuestas de CNN y CBS apuntan a su victoria, pero con una mayor¨ªa de votantes ya convencidos la clave estar¨¢ en mover a los pocos indecisos en los Estados en juego
Las encuestas flash hechas inmediatamente despu¨¦s de que se cerrasen unos micr¨®fonos que han estado abiertos durante 90 minutos ininterrumpidos para Donald Trump y Joe Biden indican que el aspirante dem¨®crata ha ganado el debate de la noche del martes, un espect¨¢culo que ha logrado el calificativo de ¡°confuso¡± o ¡°ca¨®tico¡± entre una mayor¨ªa de analistas. Es en cualquier caso el primero en una carrera presidencial que apenas empieza; aunque, realmente, muchos sentimos que nunca nos abandon¨® desde noviembre de 2016. Esta sensaci¨®n de campa?a permanente es fundamental para enmarcar el mes que nos espera: para la mayor¨ªa de los estadounidenses, para la mayor¨ªa del mundo, lo de esta noche no es un punto de inflexi¨®n, ni un pistoletazo de salida. Es un grano de arena m¨¢s en un desierto de noticias que se siente al mismo tiempo vac¨ªo y abrumador.
Un debate electoral es un proveedor de informaci¨®n en busca de demanda entre los votantes de nuevos datos, impresiones, aspectos hasta ahora desconocidos sobre las candidaturas entre las que tienen que decidir. A menos sepan estos sobre los candidatos, o a m¨¢s distinta sea la nueva informaci¨®n propuesta respecto a la que ya se ten¨ªa (a m¨¢s espacio haya entre las expectativas y la realidad aprendida), m¨¢s demanda existir¨¢ sobre lo sucedido en el show. En esta elecci¨®n, la informaci¨®n disponible sobre los contendientes es extraordinariamente prolija. Queda poca gente en EE UU que no tenga una idea formada sobre Trump y Biden. Tan es as¨ª que el volumen de indecisos entre votantes probables (la categor¨ªa de persona a la que suelen ce?irse las encuestas en un pa¨ªs con una abstenci¨®n tradicionalmente elevada) apenas roza el 5% en su punto ¨¢lgido, y lleva as¨ª desde marzo de este a?o, seg¨²n el seguimiento que hace el reconocido instituto demosc¨®pico de la Universidad de Monmouth.
Sin embargo, es cierto que no todos los votantes decididos son iguales. Menos ante la informaci¨®n m¨¢s o menos sorprendente que puede aportar un debate. El de esta noche ha sido particularmente poco novedoso (solo un 17% de los encuestados por la cadena CBS dec¨ªa sentirse ¡°informado¡± tras verlo, frente a un 69% de ¡°irritados¡±), pero como no podemos estar en la mente de cada ciudadano, tenemos que ingeni¨¢rnoslas para averiguar su permeabilidad dial¨¦ctica. El sondeo de Monmouth nos ayuda a buscar ese matiz en el que probablemente se va a terminar decidiendo el efecto posible del reciente debate, y de los que lleguen: a distinguir entre personas que tienen su voto ¡°seguro¡± o inamovible para Trump o Biden, y aquellas que consideran su decisi¨®n a d¨ªa de hoy como ¡°muy¡±, ¡°algo¡± o ¡°poco¡± probable. Esta firmeza determina el grado de penetraci¨®n de la nueva informaci¨®n, de los argumentos y fallos de esta noche, en los distintos votantes.
Los convencidos han venido creciendo en los ¨²ltimos seis meses, como es normal: a medida que se acerca la fecha definitiva, la gente dispone de m¨¢s certezas. M¨¢s del 75% de partidarios de cada candidato ya saben que no se van a mover de donde est¨¢n. La encuesta de Ipsos con FiveThirtyEight.com arroja resultados similares: alrededor de ocho de cada diez votantes tienen total certeza sobre su decisi¨®n. Pero a¨²n quedar¨ªa entre un 15% y un 25% de votantes m¨¢s o menos susceptible.
En esta misma l¨ªnea, apenas un 13% de las personas declaraban la semana pasada que el debate pod¨ªa llegar a cambiar su parecer. Su perfil es el cl¨¢sico de los indecisos en cualquier elecci¨®n: mujeres, j¨®venes, no blancos y de menor nivel de ingresos (y estudios).
Este es el mapa de votantes accesibles, sensibles ante la informaci¨®n de debates como el de esta noche. Pero en una elecci¨®n que se decide Estado a Estado, y que se va a centrar en un pu?ado de ellos donde el n¨²mero de votantes probables para cada partido es m¨¢s o menos similar, la clave no es solo de qu¨¦ lado cae la mayor¨ªa de personas que se deciden tras un debate. La clave es d¨®nde est¨¢n.
Estados en juego: efecto impredecible
La naturaleza federal de las elecciones estadounidenses hace que las encuestas agregadas no son ideales para discernir qui¨¦n es, en ¨²ltima instancia, el ganador efectivo de un debate. El caso de 2012 lo ilustra a la perfecci¨®n: el 3 de octubre de aquel a?o Barack Obama perdi¨®, seg¨²n el consenso de analistas y votantes, su primer encuentro dial¨¦ctico con el republicano Mitt Romney. Las encuestas nacionales as¨ª lo reflejaron: Obama perdi¨® 4,4 puntos de su margen despu¨¦s de esa fecha.
Pero en ese pu?ado de lugares donde realmente se jugaba la elecci¨®n, el negativo resultado del entonces presidente apenas reforz¨® una tendencia que ya estaba en marcha desde antes. No la cambi¨®: era apenas un espejismo de los sondeos nacionales, favorecido por un ciclo de noticias que durante aquellos d¨ªas se centraba en la aparente derrota en el show de Obama.
Eventualmente, la tendencia acabar¨ªa volc¨¢ndose a su favor. Los votantes decidir¨ªan quiz¨¢s que la informaci¨®n adquirida en aquel debate no era tan definitiva como lo que ya sab¨ªan sobre los candidatos. O adquirir¨ªan otra, en d¨ªas subsiguientes de campa?a, que les devolver¨ªa a su posici¨®n inicial. Obama terminar¨ªa llev¨¢ndose la mayor¨ªa de Estados en juego, desde Nevada hasta Florida, y ganar¨ªa el voto nacional agregado por una distancia mayor de la esperada por la media de encuestas.
La moraleja para Biden est¨¢ servida: la victoria de esta noche es peque?a, moment¨¢nea e incierta. Se produce en mitad de una guerra de trincheras definida de antemano. As¨ª, va a hacer falta algo m¨¢s que 90 minutos para volcar decisiones cada vez m¨¢s firmes, o para atraer hacia su lado a los pocos no alineados que quedan y a¨²n pueden decidir el futuro de la naci¨®n.
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