Fiel a s¨ª mismo

No hubo debate. No puede haberlo con este presidente. Si Donald Trump no ha respetado nunca la regla de juego, c¨®mo iba a respetar la noche que acordaron los dos equipos electorales. No fue tan solo Joe Biden la v¨ªctima de sus groseras interrupciones sino que boicote¨® al propio moderador, Chris Wallace, el experimentado periodista de la cadena amiga Fox News.

No pod¨ªa haber sorpresas por este lado y no las hubo. Trump destruye todo lo que toca y no iba a ser excepci¨®n el primer debate entre los candidatos a la presidencia, hasta el punto de que este martes muchos se preguntaban si val¨ªa la pena repetir todav¨ªa dos veces m¨¢s un espect¨¢culo tan penoso, que en nada contribuye a prestigiar a Estados Unidos y a su sistema democr¨¢tico.

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El debate, en im¨¢genes

Si acaso, la ¨²nica novedad fue la entereza de Joe Biden, que no perdi¨® pie en ning¨²n momento del encontronazo, ni siquiera ante los ataques m¨¢s ofensivos que afectan a su familia. No hubo debate, pero s¨ª hubo vencedor. Trump no consigui¨® sacar partido de las evidentes debilidades de Biden, especialmente de su edad, su tartamudeo y sus vacilaciones. Ni siquiera le sirvi¨® el contraste entre su energ¨ªa y su agresividad con la pasividad y la moderaci¨®n de su contrincante. Al contrario, la conclusi¨®n de la noche para muchos votantes es que el so?oliento Joe puede ser un buen presidente, especialmente eficaz para pasar la p¨¢gina ominosa de la historia que representa la presidencia de Trump.

Si alguien lleg¨® a imaginar que Donald Trump pod¨ªa elevarse sobre s¨ª mismo, abandonar por una vez sus habituales mentiras, sus provocaciones y sus bravuconadas, y ofrecer por primera vez y excepcionalmente una imagen presidencial, todos estos ensue?os, razonables entre el republicanismo moderado, quedaron aventados este martes. As¨ª obtuvo la presidencia, as¨ª ha conducido el pa¨ªs durante estos cuatro a?os y as¨ª quiere vencer de nuevo en noviembre, en el barro. Si la presidencia no corrigi¨® ni moder¨® a Donald Trump, menos va a corregirle y moderarle una campa?a electoral en mitad de una pandemia, una recesi¨®n econ¨®mica y una oleada de protestas contra el racismo.

La direcci¨®n de la campa?a electoral emprendida por Trump, confirmada por su comportamiento en el debate, sondeos electorales en mano, conduce hacia una derrota, solo reparable en el l¨ªmite, en el escrutinio y gracias a la mayor¨ªa abrumadora de jueces conservadores con la que espera contar en el Supremo, una vez ratificado el nombramiento de la juez Amy Coney Barrett. Le queda la estrategia de la intimidaci¨®n del adversario, animando incluso a sus partidarios para que presionen a los votantes dem¨®cratas ante los colegios electorales. Para que estos desistan y no opongan resistencia a su absoluta resoluci¨®n de mantenerse en la Casa Blanca.

El debate electoral es toda una instituci¨®n pol¨ªtica en Estados Unidos. Donald Trump, especialista en destruir instituciones, este martes fue particularmente eficaz en su labor. Convertidos en penosos espect¨¢culos de boxeo pol¨ªtico, de estos lances no salen vencedores sino derrotados, y el que m¨¢s la democracia. De esta derrota Trump quiere extraer su victoria.

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