El mundo en vilo
La calidad de la democracia y el orden multilateral est¨¢n en juego en EE UU
Nunca en la historia hab¨ªa despertado tanta inquietud la elecci¨®n de un presidente de los Estados Unidos como la que se celebrar¨¢ el pr¨®ximo martes. Estos comicios siempre han suscitado la m¨¢xima atenci¨®n, por el peso econ¨®mico y pol¨ªtico de EE UU en la escena global, su protagonismo en la construcci¨®n y direcci¨®n del orden multilateral e incluso el car¨¢cter de su sistema, ejemplar en tantos aspectos. Pero todo cuanto despertaba admiraci¨®n del modelo estadounidense, sus valores democr¨¢ticos y liberales, su Estado de derecho o la separaci¨®n de poderes, ha sido impugnado y en parte erosionado por Donald Trump durante su ca¨®tica presidencia. Si esta elecci¨®n est¨¢ rodeada de tanta expectaci¨®n es porque, de repetir cuatro a?os m¨¢s, los desperfectos podr¨ªan ser irreversibles, tanto en el orden interno de la calidad de la democracia como en el exterior del desorden mundial. No tan solo por el desistimiento en su liderazgo, sino sobre todo por la exhibici¨®n de un modelo como el trumpista, ideal para reg¨ªmenes autoritarios e iliberales y perfecto para los reflejos expansivos del r¨¦gimen autoritario de Xi Jinping.
La pol¨ªtica exterior de Trump ha significado una ruptura con la historia del poder blando y de la diplomacia estadounidenses. Washington ha favorecido el proteccionismo comercial, erosionado el multilateralismo de las organizaciones internacionales, como la Organizaci¨®n Mundial de la Salud, la Organizaci¨®n Mundial de Comercio y Naciones Unidas, y abandonado tratados internacionales, especialmente el del cambio clim¨¢tico y el de desarme nuclear con Ir¨¢n. El presidente ha espoleado las teor¨ªas que niegan el cambio clim¨¢tico o los efectos de la pandemia, favoreciendo as¨ª pol¨ªticas err¨®neas y actuando como lastre en la cooperaci¨®n internacional contra estos desastres. Con su nacionalismo populista ha abonado el machismo, el supremacismo blanco y los excesos policiales, encendiendo la llama de la protesta en EE UU y ejerciendo de l¨ªder de la extrema derecha en el mundo.
A la trascendencia de esta elecci¨®n se une la inquietud por el desarrollo de la jornada electoral, el escrutinio y luego la transici¨®n. Trump no ha querido comprometerse en el reconocimiento de un resultado adverso, ha hecho todo lo que est¨¢ en su mano para restar legitimidad a cualquier escrutinio que no le favorezca e incluso alertado a las milicias extremistas para que se mantengan atentas al desarrollo de las elecciones. El partido republicano, aprovechando la pandemia, tambi¨¦n ha invertido sus energ¨ªas en la limitaci¨®n o incluso la supresi¨®n del derecho de voto en circunscripciones de mayor¨ªa dem¨®crata, apoyado desde esta semana por la mayor¨ªa de seis a tres obtenida con el nombramiento presidencial de una jueza conservadora para el Supremo, un tribunal con el que cuentan los republicanos para dirimir en su favor los litigios que puedan suscitar los recuentos.
Uno de los mayores reproches que merece Trump es el da?o infligido a los m¨¢s estrechos aliados y amigos de Washington. Su pol¨ªtica europea se ha dirigido a deshacer cuanto hab¨ªan construido todos los presidentes desde la victoria sobre el nazismo. Est¨¢ en peligro todo lo que Europa debe a EE UU, el Plan Marshall, la Alianza Atl¨¢ntica y las instituciones internacionales que han proporcionado al continente el periodo de paz y de prosperidad m¨¢s prolongado y profundo de su historia. Los valores en los que se fundamenta la relaci¨®n transatl¨¢ntica, el libre comercio, la democracia liberal, los derechos humanos, la cooperaci¨®n multilateral, han sido atacados y despreciados estos cuatro a?os desde la Casa Blanca.
La consecuencia m¨¢s directa es que Europa ha empezado a tomar conciencia de que debe hacerse cargo plenamente de su futuro, tal como ha se?alado Angela Merkel. El antieurope¨ªsmo de Trump, as¨ª como sus simpat¨ªas hacia el Brexit, han contribuido a estimular a los Gobiernos europeos, pero ser¨ªa un error que una victoria de Joe Biden condujera a una nueva y c¨®moda actitud de inhibici¨®n. Por el contrario, un relevo en la Casa Blanca y la recuperaci¨®n del papel estadounidense en las instituciones multilaterales deber¨ªa ser ocasi¨®n para que la UE refuerce su autonom¨ªa estrat¨¦gica mientras reafirma la insustituible e indispensable amistad transatl¨¢ntica.
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