La nueva embajadora de Estados Unidos en la ONU: el ariete de la pol¨ªtica ¡®Israel first¡¯ de Trump
Elise Stefanik ha encarnado la denuncia del antisemitismo en los campus y prometido ¡°ayuda sin condiciones¡± al principal aliado de Washington en Oriente Pr¨®ximo
En el mapa mental de Elise Stefanik, pr¨®xima embajadora de EE UU ante la ONU, est¨¢n marcados en rojo dos pa¨ªses, uno amigo y otro enemigo: Israel e Ir¨¢n. El resto, salvo China o Ucrania, no parece figurar en el derrotero de la congresista republicana por Nueva York, una neocon reconvertida con fervor al movimiento MAGA y premiada por ello con esta embajada, de rango ministerial. La agenda de Stefanik no diferir¨¢, por tanto, demasiado de la de su antecesora republicana en el cargo, Nikki Haley. Ni siquiera de la de la actual representante permanente de EE UU en el foro multinacional, la dem¨®crata Linda Thomas-Greenfield. El blindaje de Israel ¨Dmediante el veto a cualquier resoluci¨®n del Consejo de Seguridad contraria a sus intereses¨D es un dogma de fe para todas las Administraciones, dem¨®cratas y republicanas. La diferencia de Stefanik con sus predecesoras es su car¨¢cter beligerante y extremo a la hora de defender a Israel.
Stefanik (Albany, Nueva York, 40 a?os) intervino en mayo ante un comit¨¦ de la Kneset promoviendo una ayuda ¡°sin condiciones¡± a Israel. Estados Unidos, dijo, debe suministrarle ¡°lo que necesite, cuando lo necesite, sin condiciones para lograr la victoria total frente al mal¡±, encarnado, seg¨²n ella, en Ham¨¢s.
Su discurso respond¨ªa a la decisi¨®n, pocos d¨ªas antes, del presidente Joe Biden de frenar la entrega de 3.500 bombas para evitar que la ofensiva militar israel¨ª contra Gaza provocase en un entorno densamente poblado como Rafah una cat¨¢strofe a¨²n mayor que la prolongada crisis humanitaria del enclave. ¡°La victoria total empezar¨¢ cuando se borre de la faz de la tierra a los responsables del [ataque del] 7 de octubre¡±, proclam¨® Stefanik en el Parlamento israel¨ª, en un tono similar al que ha utilizado para referirse a Ham¨¢s el futuro secretario de Estado, Marco Rubio.
En su discurso ante la Kneset, Stefanik abund¨® en su tema favorito: el auge del antisemitismo en EE UU. En la audiencia que en diciembre pasado se celebr¨® en el comit¨¦ de Educaci¨®n de la C¨¢mara de Representantes, llev¨® la voz cantante, arremetiendo con sa?a contra las tres rectoras de otras sendas universidades (MIT, Harvard y Pensilvania) convocadas para rendir cuentas sobre la respuesta de los rectorados a las manifestaciones propalestinas en los campus tras el inicio de la guerra de Gaza.
Tras concluir que las tres rectoras se pusieron de perfil al contestar, que fueron demasiado tibias, el exorcismo de Stefanik fue tal que la rectora de la Universidad de Pensilvania renunci¨® casi en el acto, y la de Harvard, tres semanas despu¨¦s. La movilizaci¨®n propalestina que durante meses ha recorrido los campus estadounidenses, en la que muchos estudiantes y donantes jud¨ªos han visto mensajes de odio antisemita, fue una de las principales armas arrojadizas de los republicanos contra los dem¨®cratas, y muchos consideran que sin el protagonismo de Stefanik, el debate no habr¨ªa alcanzado tal virulencia; de hecho, la mayor¨ªa de universidades blindan a¨²n el acceso a los campus por temor a una repetici¨®n de las protestas. Stefanik volvi¨® a azuzar el fantasma ante la Kneset, al acusar a los activistas propalestinos de ¡°llamar a la intifada y al genocidio¡± de los jud¨ªos.
Su ardor se vio recompensado con el galard¨®n Defensor de Israel, instituido por el matrimonio formado por el fallecido magnate jud¨ªo Sheldon Adelson ¡ªmu?idor de las carreras pol¨ªticas de Trump y el primer ministro israel¨ª, Benjam¨ªn Netanyahu¡ª y Miriam, importante donante de la ¨²ltima campa?a del republicano. Stefanik tambi¨¦n se ufana de haber formado parte de la comitiva personal de Netanyahu durante la visita de este en julio al Congreso de EE UU, ante el que pronunci¨® un discurso especialmente beligerante.
El hecho de que Stefanik considere a la ONU una organizaci¨®n antisemita ¡ªen l¨ªnea con los repetidos ataques de Israel a la organizaci¨®n y a su m¨¢ximo responsable¡ª no obsta, seg¨²n la nueva Administraci¨®n, para desempe?ar un papel que en teor¨ªa, y siempre dependiente del parecer de Trump, ser¨¢ muy parecido al que tuvo Haley, de maneras y tono m¨¢s modosos. El legado de esta en la ONU estuvo sembrado de titulares: defendi¨® la retirada de EE UU del acuerdo nuclear con Ir¨¢n en 2018, calific¨¢ndolo de ¡°terrible¡±; la del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, en protesta por el trato supuestamente discriminatorio hacia Israel, y el abandono del Acuerdo de Par¨ªs en 2017.
Este establec¨ªa que los pa¨ªses no pod¨ªan retirarse en los tres primeros a?os de su entrada en vigor (2016), as¨ª que cuando Trump empez¨® a mover ficha para salir formalmente, Haley ya no era embajadora de la ONU. Renunci¨® en diciembre de 2018, y el presidente tard¨® ocho meses en encontrarle una sustituta, prueba de su escaso inter¨¦s por la ONU. Durante ese periodo, un diplom¨¢tico de carrera ¡ªHaley no lo era, como tampoco su sustituta, Kelly Knight Craft, una rica empresaria y donante republicana¡ª estuvo a cargo de la representaci¨®n.
Las razones de la renuncia de Haley no se hicieron p¨²blicas, pero George Lopez, profesor em¨¦rito de Ciencias Pol¨ªticas de la Universidad de Notre Dame, apunta a un d¨¦ficit de celo a la hora de defender la pol¨ªtica de la primera Administraci¨®n trumpista. ¡°Como aprendi¨® Nikki Haley, como embajador puedes seguir la orden de votar no en el Consejo de Seguridad, solo para ser llamado a la Casa Blanca para recibir una reprimenda por no hacerlo con la suficiente fuerza o por un peque?o error de expresi¨®n al explicar la posici¨®n de EE UU a la prensa¡±, explica el acad¨¦mico.
El paso fugaz de Haley por la ONU fue una sombra de la pol¨ªtica exterior de Trump en su primer mandato, aislacionista y desde?oso; pero a diferencia de entonces, cuando en la Administraci¨®n republicana fung¨ªan a¨²n algunos funcionarios de carrera, en la segunda, con la elecci¨®n de halcones para los principales puestos internacionales, incluido el de Stefanik, la relaci¨®n de EE UU con el mundo se antoja m¨¢s turbulenta. Grupos jud¨ªos progresistas han calificado el discurso de la futura embajadora de ¡°rabioso¡±, un exceso de celo ideol¨®gico del que Haley carec¨ªa pese a su radicalismo. Israel first, una copia del grito de guerra, America first, que ha devuelto la Casa Blanca a Trump.
Del previsible papel de Stefanik, Lopez, miembro en dos ocasiones del panel de expertos de la ONU para Corea del Norte, se?ala: ¡°Sospecho que tendr¨¢ un arduo trabajo. Su inexperiencia diplom¨¢tica y en la ONU contribuye a ello. Tambi¨¦n influir¨¢ la agenda que Trump ha establecido para marginar a la ONU de cualquier papel significativo en la resoluci¨®n de varias guerras, la reducci¨®n de la proliferaci¨®n de armas nucleares o la mitigaci¨®n del cambio clim¨¢tico. Adem¨¢s, EE UU se retirar¨¢ de varias organizaciones del paraguas de la ONU, como la Organizaci¨®n Internacional de la Salud¡±.
Un lastre determinante ser¨¢, para este experto, ¡°la capacidad de Stefanik para reclutar a personal con experiencia en el funcionamiento de la ONU, y especialmente del Consejo de Seguridad. La Oficina de Asuntos Organizativos Internacionales del Departamento de Estado, desde la que se suele destinar personal no partidista a la ONU, podr¨ªa ser eliminada en virtud de los recortes [que plantean] Trump-Musk-Rubio¡±, en alusi¨®n al desmantelamiento del Estado que prev¨¦ el nuevo Departamento de Eficiencia Gubernamental dirigido por Musk y Vivek Ramaswamy. Lopez recomienda a Stefanik ¡°pasar todo el mes de diciembre en la misi¨®n [ante la ONU], cuando EE UU ocupar¨¢ la presidencia del Consejo de Seguridad. All¨ª podr¨¢ observar las complejidades del cargo y aprender muy directamente¡±.
Entre Stefanik y Haley no hay diferencias sustanciales rese?ables; como congresista, la primera ha denunciado con vehemencia a la Administraci¨®n dem¨®crata por armar insuficientemente a Ucrania e Israel, y por supuestamente doblegarse ante China; tambi¨¦n critic¨® la atropellada retirada de Afganist¨¢n. Su adulaci¨®n a Trump, de todas las formas posibles, ha dado sus frutos, aunque la dimensi¨®n pol¨ªtica de su funci¨®n sea en gran medida irrelevante¡ salvo que, por mor de su entrega a Israel, EE UU congelara su contribuci¨®n a la ONU, a las misiones de paz en curso ¡ªes el pa¨ªs que m¨¢s aporta¡ª o diera la puntilla definitiva a la agencia para los refugiados palestinos (UNRWA, en sus siglas inglesas), la bestia negra de Israel.
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