En el epicentro del Obamacare no quieren a un presidente socialista
El voto de algunas comunidades de exiliados latinoamericanos en el sur de Florida va cargado de traumas de los pa¨ªses de los que huyeron, lo que genera contradicciones
Cuando estaba en la secundaria, con poco m¨¢s de 13 a?os, a Isabel Betancourt le diagnosticaron artritis reumatoide, una enfermedad que inflama y deforma sus articulaciones. Desde entonces, esta mujer de 36 a?os de origen cubano ha tenido que lidiar no solo con el dolor profundo que le provoca, sino tambi¨¦n con una serie de obst¨¢culos para poder acceder a los m¨¦dicos y tratamientos que necesita, una tarea dif¨ªcil en un pa¨ªs donde la salud no es p¨²blica.
En las ¨¦pocas con m¨¢s suerte, ha tenido trabajos que le ofrec¨ªan seguro; en otras, simplemente le ha tocado aguantar el dolor porque no pod¨ªa permitirse los medicamentos. Hasta que lleg¨® el Obamacare, el programa de salud asequible promovido por el expresidente Barack Obama. Aunque asegura que el plan no es perfecto, y en ocasiones le tocaba pagar deducibles muy altos, esa ley que prohib¨ªa a las compa?¨ªas aseguradoras rechazar a pacientes con enfermedades cr¨®nicas tuvo un efecto muy claro en su bolsillo y en su salud: Enbrel, el medicamento que tiene que inyectarse una vez por semana, pas¨® de costar 4.000 d¨®lares al mes, un precio inalcanzable para ella, a solo 100.
Betancourt fue criada en Hialeah, una ciudad de clase obrera del sur de Florida, donde el 96% de la poblaci¨®n es latina, la mayor¨ªa cubanos de primera y segunda generaci¨®n, y que lidera las afiliaciones de Obamacare a nivel nacional. Pero, aunque muchos de sus vecinos se hayan beneficiado de programas sociales como ese, que suelen abanderar los dem¨®cratas, en las elecciones del pr¨®ximo martes no se da por descontado el apoyo a Joe Biden, quien fuera vicepresidente de Obama. De hecho, Hialeah ha sido tradicionalmente un feudo republicano dentro del condado de Miami-Dade. Y, pese a en 2016 Donald Trump gan¨® en esa localidad literalmente por un pu?ado de votos (solo tuvo 93 m¨¢s que Hillary Clinton), si uno se da una vuelta por sus calles de casas bajas, donde proliferan los negocios con todo tipo de productos para enviar a Cuba, solo se ven carteles de apoyo al presidente y su Keep America Great (¡®Mantengamos a Estados Unidos grande¡¯).
Mientras que el candidato dem¨®crata ha asegurado que mantendr¨¢ lo que queda de Obamacare (que ha sido desmantelado en el Congreso) y lo mejorar¨¢, el republicano lleva a?os adelantando que acabar¨¢ con ese plan y lo sustituir¨¢ por otro que no acaba de revelar. ¡°En teor¨ªa es un programa de la hostia. Mi abuelo antes de Obamacare no ten¨ªa seguro. Ninguno lo agarraba, con Obamacare s¨ª. Pero obligar a tener seguro es cierta coacci¨®n¡±, afirma Ra¨²l Rodr¨ªguez, un empresario cubano de 25 a?os que se crio en Espa?a y migr¨® con su familia a Estados Unidos en 2013. Siete a?os despu¨¦s, ha logrado montar dos licorer¨ªas, una de ellas en Hialeah.
¡°A m¨ª no me vino bien, porque ya ten¨ªa seguro y me subi¨® tres veces de precio, pero aqu¨ª muchos se beneficiaron del Obamacare cuando sali¨®: ve¨ªas agencias [que vend¨ªan seguros] en todos los moles [malls], porque daban mucho dinero. La demograf¨ªa de aqu¨ª era dinero gratis. Era una ¨¦poca en la que llegaban migrantes cubanos todos los d¨ªas¡±, afirma en su oficina. Los a?os de los que habla Rodr¨ªguez era cuando todav¨ªa exist¨ªa la ley ¡®pies secos, pies mojados¡¯ que permit¨ªa que pr¨¢cticamente todo cubano que alcanzara territorio estadounidense se pudiera quedar en el pa¨ªs, aunque hubiera entrado de forma ilegal. Adem¨¢s, al contrario de otros grupos de migrantes, ellos ten¨ªan acceso inmediato a beneficios sociales y en un a?o pod¨ªan obtener la residencia estadounidense. Pero el presidente Obama acab¨® con esa pol¨ªtica, al final de su mandato, con el argumento de que, con el acercamiento emprendido entre su Gobierno y el de La Habana, ya no era necesaria.
El fantasma del comunismo
Pero m¨¢s all¨¢ de una cuesti¨®n de conveniencia, Rodr¨ªguez identifica que el mensaje de la campa?a republicana de agitar el fantasma del comunismo sobre el Partido Dem¨®crata est¨¢ calando hondo entre los cubanoamericanos del sur de Florida, unos 1,3 millones de votantes que, seg¨²n la ¨²ltima encuesta de la Universidad Internacional de Florida (FIU), favorecer¨¢n en casi un 60% al presidente Trump en las elecciones de noviembre. ¡°Aqu¨ª con la palabra socialista no llegas a ning¨²n lado. Llegas aqu¨ª anhelando libertad y lo que menos quieres es encontrarte con lo mismo. Cuando escuchas a Bernie [Sanders] diciendo que Fidel Castro hizo mucho por el pa¨ªs, lo que da es miedo¡±, afirma el due?o de la licorer¨ªa.
Y ah¨ª parece radicar la explicaci¨®n de esa aparente contradicci¨®n. En el sur de Florida, los posibles beneficios de pol¨ªticas sociales concretas como el Obamacare o el acercamiento con Cuba, que disfrutaron miles de ciudadanos que tuvieron m¨¢s facilidades para viajar a su pa¨ªs o mandar remesas y todo tipo de productos a sus familias en la isla, chocan con los principios ideol¨®gicos de un grupo de latinoamericanos que llegaron exiliados huyendo de Gobiernos de izquierdas y que cargan un trauma contra todo lo que les recuerde a esos sistemas.
Eduardo Gamarra, profesor de Ciencias Pol¨ªticas y Relaciones Internacionales de la FIU, atribuye el buen funcionamiento del fantasma del comunismo promovido por la campa?a republicana en parte del electorado latinoamericano del sur de Florida a tres causas: unos estudios financiados en buena parte por el exgobernador de Florida y ahora senador republicano Rick Scott que determinaron la susceptibilidad de cubanos, venezolanos y nicarag¨¹enses al socialismo; el surgimiento del ala m¨¢s progresista del partido, representada por Bernie Sanders y la congresista de Nueva York Alexandria Ocasio-Cortez, y el deterioro de la situaci¨®n en los pa¨ªses de origen de esos inmigrantes.
¡°Nicaragua se fue al diablo, Venezuela m¨¢s abajo del diablo y Cuba se cerr¨®. Ten¨ªan el resultado emp¨ªrico del impacto del comunismo, como lo llaman ellos, con los nicarag¨¹enses y los venezolanos llegando ac¨¢ todos los d¨ªas. El mensaje ten¨ªa un sustento muy fuerte y estas comunidades tan susceptibles se lo creyeron y Bernie no ayud¨® diciendo que Cuba ten¨ªa grandes programas de educaci¨®n y salud", apunta Gamarra. "Ese tipo de mensajes quiz¨¢s funcionan en Europa, pero ac¨¢ no funcionan y en esta comunidad cayeron muy mal. Es una poblaci¨®n de exiliados, al fin y al cabo, aunque el mensaje es exagerado. EE UU jam¨¢s va a ser socialista ni aunque elijan a Sanders en tres ocasiones¡±.
Frente a ese discurso, en los ¨²ltimos meses han surgido voces en esas comunidades que apoyan a Joe Biden con el lema ¡°100% anticomunista, 100% antifascista, 100% pro-Biden¡± y rechazan que se ¡°explote el trauma¡± en ese grupo de exiliados con fines pol¨ªticos. ¡°Los republicanos piensan que los cubanoamericanos somos tan ignorantes que no podemos diferenciar a los dem¨®cratas que piden subir el salario m¨ªnimo y combatir el cambio clim¨¢tico de la dictadura de extrema izquierda de Cuba que suprime los derechos humanos y mata de hambre a la gente¡±, escribi¨® en una carta al director en The Miami Herald Horacio Sierra, presidente del grupo Cubanoamericanos Dem¨®cratas de Miami-Dade.
Sin embargo, los republicanos han conseguido eclipsar otros temas de campa?a en Florida con el discurso del socialismo, que preocupa incluso a los pocos votantes indecisos que todav¨ªa quedan como Isabel Betancourt. ¡°Las personas izquierdistas que est¨¢n pidiendo el socialismo, no saben lo que est¨¢n pidiendo de verdad. Esa es una palabra m¨¢s suavecita para hablar del comunismo¡±, dice la mujer que se identifica como independiente y dice estar decepcionada con los ¡°pol¨ªticos mediocres¡±. Aunque Betancourt rechaza un Gobierno m¨¢s fuerte, como defienden los dem¨®cratas, porque cree que eso fomenta la corrupci¨®n, apoya la creaci¨®n de programas sociales como el Obamacare, del que se benefici¨® antes de conseguir un seguro en la universidad en la que est¨¢ inscrita por las noches para estudiar a distancia, mientras por el d¨ªa trabaja en la administraci¨®n en una compa?¨ªa de construcci¨®n.
Lo que tiene claro es que rechaza el discurso surgido principalmente de un sector conservador de que los programas sociales sirven para mantener a quienes no quieren trabajar sino vivir del Gobierno. ¡°Yo no quiero que me mantengan, quiero sentirme bien para poder levantarme todos los d¨ªas por la ma?ana como lo hacen miles de personas y ganarme mi propia vida¡±, afirma Betancourt. ¡°Pero es un poco injusto que los pol¨ªticos tienen un seguro ¡®Cadillac¡¯ y ellos y sus familiares tienen el mejor cuidado m¨¦dico con el dinero de nosotros. Y que nos nieguen el mismo servicio que ellos tienen es lo que m¨¢s me mortifica¡±.
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