Un pa¨ªs, 160 millones de votos y 50 normas para contarlos
Las disparidades entre Estados y la elevada participaci¨®n anticipada complican el c¨®mputo de los sufragios
No es una elecci¨®n, son 50. As¨ª suelen explicar los polit¨®logos lo que ocurre en Estados Unidos cuando se celebran comicios presidenciales, que adem¨¢s coinciden con la renovaci¨®n de parte del Congreso, y a veces con consultas locales, todo el mismo d¨ªa. El sistema federal permite que cada uno de los Estados que lo componen, y el Distrito de Columbia, establezcan sus propias reglas, que afectan desde a los plazos y a la manera en que los ciudadanos pueden votar hasta a la opci¨®n de detener el escrutinio en alg¨²n momento.
A este escenario marcado por la complejidad se ha sumado este a?o una pandemia que ha convertido el voto por correo en protagonista y ha provocado una ralentizaci¨®n del escrutinio en algunos territorios clave. La ausencia de un resultado final en Estados decisivos d¨ªas despu¨¦s del cierre de las urnas tiene al resto del mundo intentando entender c¨®mo funciona este proceso, en el que no gana el candidato que m¨¢s votos obtiene, sino el que logra el apoyo mayoritario del colegio electoral. La principal inc¨®gnita es por qu¨¦ esta vez va tan lento.
Este a?o la pandemia cambi¨® las reglas del sistema electoral en varios Estados. Para incentivar la participaci¨®n y dar seguridad a los ciudadanos, la mayor¨ªa de los territorios flexibilizaron los requisitos para emitir el voto por correo, sin necesidad de presentar una justificaci¨®n para ello. Esto se tradujo en que cerca de 64 millones de electores enviaron su papeleta por correo o la depositaron en alg¨²n buz¨®n de un centro electoral. Sumados a quienes acudieron de forma anticipada a centros electorales ya abiertos rebasaron los 100 millones de personas, una cifra nunca vista en la historia de este pa¨ªs. Cerca de 60 millones lo hicieron de forma presencial.
Pero para abordar el aluvi¨®n de votos tampoco hay reglas unificadas. Los Estados adoptaron medidas diferentes para afrontarlo. Carolina del Norte, por ejemplo, comenz¨® el escrutinio de votos anticipados hace semanas. En cambio, en Pensilvania, uno de los Estados que ha centrado las miradas estos d¨ªas, la ley estatal obliga a comenzar a contar el sufragio anticipado el d¨ªa mismo de las elecciones, y eso llev¨® a que el mi¨¦rcoles por la tarde todav¨ªa faltasen por escrutar casi un mill¨®n de papeletas. El voto por correo ralentiza el conteo porque debe pasar por varios pasos antes del escrutinio, desde que el funcionario electoral tiene que abrir el sobre hasta que debe hacer una revisi¨®n exhaustiva para garantizar su validez. Tambi¨¦n hay Estados como Georgia y Arizona donde si a alguien le rechazan el voto por correo, puede ir a revisar y arreglar el error al colegio electoral correspondiente durante los primeros d¨ªas de conteo.
Margen estrecho
Con el pa¨ªs terriblemente polarizado y el presidente hablando de fraude, los centros electorales de los territorios que a¨²n no han terminado el escrutinio han tenido especial cuidado en el proceso para evitar situaciones irregulares, lo que sumado a la ola de papeletas llegadas por esta v¨ªa ha terminado por demorar todo el proceso. Esos votos deben superar varios pasos antes de incluirse en el escrutinio, incluida la revisi¨®n de los funcionarios electorales para que garanticen su validez.
No obstante, la lentitud no se puede achacar solo a la masiva participaci¨®n anticipada. Durante gran parte de las elecciones del siglo XIX se necesitaron d¨ªas, si no semanas, para que se declarara al ganador. Aunque tampoco se requiere ir tan atr¨¢s. En las elecciones presidenciales de 2000 no se supo qui¨¦n ser¨ªa el presidente hasta el 12 de diciembre, m¨¢s de un mes despu¨¦s de la cita electoral. Ese a?o la diferencia era tan estrecha entre el republicano George W. Bush y el dem¨®crata Al Gore en Florida que la disputa acab¨® en una intensa batalla judicial que dio finalmente la victoria al primero.
Otro factor particular de Estados Unidos es que no existe la figura de una instituci¨®n responsable de anunciar resultados, como por ejemplo hace en Espa?a el Ministerio del Interior. La ciudadan¨ªa no est¨¢ atenta a los anuncios de la Casa Blanca sobre participaci¨®n y escrutinio, sino a lo que tienen que decir los secretarios de cada Estado. Despu¨¦s de anunciar el ganador, la ley federal exige que los gobernadores preparen ¡°tan pronto como sea posible¡± los certificados oficiales para informar del voto popular en el Estado. Los documentos con los resultados en cada territorio se env¨ªan al presidente del Senado y al Archivo Nacional hasta el 23 de diciembre. El escrutinio oficial se env¨ªa tambi¨¦n al nuevo Congreso electo ¡ªse renueva una parte en estos comicios¡ª, que se reunir¨¢ en una sesi¨®n conjunta el 6 de enero de 2021 y anunciar¨¢ los resultados.
Durante d¨¦cadas se ha discutido sobre si cambiar el sistema para elegir al presidente por voto directo. En una encuesta de Gallup publicada en septiembre, el 61% de los estadounidenses se mostraron a favor de eliminar el colegio electoral. Sin embargo, la propuesta divide: el 89% de los dem¨®cratas apoya la idea frente el 23% de los republicanos. La enorme brecha se explica porque estos ¨²ltimos se benefician de la influencia electoral que tienen los territorios rurales menos poblados, que suelen favorecerles.
Cuando los estadounidenses emiten su voto, en el que marcan a un candidato presidencial y a su vicepresidente, en la pr¨¢ctica est¨¢n eligi¨¦ndo a los representantes estatales designados por los partidos pol¨ªticos. Los llamados compromisarios son los que despu¨¦s votan por el presidente, con la idea de apoyar al candidato que m¨¢s sufragios obtuvo en su territorio. Esta regla del winner takes all se aplica en todo el pa¨ªs, salvo en Maine y Nebraska. Cada compromisario es un voto electoral. Para llegar a la Casa Blanca se necesitan 270 de los 538 en juego.
Por norma general, el peso de cada Estado va en relaci¨®n al tama?o de su poblaci¨®n. Por ejemplo, California, donde viven 40 millones de personas, tiene 55 votos electorales y Nevada, con tres millones de habitantes, cuenta con seis. Pero con este sistema puede darse el caso de que un candidato gane en el voto popular y pierda en el colegio electoral, como le ocurri¨® a Hillary Clinton en 2016 frente a Donald Trump, y en otras puede obtener menos del 50% del voto popular, pero hacerse con la presidencia, como John F. Kennedy en 1960. El n¨²mero de votos electorales de cada Estado no cambia porque voten m¨¢s o menos personas.
Con la regla de que cada Estado tiene al menos tres votos electorales, muchos critican que hay una sobrerrepresentaci¨®n de los territorios despoblados en el colegio electoral. Wyoming, por ejemplo, que apenas supera el medio mill¨®n de habitantes, cuenta con tres votos electorales. Esto se traduce en que sus votantes tienen una influencia mayor en las elecciones que los de zonas densamente pobladas como Florida y Nueva York, ambos con 29 votos electorales.
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