La elecci¨®n eterna de Joe Biden
Las 90 horas que hemos tardado en conocer la victoria del nuevo presidente sobre Trump se explican por lo cerrado de la carrera y por la prudencia necesaria en una votaci¨®n cuestionada (sin pruebas) por el presidente
El mi¨¦rcoles a mediod¨ªa ya parec¨ªa dif¨ªcil que Trump conservara la presidencia. Hab¨ªamos tardado 18 horas en contar los suficientes votos para confirmar que Biden iba a conseguir al menos 253 de los 270 delegados necesarios en el Colegio Electoral. Pero entonces el tiempo se congel¨®. Un buen amigo me preguntar¨ªa esa misma noche qu¨¦ pasaba. ¡°Est¨¢n contando votos¡±, fue mi respuesta. Y as¨ª era.
Los votos que quedaban por contar no eran muchos: entre un 10% y un 20% del total en cinco Estados clave; Arizona, Carolina del Norte, Georgia, Nevada, Pensilvania. La tendencia en cuatro de cinco (todos menos Carolina del Norte) se intu¨ªa s¨®lidamente favorable a Biden. Pero todos eran decisivos. Pensilvania en particular pod¨ªa darle la presidencia al dem¨®crata por s¨ª mismo. Con Trump y sus abogados tratando de llevar adelante demandas (por ahora, todas infundadas) por fraude, sacando a sus partidarios (a veces armados) a las calles y a los lugares de votaci¨®n, una declaraci¨®n prematura de vencedor pod¨ªa ser contraproducente, incluso catastr¨®fica, para la credibilidad del proceso electoral. El criterio adecuado era no designar un ganador hasta que su victoria no fuera simplemente probable, ni siquiera muy probable, sino incontestable.
Tardar¨ªamos tres d¨ªas m¨¢s en dar Pensilvania por azul. El criterio aparente era que la diferencia del ganador pasara de lo que las leyes del Estado marcan como umbral m¨ªnimo para evitar un recuento autom¨¢tico: 0,5 puntos.
Y a¨²n ahora, cuando todos los medios y analistas asumimos el triunfo de Biden, estos son los m¨¢rgenes por los que se est¨¢n decidiendo los cinco Estados clave: apenas un pu?ado de votos. El problema no era la lentitud tanto como lo apretad¨ªsimo de esta elecci¨®n.
Lo que falta
A estas alturas, en California han contado menos de un 80% de los votos. En Nueva York todav¨ªa no ha llegado ni un solo sufragio por correo. Alaska est¨¢ batiendo r¨¦cords de retraso por la pandemia. No miramos a esos Estados porque all¨ª la victoria de uno u otro partido siempre fue segura. Pero la situaci¨®n no es muy distinta en los tres que a¨²n se consideran en juego, y que podr¨ªan ampliar la ventaja de Biden hasta los 306 delegados. Este es ahora mismo el escenario m¨¢s probable, pero no seguro hasta que cada voto est¨¦ contabilizado y, en el caso de Georgia, haya tenido lugar un recuento que ya fue anunciado por las autoridades.
Esto importa para definir el tama?o de la victoria de Biden, sellando la credibilidad de una elecci¨®n que su rival se empe?a en disputar por la doble v¨ªa medi¨¢tica y legal. Ya sabemos que su ventaja en el voto popular agregado de todo el pa¨ªs estar¨¢ alrededor del 3%, algo por encima de la infructuosa victoria de Clinton en 2016. Pero si adem¨¢s a?ade a su n¨®mina los Estados que por ahora se decantan de su lado, su margen en el Colegio Electoral ser¨¢ casi id¨¦ntico al de Donald Trump en 2016. Si la distancia de Biden no depende de uno o dos Estados con resultados ajustados, la estrategia del presidente saliente es mucho m¨¢s d¨¦bil. Por una parte, resulta mucho m¨¢s incre¨ªble un fraude m¨²ltiple (fraude del que, en cualquier caso, no ha sido capaz de presentar prueba alguna aceptada por tribunales estatales y federales). Por otra, la presi¨®n que puede ejercer Trump sobre las autoridades republicanas se vuelve m¨¢s d¨¦bil con cada mil¨ªmetro que pierde frente a su rival. Es verdad que su votaci¨®n est¨¢ por encima de lo que esperaban los sondeos y ello le dota de capacidad de influencia sobre el futuro del movimiento conservador. Pero eso es cualitativamente distinto de arrastrar a un partido a una contienda pol¨ªtica, medi¨¢tica y legal. Un partido que pretende seguir siendo reconocido y competitivo, tanto en las urnas como en las instituciones. Cada voto adicional que gana Biden, cada delegado extra que gana en el colegio lectoral, cava un poquito m¨¢s hondo el hoyo en el que Donald Trump se puede acabar metiendo en las pr¨®ximas horas, d¨ªas, semanas. La elecci¨®n ya ha acabado, pero su resaca sigue.
Suscr¨ªbase aqu¨ª a la newsletter sobre las elecciones en Estados Unidos
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.