La realidad paralela en la que gan¨® Trump
El presidente de EE UU sigue sin reconocer su derrota un mes despu¨¦s de las elecciones y alimenta una peligrosa narrativa que comparten sus seguidores en medios afines y redes sociales
¡°Ganaremos¡±. ¡°Elecci¨®n ama?ada¡±. ¡°Esta elecci¨®n ha sido un esc¨¢ndalo (?fraude!) mayor de lo que nadie podr¨ªa haber pensado¡±. Son fragmentos de tuits lanzados este mi¨¦rcoles, un mes despu¨¦s de los comicios, por el presidente de Estados Unidos. Existen numerosas explicaciones posibles para el hecho de que Donald Trump siga diciendo que gan¨® las elecciones del pasado 3 de noviembre. Hay quien las busca en el terreno psicol¨®gico, apelando a esa incapacidad de asumir una derrota en un mundo que su desp¨®tico padre le dej¨® claro que se divid¨ªa entre ganadores y perdedores. Y hay tambi¨¦n s¨®lidos motivos de ¨ªndole financiera. En concreto, los 170 millones de d¨®lares que ha recaudado entre sus seguidores desde el d¨ªa de las elecciones. Un d¨ªa como el martes, por ejemplo, una persona cualquiera en la base de datos de la campa?a de Trump recibi¨® cuatro mensajes de texto (¡°?Te necesitamos para defender la elecci¨®n!¡±) y dos correos electr¨®nicos solicitando donaciones para prolongar una lucha que ya pocos en su entorno, y acaso ni siquiera ¨¦l, creen que lleve a ning¨²n lado.
Tambi¨¦n es f¨¢cil ver una explicaci¨®n al silencio c¨®mplice de su partido, temeroso de que rechazar las fantas¨ªas de Trump lleve a un enfrentamiento que haga peligrar los dos esca?os del Senado que se disputan en enero en Georgia, y que determinar¨¢n qui¨¦n controla la C¨¢mara. Lo saben bien los mandos republicanos: el trumpismo es el culto a una persona. Y esa circunstancia invita tambi¨¦n a preguntarse hasta qu¨¦ punto su negativa a aceptar el resultado electoral se traslada a sus 74 millones de votantes.
La mayor¨ªa de las encuestas indican que esos seguidores comparten el discurso del presidente. En una de YouGov para The Economist, realizada en la semana siguiente a las elecciones, el 86% de los votantes de Trump responde que no cree que Joe Biden haya ganado leg¨ªtimamente las elecciones. Tres de cada cuatro votantes de Trump, seg¨²n el mismo sondeo, consideran que nunca se conocer¨¢ el resultado real. En otra encuesta de NBC y Change Research, publicada el 21 de noviembre, solo el 3% de los votantes de Trump considera que Biden gan¨® leg¨ªtimamente. Eso querr¨ªa decir que 72 millones de estadounidenses sostienen que las elecciones fueron ama?adas.
Hay expertos que se?alan que, en estas encuestas, quienes responden lo hacen sencillamente repitiendo el discurso de su l¨ªder, sin que signifique necesariamente que lo creen al pie de la letra. Tambi¨¦n apuntan que esa desconfianza en el sistema no es tan infrecuente, y que tiende a desaparecer cuando el ciclo pol¨ªtico devuelve a los propios al poder. Pero a nadie se le escapa lo inquietante de que la mitad del pa¨ªs sostenga p¨²blicamente que el pr¨®ximo presidente ser¨¢ ileg¨ªtimo. Sobre todo cuando el actual inquilino de la Casa Blanca ha alimentado durante todo su mandato esa realidad paralela impermeable a las noticias contrastadas.
No conviene olvidar que incluso la ofensiva de Trump sobre la ilegitimidad de las elecciones se remonta a meses antes de que se celebraran. El presidente estuvo meses convenciendo a sus bases de que solo un fraude frenar¨ªa su victoria. ¡°La ¨²nica manera en que podemos perder estas elecciones es que sean ama?adas, acordaos de esto¡±, dijo, ya en agosto, a sus seguidores en Wisconsin.
La difusi¨®n de esa narrativa falsa de fraude electoral, seg¨²n un estudio reciente del grupo de derechos humanos Avaaz, Elections Integrity Partnership y The New York Times, est¨¢ concentrada en un reducido grupo de personalidades de la derecha con mucha influencia en redes sociales, incluido Donald Trump Jr., el primog¨¦nito del presidente. Un n¨²cleo de 25 personas, seg¨²n el estudio, est¨¢ relacionada con casi una de cada tres interacciones sobre desinformaci¨®n relativa al fraude electoral. ¡°A menudo se asume que la desinformaci¨®n o los rumores surgen espont¨¢neamente. Pero estos superdifusores muestran que hay un esfuerzo intencionado por definir la narrativa p¨²blica¡±, explicaba en The New York Times Fadi Quran, director de Avaaz.
Por encima de todos ellos est¨¢ el propio presidente, en el papel de superdifusor en jefe. Las 20 entradas de Facebook con la palabra ¡°elecci¨®n¡± que generaron m¨¢s interacci¨®n dos semanas despu¨¦s de los comicios fueron todas del presidente. Y todas eran falsas o enga?osas, seg¨²n personas que contrastan la informaci¨®n de manera independiente citadas por el Times. Un solo tuit del presidente acusando a Dominion, un software de tabulaci¨®n de votos, de borrar 2,7 millones de votos fue compartido 185.000 veces y tuvo 600.000 likes. Como con tantos otros de los mensajes del presidente, Twitter a?adi¨® una etiqueta advirtiendo de que la informaci¨®n no era precisa. Una prueba del escaso impacto en las bases trumpistas de estas advertencias de unas redes sociales cuyo supuesto sesgo progresista el presidente lleva a?os denunciando.
Veh¨ªculo medi¨¢tico
No menos impermeables son esas bases a los esfuerzos period¨ªsticos de los medios m¨¢s prestigiosos. En Estados Unidos, la mayor¨ªa de los grandes medios le resultan ajenos a la mitad de la poblaci¨®n, que los considera, en el mejor de los casos, elitistas y sesgados a la izquierda. Esa mitad de la poblaci¨®n es un suculento pastel que viene zamp¨¢ndose casi en exclusiva Fox News. Pero en la cadena de Murdoch, entre los desacomplejados aduladores del presidente, han surgido estas semanas voces cr¨ªticas que, rendidos a la evidencia, se niegan a seguirle en sus delirios. Esto ha producido un abierto desencuentro entre Trump y la Fox, que han sabido capitalizar algunos avispados empresarios.
Es el caso de Christopher Ruddy, parte del entorno social de Trump en Florida y consejero delegado de Newsmax, convertido estas semanas en el m¨¢s prominente veh¨ªculo medi¨¢tico de las fantas¨ªas trumpistas. Seg¨²n los titulares de la portada de este mi¨¦rcoles, ¡°la investigaci¨®n del fraude electoral no ha terminado¡±, ¡°hay suficientes pruebas para una demanda en Arizona¡±, ¡°los abusos del voto no presencial en Wisconsin afectaron a 220.000 papeletas¡± y ¡°el FBI est¨¢ recogiendo datos sobre el fraude electoral¡±.
Gracias a ello, su audiencia en prime time ha pasado de los 58.000 de media antes de las elecciones a 1,1 millones despu¨¦s. El propio Trump ha contribuido a su despegue, elogiando a la cadena y compartiendo sus historias. Disponible por cable en la mayor¨ªa de hogares, adem¨¢s de online, Newsmax se ha convertido en el azote de Fox desde la derecha.
A Ruddy no le mueve el fanatismo. Es un hombre de negocios explotando una mina de dinero y poder. ¡°En estos tiempos¡±, dec¨ªa recientemente en The New York Times, ¡°la gente quiere algo que tienda a afirmar sus puntos de vista y opiniones¡±. Y eso es lo que encuentra en ese universo alternativo de supuesta informaci¨®n en el que, a pesar de toda la evidencia en sentido contrario y del potencial da?o a la democracia estadounidense, la lucha contin¨²a.
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