Donald Trump dice adi¨®s a cuatro a?os de caos: ¡°Tengan una gran vida, ?nos veremos pronto!¡±
El republicano se despide con alfombra roja y salvas de honor en una base militar arropado por sus seguidores
Donald Trump es historia. El 45? presidente de Estados Unidos ha dejado la Casa Blanca a las 8.16. Despeg¨® en el helic¨®ptero Marine One desde los jardines de la residencia, y dio una ¨²ltima vuelta como mandatario por la capital, que puso patas arriba durante 1.460 d¨ªas a golpe de tuits, de camino a la base militar Andrews, donde abord¨® por ¨²ltima vez el Air Force One junto a su esposa Melania y su hijo menor, Barron Trump. El republicano ha abandonado Washington, epicentro del poder al que lleg¨® con halo de intruso con la promesa de drenar el pantano. Este mi¨¦rcoles dice adi¨®s ante un futuro lleno de incertidumbre. Si sus predecesores pasaban los ¨²ltimos d¨ªas en el Despacho Oval meditando sobre el legado que dejaban, Trump ha estado solo y de mal humor, con la cabeza llena de fantasmas por un fraude electoral inexistente. Sobre el presidente saliente pende el estigma de ser el ¨²nico mandatario estadounidense con dos procesos de impeachment.
¡°Muchas gracias, ha sido un honor¡±, dijo Trump, ataviado con su ic¨®nica corbata roja, a los reporteros mientras se dirig¨ªa al helic¨®ptero. ¡°No ser¨¢ un largo adi¨®s¡±, a?adi¨® quien no ha podido superar la derrota electoral y prefiere abandonar la ciudad antes de convertirse en expresidente. Antes de poner un pie en el Marine One, Trump se volvi¨® y se despidi¨® en un gesto que ha recordado al 9 de agosto de 1974, cuando Richard Nixon renunci¨® a la presidencia. Con una diferencia, Nixon no se atrevi¨® a pasar sus ¨²ltimas horas en el poder otorgando perdones a sus socios y amigos.
Trump tuvo en la base militar de Andrews la despedida que quiso. Camin¨® por la alfombra roja junto a su esposa Melania, vestida completamente de negro, con una pista sonora de salvas militares de honor y aplausos de un grupo de simpatizantes. ¡°?Te amamos!¡±, le gritaba un pu?ado de espectadores, con la gorra roja de Make America Great Again, el s¨ªmbolo de su presidencia, calzada en la cabeza.
¡°?Y nosotros los amamos a ustedes!¡±, les respondi¨® Trump en un adi¨®s que tuvo sabor a un ¨²ltimo mitin. Melania dedic¨® unas acartonadas ¨²ltimas palabras que no se salieron del guion al que se ha ce?ido durante los cuatro a?os. Trump, el principal rostro de la era de la posverdad y de las fake news ¡ª super¨® las 25.000 mentiras o afirmaciones enga?osas mientras ocup¨® la presidencia, promediando entre 600 o 700 semanales en campa?a, seg¨²n The Washington Post¡ª dijo haber reconstruido el Ej¨¦rcito, tener niveles de aprobaci¨®n entre los veteranos sin comparaci¨®n y habl¨® en pasado de la pandemia. La misma enfermedad que ha causado 400.000 fallecidos en Estados Unidos. ¡°Mucho amor para las familias que han sufrido por el virus de China¡±, afirm¨® el republicano.
El Air Force One despeg¨® con Trump por ¨²ltima vez como pasajero a las 9.00 rumbo a Florida. En los altavoces de la base militar sonaba My Way, de Frank Sinatra. El presidente 45? no mencion¨® por su nombre a Joe Biden, a quien s¨ª dese¨® suerte. ¡°El futuro nunca ha sido mejor para este pa¨ªs. Deseo mucho ¨¦xito a la nueva Administraci¨®n. Y la tendr¨¢n porque hemos dejado los cimientos para ello¡±, a?adi¨® antes de agradecer a su familia, al jefe de Gabinete Mark Meadows, a ¡°algunos miembros¡± del Congreso y al vicepresidente Mike Pence, quien no lo acompa?¨® para estar presente en la investidura de Biden y Kamala Harris en el Capitolio. ¡°?Tengan una gran vida, nos veremos pronto!¡±, fueron las ¨²ltimas palabras del hombre que recibi¨® 74,2 millones de votos en noviembre.
¡°Trump, esta es tu casa¡±
El ¨²ltimo vuelo del Airforce one con Trump a bordo aterriz¨® a las 11:00 en el aeropuerto internacional de Palm Beach, en el sur de Florida. Le quedaba solo una hora como presidente y la aprovech¨® regal¨¢ndose un ba?o de multitudes. Florida es el estado fetiche del magnate, donde ha decidido trasladar su residencia oficial al calor de los bajos impuestos, abandonando toda una vida en Nueva York. Trump ha ganado las dos elecciones en esta circunscripci¨®n azuzando el fantasma del comunismo en los territorios del sur, sede del basti¨®n de exiliados latinos anticastristas y antichavistas.
Un centenar de seguidores le esperaban en la calle antes de cruzar el puente que conecta la pen¨ªnsula con la isla donde est¨¢ Mar-a-lago, el nuevo hogar de los Trump, una mansi¨®n comprada en los ochenta y convertida en un elitista club privado. La caravana con el s¨¦quito familiar avanzaba despacio por el asfalto. Desde el asiento trasero y con la ventanilla subida de ¡®la bestia¡¯, el imponente cadillac blindado que mand¨® fabricar durante su mandato, Trump saludaba a sus simpatizantes: ¡°Os quiero¡±. ¡°Dios os bendiga¡±.
Hubo gritos de ¨¦xtasis y rabia, l¨¢grimas y desconsuelo durante los ¨²ltimos minutos de presidencia del magnate republicano. ¡°Esto es el principio del fin para nuestro pa¨ªs¡±, pensaba Marie Johnson, de 42 a?os, que se identifica como ¡°ama de casa¡±. La llegada de Biden al poder es para ella comparable al ascenso de Nicol¨¢s Maduro. ¡°Tengo amigos venezolanos y cubanos que se han tenido que ir de sus pa¨ªses por las dictaduras socialistas. Aqu¨ª estamos solo al principio¡±.
Otra mujer de unos cincuenta a?os reflexionaba sobre el reciente asalto de los seguidores m¨¢s ultras del ya expresidente: ¡°Nos est¨¢n llamando terroristas a nosotros y no lo podemos permitir. No todos somos como los radicales que hicieron eso. Tampoco es la culpa de Trump. Se merece un respeto¡±. Max, de 19 a?os, combinaba gorra y bandera de Make America Great Again con una camiseta del Sgt. Pepper¡¯s Lonely Club Band, el ¨¢lbum m¨¢s psicod¨¦lico de los Beatles. ¡°Esta es su casa. Se merece un descanso despu¨¦s de todos los ataques que ha recibido y de que le robaran las elecciones. Aqu¨ª podr¨¢ relajarse y jugar al golf¡±.
Al otro lado del puente, donde est¨¢n las casas de verano de algunos de los hombres m¨¢s ricos del mundo, el paso estaba cortado por la polic¨ªa desde el martes por la noche. Desde el otro lado, se puede ver la torre de la Mar-a-lago, una construcci¨®n de estilo hispano-morisco valorada en unos 100 millones de d¨®lares y que tiene una cuota de inscripci¨®n para socios de 200.000 d¨®lares y salida a las dos orillas de la isla. La mansi¨®n funciona como un club privado y ha servido tambi¨¦n de sede para las visitas de Estado y ruedas de prensa. A partir de ahora, ser¨¢ su b¨²nker principal.
Un pa¨ªs fracturado
Washington vuelve a respirar. La ciudad que solo dio 18.500 votos a Trump en noviembre parec¨ªa estar aguantando el aliento desde el asalto al Congreso el pasado 6 de enero. El episodio dej¨® cinco fallecidos y se ha convertido en el pen¨²ltimo lastre para el ahora expresidente, quien desde el poder aliment¨® a los supremacistas blancos y a grupos extremistas, a quienes nunca conden¨® con severidad. El monstruo hab¨ªa llamado antes a la puerta. Lo hizo en agosto de 2017, cuando neonazis celebraron un mitin en Charlottesville (Virginia), donde chocaron con antifascistas. ¡°Hay buena gente en ambos bandos¡±, dijo Trump tras el incidente. Su partida deja un pa¨ªs fracturado con un abismo entre la Am¨¦rica blanca y las minor¨ªas.
El 74% de los estadounidenses cree que Estados Unidos va mal encaminado. Su sucesor, Joe Biden comenzar¨¢ a corregir desde hoy mismo algunas decisiones de Trump que considera nocivas, como la salida del acuerdo de Par¨ªs contra el cambio clim¨¢tico. El dem¨®crata tambi¨¦n dar¨¢ marcha atr¨¢s a partes de la pol¨ªtica migratoria implementada en la frontera con M¨¦xico, que separ¨® a 3.000 menores migrantes de sus familias al menos hasta el verano de 2018.
El empresario y expresentador televisivo de programas de reality deja la reputaci¨®n internacional de Estados Unidos en m¨ªnimos. Durante su Administraci¨®n erosion¨® el peso de la diplomacia estadounidense por su pol¨ªtica de America First y por su tirante relaci¨®n con los secretarios de Estado con los que, al igual que el resto del Gabinete, sosten¨ªa p¨²blicas disputas y desped¨ªa de sus puestos, al estilo de su programa El Aprendiz, cuando no se plegaban a sus caprichos.
El estilo personal de Trump, quien lanz¨® su carrera por la presidencia con un mitin en 2015 llamando a los mexicanos violadores y delincuentes, provoc¨® la publicaci¨®n de cientos de libros que intentaron explicar el encumbramiento. Los ensayos derivaron pronto en estudios sobre la personalidad narcisista de un presidente que daba se?ales de aut¨®crata. Su primer viaje al extranjero fue a Riad, donde se reuni¨® con el rey Salm¨¢n y otras autoridades de Arabia Saud¨ª. Posteriormente, Trump se convirti¨® en el primer l¨ªder estadounidense en encontrarse con el dictador norcoreano Kim Jong-Un, a quien meses antes hab¨ªa incluido en su larga lista de agraviados al llamarle ¡°peque?o hombre cohete¡±.
El hombre que lleg¨® a Washington con la promesa de poner fin a la ¡°masacre estadounidense¡± (American carnage) abandona el poder tras cuatro a?os tumultuosos. ¡°?Qu¨¦ m¨¢s hay que decir?¡±, se preguntaba Trump antes de abordar el avi¨®n que lo llev¨® a su retiro en Florida.
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