Trump podr¨ªa ir a la c¨¢rcel... y aun as¨ª ser presidente
La Constituci¨®n estadounidense no proh¨ªbe a un condenado en un juicio penal presentarse a las elecciones. Tampoco mudarse a la Casa Blanca
Juan Merchan, el juez del caso Stormy Daniels, leer¨¢ el 11 de julio la sentencia que piensa imponer a Donald Trump por los 34 delitos de falsificaci¨®n documental de los que fue hallado este jueves culpable por un jurado en Nueva York en relaci¨®n con el pago en negro a una actriz porno en las inmediaciones de las elecciones que en 2016 lo llevaron a la Casa Blanca. En otra concatenaci¨®n de eventos sin precedentes en la historia estadounidense, cuatro d¨ªas despu¨¦s, el 15 de julio, comenzar¨¢ la Convenci¨®n Nacional Republicana en Milwaukee en la que, con toda seguridad, Trump ser¨¢ designado oficialmente como el candidato del partido conservador.
Nunca antes, un expresidente estadounidense se hab¨ªa enfrentado a un caso penal, mucho menos a cuatro, ni hab¨ªa sido declarado culpable, de momento, en el primero de ellos. Tampoco nunca un aspirante a las elecciones (previstas para el 5 de noviembre) hab¨ªa pasado por semejante trance, un veredicto que podr¨ªa llevarlo a la c¨¢rcel (se enfrenta a un m¨¢ximo de cuatro a?os), aunque es poco probable que eso suceda. As¨ª que entre las muchas preguntas que surgen tras un veredicto hist¨®rico, que puede apelar, destaca una: ?obstaculizar¨¢ esa sentencia de alg¨²n modo el camino que Trump espera que lo lleve de regreso a la Casa Blanca para un segundo mandato?
La respuesta corta es: no. Salvo si las noticias negativas sobre sus l¨ªos legales influyen en el ¨¢nimo de los votantes (y, seg¨²n las ¨²ltimas encuestas, eso parece poco probable), la Constituci¨®n estadounidense no solo no impedir¨ªa a Trump aspirar al cargo; tampoco contempla la prohibici¨®n de ser presidente a un condenado por la justicia federal, ni siquiera si acaba en la c¨¢rcel, salvo si ha acabado en prisi¨®n por un delito muy concreto: el de insurrecci¨®n. Y eso, pese a que podr¨ªa debatirse en abstracto si su papel en el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021 encaja en esa definici¨®n, tambi¨¦n est¨¢ descartado: en los cuatro casos abiertos contra ¨¦l, el expresidente se enfrenta a 91 cargos, pero ninguno de ellos es por insurrecci¨®n.
Trump tambi¨¦n qued¨® blindado por una reciente sentencia del Tribunal Supremo, que consider¨® sin base constitucional los intentos de algunos Estados, con Colorado a la cabeza, de sacarlo de las papeletas en funci¨®n de la secci¨®n tercera de la decimocuarta enmienda de la Constituci¨®n. Se trata de una adenda al texto fundamental aprobada en 1868, tres a?os despu¨¦s del fin de la Guerra de Secesi¨®n (1861-1865). Sirvi¨® para otorgar plenos derechos a los esclavos del Sur y para colocar un dique de contenci¨®n que evitara que los sublevados confederados pudieran volver a ejercer un cargo p¨²blico y dinamitar el sistema desde dentro.
La condena a la c¨¢rcel de Trump podr¨ªa tener consecuencias en aquellos Estados que proh¨ªben votar a los sentenciados por un delito penal. No es el caso en Florida, donde el magnate tiene fijada su residencia en Mar-a-Lago, su mansi¨®n de Palm Beach. La ley de ese Estado deriva a la normativa que rija en el lugar en el que fue condenado ¨DNueva York, en este caso¨D. Y en Nueva York no se priva a los reos de ejercer sus derechos electorales.
El Servicio Secreto, ?entre rejas?
Otra consecuencia insospechada de un env¨ªo a prisi¨®n de Trump es que le acompa?ar¨ªan a la c¨¢rcel los miembros del Servicio Secreto designados para su protecci¨®n. La ley estadounidense les obliga a acompa?ar a un expresidente 24 horas al d¨ªa, siete d¨ªas a la semana, independientemente de d¨®nde se encuentre, incluso si ese lugar es entre rejas.
Para encontrar alg¨²n precedente a lo sucedido este jueves con Trump y a las opciones que se abren ante ¨¦l de camino a la Casa Blanca hay que remontarse m¨¢s de un siglo, hasta el oscuro caso de un candidato llamado Eugene Debs. Hizo en 1920 su campa?a desde prisi¨®n, como l¨ªder del Partido Socialista de Am¨¦rica, mientras cumpl¨ªa una pena por violar la Ley de Espionaje de 1917. Lo condenaron por pronunciar discursos cr¨ªticos con el papel de Estados Unidos en la I Guerra Mundial. No lleg¨® a la Casa Blanca (solo sac¨® un mill¨®n de votos); aquella vez arras¨® el republicano Warren Harding. Y esos n¨²meros invalidan el poder para el precedente del caso: al contrario que Trump, que lidera en un buen pu?ado de encuestas sobre el presidente Joe Biden, que se presenta a la reelecci¨®n, Debs nunca tuvo ninguna posibilidad de ganar.
En Espa?a, la Ley Org¨¢nica de R¨¦gimen Electoral General impide a cualquier condenado por sentencia firme presentarse a las elecciones o acceder al cargo al que se presente. Tampoco pueden hacerlo los que hayan sido sentenciados, aunque la resoluci¨®n no sea firme, a delitos de rebeli¨®n, de terrorismo, contra la Administraci¨®n P¨²blica o contra las instituciones del Estado en caso de que la condena establezca la pena de inhabilitaci¨®n para el ejercicio del sufragio pasivo (ser elegido) la de inhabilitaci¨®n absoluta o especial o la de suspensi¨®n para el empleo o cargo p¨²blico.
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