Gana nuestro otro yo
Vence Trump porque consigui¨® identificar esas bajas pasiones, alimentar su sed de revancha y generar la m¨¢s poderosa maquinaria de creencias, bulos y sentimientos en forma de movilizaci¨®n electoral sin precedentes
La victoria de Donald Trump es algo m¨¢s profundo que la victoria electoral de un candidato, de una opci¨®n pol¨ªtica o de una propuesta program¨¢tica. Gana una manera de entender la vida en donde los adversarios son enemigos; la realidad una creencia; el Estado un lastre; y la vida una competici¨®n descarnada y sin contrapesos en la que el m¨¦rito no define el ¨¦xito. Gana un estilo, un modo de ser y de vivir. Una identidad.
Gana una manera masculinizada, agresiva y desacomplejada de relacionarse con los dem¨¢s, en donde el insulto zafio o el mote hiriente substituyen a los argumentos y las razones. Gana el miedo y la rabia, pierde la confianza colectiva y el nosotros incluyente. Gana mi verdad y pierde la verdad.
En definitiva, gana nuestro otro yo interior: el que se controlaba y aceptaba las normas y los c¨®digos ¨Dempezando por los pilares democr¨¢ticos¨D que limitan nuestra mirada visceral y casi primitiva al mundo que nos rodea. Ese otro yo que se rebela frente a lo pol¨ªticamente correcto, hacia las igualdades diversas y las formas liberales. Ganan nuestras tripas, nuestros cortes de manga, nuestro lado soez y berreta. Gana la bestia que todos llevamos dentro.
Gana Trump porque fue capaz de conectar con ese yo interior que queremos contener, pero al que solo le podemos poner un bozal, sin conseguir educar nunca del todo. Gana Trump porque consigui¨® representar esa turba interior tan compartida, ese arrebato despectivo y esa venganza larvada a la cultura y el pensamiento cient¨ªfico que no nos deja arrastrarnos por nuestros instintos como desear¨ªamos.
Gana Trump porque consigui¨® identificar esas bajas pasiones, representarlas en su propia persona, alimentar su sed de revancha y generar la m¨¢s poderosa maquinaria de creencias, bulos y sentimientos en forma de movilizaci¨®n electoral sin precedentes.
Gana porque nunca como hasta ahora la brecha de g¨¦nero hab¨ªa sido tan decisiva. Ya no son las generaciones ni la ideolog¨ªa ¨Dy mucho menos las propuestas¨D lo que definen las elecciones. Las definen los g¨¦neros. La nueva lucha de g¨¦neros que dejan las luchas generacionales y de clase como un esquema insuficiente para entender la realidad de hoy. Gana la batalla cultural y pierde la batalla ideol¨®gica.
Gana porque convirti¨® ese yo vergonzante en un poderoso nosotros redentor y supremacista. La pol¨ªtica importa poco, aunque todo tendr¨¢ una factura pol¨ªtica impresionante en Estados Unidos y en todo el mundo. Hoy lo que importa es que la ira y la sed de venganza beben sobre el c¨¢liz de la democracia. Esa es la gran victoria, y la que cambiar¨¢ la mentalidad de nuestra cultura pol¨ªtica, porque la mentalidad de ¨¦poca es mucho m¨¢s importante que la opini¨®n p¨²blica.
Gana porque, una vez m¨¢s, representar es entender y comprender. Y Donald Trump lo consigui¨® mejor y m¨¢s profundamente que Kamala Harris.
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