Trump resucita la pol¨ªtica de expansi¨®n territorial de Estados Unidos
El presidente electo ha pasado de prometer acabar con guerras como la de Ucrania a plantear la anexi¨®n, incluso por la fuerza, de Groenlandia o el canal de Panam¨¢
Parece que fue hace un siglo, pero apenas han pasado cuatro a?os. En su primer mandato, Donald Trump promet¨ªa colocar a ¡°Estados Unidos primero¡± y zafarse de las ¡°guerras interminables¡± que lanzaron sus predecesores en Oriente Pr¨®ximo y Afganist¨¢n. Durante la campa?a electoral para las elecciones del pasado noviembre, incluso asegur¨® que pondr¨ªa fin en cuesti¨®n de 24 horas a la guerra en Ucrania. Sin embargo, desde su triunfo electoral y a poco m¨¢s de una semana para regresar a la Casa Blanca, su discurso ha dado un giro hacia una pol¨ªtica de expansi¨®n territorial de EE UU con tintes imperialistas.
Groenlandia y Dinamarca, Canad¨¢, Panam¨¢ y M¨¦xico ¨Dtodos ellos pa¨ªses o territorio aliados¨D han estado en su punto de mira durante los tres meses de transici¨®n. Y esta semana ha dado un paso m¨¢s extremo. En una rueda de prensa el pasado martes, no descart¨® el uso de la fuerza para anexionarse la isla ¨¢rtica y arrebat¨¢rsela a Copenhague. Tampoco excluy¨® esa opci¨®n para recuperar el canal transoce¨¢nico que Washington cedi¨® a Panam¨¢ en la presidencia de Jimmy Carter (1977-1981). Adem¨¢s, amenaz¨® con presiones econ¨®micas para convertir a Canad¨¢ en un Estado m¨¢s de Estados Unidos. Y propon¨ªa cambiar el nombre del golfo de M¨¦xico, internacionalmente reconocido, por ¡°golfo de Estados Unidos¡±.
Si hay algo que no es el presidente electo Donald Trump, es un erudito de la historia de las relaciones internacionales. Es c¨¦lebre que las detalladas sesiones informativas de alto secreto que los presidentes reciben de sus servicios de inteligencia cada d¨ªa le aburr¨ªan soberanamente durante su primer mandato y que ped¨ªa que se limitaran a una ¨²nica p¨¢gina, a poder ser con m¨¢s gr¨¢ficos que texto. Como candidato presidencial renunci¨® a esos res¨²menes, con el argumento de que as¨ª no podr¨ªan acusarle de filtrarlos.
Sin embargo, sus declaraciones de esta semana han conseguido que acad¨¦micos y expertos desempolven conceptos geopol¨ªticos que parec¨ªan reservados a la historia decimon¨®nica: la Doctrina Monroe de ¡°Am¨¦rica, para los americanos¡±, de 1823, por la que Washington consider¨® durante toda una era que el resto del continente era su patio trasero; o la del destino manifiesto, del mismo siglo, por el que Estados Unidos supuestamente ten¨ªa el derecho y el deber de expandirse. Algo que parec¨ªa finiquitado, al menos oficialmente, desde que Franklin D. Roosevelt abrazara el globalismo y el comienzo de una pol¨ªtica en Washington de alianzas en todo el mundo para extender el poder¨ªo de Estados Unidos y compartir gastos y obligaciones con otros pa¨ªses. La ¨²ltima ampliaci¨®n territorial formal del pa¨ªs, la incorporaci¨®n a la Uni¨®n de los territorios de Alaska y Haw¨¢i, ocurri¨® en 1959.
Aunque la Doctrina Monroe nunca desapareci¨® del todo. Durante la Guerra Fr¨ªa, Am¨¦rica Latina volvi¨® a quedar en su mayor parte en la esfera de influencia estadounidense; Washington trat¨® o ayud¨® a derrocar los reg¨ªmenes de izquierda, desde Cuba a Chile, pasando por Nicaragua, El Salvador o la isla de Granada. ¡°Vistas desde ese prisma hist¨®rico, las amenazas de Trump hacia el Canal de Panam¨¢ o de usar tropas en M¨¦xico son menos un abandono de la tradici¨®n que una vuelta a la norma¡±, escribe Stewart Patrick, de Carnegie Endowment, en el blog de este laboratorio de ideas.
Con independencia del origen de sus demandas, y lo disparatadas que puedan sonar, detr¨¢s de ellas hay un gr¨¢nulo de verdad. Estados Unidos est¨¢ cada vez m¨¢s preocupado por la creciente presencia de China en Am¨¦rica Latina, el argumento que esgrime Trump para reclamar el canal de Panam¨¢. Con el cambio clim¨¢tico y el deshielo en las rutas del Polo Norte, Groenlandia es un enclave estrat¨¦gico de cada vez mayor importancia, habitado por solo 57.000 personas, pero fundamental ante los intereses de Mosc¨² y Pek¨ªn en la zona ¨¢rtica.
Un inter¨¦s que viene de lejos
El inter¨¦s de EE UU por Groenlandia no es nuevo. En el pasado ha intentado tres veces adquirir el territorio, de una superficie cuatro veces la de Espa?a. En la ¨²ltima, en 1946, Harry Truman ofreci¨® a Copenhague 100 millones de d¨®lares en oro. Dinamarca no acept¨®. Pero Washington cuenta con una serie de acuerdos de cooperaci¨®n de defensa en la isla desde 1951, y una base militar en el oeste del territorio, Pituffik, la antigua Thule.
Las declaraciones de Trump representan un giro de 180 grados con respecto a la pol¨ªtica de alianzas que ha tejido EE UU desde la era Roosevelt y que han mantenido presidentes dem¨®cratas y republicanos hasta ahora. Un giro que preocupa a los gobiernos aliados, aunque no vean factible que se materialice.
¡°En ning¨²n caso es probable que EE UU empiece guerras contra aliados y amigos. Trump ser¨ªa responsable de las consecuencias, que incluir¨ªan poblaciones hostiles bajo ocupaci¨®n, una OTAN desbaratada y el aislamiento de EE UU frente a sus aliados, para alegr¨ªa de sus adversarios Rusia y China¡±, considera el antiguo responsable de la pol¨ªtica europea en la Casa Blanca de Barack Obama, Dan Fried, ahora en el think tank Atlantic Council.
Esas declaraciones, en opini¨®n de Fried, pueden ser una mera bravuconada: ¡°A Trump parece encantarle decir cosas que descolocan a la gente¡±. O tratarse de una maniobra de distracci¨®n ante ¡°las dificultades de cumplir las promesas que le ganaron las elecciones, como la rebaja de los precios¡±, agrega.
O esa paz para Ucrania en 24 horas de la que presum¨ªa en su campa?a. Esta misma semana, el presidente electo ya reconoc¨ªa que resolver la situaci¨®n en el pa¨ªs invadido por Mosc¨² le llevar¨¢ meses. El laboratorio de ideas conservador American Enterprise Institute acaba de publicar un informe en el que calcula que permitir el triunfo de Rusia frente a Kiev costar¨ªa a EE UU cerca de 808 millones de d¨®lares (cerca de 789 millones de euros) en cinco a?os en inversiones necesarias para reforzar su defensa, ¡°en un clima estrat¨¦gico m¨¢s peligroso¡±.
Un antiguo jefe de Gabinete de Trump, el general Henry McMaster, considera que las posiciones del republicano pueden ser una t¨¢ctica negociadora. Las baladronadas del presidente electo le acaban dando ¡°capacidad de ejercer presi¨®n¡±, consideraba esta semana en una charla organizada por el Consejo de Relaciones Exteriores. ¡°?l entiende la importancia de entrar en una negociaci¨®n desde una posici¨®n de fuerza, pero tambi¨¦n le interesa lograr buenos acuerdos¡±. McMaster considera que, en el fondo, las prioridades de Trump y sus aliados en Europa o Asia son similares. ¡°La paz mediante la fuerza: es mucho m¨¢s barato prevenir una guerra que combatirla¡±.
Seg¨²n esa l¨®gica, el objetivo de Trump puede ser, en Groenlandia, buscar un acuerdo que aumente la presencia econ¨®mica y militar estadounidense en la isla, quiz¨¢s incluso mediante un pacto de cooperaci¨®n similar a los que EE UU mantiene con naciones archipi¨¦lagos en el Pac¨ªfico. En Canad¨¢, forzar mejores condiciones comerciales. En Panam¨¢, lograr mejores precios para el paso de sus barcos y mantener a raya a China, cuyas compa?¨ªas operan puertos a ambos lados del canal.
Pero Trump no deja de ser el presidente de Estados Unidos. Alguien a quien hay que tomar en serio hasta en sus bravuconadas. Y que tiene como gran aliado al oligarca tecnol¨®gico Elon Musk, que a trav¨¦s de su red social X ya ha tratado de interferir en la pol¨ªtica interna de aliados como el Reino Unido o Alemania.
Argumentos aut¨®cratas
Si mantiene sus posiciones, el lenguaje de Trump puede tener otras consecuencias: alentar a l¨ªderes aut¨®cratas en el mundo a ocupar territorios. Al alegar que Groenlandia o el canal de Panam¨¢ son necesarios para la seguridad nacional de EE UU, repite parte de los argumentos que ha empleado el presidente ruso, Vlad¨ªmir Putin, para justificar la invasi¨®n de Ucrania.
¡°Es exactamente la misma posici¨®n que Xi Jinping mantiene en Taiw¨¢n. As¨ª que uno puede imaginar a Xi diciendo: ¡®Miren, entiendo perfectamente que Groenlandia est¨¢ cerca de EE UU. Taiw¨¢n est¨¢ cerca de nosotros. Trump no descarta el uso de la fuerza contra Groenlandia. Exactamente nuestra misma posici¨®n. Nosotros no la descartamos en Taiw¨¢n¡¯¡±, declaraba John Bolton, consejero de Seguridad Nacional en parte del primer mandato del republicano, en una entrevista en la CNN. ¡°O Putin podr¨ªa decir: ¡®Claro, Ucrania es fundamental para nuestra seguridad nacional. Por eso usamos la fuerza. Y si EE UU invadiera Groenlandia yo, Vlad¨ªmir Putin, no me opondr¨ªa¡±.
Entre sus aliados pol¨ªticos en Estados Unidos, Trump lleva tiempo generando entusiasmo con sus propuestas. En diciembre, su consejero de seguridad nacional entre 2019 y 2021, Robert O¡¯Brien, escrib¨ªa en X, la antigua Twitter, que el presidente electo ¡°tiene raz¨®n al 100%¡± sobre la importancia de Groenlandia para defender EE UU. ¡°Si nuestro gran aliado Dinamarca no puede comprometerse a defender la isla, EE UU tendr¨¢ que dar un paso adelante¡±, a?ad¨ªa.
En la l¨ªnea marcada por el presidente electo, legisladores como Marjorie Taylor-Greene, del ala extremista republicana, han asegurado que redactar¨¢n una norma para cambiar el nombre del golfo de M¨¦xico. La presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, mientras tanto, ha bromeado con la posibilidad de denominar los Estados del sur de EE UU la ¡°Am¨¦rica Mexicana¡±, como aparece en documentos antiguos. Otro congresista republicano, Dusty Johnson, ha anunciado un proyecto de ley para reclamar el canal de Panam¨¢.
Este tipo de gestos ha conseguido cuando menos preocupar a los aliados europeos, que ya preparaban desde hace meses planes para un futuro en el que Trump no es, como se pens¨® en su primer mandato, una anomal¨ªa en la pol¨ªtica estadounidense, sino un fen¨®meno mucho m¨¢s profundo, que probablemente contin¨²e aunque ¨¦l deje la Casa Blanca. Un futuro en el que Estados Unidos ya no act¨²e como paraguas para sus aliados.
Inmediatamente despu¨¦s de las declaraciones sobre Groenlandia de Trump, el canciller alem¨¢n, Olaf Scholz, replic¨® que ¡°el principio de la inviolabilidad de fronteras se aplica a cada pa¨ªs¡±. En Panam¨¢, el ministro de Exteriores, Javier Mart¨ªnez-Acha, subray¨® sobre la soberan¨ªa del canal: ¡°No es negociable, y forma parte de nuestra historia de lucha y una conquista irreversible¡±. Los l¨ªderes groenlandeses declaran que quieren la independencia, no convertirse en territorio de otro pa¨ªs.
¡°Trump no entiende el contexto m¨¢s amplio en el que se inscriben sus comentarios, y las consecuencias da?inas que todo esto est¨¢ infligiendo sobre la OTAN ahora mismo¡±, apunt¨® Bolton en la entrevista en CNN esta semana. Por su parte, Fried insiste en que la sangre no llegar¨¢ al r¨ªo: ¡°Trump gan¨® las elecciones prometiendo acabar guerras, no empezar otras nuevas¡±.
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