El riesgo de educar a los ni?os en el exceso
Preparar a nuestros hijos para el camino deber¨ªa ser nuestro principal prop¨®sito educativo, sin evitarles los baches o contratiempos
Tuve la suerte de tener unos padres que me inculcaron el valor del esfuerzo y la superaci¨®n personal. Que creyeron siempre que lo mejor que pod¨ªan hacer por m¨ª y mis hermanas era no aplanarnos el camino, dejar que tropez¨¢ramos y asumi¨¦semos las consecuencias de nuestras decisiones. Que confiaron que seriamos capaces de conseguir todo aquello que nos propusi¨¦semos gracias a nuestro trabajo y esfuerzo.
Recuerdo como de peque?a me costaba entender por ...
Tuve la suerte de tener unos padres que me inculcaron el valor del esfuerzo y la superaci¨®n personal. Que creyeron siempre que lo mejor que pod¨ªan hacer por m¨ª y mis hermanas era no aplanarnos el camino, dejar que tropez¨¢ramos y asumi¨¦semos las consecuencias de nuestras decisiones. Que confiaron que seriamos capaces de conseguir todo aquello que nos propusi¨¦semos gracias a nuestro trabajo y esfuerzo.
Recuerdo como de peque?a me costaba entender por qu¨¦ otros padres les pon¨ªan las cosas muy f¨¢ciles a sus hijos. Por qu¨¦ les solucionaban los problemas o les daban todo aquello que ped¨ªan. Amigos que no ten¨ªan que seguir normas ni respetar horarios, que no ten¨ªan tareas ni obligaciones por cumplir.
Algunos a?os despu¨¦s, y especialmente desde que soy mam¨¢, les estoy eternamente agradecida y valoro la valent¨ªa con la que fueron capaz de educarme. Sin duda para ellos hubiese sido mucho m¨¢s f¨¢cil darme la soluci¨®n antes que hacerme pensar, elegir por m¨ª sabiendo que iban a acertar, darme todo lo que les ped¨ªa cada vez que no dejaba de llorar, allanarme el futuro para no verme sufrir.
Como padres queremos ofrecerles a nuestros hijos lo mejor, pero en ocasiones pecamos de hacerlo en exceso. Ofreci¨¦ndoles cosas que en realidad no necesitan, pregunt¨¢ndoles cosas a las que a¨²n no est¨¢n preparados para responder, consinti¨¦ndoles comportamientos nocivos para su desarrollo.
Sobreprotegi¨¦ndolos y entorpeciendo que se desarrollen de forma aut¨®noma, sin dejarles que sean los verdaderos protagonistas de sus vidas, haci¨¦ndoles crecer dependientes y sin dejar que se frustren.
Torpemente adoptamos un modelo de hiperpaternidad, t¨¦rmino acu?ado por la periodista y escritora Eva Millet. Un estilo educativo donde err¨®neamente nos anticipamos y atendemos excesivamente las necesidades de nuestros peque?os o j¨®venes, donde les ofrecemos una atenci¨®n desproporcionada, donde nuestro nivel de exigencia es inadecuado y por debajo de sus posibilidades.
Un fen¨®meno de crianza donde se confunde la protecci¨®n, una de las funciones vitales de la educaci¨®n, con la hiperprotecci¨®n. Una protecci¨®n desmesurada, nociva, que incapacita. Que nos lleva a educar en la fragilidad, en la dependencia, en la imposibilidad de hacer frente a los propios miedos. Invalidando la autonom¨ªa, la capacidad de elecci¨®n y confundiendo la sobrecompensaci¨®n con el respeto.
Abrumamos a nuestros hijos y j¨®venes con demasiados juguetes, actividades, opciones o informaci¨®n, les hacemos vivir a una velocidad inadecuada sin dejarles tiempo para explorar, para aburrirse, para crecer con calma. Buscamos soluciones a los problemas que ellos son capaces de resolver, gestionamos err¨®neamente su tiempo haci¨¦ndoles crecer a un ritmo de adulto.
Les facilitamos todas las comodidades, alabamos en acceso todo aquello que hacen haci¨¦ndolos creer que son excelentes. Evitamos que se frustren, que tengan dudas, que desarrollen las habilidades necesarias para construir una buena autoestima y autoconcepto.
Padres con un exceso de celo parental, que buscan tener ni?os perfectos, que sufren cada vez que sus peque?os tropiezan, que viven pendientes de las demandas de sus hijos. Que no creen en la necesidad de educar en valores tan esenciales como el esfuerzo, el trabajo en equipo o la perseverancia.
Convirti¨¦ndolos en ni?os y j¨®venes que se frustran cuando no destacan, que no saben ni ganar ni perder y tienen tendencia a evitar responsabilidades. Impacientes, irritables y malhumorados cuando no consiguen lo que quieren, fr¨¢giles y poco aut¨®nomos, que culpan a los dem¨¢s de sus tropiezos. Ni?os y j¨®venes con una personalidad exigente que pueden llegar a tener conductas dictatoriales o de omnipotencia.
En ocasiones detr¨¢s de esta educaci¨®n en exceso encontramos anhelos frustrados de nosotros mismos que buscamos que nuestros hijos consigan o hagan cosas que nosotros no fuimos capaces de conseguir o no nos atrevimos a hacer.
Preparar a nuestros hijos para el camino deber¨ªa ser nuestro principal prop¨®sito educativo, sin evitarles los baches o contratiempos, haci¨¦ndoles saber que en ocasiones la vida no atiende a raz¨®n. Educar desde el sentido com¨²n, la empat¨ªa y la confianza buscando el equilibrio entre la raz¨®n y la emoci¨®n.
D¨¢ndolos las herramientas necesarias para crecer libres y felices con grandes dosis de abrazos, besos y comprensi¨®n. Con palabras que ayuden a comprender, que faciliten dejarse sorprender por la vida a diario.
?C¨®mo podemos entrenar a nuestros hijos para la vida?
- Explic¨¢ndolos que la vida est¨¢ llena de sacudidas, de situaciones dif¨ªciles e injustas a las que tendr¨¢n que hacer frente.
- Ofreci¨¦ndolos nuestro apoyo incondicional, nuestra confianza, nuestro tiempo para que se sientan protegidos, comprendidos y amados.
- Ayud¨¢ndolos a mirar la vida con una perspectiva objetiva de las cosas, con optimismo, creyendo en el trabajo y esfuerzo como los mejores aliados.
- Sabiendo que menos es siempre m¨¢s, d¨¦moslos ¨²nicamente lo que necesitan realmente.
- Dej¨¢ndolos de controlar constantemente, empoder¨¢ndoles para que solucionen sus problemas de forma aut¨®noma, permiti¨¦ndoles que se equivoquen y asuman las consecuencias de sus decisiones.
- Respetando los ritmos para aprender, los gustos y necesidades, la forma de entender todo aquello que les rodea.
- Comprendiendo y validando todo aquello que sienten, ayud¨¢ndoles a gestionar las emociones sin miedo, confiando en sus capacidades.
- Mostr¨¢ndonos cr¨ªticos cuando la actitud no es correcta, cuando no asumen sus responsabilidades o culpan a los dem¨¢s de sus errores.
- Estableciendo l¨ªmites claros y consensuados que regalen seguridad.
- Entren¨¢ndolos en todas las habilidades personales que consideramos imprescindibles para exprimir la vida, para conseguir un bienestar emocional, contagi¨¢ndoles valores tan importantes como el respeto, la tolerancia o el compromiso.
Nuestros hijos necesitan pap¨¢s y mam¨¢s que los acompa?en desde la tranquilidad y el buen humor. Que no quieran hijos perfectos sino felices, que empoderen con palabras que los alienten a ser valientes.
Puedes seguir De mamas & de papas en Facebook, Twitter o suscribirte aqu¨ª a la Newsletter.