La violencia obst¨¦trica existe
Pueden ser pr¨¢cticas innecesarias. Es medicalizar a toda costa. Es sobre intervenir sin necesidad. Y, adem¨¢s, es tambi¨¦n saberte una mujer inc¨®moda por peticiones que son normales cuando ¡°sabes demasiado¡±
Tard¨¦ dos a?os en ser consciente del parto de mi primera hija. Fue un d¨ªa soleado de noviembre de 2015, mientras escrib¨ªa un reportaje sobre violencia obst¨¦trica. Hab¨ªa contactado con El Parto es Nuestro, que un a?o antes hab¨ªa creado el Observatorio espa?ol de la violencia obst¨¦trica (OVO), un organismo vinculado a la asociaci¨®n cuyo o...
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Tard¨¦ dos a?os en ser consciente del parto de mi primera hija. Fue un d¨ªa soleado de noviembre de 2015, mientras escrib¨ªa un reportaje sobre violencia obst¨¦trica. Hab¨ªa contactado con El Parto es Nuestro, que un a?o antes hab¨ªa creado el Observatorio espa?ol de la violencia obst¨¦trica (OVO), un organismo vinculado a la asociaci¨®n cuyo objetivo era denunciar p¨²blicamente las pr¨¢cticas que constituyen este tipo de violencia en Espa?a y trabajar para erradicarlas. De aqu¨ª sali¨® un primer informe elaborado a partir de los datos recogidos de los testimonios de casi 2.000 mujeres. Recuerdo haber estado hablando por tel¨¦fono con Chus, la periodista que entonces hac¨ªa labores de prensa en la asociaci¨®n, sobre las fuentes con las que me gustar¨ªa abordar el tema. Aquel d¨ªa de noviembre acab¨¦ cont¨¢ndole mi parto de principio a fin. Fue liberador sacar aquello. ?Por qu¨¦ no antes? Le ped¨ª perd¨®n varias veces por invadirla con mi relato personal. Ella, emp¨¢tica y respetuosa, acompa?aba mi sentir. Esto es algo que siempre me ha fascinado de los grupos de mujeres, de las asociaciones feministas, lo buenas escuchantes que son. Supongo que era inevitable que ella terminara convirti¨¦ndose, por casualidad, en una buena amiga varios a?os despu¨¦s de aquello.
La violencia obst¨¦trica a veces es una violencia sutil. Al principio puedes no sentirla, pero se convierte en algo que te pincha por dentro. Como una astilla que no sabes muy bien c¨®mo lleg¨® al dedo ¨ªndice de tu mano, y que tampoco sabes muy bien c¨®mo sacar. Todo viene de atr¨¢s. Incluso antes de quedarte embarazada. A m¨ª no me pas¨®, pero conozco a mujeres que se han tenido que enfrentar en sus visitas ginecol¨®gicas a comentarios que hac¨ªan alusi¨®n a sus fertilidades o a sus cuerpos de un modo que se aleja mucho de cuestiones de salud. Cuando me qued¨¦ embarazada de Mara comenc¨¦ a leer todo lo que pude sobre el embarazo y el parto. Quer¨ªa conocer relatos de otras mujeres porque, como dice Carme Riera en Tiempo de espera, me apetec¨ªa saber ¡°c¨®mo otras mujeres han vivido esta maravillosa y a la vez terrible metamorfosis¡±. En aquel momento los blogs de maternidad se convirtieron en una fuente inagotable de experiencias y sentires. Otras mujeres hab¨ªan sufrido las n¨¢useas del primer trimestre. Hab¨ªan sentido las primeras patadas. Hab¨ªan ido coleccionando ecograf¨ªas. Hab¨ªan comprado cosas que luego el beb¨¦ nunca necesita. Y se hab¨ªan convertido en una suerte de contador de semanas que avanzaba junto a una impaciencia creciente por saber c¨®mo ser¨¢ esa ¡°terrible metamorfosis¡±.
Los relatos de partos siempre me provocaban sentimientos ambivalentes. Leerlos era un quiero y no quiero. Mejor saber. Mejor no saber. Me despertaba muchas noches pensando en alguna de las historias. La episiotom¨ªa me atormentaba. Tambi¨¦n la ces¨¢rea y la separaci¨®n; bastaba con pensarlo para escuchar los latidos acelerados de mi coraz¨®n, sentir el sudor en las manos, que el est¨®mago subiera un poco m¨¢s de lo que ya lo hab¨ªa subido mi ¨²tero. Pero todo pod¨ªa salir bien. Un embarazo normal en una mujer sana no tiene por qu¨¦ ir mal. En los momentos de euforia podr¨ªa haberme tatuado un ¡°Todo va a salir bien¡±. Supon¨ªa que estar muy preparada para el momento y tener toda la informaci¨®n posible me salvar¨ªa de cualquier malestar evitable. Hab¨ªa que elegir un buen lugar para parir porque de poco valdr¨ªa ¡°saber¡± lo que necesitaba sin un espacio que lo ofreciera y un personal sanitario que lo respetara.
Mi hija eligi¨® un martes para nacer. El contador se hab¨ªa parado en la semana 40. Llegamos al hospital a las 11 de la noche del d¨ªa anterior cargados con una maleta con ropa diminuta, los ced¨¦s para el equipo de m¨²sica que aseguraban tener y las expectativas contenidas como quien quiere contener una tormenta en un bote de cristal. Pas¨¦ por una sala de monitores y despu¨¦s por una ecograf¨ªa y un tacto consentido. La decepci¨®n: dos cent¨ªmetros de dilataci¨®n. Quiz¨¢s lo inteligente hubiera sido huir de all¨ª y esperar en casa a dilatar al menos 6, 7, 8 cent¨ªmetros. Tanto contar semanas y calcul¨¦ fatal aquello. En lugar de eso me port¨¦ bien: acept¨¦ dirigirme al paritorio que me asignaron, me dej¨¦ monitorizar y colocar una v¨ªa con suero. Me prohibieron expresamente no tomar absolutamente nada, ni l¨ªquido, ni s¨®lido, y no encontr¨¦ rastro de las pelotas de pilates que en la visita dijeron tener. Descartados la ducha y los paseos para soportar las contracciones. S¨ª encontramos el equipo de m¨²sica, pero result¨® no funcionar. ?Casualidad?
Me consum¨ªa de dolor en cada contracci¨®n tumbada. Necesitaba moverme, ponerme de pie. Cuando lo hac¨ªa se perd¨ªa la se?al del monitor y ven¨ªan corriendo para avisarme de que ten¨ªa que estar ¡°tumbadita y quieta¡±. ¡°Tumbadita y quieta¡±. Durante aquellas primeras horas las contracciones aumentaban poco a poco en intensidad, pero mi deseo en firme era no optar por analgesia epidural. ?No iba a poder utilizar pelotas y duchas para la dilataci¨®n? A cada poco ven¨ªan a preguntarme diferentes personas por qu¨¦ no quer¨ªa pon¨¦rmela. ¡°Tienes que pon¨¦rtela¡±, ¡°Ahora te duele, pero las contracciones van a ir a peor y no lo vas a poder soportar¡±, ¡°Lo vas a pasar muy mal si no te la pones¡±. Me ofrecieron un enema y romper la bolsa. Claudiqu¨¦ ante la epidural despu¨¦s de seis horas sin poderme mover como mi cuerpo me ped¨ªa. Hubo m¨¢s tactos. Me sondaron, me rompieron la bolsa, me colocaron un monitor interno y me enchufaron a la oxitocina. Un pack completo que no entraba en mi plan de parto. M¨¢s gente entrando en la sala, m¨¢s mensajes retumbando: ¡°Cuando nazca el beb¨¦ cabe la posibilidad de que nos lo tengamos que llevar para aspirarle si ha tragado algo¡±, ¡°Vamos a ver si es posible no cortar¡±, ¡°Eres muy estrechita, si no sale, tendremos que ir a quir¨®fano¡±. La vulnerabilidad marcando mis s¨ªes.
Tuve miedo, pero no al parto. Sent¨ª miedo por no poder moverme, porque me hab¨ªan asustado, porque no respetaban lo que yo necesitaba (nada que no estuviera en la Gu¨ªa sobre la atenci¨®n al parto normal), porque result¨® que la epidural que no quer¨ªa casi provoca que me desmaye, porque no quer¨ªa que me separaran de Mara, porque no quer¨ªa que hicieran una incisi¨®n en mi perineo. ¡°Vamos a ver si es posible no cortar¡±. Por suerte fue posible que respetaran no cortar. Me recuerdo en el expulsivo esmer¨¢ndome en los pujos dirigidos y suplicando, por favor, por favor, que no me hicieran una episiotom¨ªa. Sufr¨ª un desgarro m¨ªnimo que se cur¨® solo sin m¨¢s complicaci¨®n. Por suerte, tampoco nos separaron a Mara y la pusieron sobre m¨ª. 16 horas de parto enfrent¨¢ndome al cuestionamiento constante y a la falta de empat¨ªa. Violencia obst¨¦trica es un parto no respetado. Son esas palabras que se clavan en un momento en el que te sientes vulnerable. ¡°No s¨¦ qu¨¦ darle a las pacientes como t¨² para el hierro¡±, me dec¨ªa una ginec¨®loga en las revisiones de mi segundo embarazo. Violencia obst¨¦trica pueden ser pr¨¢cticas innecesarias. Es no poner en pr¨¢ctica las recomendaciones de atenci¨®n basadas en las ¨²ltimas evidencias cient¨ªficas disponibles. Es medicalizar a toda costa. Es sobreintervenir sin necesidad. Violencia obst¨¦trica es tambi¨¦n saberte una mujer inc¨®moda por peticiones que son normales cuando ¡°sabes demasiado¡±.
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