La violencia obst¨¦trica se hace visible para la ONU
Este reconocimiento desculpabiliza a las madres, valida sus experiencias, califica de ¡°tortura¡± el realizar una ces¨¢rea o una episiotom¨ªa sin consentimiento
La violencia obst¨¦trica existe. Existe, y ahora adem¨¢s ha dejado de ser invisible para la ONU. Dubravka ?imonovi?, Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer de Naciones Unidas, la hac¨ªa visible el pasado mes de julio en la Asamblea General con el informe Enfoque basado en los derechos humanos del maltrato y la violencia contra la mujer en los servicios de salud reproductiva, con especial hincapi¨¦ en la atenci¨®n del parto y la violencia obst¨¦trica. Este documento, de apenas 26 p¨¢ginas, supone el reconocimiento por parte del m¨¢ximo organismo internacional de la existencia ¨Cy gravedad¨C de la violencia obst¨¦trica, y analiza sus causas y sus consecuencias. Un reconocimiento hist¨®rico que para Ibone Olza, psiquiatra perinatal y directora del Instituto Europeo de Salud Mental Perinatal, es importante porque ¡°desculpabiliza a las madres, valida sus experiencias, califica de ¡°tortura¡± el realizar una ces¨¢rea o una episiotom¨ªa sin consentimiento y describe las formas de maltrato m¨¢s habituales en el parto, especialmente el chantaje y c¨®mo se minimizan o invisibilizan sus consecuencias¡±.
Una violencia tan normalizada que es invisible
En 2014, la Organizaci¨®n Mundial de la Salud publicaba un documento en el que denunciaba el trato irrespetuoso y ofensivo que recib¨ªan muchas mujeres durante el parto, e insist¨ªa en la importancia de establecer ciertas medidas de ¡°control de calidad¡± en los centros de salud, as¨ª como la implicaci¨®n de las propias mujeres, quienes a menudo no son conscientes de que determinadas actitudes o acciones forman parte de esa violencia invisible. En esto ¨²ltimo incide la Relatora en el informe de la ONU: ¡°La violencia contra las mujeres en el parto est¨¢ tan normalizada que (todav¨ªa) no se considera violencia contra la mujer¡±, se?ala. Una violencia invisible, y no reconocida socialmente, que se oculta tras protocolos hospitalarios.
De hecho, el propio documento de la OMS a¨²n no mencionaba el t¨¦rmino ¡°violencia obst¨¦trica¡±, dos palabras que levantan ampollas entre muchos profesionales sanitarios pese a las innumerables denuncias de mujeres y organizaciones. Para Charo Quintana, ginec¨®loga y miembro del Comit¨¦? Te?cnico de la Estrategia de Atencio?n al Parto y Salud Reproductiva del Ministerio de Sanidad, es normal que el t¨¦rmino genere tanta confrontaci¨®n porque considera que es muy dif¨ªcil para los profesionales, para la administraci¨®n sanitaria, para los pol¨ªticos y para la ciudadan¨ªa ¡°aceptar que existe un maltrato generalizado, sist¨¦mico, estructural de las mujeres y de los reci¨¦n nacidos durante el parto, el nacimiento y el puerperio. Una violencia que tambi¨¦n padecen los profesionales que la presencian o ejercen¡±.
Comparte esa idea Francisca Fern¨¢ndez Guill¨¦n, abogada especializada en salud sexual y reproductiva y miembro del Observatorio de Violencia Obst¨¦trica de El Parto es nuestro. Para la jurista es fundamental dejar a un lado los eufemismos: ¡°Yo no calificar¨ªa todas las negligencias o desatenciones o errores o baja calidad de los servicios de ginecolog¨ªa y obstetricia como violencia obst¨¦trica, pero s¨ª acciones como hacer una ces¨¢rea a una mujer sin anestesia a pesar de sus gritos de dolor, cortarle la vagina sin su consentimiento o extraer al hijo con f¨®rceps solo para acabar el turno o para que los estudiantes aprendan me parece que son actos de tortura, tal y como se recoge en el informe de la Relatora¡±, explica.
A nivel jur¨ªdico el reconocimiento de la ONU de la violencia obst¨¦trica es un avance importante porque, al igual que con cualquier otro tipo de violencia de g¨¦nero, el primer paso para erradicarla es reconocer su existencia y conocer sus mecanismos y causas. ¡°Para Naciones Unidas, la violencia hacia las mujeres en el ¨¢mbito de la salud sexual y reproductiva es una cuesti¨®n de Derechos Humanos y vulnera lo establecido en el Convenio para la Eliminaci¨®n de todas las formas de Discriminaci¨®n contra la Mujer, que es un Convenio ratificado por Espa?a¡±, apunta la abogada. ?Supondr¨¢ esto alg¨²n cambio o avance en la atenci¨®n al parto en Espa?a en este sentido? Responde Francisca Fern¨¢ndez que los jueces y tribunales espa?oles est¨¢n obligados a aplicar e interpretar el Derecho de conformidad con los Tratados Internaciones de los que Espa?a es parte. Para ello han de tenerse en cuenta las recomendaciones de los organismos que velan por su aplicaci¨®n, como en este caso el Comit¨¦ para la Eliminaci¨®n de todas las formas de Discriminaci¨®n contra la Mujer, y las declaraciones de instituciones ¨Ccomo la anteriormente citada de la OMS¨C con relaci¨®n a la prevenci¨®n y erradicaci¨®n de la falta de respeto y del maltrato durante la atenci¨®n al parto en centros de salud.
Sin embargo, Fern¨¢ndez deja claro que a¨²n queda un largo camino por recorrer para el conocimiento y la aplicaci¨®n por parte de los tribunales espa?oles del Convenio, pese al informe de la Relatora: ¡°En este momento se est¨¢n tramitando tres quejas contra el estado espa?ol por no proteger a las mujeres embarazadas frente a ese tipo de violencia. Esto ha ocurrido porque diferentes Servicios de Salud permitieron y ampararon actuaciones y omisiones constitutivas de lo que el informe de la Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer califica como violencia obst¨¦trica. Y porque los jueces fallaron a la hora de protegerlas frente a la vulneraci¨®n de sus derechos. El patriarcado consiste precisamente en eso: en que a nosotras no se nos aplican las normas ni las recomendaciones ni la evidencia cient¨ªfica igual que a los hombres. Por eso el Comit¨¦ para la eliminaci¨®n de todas las formas de discriminaci¨®n contra la mujer ha declarado que, adem¨¢s de violar el derecho de las mujeres a la salud, la libertad, la dignidad y la intimidad, la violencia obst¨¦trica infringe nuestro derecho a la igualdad¡±.
Secuelas f¨ªsicas y emocionales
Sobre las causas por las que se produce la violencia obst¨¦trica y el maltrato, Dubravka ?imonovi? recoge en el informe de la ONU que las limitaciones de los recursos y las condiciones de trabajo en los sistemas de salud pueden desempe?ar un papel importante como factor impulsor del maltrato y la violencia contra la mujer durante la atenci¨®n al parto.
Sobre esto, Charo Quintana considera que la violencia obst¨¦trica es tambi¨¦n una violencia institucional porque la administraci¨®n sanitaria no dedica suficientes recursos humanos ni materiales a la atenci¨®n al parto y al nacimiento. ¡°En la actualidad pocas ¨¢reas de partos est¨¢n adaptadas al nuevo modelo de atenci¨®n al parto y al nacimiento, pocas tienen suficientes unidades como para no recurrir por falta de camas a acelerar dilataciones y expulsivos, pocos quir¨®fanos permiten el contacto piel con piel inmediato e ininterrumpido en ces¨¢reas y partos gemelares, pocas ¨¢reas de reanimaci¨®n postquir¨²rgica est¨¢n preparadas para mantener a los reci¨¦n nacidos con sus madres reci¨¦n intervenidas. Faltan matronas, personal de enfermer¨ªa y ginec¨®logos dedicados a la obstetricia. Y falta formaci¨®n en el nuevo modelo de atenci¨®n al parto, en cuestiones bio¨¦ticas como el respeto a la autonom¨ªa de las mujeres durante el embarazo o el parto, en habilidades de comunicaci¨®n y en gesti¨®n de las emociones¡±, lamenta.
Apunta Francisca Fern¨¢ndez Guill¨¦n que echa en falta algo en el informe, y es hablar de las consecuencias concretas que la violencia tiene para las mujeres y los ni?os. ¡°Como abogada he llevado casos de beb¨¦s que han sufrido fractura craneal por uso indebido de f¨®rceps, hemorragias por ventosas, par¨¢lisis cerebral o muerte. Mujeres que han perdido el ¨²tero o quedan con dolor permanente en las relaciones sexuales tras una episiotom¨ªa innecesaria. Y las consecuencias personales y sociales de la incontinencia fecal y urinaria por intervenciones obst¨¦tricas son enormes¡±, cuenta.
Seg¨²n Ibone Olza, en funci¨®n del tipo de violencia obst¨¦trica pueden quedar diferentes secuelas. En el caso de que los profesionales culpen a la madre de los malos resultados del parto con expresiones del tipo "No empujas bien" o "El beb¨¦ sufri¨® porque tu pelvis es muy estrecha", la psiquiatra explica que lo que se genera es un sentimiento de culpa o incluso de fracaso, ¡°de ser peligrosa para el beb¨¦, lo que va a dificultar enormemente la relaci¨®n vincular¡±. En el caso de maltrato verbal, de gritos en el parto o de episiotom¨ªas innecesarias y da?inas, explica Olza que pueden quedar secuelas de trauma, bloqueo y dificultad para retomar las relaciones sexuales o la penetraci¨®n, rabia y desconfianza en la relaci¨®n con los profesionales sanitarios e incluso infertilidad secundaria por miedo a volver a pasar por algo as¨ª. ¡°El trastorno de estr¨¦s postraum¨¢tico por el parto es la principal secuela de la violencia obst¨¦trica y parece que afecta a un 5% de madres, pero hasta una de cada tres pueden presentar s¨ªntomas parciales¡±, se?ala.
Charo Quintana recuerda que la violencia obst¨¦trica es un tipo de violencia que tambi¨¦n padecen los propios profesionales que la presencian o ejercen. ¡°Hay estudios que muestran c¨®mo un importante porcentaje de ellos sufre s¨ªntomas compatibles con el s¨ªndrome de estr¨¦s postraum¨¢tico y que muchas matronas abandonan el ejercicio profesional por esta raz¨®n¡±, afirma.
Para mejorar la asistencia a estos procesos y acabar con la violencia obst¨¦trica, Ibone Olza cree que primero debemos ser conscientes de la dimensi¨®n del problema y comprender que es algo estructural. ¡°Ser¨ªa estupendo que los servicios de obstetricia leyeran el informe de la relatora de la ONU y aplicaran sus recomendaciones, comenzando por la transparencia en la obstetricia. Es decir, que se hicieran p¨²blicos los indicadores de cada servicio: tasas de ces¨¢reas, episiotom¨ªas, inducciones, partos instrumentales, para poder saber como se est¨¢n atendiendo los partos e ir implementando estrategias de mejora¡±, declara.
Y es que, sobre violencia obst¨¦trica hay muchos datos a nivel cualitativo pero insuficientes a nivel cuantitativo. Es decir, sabemos en qu¨¦ consisten estas pr¨¢cticas y sabemos que son pr¨¢cticas generalizadas y arraigadas en los centros de salud, pero no est¨¢n cuantificadas. ¡°Las dolorosas historias contadas por las mujeres en las comunicaciones recibidas por la Relatora Especial pusieron de manifiesto que el maltrato y la violencia contra la mujer en los servicios de salud reproductiva y durante la atenci¨®n del parto en los centros de salud se producen en todo el mundo y afectan a las mujeres de todos los niveles socioecon¨®micos¡±, se?ala el informe de la ONU.
Internet ha desempe?ado un papel decisivo a la hora de poder dar a conocer las experiencias de mujeres que han sufrido violencia obst¨¦trica. Experiencias a menudo silenciadas por sus protagonistas por miedo, por verg¨¹enza o sepultadas bajo el pensamiento de que se trata de un acto aislado. Para darles voz, y buscando cifras de la magnitud del problema, el Observatorio de Violencia Obst¨¦trica hac¨ªa p¨²blico en 2016 su primer informe sobre la violencia obst¨¦trica ejercida a las mujeres en Espa?a. Dicho informe fue elaborado a partir de los datos recogidos de los testimonios de casi 2.000 mujeres. Entre otros, arroja datos como que en el 50% de los casos se actu¨® durante el parto sin el consentimiento de la usuaria (inducci¨®n, Kristeller, Hamilton, episiotom¨ªa¡), que al 74,7 % de las mujeres no se les permiti¨® elegir la postura del expulsivo, que el 65,8% de los planes de parto presentados no fueron respetados o que casi un 40% de las encuestadas reconoc¨ªan necesitar o haber necesitado ayuda psicol¨®gica para superar las secuelas que sus partos les hab¨ªan dejado. Por eso es tan importante el informe de la ONU, para nombrar lo que existe, para tomar conciencia de su existencia ¨Cy de sus efectos¨C. Para hacerlo visible.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.