Qu¨¦ hacer cuando el caos se apodera de la habitaci¨®n de tu hijo adolescente
Algunas pistas: dejar claras las normas de los espacios comunes, consensuar una ley de m¨ªnimos y despejar la mesa de estudio de vez en cuando
¡°Entrar en la habitaci¨®n de mi hijo es como ir a Ikea. Voy a echar un vistazo y salgo con seis vasos, dos platos y cuatro toallas¡±. Este chiste es un buen ejemplo de a lo que muchas madres y padres se enfrentan cada vez que pasan el umbral del dormitorio de sus adolescentes. Otro ejemplo es el tiktok de Oliva sin Hache (@oliva_sinhache) en el que cuenta que la merienda de su hijo de esa tarde va a consistir en el medio yogur con moho encontrado en el caj¨®n de su escritorio y los restos del s¨¢ndwich de Nocilla que estaba debajo de la cama; eso s¨ª, le despega los pelos, que a ¨¦l no le gustan, ironiza.
Es cierto que, como dice la psic¨®loga Silvia ?lava, no todos los adolescentes son iguales y los hay ordenados, pero es muy habitual que su espacio sea lo m¨¢s parecido a una jungla en la que las sillas a duras penas sostienen la ropa sin ordenar de toda la semana; y las prendas limpias sin guardar se juntan con las sucias sin echar a la lavadora¡ Y es as¨ª sin importar g¨¦nero, resultados acad¨¦micos, que se le den bien las matem¨¢ticas o la filosof¨ªa. Una de las razones de que as¨ª sea es que su tolerancia al desorden es mayor que la de los adultos: ¡°Es a los padres a quienes realmente nos molesta su desorden, entre otras cosas porque nos gustar¨ªa a¨²n tener la sensaci¨®n de control sobre nuestro hijo o hija¡±, afirma ?lava. Algo que se nos va escapando un poco cada d¨ªa cuando llegan a la pubertad.
Dejadez, rebeld¨ªa o prolongaci¨®n de la infancia
Mientras, a ellos cada vez les importa m¨¢s ¡°lo que pasa fuera de casa: los amigos, las redes¡; y menos lo que les piden sus padres. As¨ª que a veces no recogen por dejadez o incluso por rebeld¨ªa¡±. Pero tambi¨¦n, como dice Carmen Guaita, maestra, escritora y tutora de UP!family, puede ser una forma de ¡°reflejar un deseo de prolongar la infancia o de manifestarnos su saturaci¨®n. Es como si dijeran: ¡®Que los dem¨¢s se ocupen de esto, que yo bastante tengo con la adolescencia, los horarios, los granos, los estudios y los amigos¡¯¡±.
Es importante tener claro que la desorganizaci¨®n de su espacio es independiente de posibles problemas mentales. ¡°El desorden exterior no tiene por qu¨¦ reflejar un desorden interior¡±, aclara Guaita, quien se refiere a des¨®rdenes alimenticios, de sue?o, de consumo o de higiene personal. Para distinguirlo aconseja utilizar lo que denomina ¡°indicador del apuro sobre el desorden¡±. Vamos, si se averg¨¹enza del estado de su habitaci¨®n. Y pone estos ejemplos: ¡°Si va a recibir amigos, ?arregla su habitaci¨®n? Si graba un v¨ªdeo para una red social, ?ordena lo que aparece a su espalda?¡± Si la respuesta es afirmativa, es que percibe el desorden y lo que debemos hacer es recurrir al comod¨ªn del di¨¢logo, siempre ejercido con tranquilidad. ¡°Establecer unos m¨ªnimos de orden que afecten a su habitaci¨®n y a la casa entera. Por supuesto, estos m¨ªnimos estar¨¢n marcados por nuestro sentido com¨²n y priorizar¨¢n la salud y la higiene. No es lo mismo una pila de restos de comida podridos que de papeles¡±, comenta la escritora.
Normas de convivencia para todos
Ambas expertas inciden en la importancia de mantener al margen los lugares ordinarios de la casa. Nada dejar la ropa tirada en el sal¨®n; ni zapatillas en la cocina o el cuarto de ba?o. Ah¨ª juegan especial importancia las normas de convivencia, que deben ser comunes para todos los miembros de la familia. En ese sentido, Guaita recuerda que no deben ampararse en la intimidad, que no es lo mismo que la privacidad: ¡°La intimidad es absolutamente sagrada, pero la privacidad tiene l¨ªmites cuando se vive en familia. El ba?o, la despensa, el frigo, el cesto de la ropa, los armarios¡ no son sitios privados, sino que familiares mientras vivamos juntos¡±.
Pero no podemos pretender que el amor por el orden les llegue por ciencia infusa, as¨ª, de repente. La tutora de Up! Family recuerda que hay que educarles en la colaboraci¨®n, seg¨²n su edad, desde peque?os. ¡°A veces sobreprotegemos hasta un punto de no retorno, y de ah¨ª pasamos a una exigencia para la que no tuvieron rodaje. Aun as¨ª, nunca es tarde para sentarse un momento y pedirles colaboraci¨®n para que la vida sea un poco m¨¢s f¨¢cil para todos¡±. Y a?ade: ¡°No podemos consentir que nuestros hijos vivan en el caos. De hecho, no debemos llegar al caos, sino marcar pautas familiares lo antes posible, sin dramatizar, sin amenazar, sino mirando bien cu¨¢ndo se cumplen para agradecerlo y valorarlo¡±. Guaita apuesta por la comunicaci¨®n: escucharles y tratar de adecuar nuestras exigencias a sus requerimientos, que los m¨ªnimos sean pactados, pero que tengan claro que hay que cumplirlos y valorarlo cuando se cumplan.
Nada de recoger por ellos
Todo ello con una premisa fundamental: si hemos empezado este di¨¢logo, si ya estamos trabajando en ello, deber¨ªamos tener prohibido entrar en su cuarto y ordenarlo nosotros. Y, si lo hacemos, como dice Guaita, no podremos ech¨¢rselo en cara. Silvia ?lava: ¡°Que un padre o una madre de vez en cuando entre en la habitaci¨®n y ordene no es aconsejable por el mensaje que se le est¨¢ dando: al final, siempre vienen y me lo hacen¡±. Entonces, ?para qu¨¦ molestarme en hacerlo yo? Es m¨¢s. Ni siquiera deber¨ªamos llevar la ropa sucia que sabemos que van a necesitar unos d¨ªas despu¨¦s, a la cesta de la ropa para lavar: ¡°Deben saber las consecuencias de su desorden: su sudadera favorita no tiene patitas, por lo que si no la llevan ellos, no estar¨¢ limpia el d¨ªa que se la quieran poner¡±. ?lava apuesta por establecer un d¨ªa a la semana para poner orden o pasar revista en la habitaci¨®n.
?Y si el caos es en la mesa de estudio?
Ah¨ª la cosa cambia. Porque afecta directamente a su nivel de concentraci¨®n, como cuenta Ana Couto, pedagoga y creadora del programa Estudiar con sentido: ¡°El orden es necesario porque tener muchas cosas a la vista genera distracciones a nivel inconsciente, a modo de ruido visual, que impide que podamos poner todos nuestros recursos en la tarea en la que estamos y ni siquiera nos damos cuenta. Para una buena concentraci¨®n debemos tener la mesa de trabajo completamente despejada¡±. Claro que ella misma sabe que no es sencillo que cambien sus h¨¢bitos. M¨¢s a¨²n si quien lo dice son sus padres.
Aquello de ¡°?Pero mira c¨®mo tienes la mesa!¡± no resulta eficaz ¡°solo consigue una habitaci¨®n m¨¢s o menos recogida cuando hay alguna amenaza por medio, o un tono un poco m¨¢s elevado de lo habitual¡±. Es distinto cuando se lo dicen otros, y m¨¢s a¨²n cuando comprueban la diferencia. Couto: ¡°En nuestras sesiones les explicamos lo que ocurre en nuestro cerebro cuando estamos ante el desorden; y, con base en esta teor¨ªa, les pedimos que prueben a estudiar un d¨ªa con la mesa completamente limpia y lo comparen con su experiencia anterior. Adem¨¢s, la ventaja que tenemos nosotros es que cuando empiezan a trabajar con nuestro programa est¨¢n en un momento de cambio, dispuestos a probar cosas nuevas¡±, y que quien se lo dice no son sus progenitores.
La buena noticia es que este caos no dura siempre. ¡°La etapa en la que est¨¢n, con cambios continuos, f¨ªsicos, ps¨ªquicos, emocionales, es normal que se manifieste con ese gran desorden exterior. Eso no significa en absoluto que se vayan a quedar as¨ª para siempre¡±. Por eso, la pedagoga cree que no debemos sentirnos culpables si de vez en cuando nos ocupamos de despejar su mesa. ¡°No significa que no vaya a poder hacerlo por s¨ª mismo m¨¢s adelante¡±. Solo se necesita algo de tiempo y, como siempre, amplias dosis de paciencia.
Puedes seguir De mamas & de papas en Facebook, Twitter o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter quincenal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.