Rescate de cad¨¢veres e indemnizaci¨®n: la promesa del presidente que cierra heridas en Pasta de Conchos
Las familias de los mineros muertos en 2006 en Coahuila ya ven el final del t¨²nel aunque insisten en que se imparta justicia y temen extorsiones por el dinero que recibir¨¢n
La paz parece abrirse camino en Nueva Rosita 14 a?os despu¨¦s de la explosi¨®n que dej¨® enterrados a 65 mineros en la carbon¨ªfera Pasta de Conchos, sin que hasta la fecha hubiera reparaci¨®n alguna ni intenci¨®n de proseguir con el rescate de los cuerpos. El desasosiego espiritual y la falta de respuestas econ¨®micas han ido agrietando las relaciones entre los deudos, organizados en dos grupos, el de los familiares (padres, hijos, hermanos) y el de las viudas. El presidente del Gobierno, Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador, ha sido en las ¨²ltimas semanas el b¨¢lsamo que ha venido a mitigar esas asperezas, a decir de los afectados. Su triple oferta, sacar a la luz los restos de los 64 mineros que a¨²n est¨¢n bajo tierra, indemnizar a cada familia y organizar un mausoleo que recuerde la tragedia concilia las reclamaciones de todos y les devuelve la esperanza. Aunque la justicia es el gran fleco que queda pendiente en este asunto, es decir, por qu¨¦ pas¨® lo que pas¨® y qui¨¦n debe pagar por ello.
En 2012, L¨®pez Obrador andaba en campa?a cuando emparej¨® con do?a Trini en Coahuila. ¡°Tuve la oportunidad de platicar con ¨¦l y me dijo que si llegaba a presidente rescatar¨ªa a los mineros muertos. Creo que no se le olvid¨®. Lleg¨® el momento y no se ha echado para atr¨¢s¡±, dice Trinidad Cant¨², madre de Ra¨²l Villasana, uno de los 65 mineros que quedaron atrapados tras la explosi¨®n cuando ten¨ªa 32 a?os, esposa y tres hijos. La de Pasta de Conchos fue una de las desgracias m¨¢s sonadas de los tiempos recientes en M¨¦xico, una tragedia cuyas causas quedaron tan enterradas como los cuerpos de aquellos obreros. A los 14 meses, Grupo M¨¦xico suspendi¨® el rescate alegando una imposibilidad t¨¦cnica que ahora se demuestra falaz. ¡°Seguir adelante hubiera revelado las causas de la explosi¨®n, es decir, las condiciones en que estaban trabajando aquellos hombres y eso no conven¨ªa a la empresa¡±, dice la activista Cristina Auerbach, que se desplaz¨® al lugar el d¨ªa despu¨¦s del accidente y acab¨® trasladando su residencia a la zona. A¨²n vive all¨ª y su lucha por los mineros no tiene fin. El ¡°carb¨®n rojo¡±, como le llaman, tiene la zona llena de viudas y hu¨¦rfanos. Pero Pasta de Conchos supuso una inflexi¨®n que estos d¨ªas parece alcanzar un primer fin.
Despu¨¦s de varias reuniones con la Secretar¨ªa de Trabajo y tras sucesivos desencuentros entre los familiares de las v¨ªctimas que se aferraban al rescate y el grupo de las viudas que, sin renunciar a ¨¦l, aceptaron la oferta ¨²nica de indemnizaciones, el presidente reuni¨® a representantes de todos en el Palacio Nacional. El encuentro, el pasado 14 de septiembre, vino precedido de varias cartas que le fueron entregadas a L¨®pez Obrador y que modificaron la oferta: habr¨ªa rescate y tambi¨¦n reparaci¨®n econ¨®mica. En un pa¨ªs donde algunas desgracias parecen infinitas, algunas familias temen ahora las extorsiones de los delincuentes que quieran sacar partido de esos 3,7 millones de pesos (unos 184.000 d¨®lares) que recibir¨¢ cada viuda y que se esperan de inmediato, a m¨¢s tardar en diciembre, seg¨²n las ¨²ltimas informaciones. ¡°Quiz¨¢ ha sido un poco imprudente hacer eso p¨²blico de la forma en que se ha hecho¡±, sostiene Cristina Auerbach. ¡°Siempre tenemos ese temor, por los hijos y la familia, hay mucha delincuencia. Pero ya los medios se encargan de hacerlo saber, se hizo p¨²blico y ya no est¨¢ en el control de nadie pararlo. Ahorita solo nos queda cuidar a las familias y confiar en Dios¡±, dice Claudia Escobar, viuda de Ra¨²l Villasana Cant¨², el hijo de do?a Trini.
Do?a Trini y la viuda Claudia Escobar lloraron aquella madrugada y las que vendr¨ªan, al mismo hombre, la primera, por madre y la segunda, por esposa. Sin embargo, el tiempo fue poniendo a prueba las relaciones en San Juan de Sabinas. La Organizaci¨®n Familia Pasta de Conchos, a la que pertenece Trinidad, ha puesto hincapi¨¦ desde aquel d¨ªa en la prioridad de que sean devueltos los restos de los mineros a sus familiares. Un sentimiento religioso inspira esta petici¨®n que jam¨¢s ha deca¨ªdo. ¡°Ojal¨¢ Dios me permita verlo, siempre he estado muy sanita¡±, dice Trinidad a sus 70 a?os. ¡°Soy una mujer muy creyente y para algo se hicieron los camposantos. Tenemos tradiciones y queremos ir a llevar flores y ofrendas, ese es nuestro consuelo. Primero est¨¢ el rescate y luego la indemnizaci¨®n¡±, afirma.
El Gobierno, dice Auerbach, les anunci¨® un d¨ªa que ¡°las viudas aceptaban la indemnizaci¨®n a cambio de no proceder al rescate de los restos. Se nos hac¨ªa raro, llevaban 15 a?os pidi¨¦ndolo¡±, cuenta por tel¨¦fono. Y el d¨ªa que el presidente visit¨® la zona, el 23 de octubre pasado, solo las viudas pudieron formar parte de la comitiva, algo que result¨® doloroso para el resto de los familiares. Ahora las aguas parecen volver a sus cauces. ¡°Nosotras no hemos renunciado nunca al rescate, pero es que, al principio, el presidente dijo que o una cosa o la otra y hay muchas viudas que ya est¨¢n muy grandes, algunas van en sillas de ruedas y tienen necesidades econ¨®micas. Adem¨¢s, el presidente asegur¨® que la mina, que ahora es del Gobierno, nunca m¨¢s se tocar¨ªa, que se quedar¨ªa como un memorial. Lo dimos por bueno, pero no porque hubi¨¦ramos renunciado nunca al rescate¡±, afirma Claudia Escobar.
La zona la visitaron ingenieros alemanes, estadounidenses, chinos, australianos y mexicanos, adem¨¢s del Instituto Geol¨®gico, el pasado agosto y ¡°derribaron una verdad que parec¨ªa incontrovertible: el rescate era posible¡±, cuenta el responsable de la Secretar¨ªa de Trabajo que ha estado al pendiente de todas estas negociaciones, el t¨¦cnico Alejandro Salafranca. La Comisi¨®n Federal de Electricidad (CFE) se encargar¨¢ de los trabajos. Se trata, pr¨¢cticamente, de empezar una mina desde cero, con un nuevo t¨²nel de entrada. Costar¨¢ unos 75 millones de d¨®lares y el Gobierno pretende que todo haya concluido antes de finalizar el sexenio, una previsi¨®n muy optimista para algunos.
Las m¨¢quinas escarbar¨¢n a decenas de metros de profundidad y nadie sabe a¨²n qu¨¦ encontrar¨¢n ni en qu¨¦ condiciones. Los t¨¦cnicos de la CFE ya est¨¢n en la zona tomando medidas. ?Por qu¨¦ la CFE?, se preguntan muchos. Por su Direcci¨®n Corporativa de Ingenier¨ªa de Proyectos de Infraestructura, ¡°donde hay ingenieros altamente especializados en obra civil que han construido presas, una actividad que comprende tambi¨¦n la excavaci¨®n. Es ingenier¨ªa del m¨¢s alto nivel¡±, asegura un portavoz.
¡°Habr¨¢ una fase m¨¢s r¨¢pida, que es la de las tuneladoras, y despu¨¦s, cuando se acerquen a los mineros, ser¨¢ ya m¨¢s detallada y lenta, con pincel¡±, a?ade el t¨¦cnico Salafranca.
¡°Nosotros, como familiares, a¨²n seguimos a la espera de recuperar los restos de mi hermano para poder darle cristiana sepultura y pueda descansar en paz en un camposanto¡±, dice una de las cartas que le entregaron al presidente del Gobierno. ¡°Le rogamos y escuche nuestras peticiones y nos ayude a poder cerrar este ciclo tan doloroso que nos cambi¨® la vida para siempre. ?l era sencill¨ªsima persona y nos gustar¨ªa que nos tomara en cuenta porque esa herida nunca cambiar¨¢ ni sanar¨¢¡±. ¡°Por eso volvemos a lo anterior, al rescate, siempre al rescate¡ usted es el ¨²nico que tiene el poder de ayudarnos¡±. Alejandro Encinas, subsecretario de Derechos Humanos, fue el encargado de entregar al presidente las misivas que imploraban un rescate. ¡°Es un hombre bueno¡±, dice de ¨¦l Cristina Auerbach.
¡°Queremos que se haga el rescate y se haga justicia¡±, dice otra carta de familiares que perdieron a tres de los suyos en aquella mina. ¡°Han transcurrido 14 largos a?os y ellos siguen ah¨ª sepultados, ellos merecen un lugar digno donde descansar ya que por negligencia de Grupo M¨¦xico murieron¡±. Auerbach piensa que estas cartas fueron decisivas para detonar una decisi¨®n del presidente m¨¢s generosa que las ofertas de semanas precedentes. ¡°Cuando L¨®pez Obrador plante¨® la posibilidad de no hacer el rescate [sino las indemnizaciones] algunas familias se mostraron inquietas, de tal forma que, finalmente, aunque la mayor¨ªa de las viudas optaban por renunciar al rescate, el presidente dijo que tambi¨¦n se har¨ªa¡±, explica el t¨¦cnico de la Secretar¨ªa de Trabajo Salafranca.
¡°Es una buena decisi¨®n¡±, afirma Claudia Escobar. Y cuenta los a?os de lucha, el campamento instalado donde han manifestado todos estos a?os sus reclamo, el altar donde han depositado las flores. ¡°?ramos amas de casa y ahora sabemos el camino para llegar al Gobierno. No dejaremos que esto se quede as¨ª. Que vean las dem¨¢s empresas y pongan atenci¨®n, en aquella no hab¨ªa medidas de seguridad y no queremos m¨¢s muertes¡±.
El caso est¨¢ en la Comisi¨®n Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y se busca una soluci¨®n amistosa antes de que el asunto llegue a la Corte, donde el Estado puede salir condenado. El rescate ha abierto las opciones para llegar a esa conciliaci¨®n. Pero faltan algunos extremos. ¡°Aquellos d¨ªas [los ¨²ltimos del mandato del panista Vicente Fox, en 2006] se emitieron pensiones con certificados de muerte ilegales, se han violado los derechos a la vida, a la protecci¨®n judicial, a la salud, pero tambi¨¦n culturales, econ¨®micos y sociales de todos lo mineros. Todas las reformas energ¨¦ticas y sociales los dejaron en estado de indefensi¨®n. Y eso no se resuelve con un rescate. ?Por qu¨¦ explot¨® la mina, qu¨¦ se hizo despu¨¦s con las familias, qu¨¦ medidas se tomaron para que no vuelva a ocurrir. No basta con garantizar inspecciones, eso se tiene que hacer de oficio¡±, dice Auerbach. Solo en las ¨²ltimas semanas, explica la activista te¨®loga, ¡°se han detectado 20 yacimientos clandestinos, algunos de pol¨ªticos, que operan las minas en terribles condiciones, peor que en Pasta de Conchos¡±, asegura. ¡°Ni cubrebocas tienen¡±.
Los mineros ¡°no son h¨¦roes, son trabajadores; ni la mina les arrebata la vida, como suele decirse, se la arrebata el patr¨®n con sus condiciones de trabajo¡±, a?ade Auerbach, que en estos a?os ha aprendido tanto de yacimientos mineros que ya parece uno de ellos.
A la espera de que la justicia ponga paz entre el carb¨®n, la ¨²ltima decisi¨®n del presidente comienza a cerrar heridas en la zona, entre los familiares cercanos y las propias viudas. Que si las indemnizaciones son para unos o para otros, que si el rescate o el dinero¡ ¡°Ahora ya no hay divisiones. Ya ahorita eso sali¨® fuera del plano. Ya solo somos un grupo¡±, asegura Claudia Escobar. Pasta de Conchos tuvo la virtualidad de aunar muchas voluntades en torno a una desgracia repetida y silenciosa que cada a?o ensangrentaba el trabajo de miles de mineros.
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