Los cabos sueltos tras la investigaci¨®n de la muerte de Mariana S¨¢nchez

¡°Era sucia, desordenada, no hablaba con nadie...¡±. As¨ª comienzan los primeros testimonios del expediente de Mariana S¨¢nchez, la m¨¦dica en pr¨¢cticas de 25 a?os hallada muerta en las instalaciones de un centro de salud de Chiapas. Unas declaraciones que insisten en la apariencia de la joven m¨¢s que en los motivos o causas espec¨ªficas de su muerte. En las casi 600 p¨¢ginas de la carpeta de investigaci¨®n, a la que ha tenido acceso EL PA?S, no hay un solo indicio que apunte al posible feminicidio de la joven, una l¨ªnea de investigaci¨®n obligada por ley para cualquier caso de muerte violenta de una mujer en M¨¦xico. El caso armado hasta ahora demuestra c¨®mo las autoridades no impidieron la incineraci¨®n r¨¢pida de su cad¨¢ver. Y, sin cuerpo que analizar, las pesquisas se centran en se?alar a un ¨²nico culpable de su muerte: ella misma.

El caso de S¨¢nchez escal¨® en seguida al debate nacional a finales de enero, en un contexto de violencia machista sin tregua, con m¨¢ximos hist¨®ricos de mujeres asesinadas en el pa¨ªs, m¨¢s de 10 al d¨ªa. La joven hab¨ªa denunciado un caso de abuso sexual por parte de un compa?ero m¨¦dico de la cl¨ªnica dos meses antes: una noche hab¨ªa entrado mientras dorm¨ªa e intent¨® abusar de ella. Escribi¨® una carta a la directora del centro, pero nadie hizo nada para protegerla. Dos d¨ªas despu¨¦s de su muerte, centenares de compa?eros y madres de v¨ªctimas de los feminicidios organizaron protestas en su nombre en las principales ciudades de Chiapas. Y la secretaria de Gobernaci¨®n, Olga S¨¢nchez Cordero, ante la presi¨®n medi¨¢tica, exigi¨® p¨²blicamente que el caso se investigara con perspectiva de g¨¦nero.

Ya era tarde. Solo 48 horas despu¨¦s de la muerte de S¨¢nchez ya no hab¨ªa cuerpo que analizar. El 29 de enero, a las 10 de la ma?ana, la familia estaba reservando un hueco para el crematorio. La t¨ªa de la v¨ªctima ¡ªpues su madre estaba viajando desde Saltillo (Coahuila), donde reside¡ª fue la encargada de reconocer y recibir el cad¨¢ver de S¨¢nchez. A las 18.40 comenz¨® la incineraci¨®n y termin¨® dos horas despu¨¦s. La Fiscal¨ªa hab¨ªa permitido que se entregara un cuerpo con una investigaci¨®n abierta y no impidi¨® su incineraci¨®n, seg¨²n se observa en el expediente. Las recomendaciones oficiales a la familia para que no lo cremaran llegaron un d¨ªa despu¨¦s de que recibieran las cenizas.

Las investigaciones caminan estos d¨ªas a ciegas, con un solo expediente forense que no ha podido ser revisado por otro especialista y que podr¨ªa resultar clave en la l¨ªnea de investigaci¨®n de feminicidio, seg¨²n exige el protocolo. Tampoco hay un sospechoso, m¨¢s que ella misma. La ¨²nica detenida, despu¨¦s de dos semanas de presi¨®n medi¨¢tica sobre el caso, ha sido la directora del centro por abuso de autoridad. La responsable conoci¨® el caso de abuso sexual y no lo denunci¨® a otras instancias. Pero esta captura no acerca a las autoridades a conocer la verdad de lo que sucedi¨® aquella noche.

¡°Hora de la muerte, 20.30, del 27 de enero¡±. El certificado de defunci¨®n y el resumen de la necropsia de S¨¢nchez explican de forma escueta la causa: ¡°Asfixia mec¨¢nica secundaria causada por ahorcadura¡±. No hay rastro biol¨®gico de otro cuerpo en el cad¨¢ver, se?ala el expediente. Tambi¨¦n resulta negativa la prueba toxicol¨®gica. No se proporcionan m¨¢s detalles de la cuerda en la que estaba ahorcada ni de d¨®nde estaba amarrada. Hasta ese punto, la tesis que inici¨® la Fiscal¨ªa sobre el suicidio de S¨¢nchez, y que desat¨® la indignaci¨®n del movimiento feminista en el Estado, encajaba con lo presentado. Pero salta una primera alarma que nadie ha revisado todav¨ªa: la forma en la que se encontr¨® el cad¨¢ver. ¡°Suspensi¨®n incompleta¡±.

El cuerpo no se encontraba completamente colgado, sin que una autoridad haya indagado hasta ahora m¨¢s sobre la mec¨¢nica de la muerte. Las im¨¢genes de los peritos muestran al cad¨¢ver recargado desde sus rodillas en el piso, con los brazos estirados y los pu?os cerrados. El nudo de la soga quedaba de su nuca a unos 10 o 15 cent¨ªmetros, seg¨²n la fotograf¨ªa. No estaba apretado contra su cuello. Los testimonios de los primeros que llegaron al lugar cuentan tambi¨¦n que se encontraba hincada en el suelo, de rodillas. Uno de ellos incluso menciona que sus manos estaban apoyadas sobre aquel suelo de cemento; otro, que al verla crey¨® que estaba meditando.

Alrededor de las 7.15 horas del d¨ªa siguiente a su muerte fue descubierto el cad¨¢ver en su cuarto. Y durante todo el d¨ªa se recabaron los testimonios de compa?eros de trabajo con los que comienza la carpeta de investigaci¨®n: ¡°No se ba?aba¡±. La defensa privada de la familia sospecha que estos testimonios fueron manipulados y solo se basan en prejuicios que revictimizan a S¨¢nchez. ¡°Todos se?alan pr¨¢cticamente lo mismo y no es hasta una segunda declaraci¨®n cuando mencionan que tomaba un medicamento, difenhidramina, sin que haya prueba de ello¡±, explica el abogado Carlos Hugo Tondop¨® por tel¨¦fono. La difenhidramina que mencionan los testigos es un antihistam¨ªnico con efectos sedantes.

El cuarto donde viv¨ªa S¨¢nchez consist¨ªa en cuatro paredes de cemento, adosadas al terreno del centro de salud para el que trabajaba como m¨¦dico general en pr¨¢cticas. El ba?o, compartido con otros compa?eros pasantes, estaba del otro lado del austero recinto. Ella era la encargada de atender las consultas de 8 de la ma?ana a tres de la tarde. Y en este rinc¨®n de la selva chiapaneca, poblada de ind¨ªgenas evangelistas, llamado Nueva Palestina, el internet y la cobertura es algo que sucede a veces. Esto la manten¨ªa aislada de su familia y amigos.

Seg¨²n el expediente que insiste en la situaci¨®n emocional de S¨¢nchez para cometer el suicidio, destaca que hab¨ªa suspendido su examen profesional y pagar los costos de la siguiente prueba la tra¨ªa de cabeza. Un m¨¦dico en pr¨¢cticas en este pa¨ªs, aunque est¨¦ a cargo de cientos de consultas diariamente, cobra 3.500 pesos al mes (unos 170 d¨®lares). Se hac¨ªa hasta 8 o 9 horas de autob¨²s cada fin de semana de camino a la casa de su abuela con la que se crio en la capital, Tuxtla Guti¨¦rrez. Y a este lugar pobre del M¨¦xico miserable fue destinada en agosto de 2020 para cumplir su a?o de servicio social, previo a la residencia.

¡°Desde que lleg¨®, quiso salir corriendo de ah¨ª¡±, contaba su madre, Mar¨ªa de Lourdes D¨¢valos, en una entrevista a este diario. Pocos meses despu¨¦s de llegar, un compa?ero hab¨ªa forzado la endeble puerta del cuarto mientras dorm¨ªa e intent¨® abusar de ella, seg¨²n su propia denuncia ante las autoridades del centro. Le dieron unos d¨ªas de descanso ¡°para superar el trauma¡± y cambiaron al doctor al turno de la tarde. ¡°La angustia la segu¨ªa persiguiendo¡±, cuenta D¨¢valos.

En dos conversaciones con su madre en octubre por WhatsApp, que no forman parte de la carpeta del caso, le cuenta el acoso que estaba sufriendo y c¨®mo quer¨ªa marcharse de ese lugar.

La carta oficial enviada el 11 de noviembre de 2020 a la directora del centro sobre el caso de abuso sexual no se comenta en los primeros testimonios ni aparece en el expediente, solo se menciona. Tampoco se ha tenido en cuenta esta denuncia para investigar posibles venganzas del acusado en su contra.

El m¨¦dico ten¨ªa antecedentes

El m¨¦dico se?alado por S¨¢nchez como el que entr¨® en su cuarto una noche de octubre e intent¨® abusar de ella declara ante la Fiscal¨ªa a principios de febrero. ¡°Nunca habl¨¦ con ella¡±, se?ala el testimonio. El fiscal en ning¨²n momento le pregunta qu¨¦ estaba haciendo y d¨®nde se encontraba el d¨ªa en que S¨¢nchez muri¨®. ?l presenta voluntariamente una constancia de que al d¨ªa siguiente estuvo haci¨¦ndose unos an¨¢lisis en un laboratorio en la capital chiapaneca. Pero la carpeta no recoge una coartada para el doctor en el momento exacto de su muerte.

Destaca una denuncia de 2013 en contra del mismo m¨¦dico. Una compa?era enfermera del doctor, cuando trabajaba en otro centro sanitario de Chiapas, interpuso una demanda por abuso sexual. ?l presuntamente hab¨ªa intentado abusar de ella en al menos dos ocasiones. La denuncia fue archivada unos a?os despu¨¦s.

La defensa de la familia trabaja estos d¨ªas en la imputaci¨®n del doctor como principal sospechoso. Y especialmente, trata de presionar a la Fiscal¨ªa para que revise su expediente y se mantenga acorde al protocolo de violencia de g¨¦nero. ¡°Mariana no se suicid¨®, a Mariana la mataron¡±, insiste su madre. ¡°Hay inconsistencias en el expediente. No queremos venganzas ni chivos expiatorios. Nosotros solo queremos saber qu¨¦ pas¨®. Aqu¨ª solo nos tratan de convencer de que se suicid¨®, pero lo presentado no es suficiente¡±, a?ade su abogado.

El caso de Mariana supone un reflejo de c¨®mo proceden algunas fiscal¨ªas de M¨¦xico ante el caso de la muerte violenta de una mujer. En un pa¨ªs con menos del 90% de los cr¨ªmenes de feminicidio resueltos, el expediente de S¨¢nchez estaba condenado, como otros miles, al laberinto de impunidad. En estas p¨¢ginas se repite la historia mil veces contada en el pa¨ªs: una mujer muere y la verdad sobre lo que sucedi¨® aquella noche corre el riesgo de irse para siempre con ella a la tumba.

En la ¨²ltima conversaci¨®n con su madre el mismo d¨ªa de su muerte, S¨¢nchez le comentaba que ten¨ªa previsto volver a casa de sus abuelos ese fin de semana.

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