Una Mam¨¢ Coco de 107 a?os para deleite de los turistas
Visitantes de todo el mundo se acercan a saludar a do?a Salud, en M¨¦xico, por su extraordinario parecido con la anciana de la famosa pel¨ªcula de animaci¨®n
A mediod¨ªa, do?a Salud dormita sentada en el patio de la casa con la cabeza apoyada en la mano. La siestecita no le va a durar mucho; pronto empezar¨¢ el desfile de turistas, que la llamar¨¢n Mam¨¢ Coco. Ella abrir¨¢ los ojos, se incorporar¨¢ tantito y se prestar¨¢ para la foto. Uno tras otro se quitar¨¢n el cubrebocas pand¨¦mico y posar¨¢n a su lado. Despu¨¦s, deslizar¨¢n un billete en sus manos semicerradas de 107 a?os. Mam¨¢ Coco sonreir¨¢ con pocos dientes.
La mujer no recuerda su juventud. ?Bailes? ?Cantes? ¡°Puro trabajo¡±, dice. Era alfarera, como su marido y como todo el pueblo. Moldeaban las preciosas ollas de barro, horneaban y vend¨ªan en las ferias cercanas. Frijoles, nopales y alg¨²n pescado que les regalaba el lago se guisaban en aquellos recipientes. Tuvo solo tres hijos que le han dado decenas de nietos y la cuenta perdida en bisnietos y tataranietos. As¨ª es la vida de los ind¨ªgenas de la meseta de Michoac¨¢n (M¨¦xico). Hasta que un d¨ªa, qui¨¦n lo iba a decir, cumplida ya la centuria, la historia dio un vuelco. Un extra?o giro entre la realidad y la ficci¨®n.
En 2017, Pixar present¨® uno de sus ¨²ltimos grandes ¨¦xitos, Coco, una pel¨ªcula de animaci¨®n que cuenta, por boca de un ni?o que quiere ser m¨²sico, las tradiciones mexicanas del D¨ªa de Muertos, el reencuentro por unas horas entre los que ya se fueron y los que a¨²n obedecen a la fuerza de la gravedad. Los responsables de aquella producci¨®n visitaron durante meses varios Estados mexicanos para documentarse y tomar inspiraci¨®n de lugares y personajes. Disney distribuy¨® la cinta por todo el mundo y el ni?o Miguelito se hizo famoso, pero no tanto como la bisabuela Coco, una longeva se?ora en silla de ruedas, con la cabeza ya nublada de la que colgaban dos trenzas blancas. El parecido extraordinario de do?a Salud Ram¨ªrez con aquel personaje y algunas casualidades menores la han rebautizado para siempre como Mama Coc¨®.
¡°Yo soy de Tijuana, pero venimos de California, en Estados Unidos. He visto la pel¨ªcula unas 30 veces¡±, dice emocionada Luci Silva, con la inflamaci¨®n del turista que ante la presencia de la anciana siente ¡°un sue?o hecho realidad¡±. Luci se tomar¨¢ una foto con la centenaria, le dedicar¨¢ unas palabras cari?osas y dejar¨¢ la silla para el siguiente. El photocall luce un cartel¨®n con los personajes de la animaci¨®n y al lado, las dos botellas de ox¨ªgeno que alivian la insuficiencia pulmonar de la mujer. Do?a Salud nunca ha visto la pel¨ªcula y la silla de ruedas, dice su nieta Paty, solo la usa para descansar. En efecto, ella se levanta sola, apenas ayudada por un bast¨®n, que blande cuando los m¨¢s peque?os de su estirpe la molestan. Por las ma?anas se pasea por el patio y riega sus plantas.
Desde hace unos cinco a?os, la vida cambi¨® para toda la familia, que no ha dejado de perseguir que el productor de la pel¨ªcula reconozca que se inspir¨® en la abuela para su personaje. ¡°La gente del pueblo nos dijo que la hab¨ªan fotografiado en la plaza, y en la pel¨ªcula aparecen la iglesia y algunas calles¡±, afirma la nieta. Como fuere, ya nadie le quita el t¨ªtulo de Mam¨¢ Coco, que a la anciana le hace tanta gracia, aunque no sabe muy bien de qu¨¦ va la vaina. En el patio garaje de la casa, los nietos y bisnietos han instalado nueve puestos de cacharrer¨ªa con la imagen de las dos abuelas, la de verdad y la de animaci¨®n. Camisetas, tazas, guitarras, imanes, alcanc¨ªas, llaveros, sacacorchos, portarretratos, bol¨ªgrafos, juguetes varios. Los turistas compran su visita a la casa y tambi¨¦n dejan dinero a la mujer. Si no lo hacen, las nietas les recuerdan que se les est¨¢ olvidando ese detalle.
Desde Italia, China, Espa?a, Puerto Rico y decenas de pa¨ªses m¨¢s, los gu¨ªas tur¨ªsticos depositan a sus visitas en Santa Fe de la Laguna para que saluden a Mam¨¢ Coco, mientras la familia lamenta que los responsables de la animaci¨®n no les compensen por la supuesta inspiraci¨®n en su abuelita. Do?a Salud est¨¢ viviendo a sus 107 a?os una alocada pel¨ªcula que la traslada por el mundo cuando platica, levemente, con los turistas. La mujer apenas conoci¨® hace muchas d¨¦cadas la capital de M¨¦xico. ¡°S¨ª, fui una vez, a ver a la Virgen de Guadalupe¡±. Ahora es ella, feliz, la que recibe las visitas de los devotos del cine. Y entre foto y foto, retoma su siesta ma?anera.
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