Sobrevivi¨® a 414 disparos: Omar Garc¨ªa Harfuch, el polic¨ªa m¨¢s amenazado del mundo
El jefe de la polic¨ªa de Ciudad de M¨¦xico recibe a EL PA?S un a?o despu¨¦s del atentado que cost¨® la vida de sus escoltas y que le dej¨® tres heridas de bala. En la conversaci¨®n desgrana los recuerdos de aquel brutal ataque y su vida como agente
Lo primero que Omar Garc¨ªa Harfuch ve al despertar es una desangelada estanter¨ªa con las fotos de sus escoltas Edgar y Rafael. Frente a la cama, hay una televisi¨®n en la que anoche se qued¨® viendo hasta muy tarde Peaky Blinders y a la derecha un ropero del que cuelgan varios sacos y camisas ordenadas por tonalidades. Todo es fr¨ªo y as¨¦ptico. Es la segunda casa de Harfuch que visita el periodista y ninguna es suya. En realidad, ni siquiera es una casa.
Se trata de una prolongaci¨®n del despacho en el que vive desde hace un a?o, cuando el Cartel Jalisco Nueva Generaci¨®n intent¨® matarlo dispar¨¢ndole m¨¢s de 400 veces. Durante tres minutos, 20 sicarios vaciaron sobre su coche fusiles de asalto, Barret, lanzagranadas y bombas de fragmentaci¨®n en una de las zonas m¨¢s elegantes de la ciudad. No lo consiguieron, aunque s¨ª mataron a Edgar y a Rafael, y a ¨¦l le alcanzaron tres balas. Un a?o despu¨¦s, sobre la mesita de noche de un edificio de oficinas de la Zona Rosa no hay medicamentos, ni pastillas para dormir, ni vaso de agua. Solo dos pistolas cargadas.
Luego atiende el WhatsApp. Ah¨ª le llega cada ma?ana el resumen del d¨ªa anterior. Son las 5.30 y ya ha enviado los primeros mensajes del d¨ªa. Una hora despu¨¦s, tendr¨¢ que detallar y explicar los datos a la jefa de Gobierno de Ciudad de M¨¦xico, Claudia Sheinbaum. ¡°Esa es la prioridad, aqu¨ª no hay una polic¨ªa acobardada o que se refugia en su despacho, estamos m¨¢s activos y con m¨¢s ganas que nunca y trabajando d¨ªa a d¨ªa por reducir la delincuencia¡±, dice. ¡°Obviamente, he reducido mis desplazamientos, no puedo ver a mis hijas, mi vida social se ha reducido a cero y ya no voy a operativos, pero el tema que me obsesiona cada d¨ªa no es terminar con los que intentaron matarme sino bajar los delitos¡±. Lo ¨²nico descolocado sobre la mesa del despacho son papeles con gr¨¢ficos de datos de homicidios, robos, detenidos, robo de veh¨ªculos. Todo lo dem¨¢s sabe d¨®nde est¨¢: la columna de opini¨®n, el informe pericial, la orden judicial o la tercera pistola, que guarda en un caj¨®n antes de que el fot¨®grafo pueda enfocar. ¡°No fue dif¨ªcil superar el atentado. Estoy vivo y mi responsabilidad es seguir adelante. Podr¨ªa decirte que regres¨¦ a trabajar con m¨¢s ¨ªmpetu que antes¡±, asegura.
Jueves, 20 de mayo. 9.00. Omar Garc¨ªa Harfuch, nacido hace 39 a?os en Cuernavaca (Morelos), siempre viste bien. Imposible fotografiarle sudando o alardeando en el gimnasio. Conoce a la perfecci¨®n el protocolo de austeridad impuesto por su jefa Sheinbaum sobre cuidar las formas desde su nombramiento como secretario de Seguridad P¨²blica en octubre de 2019. La foto m¨¢s reciente que subi¨® a su Instagram es lo ¨²ltimo que uno esperar¨ªa ver de un polic¨ªa: un amanecer desde su despacho. La tom¨® desde la octava planta de la Secretar¨ªa, un sal¨®n de maderas nobles desde el que se divisa la Torre Latinoamericana y las c¨²pulas de la catedral en el Z¨®calo. Desde aqu¨ª vigila un monstruo de 10 millones de habitantes, una de las ciudades m¨¢s agitadas y conflictivas del mundo. Pero los peri¨®dicos que tiene sobre la mesa amanecen con algo a¨²n m¨¢s feo: la corrupci¨®n policial y la orden de detenci¨®n contra 57 polic¨ªas que ¨¦l atribuye a una nueva forma de hacer las cosas. ¡°La mayor¨ªa de los 90.000 polic¨ªas de esta ciudad hacen un trabajo heroico y digno, pero hay algunos elementos corruptos que participan de extorsiones y colaboran con el crimen organizado y ensucian el trabajo que miles de agentes hacen cada d¨ªa. Estamos limpiando la polic¨ªa y a ellos es a los que estamos apartando poco a poco¡±.
Algunos quisieran que uno de esos polic¨ªas detenidos fuera ¨¦l. La ¨²ltima vez fue cuando su nombre apareci¨® en la libreta de Sidronio Casarrubias, l¨ªder de Guerreros Unidos, el cartel que hizo desaparecer a los 43 estudiantes de Ayotzinapa. Su nombre aparece en esa libreta por, supuestamente, haber recibido 200.000 d¨®lares del narco. ¡°De todas las cosas que se han dicho, lo de Ayotzinapa es lo que m¨¢s me duele. No solo es algo disparatado e injusto, sino que es uno de los episodios m¨¢s dolorosos de la historia reciente de M¨¦xico¡±, dice. ¡°Ninguna persona de bien quiere aparecer jam¨¢s junto a ese lugar¡±. Hay cientos de testimonios que pueden demostrar que ni siquiera estaba destinado en Guerrero en esa ¨¦poca (septiembre de 2014). Son las declaraciones desesperadas de un delincuente para salvarse¡±, defiende. La segunda vez fue la periodista Anabel Hern¨¢ndez, quien le acusa de haber tenido contacto con Garc¨ªa Luna a qui¨¦n envi¨® varias cartas. Harfuch dice que solo lo vio una vez en un aeropuerto a trav¨¦s de un conocido y que ah¨ª termina la relaci¨®n y que jam¨¢s mand¨® las cartas que dice Hern¨¢ndez. ¡°C¨®mo voy a andar yo, un cargo medio, escribiendo al secretario¡±, dice. ¡°En mi vida he escrito una carta, ni a mi madre¡±.
Lunes, 4 de junio. Anula su cita para operarse la mano. Harfuch habla con normalidad del atentado, pero sin recrearse. No hay miedo ni zonas grises en su narraci¨®n. Detalla la lluvia de cristales, sus compa?eros muertos junto a ¨¦l o el traslado, sin ocultar detalles. El 28 de junio de 2020, medio centenar de sicarios del CJNG, 20 en el lugar y otros 30 en otros puntos de la ciudad, intentaron matarlo dejando su veh¨ªculo como un colador. No lo logaron, aunque murieron sus escoltas y una mujer que pasaba por ah¨ª. Un a?o despu¨¦s hay 25 detenidos y 80 cuentas congeladas. Entre los arrestados est¨¢ El Vaca, jefe de sicarios del Cartel Jalisco Nueva Generaci¨®n, y uno de los hombres fuertes de El Mencho, el hombre m¨¢s perseguido del pa¨ªs.
Y Harfuch lo explica como el polic¨ªa que es. Una pel¨ªcula de Hollywood con final amargo. ¡°Eran las 6.32 y yo viajaba en el asiento del copiloto revisando unos papeles cuando vi c¨®mo se atravesaba un cami¨®n frente a nosotros. En ese momento supe que nos hab¨ªan emboscado. Acto seguido sent¨ª el primer disparo en el vidrio. Yo saqu¨¦ mi arma y dispar¨¦ contra el cristal y a partir de ese momento comenz¨® una lluvia de impactos y el ruido ensordecedor. Yo me arrastr¨¦ hacia la parte de atr¨¢s y aguant¨¦ encogido a que todo terminara. Edgar y Rafa ya estaban muertos y ca¨ªan cristales y hab¨ªa mucho polvo y ya hab¨ªa recibido el tercer impacto en la pierna. Despu¨¦s de unos minutos eternos se hizo el silencio y alguien toc¨® en el cristal, ¡°salga, salga...¡±, pero no quise abrir porque pens¨¦ que esperaban para rematarme. Hasta que escuch¨¦: ¡°Tigre, Tigre, ya estamos aqu¨ª¡±. Ese era mi apodo en la Federal as¨ª que solo alguien que me conoc¨ªa mucho pod¨ªa llamarme as¨ª y abr¨ª la puerta¡±, dice en su despacho. Despu¨¦s tom¨® el walkie de sus compa?eros y ¨¦l mismo habl¨® por la emisora con una frialdad al alcance de pocos. Sin titubeos y con los datos precisos de la ubicaci¨®n y la dimensi¨®n del ataque pidi¨® refuerzos ¡°Estaba herido pero tranquilo. Ya hab¨ªa vivido antes enfrentamientos, aunque nunca me hab¨ªan impactado. Tengo claro que me salv¨® la velocidad con la que llegaron las patrullas porque si tardan 30 segundos m¨¢s, a un ritmo de 150 disparos por minuto, probablemente me hubieran dado en alg¨²n ¨®rgano vital¡± recuerda.
El atentado le apart¨® tres meses de su empleo y revel¨® la obsesi¨®n de El Mencho, el hombre m¨¢s buscado del pa¨ªs, por terminar con ¨¦l. Durante su ¨¦poca como jefe operativo en la Polic¨ªa Federal dio varios golpes al cartel que terminaron con bajas importantes y varios l¨ªderes del CJNG encarcelados y desde entonces le han declarado odio eterno.
Durante el traslado en camilla por el hospital supo que inmediatamente despu¨¦s del atentado hab¨ªan sido detenidas 12 personas en el lugar de los hechos, y que la mayor¨ªa confes¨® que trabajaba para el cartel de Tepito. Fue entonces, antes de entrar a quir¨®fano, cuando recurri¨® a un colaborador y dict¨® un tuit que desmontaba esa primera versi¨®n: ¡°Esta ma?ana fuimos cobardemente atacados por el CJNG, dos compa?eros y amigos m¨ªos perdieron la vida, tengo tres impactos de bala y varias esquirlas. Nuestra Naci¨®n tiene que continuar haci¨¦ndole frente a la cobarde delincuencia organizada. Continuaremos trabajando¡±. Eran las 9.32 y solo hab¨ªan pasado tres horas del atentado. ¡°Los sicarios estaban aleccionados para tratar de imponer otra teor¨ªa. Quer¨ªan que esa versi¨®n llegara a los medios de comunicaci¨®n, pero desde hac¨ªa varios meses hab¨ªamos detectado la presencia del cartel Jalisco en la ciudad y mi obsesi¨®n era neutralizar cuanto antes esa versi¨®n. No fue precipitado, ten¨ªa muy claro que El Mencho estaba detr¨¢s¡±, explica.
?Es consciente de que su vida ya nunca ser¨¢ igual? ¡°Lo que peor llevo es el da?o a la familia, pero ser¨ªa ego¨ªsta no darle todo ante la responsabilidad que tengo frente a millones de personas. A veces la misi¨®n m¨¢s importante implica sacrificar a tu propia familia. El d¨ªa que no pueda soportarlo o no vaya a darlo todo me voy¡±.
Viernes 11 de junio. 12.00. Omar Hamid Garc¨ªa Harfuch agarra el taco sin que se derrame una gota y sabe pelear por ¨¦l con el resto de agentes en una bandeja de unicel (poliestireno expandido). Es viernes de mediados de junio y Harfuch hace una de las pocas salidas de la semana para dar unas medallas a un grupo de agentes. Su desplazamiento moviliza a unas 20 personas. Cubren su llegada 10 uniformados en las azoteas y otros 10 escoltas y polic¨ªas que se mueven en dos camionetas blindadas que incluyen un orificio para sacar el arma y seguir disparando desde dentro en caso de ataque.
¡°Extra?o la calle y estar en el lugar donde pasan las cosas, pero ahora este es mi sitio. Durante muchos a?os he escuchado a mis compa?eros decir que nos frenan en esto o nos limitan en aquello para hacer nuestro trabajo y combatir la delincuencia, pero ahora es mi responsabilidad impulsar y proponer las reformas legales y operativas que nos permitan investigar o agilizar el trabajo de la polic¨ªa: una orden judicial, la autorizaci¨®n para un pinchazo telef¨®nico, un cateo. Mi responsabilidad es conseguir que esto no pase¡±, dice con el taco en la mano. Un viejo colaborador con 28 a?os en el cuerpo y muchos jefes a sus espaldas dice que la diferencia entre Harfuch y otros secretarios es que es polic¨ªa. ¡°Conoce nuestras carencias, la forma de sentir aqu¨ª dentro, la t¨¢ctica, la estrategia, cuando le mienten o cuando no¡±. ¡°Es un buen tipo¡±, sentencia; ¡°es de los que te pregunta c¨®mo est¨¢ la familia o si saliste de vacaciones. Cuando hace unos meses tuve covid me llamaba todos los d¨ªas¡±.
Omar Hamid Garc¨ªa Harfuch tiene uno de esos nombres capaces de explicar la historia reciente de un pa¨ªs. Pero no por Harfuch sino por Garc¨ªa. El actual jefe de la polic¨ªa de la Ciudad de M¨¦xico es nieto del general Marcelino Garc¨ªa Barrag¨¢n, un joven revolucionario que a los 18 a?os se uni¨® a Francisco Villa, creci¨® hasta ser Gobernador de Jalisco en los a?os cuarenta y fue secretario de la Defensa Nacional durante el Gobierno de D¨ªaz Ordaz (1964-1970). Desde entonces, el nombre de Garc¨ªa Paniagua est¨¢ vinculado a la matanza de Tlatelolco del 2 de octubre de 1968. Paradojas de la vida, la jefa de Omar, la alcaldesa Claudia Sheinbaum, es hija pol¨ªtica de esa izquierda masacrada y ha recordado en m¨¢s de una ocasi¨®n las veces que fue de la mano de su madre a Lecumberri a visitar a sus compa?eros presos.
Su padre, Javier Garc¨ªa Paniagua, que fue presidente del PRI y su madre es la actriz Mar¨ªa Sort¨¦, uno de los rostros m¨¢s conocidos de la ¨¦poca, con varias exitosas telenovelas entre ellas la ¨²ltima pel¨ªcula de Cantinflas, El barrendero, que rod¨® embarazada del hoy jefe de la polic¨ªa.
Garc¨ªa Harfuch creci¨® en la elegante colonia Herradura de la capital mexicana. Se licenci¨® en Derecho en la Universidad del Valle de M¨¦xico. En 2008 entr¨® en la Polic¨ªa Federal, con 26 a?os, donde pas¨® por diversos destinos como Tamaulipas, Guerrero y Michoac¨¢n, que altern¨® con cursos en el International Security de Harvard o el de la DEA en Virginia (EE UU). De su etapa en la polic¨ªa federal ¡°aprendi¨® la disciplina y el compa?erismo¡± que exige un cuartel de Tamaulipas en los a?os m¨¢s sangrientos de la etapa de Calder¨®n, entre 2006 y 2012, cuando los Zetas y el cartel de Sinaloa mataban y desaparec¨ªan m¨¢s que nunca. En 2016, con 35 a?os, entr¨® en la Agencia de Investigaci¨®n Criminal de la antigua Procuradur¨ªa General, donde destac¨® como un tipo listo y con ganas al que hoy todos preguntan si quiere ser secretario de Seguridad Federal y a lo que siempre responde: ¡°Quiero seguir trabajando con la doctora [Sheinbaum]¡±.
Mi¨¦rcoles 15 de junio. 11.00. El despacho es un ir y venir de mandos. Han aparecido cuatro cad¨¢veres en la Gustavo A. Madero y esto golpea sus cifras. Este mes hab¨ªa completado dos d¨ªas con cero homicidios y estos asesinatos le obligar¨¢n a dar explicaciones. ¡°Un celular robado en la Condesa arma un esc¨¢ndalo tremendo en comparaci¨®n con situaciones terribles en otros puntos de la ciudad y esas percepciones de inseguridad son dif¨ªciles de controlar y solo se reducen con mucho trabajo. Ahora estamos obsesionados por los 20 cuadrantes m¨¢s violentos de la ciudad¡±, dice se?alando un mapa dividido en colores y delegaciones. ¡°En los ¨²ltimos meses hemos logrado algunos d¨ªas con cero homicidios en la ciudad¡±, presume. ¡°Y ah¨ª no hay cifra negra¡±, dice en referencia a quienes desconf¨ªan de los datos oficiales que muestran que, de media, la ciudad ha pasado en casi dos a?os de 5,8 muertos diarios a los 1,8 actuales. Despu¨¦s de casi dos a?os en el cargo, a Harfuch le cuesta menos hablar de su atentado que convencer a la castigada poblaci¨®n de la capital de que las cosas van a mejor.
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