Pueblos en llamas y matanza de civiles: la guerra del narco de la era L¨®pez Obrador
Mientras el Gobierno insiste en que el pa¨ªs ¡°est¨¢ en paz¡±, algunos municipios sufren el control de facto de los criminales y el uso sistem¨¢tico del terror para someter a la poblaci¨®n
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Una frase repetida mil veces no siempre se convierte en una verdad. Especialmente si la realidad se muestra tan rotunda, como los dos hombres crucificados, las masacres y colgados de puentes estas semanas en Zacatecas, la cacer¨ªa de inocentes en Tamaulipas y el regreso de los peores tiempos de Tijuana (Baja California). Pero antes en Guanajuato, en Michoac¨¢n o en Guerrero. La lista de Estados con episodios de extrema violencia, controlados de facto por el crimen organizado y sus guerras intestinas cuestionan la estrategia de combate al narcotr¨¢fico por parte del Gobierno de Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador. Y, sobre todo, refutan de manera tajante la m¨¢xima de su discurso: ¡°El pa¨ªs est¨¢ en paz¡±.
Cuando L¨®pez Obrador tom¨® el poder en 2018 prometi¨® acabar con la guerra contra el narcotr¨¢fico que hab¨ªa sembrado de cad¨¢veres el territorio nacional, una etapa oscura de ejecuciones extrajudiciales y enfrentamientos entre los c¨¢rteles de la droga que no solo no fren¨® al narco, sino que aument¨® la cifra de sangre. Su eslogan de campa?a, ¡°Abrazos y no balazos¡±, promet¨ªa un modelo diferente por el que la poblaci¨®n no pagara con su vida. No obstante, el presidente enfrenta una de las ¨¦pocas m¨¢s violentas de la historia del pa¨ªs.
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Casi 100 muertos al d¨ªa es el saldo que soporta M¨¦xico, m¨¢s grave incluso que en algunos de los peores a?os de la guerra contra el narco. Las escenas de terror observadas hace una semana muestran que aunque el mandato oficial es evitar el enfrentamiento del Ej¨¦rcito y los criminales, los ciudadanos contin¨²an muriendo. Casi 15 a?os despu¨¦s de que el entonces presidente Felipe Calder¨®n impulsara una cruzada nacional contra el crimen organizado, los c¨¢rteles y sus herederos siguen utilizando sistem¨¢ticamente el terror para someter a la poblaci¨®n. La violencia como herramienta de poder. Y un pa¨ªs adaptado en lo general a altos niveles de estr¨¦s postraum¨¢tico, seg¨²n los expertos.
Los dos c¨¢rteles m¨¢s poderosos del pa¨ªs, el de Sinaloa y el de Jalisco Nueva Generaci¨®n, tienen presencia en todo el territorio nacional a trav¨¦s de enviados o de bandas aliadas. Su capacidad de fuerza es tal que no solo se han infiltrado o tienen a sueldo funcionarios en diferentes puestos de la Administraci¨®n, seg¨²n la agencia antidrogas estadounidense (la DEA), sino que incluso, como el caso de Jalisco, se ha atrevido a atentar contra el jefe de Gobierno de la capital, Omar Garc¨ªa-Harfuch.
La era de los grandes capos de los noventa termin¨® tras la guerra y la persecuci¨®n de sus cabecillas desmembr¨® un sistema por el que peque?as mafias locales son tambi¨¦n capaces de los actos m¨¢s atroces en sus municipios: el Gobierno de Texas pidi¨® en abril considerar a los c¨¢rteles mexicanos dentro de la lista de organizaciones terroristas. La impunidad roza el 90%.
La cifra de sangre se ha mantenido en una tendencia constante desde la llegada de L¨®pez Obrador. Los homicidios no se han disparado, pues desde el Gobierno de Enrique Pe?a Nieto se soportaban esas cifras de violencia r¨¦cord y la Administraci¨®n obradorista celebra una cierta contenci¨®n, pero la situaci¨®n es cr¨ªtica en algunos Estados. Guanajuato, por ejemplo, cuenta con m¨¢s de 15.000 homicidios desde enero de 2018 hasta junio de este a?o, una entidad reconocida como tradicionalmente pr¨®spera y segura. Eso es, alrededor de 12 homicidios al d¨ªa, en una poblaci¨®n de seis millones de habitantes. ¡°Hay algunos Estados donde la situaci¨®n ya era preocupante y se ha agravado: como el caso de Aguililla [Michoac¨¢n] y municipios aleda?os; o el caso de Tamaulipas con los eventos recientes. Pero hay dos focos importantes que se han disparado con el Gobierno de L¨®pez Obrador: Zacatecas y San Luis Potos¨ª¡±, cuenta el experto en seguridad Eduardo Guerrero.
Zacatecas se ha convertido desde hace dos semanas en el epicentro de una violencia que no cesa. En Fresnillo fueron colgados de un puente dos polic¨ªas estatales del Estado vecino, San Luis Potos¨ª, que hab¨ªan sido reportados como desaparecidos. Un enfrentamiento entre presuntos miembros del cartel de Sinaloa y el de Jalisco Nueva Generaci¨®n, continuaron su batalla por el control territorial hasta el municipio de Valpara¨ªso, donde en un enfrentamiento m¨¢s propio de guerra civil murieron acribilladas m¨¢s de 18 personas. Algunos medios locales contaron hasta 35 cad¨¢veres regados entre coches en llamas en la sierra. Y esta semana, la entidad registraba un nuevo rostro del terror: nueve ejecutados, dos de ellos crucificados, empalados a una cruz, espalda con espalda.
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El lunes 20 de junio, la localidad fronteriza de Reynosa amaneci¨® desierta y muda. Sus habitantes soportaron ese fin de semana lo que en la macabra jerga del narco ¡ªincorporada ya al habla com¨²n¡ª se conoce como ¡°calentar la plaza¡±. Un grupo de hombres armados dispararon sobre una avenida al azar y mataron a 14 personas, adem¨¢s de dos mujeres que fueron secuestradas y amordazadas en el maletero de una de las tres camionetas que utilizaron ese d¨ªa. En menos de dos horas acribillaron a una familia completa, trabajadores, estudiantes y vecinos con el ¨²nico fin de utilizar la violencia y a la poblaci¨®n como moneda de cambio para ejercer el control sobre la localidad. Calentar la plaza para echar a sus enemigos: el plan del narco que consiste en sembrar el caos mediante pr¨¢cticas terroristas para llamar la atenci¨®n del Ej¨¦rcito y debilitar a la banda rival que era due?a del lugar.
El objetivo de los criminales de Reynosa ¡ªde los cuales al menos siete de los presuntos responsables han sido detenidos¡ª, era arrebatarle el control del puente fronterizo Pharr a la banda de Los Metros (aliada con el poderoso Cartel Jalisco). Para ello, Los Escorpiones y Los Ciclones (escisiones del antiguo Cartel del Golfo) se aliaron y en apenas dos horas sembraron el caos en uno de los pasos clave hacia Estados Unidos.
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Para algunos expertos, como el polit¨®logo y director del centro de investigaci¨®n Noria especializado en temas de violencia, Romain Le Cour, episodios como el de Reynosa o como los municipios sitiados de Michoac¨¢n y Zacatecas, son una muestra de c¨®mo en M¨¦xico se utiliza la violencia como herramienta de control. ¡°Usar la violencia en M¨¦xico es muy barato en t¨¦rminos de consecuencias jur¨ªdicas. Se utiliza para regular la vida local, para imponer reglas. Cuando la utiliza el Ej¨¦rcito es con el mismo fin: cuando abate, asesina, manda un mensaje a los que est¨¢n en frente. Y dice: el patr¨®n soy yo¡±, se?ala Le Cour. ¡°Lo que pasa es que el Estado no es nunca ausente, siempre est¨¢. Pero el tema es que con ¨¦l siempre pueden negociar, a trav¨¦s del empleo de m¨¢s violencia como amenaza o de corrupci¨®n. Pero cuando quiere frenarlo, lo hace¡±, a?ade.
La estrategia: ¡°Dejar hacer¡±
¡°Cuando hablamos de guerra del narco creemos que hay dos bandos. Pero no es as¨ª¡±, apunta por su parte el periodista y experto en el Ej¨¦rcito mexicano Juan Veled¨ªaz. ¡°El primer objetivo de los c¨¢rteles siempre es controlar las polic¨ªas y las fiscal¨ªas. Su control y extensi¨®n territorial consiste especialmente en ese punto clave¡±. Y se?ala un evento importante que retrat¨® la estrategia contra el crimen que marc¨® el Gobierno de L¨®pez Obrador: el Culiacanazo.
El fallido operativo militar para detener a uno de los hijos de Joaqu¨ªn El Chapo Guzm¨¢n, Ovidio, en la capital de Sinaloa en octubre de 2019, mostr¨®, seg¨²n coinciden algunos expertos, lo que se ha observado despu¨¦s en los planes del Gobierno frente al narco. ¡°Aquello exhibi¨® una falta de conocimiento del terreno y que no hay una estrategia, que lo de ¡®abrazos y no balazos¡¯ es totalmente hueco, naif. Y es perverso porque te revela el dejar hacer¡±, apunta Veled¨ªaz.
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Sobre ese punto, agrega Guerrero: ¡°L¨®pez Obrador estableci¨® una l¨ªnea de no confrontaci¨®n directa con el narco, porque esa hab¨ªa sido una constante tanto con Calder¨®n como con Pe?a Nieto. Entonces orden¨® vigilar las zonas, pero eludir el conflicto. Y efectivamente, los indicadores muestran un descenso de masacres con la participaci¨®n del Ej¨¦rcito. Pero el costo ha sido enorme: se han dejado a la merced del crimen una cantidad de territorios. Esto a la larga generar¨¢ m¨¢s violencia, porque habr¨¢ m¨¢s competencia¡±.
Un factor clave en esta semana negra ha estado relacionado con el cambio de Gobierno en algunos Estados y la debilidad de los gobernadores en otros, como por ejemplo, Tamaulipas. ¡°Aprovechan para hacer m¨¢s golpes porque la posibilidad de que esto quede impune es muy alta. Muchas veces los grupos ambicionan un espacio, un territorio para vender o guardar droga o extorsionar, pero no lo hacen porque el Gobierno est¨¢ tras ellos. Pero si lo ven d¨¦bil, ellos inmediatamente realizan tareas de alto riesgo, como lo que sucedi¨® en Reynosa¡±, cuenta. El 6 de junio se renovaron 15 cargos a gobernador y aunque Tamaulipas no se encuentra entre ellos, su gobernador, Francisco Garc¨ªa Cabeza de Vaca, est¨¢ en la mira de la Fiscal¨ªa General por presuntos nexos con el narco y lavado de dinero.
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L¨®pez Obrador ha concentrado su esfuerzo para poner fin a la violencia en dos direcciones: un plan a largo plazo enfocado en la labor social, en la educaci¨®n y mejores oportunidades para los j¨®venes, carne de ca?¨®n para el crimen organizado; y otro, en el despliegue de su cuerpo estrella, la Guardia Nacional, formado por militares y polic¨ªas federales, coordinado por la Secretar¨ªa de la Defensa, pero que todav¨ªa no ha logrado implementarse completamente por cuestiones jur¨ªdicas y conflictos de competencias entre diferentes administraciones.
La guerra que desde la tarima presidencial se niega, tiene adem¨¢s otras v¨ªctimas. Los ciudadanos asediados por los enfrentamientos entre c¨¢rteles ante la inacci¨®n de las autoridades deben adaptar su vida a unos niveles altos de violencia. En algunos municipios, como Reynosa, hay habitantes que no han conocido la paz y que revisan los grupos de WhatsApp o Facebook para saber si es seguro salir a la calle. Que el fin de semana del 18 de junio permanecieron enclaustrados por miedo a ser ejecutados por una bala perdida, que se asumen como una moneda de cambio perversa en el control de la plaza.
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La investigadora de la Universidad Aut¨®noma de Tlaxcala y doctora en Psicolog¨ªa y Antropolog¨ªa social Cecilia L¨®pez Pozos, que ha estudiado las consecuencias psicosociales de la violencia en la zona del Altiplano mexicano, advierte de los efectos para las comunidades expuestas a estos niveles de estr¨¦s. ¡°El tipo de violencia es la continuaci¨®n de un c¨®digo perverso en relaci¨®n con el tipo de muerte. El modo de morir de los narcos o enemigos es un c¨®digo terror¨ªfico, y este c¨®digo b¨¢sicamente tiene un objetivo: por un lado, el control social; y por otro lado, someter a un miedo sistem¨¢tico a toda la poblaci¨®n¡±, se?ala.
La investigadora ha detectado ¡°un repliegue social¡±, resultado de la persistencia prolongada de altos niveles de violencia. ¡°Se ha perdido la confianza. Es una de las peores consecuencias. Se rompe la comunidad, hay una fractura social en la credibilidad entre todos nosotros¡±, explica. Adem¨¢s, la poblaci¨®n llega a adaptarse a un modo de vivir que ¡°nada tiene que ver con la condici¨®n humana¡±. Y concluye: ¡°Estamos viviendo un trauma colectivo¡±.
La ley del m¨¢s fuerte se ha apoderado de Zacatecas y Tamaulipas como antes sucediera en Chihuahua, Baja California, Guerrero, Michoac¨¢n, Guanajuato. El saldo final de muertes a nivel nacional puede que concluya con un estancamiento, pues la cifra de 100 asesinatos al d¨ªa es lo suficientemente alta. Desde la tarima presidencial se celebrar¨¢ una ¡°contenci¨®n de la violencia¡±, como se ha hecho en los ¨²ltimos meses. Pero los pueblos en llamas, la cacer¨ªa de inocentes, la exhibici¨®n p¨²blica del terror con colgados de puentes y el ¨²ltimo episodio reciente, dos crucificados en Zacatecas, alerta inevitablemente al Gobierno y al pa¨ªs de que m¨¢s all¨¢ de los datos, la pesadilla contin¨²a.
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