La riqueza envenenada bajo la tierra de Guerrero
La promesa de prosperidad de las mineras a los pueblos del Cintur¨®n de Oro de Guerrero se ha convertido en una nueva condena: intoxicaci¨®n con metales pesados, escasez de agua, desplazamientos, secuestros, extorsi¨®n y reclutamiento. Si con la droga hab¨ªa control y tr¨¢nsito para exportar un producto, con el oro ha habido una ocupaci¨®n del territorio para exprimir los dividendos que deja la miner¨ªa y un legado t¨®xico.
El comisario El¨ª Sobrevilla lleva un colgante con su anillo de bodas y el cascabel de una serpiente a la que mat¨® por superstici¨®n en mayo de este a?o, durante una temporada que define como ¡°tiempos dif¨ªciles¡±. Para entender qu¨¦ significa esa expresi¨®n en boca de un habitante de Xochipala hay que saber que la comunidad est¨¢ en la sierra del Estado de Guerrero, justo en la entrada de una de las principales carreteras de la hero¨ªna de M¨¦xico, y que el humor popular lleg¨® a rebautizarla como Xochibala. Que hace unos a?os se public¨® un v¨ªdeo en Facebook donde se ve¨ªa a Isaac Navarrete, el jefe del Cartel de la Sierra, uno de los grupos criminales de la regi¨®n, dirigiendo una reuni¨®n en la comisar¨ªa como si se tratara del alcalde. Los lugare?os presentes en esa reuni¨®n ¡ªm¨¢s de una decena, seg¨²n testimonios¡ª fueron secuestrados. Dos siguen desaparecidos. Y tambi¨¦n hay que saber que, en la ma?ana del 4 de octubre de 2017, unos hombres armados llegaron en furgonetas a las fiestas patronales del pueblo y mataron a dos personas. San Francisco de As¨ªs no tuvo quien lo celebrara durante los siguientes a?os.
¡°Lo que sufrimos fue una guerra por la ruta de la amapola porque aqu¨ª no hab¨ªa nada¡±, dice el comisario Sobrevilla. Hist¨®ricamente, la comunidad se ha dedicado a la agricultura, la ganader¨ªa, la construcci¨®n, la recolecci¨®n de chapulines y a migrar a Estados Unidos. Ahora, asegura, ¡°se viene una por el oro¡±.
Es una ma?ana de junio de 2021 y la millonaria maquinaria de Equinox Gold, la multinacional canadiense que explota las tierras comunales de Xochipala, est¨¢ parada en la cima del cerro de Guadalupe. El viento y la lluvia golpean la estructura de l¨¢mina en la que una decena de pobladores pasar¨¢ la noche para hacer su turno en un paro que va a cumplir un mes. Es el segundo plant¨®n de los habitantes desde que, en 2019, los 155 comuneros del pueblo firmaron un convenio de arrendamiento con la multinacional para que pudiera extraer oro de estas cincuenta hect¨¢reas, que parecen mordidas por las fauces de un monstruo mitol¨®gico.
En el camino de dos horas desde el z¨®calo de la comunidad hasta la mina a cielo abierto, la mayor parte por terracer¨ªa, los veh¨ªculos se cruzan con el agua color ocre que baja por una ladera cubierta de m¨¢s de mil plantas a las que la tradici¨®n atribuye propiedades medicinales, los muros a medio construir en la zona de desag¨¹e de la mina y los t¨²neles con n¨²meros y ¡°X¡± pintadas en rojo que siguen el rastro brillante del oro. Jaime Bello, el comisariado de los bienes comunales de Xochipala, dice que el viento ha cambiado con la destrucci¨®n de los cerros y que las sequ¨ªas son m¨¢s largas. Cuando mira la deforestaci¨®n, se lamenta de que las tierras nunca se recuperar¨¢n.
Pero el centro de la protesta no es el impacto ambiental.
Los pobladores denuncian que la empresa ha incumplido su palabra de trabajo para Xochipala. En un inicio, seg¨²n las autoridades locales, prometieron 250 puestos, luego 100; hoy, solo 14 personas de la comunidad trabajan en la mina. Tambi¨¦n reclaman que Equinox Gold est¨¢ explotando otras 100 hect¨¢reas que, de acuerdo con el convenio, solo puede explorar. La diferencia entre explorar y explotar es pagar unos cuatro mil pesos por hect¨¢rea o pagar m¨¢s de 220,000. Es una especie de lucha contra un gigante para que la destrucci¨®n inevitable valga algo la pena.
Xochipala es, hasta ahora, la ¨²ltima comunidad que ha permitido a las multinacionales explotar sus tierras en el conocido como Cintur¨®n de Oro de Guerrero, una regi¨®n que cruza cuatro municipios del Estado y en la que operan dos mineras canadienses: Torex Gold y Equinox Gold. En la primera d¨¦cada de este siglo, los representantes de las empresas llegaron a la zona con una promesa de progreso: la riqueza bajo tierra sacar¨ªa a la regi¨®n de la pobreza y el olvido.
Guerrero es hoy el segundo Estado que m¨¢s oro produce en M¨¦xico, el octavo mayor productor del mundo. Cuando las mineras empezaron sus operaciones en el Estado, la onza de oro rondaba los 650 d¨®lares; este a?o se mantiene por encima de los 1,800. El mineral ha sido un refugio de estabilidad en los mercados internacionales durante la crisis de 2008 o ahora en la pandemia. La inversi¨®n extranjera en la minas de M¨¦xico ha sido de unos 16,000 millones de d¨®lares en la ¨²ltima d¨¦cada, pero el flujo de dinero en los pueblos guerrerenses que se sumaron a la fiebre del oro ha sido una promesa envenenada: desplazamientos, secuestros, extorsi¨®n, asesinatos, desapariciones y reclutamiento. Si con la droga hab¨ªa control y tr¨¢nsito para exportar un producto, con el oro ha habido una ocupaci¨®n para exprimir los dividendos que las minas dejan en el territorio.
Xochipala ha visto lo que les ha ocurrido a sus vecinos. Aun as¨ª decidi¨® permitir que perforaran sus tierras.
¡ª?No tienen miedo de acabar como otros pueblos vecinos?
¡ªTodo es peligroso¡ª, dice El¨ª Sobrevilla.
Despu¨¦s de la negativa de Equinox Gold a las solicitudes para conocer su versi¨®n y visitar las minas, el recorrido de este d¨ªa de junio hasta las tierras comunales de Xochipala hubiera sido imposible sin la autorizaci¨®n del grupo criminal que controla este territorio. Aun as¨ª, las comunicaciones por tel¨¦fono son constantes y nos acompa?a un hombre con una AK-47 colgada en el cuello y una pistola en el bolsillo.
¡°Est¨¢ la Constituci¨®n y luego est¨¢ la realidad¡±, dice el comisario.
En lo alto del cerro, mientras fuma un cigarrillo que parece min¨²sculo en sus enormes manos y observa el barranco, Sobrevilla cuenta el final de una historia sobre c¨®mo ¨¦l aprendi¨® la diferencia entre ideas y hechos.
Despu¨¦s de 15 a?os en Phoenix, Arizona, regres¨® a Xochipala con los ahorros conseguidos en la construcci¨®n. Compr¨® tierras y hasta 150 cabezas de ganado para ¡°no trabajar nunca m¨¢s para nadie¡±. No tardaron en extorsionarlo. La primera vez pag¨® 100.000 pesos, dice. La segunda, 200.000. En la tercera, en enero de 2014, recuerda que estaba con su hija peque?a en el sal¨®n de su casa cuando irrumpieron unos hombres armados con fusiles. Su primera reacci¨®n fue agarrar su pistola, pero desisti¨®. Lo metieron en la cajuela de una furgoneta. Desde all¨ª le escribi¨® un Whatsapp a un amigo para que avisara del secuestro a un ret¨¦n militar cercano. El¨ª Sobrevilla asegura que el mensaje lleg¨®, pero que el Ej¨¦rcito no hizo nada. El trayecto acab¨® en una peque?a casa en un cerro. Para soltarlo, le ped¨ªan medio mill¨®n. Ni pod¨ªa ni quer¨ªa pagar otra vez.
Un d¨ªa, cuenta, llegaron a la casa de seguridad un padre y su hijo. El padre no hab¨ªa pagado su cuota al grupo criminal. El hijo fue asesinado primero. Cuando le toc¨® el turno a El¨ª Sobrevilla lo pusieron de rodillas a la orilla de un barranco. Aquella vez, dice, la diferencia entre estar vivo o morir fueron tres segundos. En el primer segundo tom¨® la decisi¨®n, en el segundo se lanz¨® al vac¨ªo, en el tercero cerr¨® los ojos. S¨®lo escuch¨® los disparos. En el vuelo sinti¨® un impacto de bala. Se sujet¨® de la rama de un encino y se qued¨® colgado ah¨ª unos segundos. Eso amortigu¨® la ca¨ªda. Se quit¨® los zapatos para evitar el ruido al pisar las hojas secas. Los moretones de los ojos provocados por las palizas se los pinch¨® con una hoja de agave. La hemorragia de una herida de bala en la barriga, que ahora muestra, la mitig¨® con la resina de una palma. Camin¨® dos d¨ªas por la sierra hasta llegar al hospital de Chilpancingo, la capital de Guerrero, a unos 50 kil¨®metros de Xochipala.
El¨ª Sobrevilla dice que cuenta esta historia porque todos los involucrados est¨¢n muertos o en la c¨¢rcel. El grupo criminal que controla este territorio ha cambiado desde aquella ¨¦poca. Ahora son los Tlacos, liderados por On¨¦simo Marquina. En alguna de las p¨¢ginas de Facebook de la regi¨®n al propio comisario lo han acusado de tener v¨ªnculos con ellos. ?l lo niega. Dice que alg¨²n conocido s¨ª, pero que ¨¦l no es responsable de lo que hagan sus conocidos. En Guerrero hay un dicho: todos tienen un familiar migrante y otro narcotraficante. El¨ª Sobrevilla dice que solo ¡°intenta hacer bien por el pueblo, porque nadie de fuera lo va a hacer¡±. Para eso sigue su c¨®digo para sobrevivir entre la Constituci¨®n, la realidad y la violencia.
Estos son algunos de sus aprendizajes:
¡°El problema es cuando hay varios grupos, si hay uno solo no hay con quien pelear. Pero eso no quiere decir que haya seguridad, sino m¨¢s tranquilidad¡±.
¡°Antes los grupos se peleaban entre s¨ª y uno no ten¨ªa que ver. Ahora los pueblos son escudos. Y los pueblos tambi¨¦n se est¨¢n armando¡±.
¡°Nos guste o no nos guste todo depende del reglamento, porque, aunque no lo veamos, todo est¨¢ reglamentado. Hay que evitar malentendidos¡±.
¡°Hay que hacer amigos, no enemigos. Pero son amigos para sobrevivir, no para tener al lado¡±.
Al final de la tarde, cuando regresamos al z¨®calo de Xochipala, se est¨¢ celebrando una despedida de soltera. Decenas de personas, algunas disfrazadas, acompa?an una comparsa. El¨ª Sobrevilla y Jaime Bello abren dos latas de cerveza satisfechos. Para un pueblo en el que hasta hace poco no hab¨ªa fiestas patronales y s¨ª noches con calles vac¨ªas, esta temporada no se siente como tiempos dif¨ªciles. En lo alto del cerro, el paro durar¨¢ algo m¨¢s de dos meses. El 30 de julio, la maquinaria de Equinox Gold volver¨¢ a funcionar.
¡®No pod¨ªamos imaginar las consecuencias¡¯
Cuando escuch¨® por primera vez que en Carrizalillo hab¨ªa buscadores de oro, su imaginaci¨®n, la de una estudiante de diez a?os de cuarto de primaria, dibuj¨® aquella historia como una escena de Indiana Jones. Yessi, a la que llamaremos as¨ª por motivos de seguridad, lo cuenta con una sonrisa amarga.
Su segundo recuerdo es el de una adolescente de 13 a?os que en 2007 se sinti¨® orgullosa de que 500 habitantes bloquearan durante 83 d¨ªas a Gold Corp, una de las mineras m¨¢s grandes del mundo, hasta conseguir un pago de 13 millones y medio de pesos al a?o por explotar las minas Los Filos-Bermejal en las tierras comunales del pueblo.
Los siguientes son el de Gilberto Celso Sol¨ªs, secuestrado y cortado en pedazos en 2012; el de un ej¨¦rcito de hombres armados en marzo de 2015, cinco d¨ªas antes del pago anual por las tierras, que mataron a tres personas, incluida una se?ora de 80 a?os; el de fachadas baleadas y el de las instrucciones de su madre de cerrar la puerta y hablar solo lo justo con los vecinos.
El ¨²ltimo recuerdo es el del desplazamiento forzado. A sus 27 a?os, Yessi hace tiempo que vive con sus tres hijos lejos de ese pueblo que en su ni?ez imagin¨® con un futuro dorado.
El camino que ha iniciado Xochipala lo conocen bien los habitantes de Carrizalillo, una comunidad vecina a solo 20 minutos. Si Xochipala firm¨® un convenio hace dos a?os por 150 hect¨¢reas, en Carrizalillo la actividad minera se ha convertido en un sin¨®nimo del pueblo desde hace 15 a?os. ¡°Cuando conoc¨ª la comunidad en 2008 me impresion¨® el bocado que en un a?o la mina le hab¨ªa metido al cerro. Les dije que esta madre se los iba a comer enteros, pero no sab¨ªamos nada de minas y no pod¨ªamos imaginar las consecuencias¡±, dice un integrante de la Red Mexicana contra la Miner¨ªa (REMA).
En menos de un a?o desde el inicio de la explotaci¨®n, seg¨²n los datos de esta organizaci¨®n, 55 personas murieron en Carrizalillo por intoxicaciones de metales pesados, 17 menores de edad. Se sucedieron los partos prematuros y las malformaciones. Familias enteras enfermaron. El 66% de la poblaci¨®n present¨® alg¨²n problema de salud relacionada con la mina. El agua se contamin¨® con ars¨¦nico y empez¨® a escasear. Una familia de Carrizalillo gasta hasta 100,000 pesos al a?o en agua embotellada. Otra parte importante de las rentas que deja la mina se esfuman en tratamientos de salud.
¡°Hubo una ni?ita que naci¨® con los dedos de los pies pegados e incompletos, sin un pulm¨®n y un ri?¨®n. Vivi¨® ocho meses. Hay otro compa?erito que tiene casi diez a?os, que naci¨® sin una parte del cerebro. Su hermano naci¨® con pigmentaci¨®n en la piel. La mam¨¢ ha intentado tener otras tres ni?as. Las tres, prematuras, fallecieron en el parto¡±, cuenta el miembro de REMA.
Y, en 2012, lleg¨® la ocupaci¨®n.
Seg¨²n los registros de la organizaci¨®n Procesos Integrales para la Autogesti¨®n de los Pueblos (PIAP), el primer grupo criminal en llegar al pueblo fue el de Los Rojos, despu¨¦s los Guerreros Unidos y, actualmente, al igual que en Xochipala, Los Tlacos, una escisi¨®n de los primeros.
Uno de los entrevistados sobre la evoluci¨®n de la violencia en Carrizalillo ¡ªque habl¨®, al igual que todos, con la condici¨®n de mantener el anonimato¡ª, define el proceso como ¡°sometimiento por ADN¡±. Los testimonios hablan de casas abandonadas, de secuestros y violaciones de mujeres que fueron devueltas a sus casas con cuatro meses de embarazo para que no pudieran abortar. De ni?os que jugaban con los mismos adultos a los que, de adolescentes, ya reclutados por el crimen, amenazaban de muerte mientras sus propias familias estaban amenazadas de muerte si no cumpl¨ªan el encargo. De sicarios guardando d¨ªa y noche las casas de las autoridades. De una extorsi¨®n que comienza solo por el hecho de vivir en el pueblo.
¡°El crimen establece un sistema de diezmos: si tienes una tienda, si tienes un taxi, si eres ejidatario y recibes una renta, si eres trabajador, si tienes una concesi¨®n de una pipa de agua o un cami¨®n de basura, pagas. Si eres varias cosas, pagas por todo¡±, dice otro integrante de REMA. ¡°La mina tambi¨¦n paga, muchos millones, pero nunca hemos sabido cu¨¢nto¡±.
El mismo d¨ªa en que visit¨¢bamos Xochipala, los trabajadores de la minera en Carrizalillo, tambi¨¦n de Equinox Gold, comenzaron un paro. La ma?ana siguiente subimos hasta la puerta principal de la mina. Por el camino, un silbatazo desde la cuneta anunci¨® nuestra llegada. El grupo de trabajadores ni siquiera quiso hablar del motivo de su protesta (el pago de un bono que la empresa les deb¨ªa). Hab¨ªa pasado poco m¨¢s de medio a?o desde el anterior plant¨®n. En esa ocasi¨®n, los ejidatarios se hab¨ªan sumado para reclamar el cumplimento del convenio. El paro comenz¨® en septiembre. Durante octubre, dice uno de los presentes, empezaron a recibir grabaciones de los Tlacos. En una de ellas les dijeron: ¡°Ya los van a escuchar, ah¨ª va el fiscal, pero si no levantan el paro bajo yo a levantarlos a chingadazos¡±.
¡°?Qu¨¦ hac¨ªa metido ah¨ª un fiscal en vez de investigar secuestros y asesinatos?¡±, se pregunta la misma fuente.
Cuenta que un helic¨®ptero aterriz¨® delante de la protesta. En su interior iba un representante de la minera y un fiscal. El paro se levant¨® al d¨ªa siguiente.
¡®?Quieren negocio? Nosotros tambi¨¦n¡¯
Si alguien conduce desde Chilpancingo por la carretera federal que une Ciudad de M¨¦xico y Acapulco, a su mano izquierda se ubican Xochipala, Carrizalillo, Mezcala y Nuevo Balsas, las cuatro minas principales del Cintur¨®n de Oro de Guerrero. A la derecha est¨¢ la regi¨®n nahua, donde la sierra luce un verde intenso en esta temporada de lluvias. Es 20 de junio, D¨ªa del Padre, y Juventina Ascencio ¡ªcomo fue registrada en honor a su madre¡ª, o Axel ¡ªcomo fue bautizada por la promesa de su padre a un amigo¡ª, se?ala desde el patio de su casa el cerro de su comunidad, San Juan Teltencingo: ¡°Todo est¨¢ lleno de oro¡±.
Juventina Ascencio, de 46 a?os, habla r¨¢pido ¡ªsiempre que puede en n¨¢huatl¡ª, sonr¨ªe con facilidad y es una anfitriona atenta, pero en su tono se percibe el car¨¢cter de una persona acostumbrada a la lucha. Despu¨¦s de huir una noche de casa cuando era una ni?a y vivir en Canc¨²n, regres¨® a su comunidad y se convirti¨® en la primera mujer en tener un cargo en la comisar¨ªa del pueblo.
Su padre, que ahora se resguarda del sol bajo la sombra de un ¨¢rbol, a principios de los 90 march¨® descalzo y lider¨® la oposici¨®n contra el primer megaproyecto que intent¨® asentarse en la comunidad: una hidroel¨¦ctrica del Estado. En 1996, San Juan Telencingo se neg¨® a que la minera Pe?oles explotara sus tierras. Luego se opuso a la construcci¨®n de una pista de carreras de General Motors. En 2016, las mineras canadienses hicieron un nuevo intento para entrar a las tierras del pueblo.
As¨ª transcurri¨® aquella reuni¨®n, seg¨²n Juventina: ¡°Nos dijeron que iban a generar empleo, riqueza. Pero se supone que somos pobres y nos van a llevar las riquezas. Les dije que vamos a hacer negocio. Nos dijeron que van a poner hospital, carreteras¡ para que entre su maquinaria. Todav¨ªa no hab¨ªa pavimentaci¨®n. Les dije: ¡®Es muy bonito lo que est¨¢n diciendo, pero yo no voy a permitir que nos vengan a saquear m¨¢s. ?Quieren negocio? Nosotros tambi¨¦n. Vamos a hacer al rev¨¦s. Mi propuesta es esta: ustedes la van a trabajar y el 99.9% de ganancia se va a quedar aqu¨ª y nosotros vamos a administrar. Y construyan el hospital, la carretera, la cancha¡ y no queremos contaminaci¨®n, ya ver¨¢n c¨®mo le hacen¡¯¡±.
Para Juventina Ascencio, el oro es un adorno que utilizaban sus antepasados, nada m¨¢s. El Estado, un usurpador de tierras. El narco, el otro gran negocio de la regi¨®n, algo que sirve a algunos, pero sobre todo sirve para el mal.
Hace unos a?os, un grupo armado lleg¨® a la regi¨®n. La polic¨ªa comunitaria ya estaba instaurada. Juventina Ascencio no quiere dar detalles por seguridad, pero el resumen de su historia es este: hasta San Juan lleg¨® el rumor de que dos camionetas con hombres armados hab¨ªan secuestrado a dos ni?os de k¨ªnder en dos pueblos aleda?os y se acercaban a la comunidad. Cuando las furgonetas llegaron, en la carretera esperaban 400 personas armadas. Lo ¨²nico que cuenta Juventina es que, igual que las mineras, les hicieron la misma oferta que el narco suele hacer. Ese d¨ªa, dice, San Juan mand¨® un mensaje claro: el ¨²nico due?o de sus tierras es el pueblo.
Este reportaje forma parte de Colapso, un proyecto multiplataforma de Drom¨®manos para entender M¨¦xico desde el medioambiente, los recursos naturales y la crisis clim¨¢tica.