La estatua de Col¨®n no volver¨¢ al Paseo de la Reforma
El conjunto se trasladar¨¢ al Parque Am¨¦rica y en su lugar se colocar¨¢ una representaci¨®n de la mujer ind¨ªgena
Las palomas ya no volver¨¢n a posarse en la estatua de Col¨®n que, tiempo atr¨¢s, vigilaba un tramo del Paseo de la Reforma en la capital mexicana. O, si lo hacen, ser¨¢ en otro sitio. El 10 de octubre del a?o pasado, las autoridades locales ordenaron la retirada del conjunto escult¨®rico de madrugada, dos d¨ªas antes de que se conmemorara el arribo del almirante a las costas americanas. Muchos sospecharon entonces que bajo la excusa de la restauraci¨®n se escond¨ªa una decisi¨®n en firme: sacar a Col¨®n de su pedestal para siempre. As¨ª lo ha anunciado este domingo la jefa de Gobierno de la Ciudad, Claudia Sheinbaum. En su lugar se colocar¨¢ una obra de reconocimiento a la mujer ind¨ªgena. Y Col¨®n, pues navegar¨¢ hacia uno de los parques de la ciudad, en otra alcald¨ªa. La estatua lleg¨® a las costas de Veracruz en 1875 procedente del taller del escultor franc¨¦s Charles Cordier, donada por el empresario y banquero mexicano Antonio Escand¨®n.
Durante meses, el navegante y su acompa?amiento de bronce, los frailes Pedro de Gante, Bartolom¨¦ de las Casas, Juan P¨¦rez de Marchena y Diego de Deza, se instalaron en un taller para su reparaci¨®n. Se dijo que la restauraci¨®n, a cargo del Instituto Nacional de Antropolog¨ªa e Historia (INAH), concluir¨ªa en agosto, pero ser¨ªan las autoridades quienes deber¨ªan decidir su vuelta. Primero fue la figura del genov¨¦s la que fue remozada, despu¨¦s se anunci¨® que tambi¨¦n el pedestal estaba da?ado por el paso del tiempo y la enorme contaminaci¨®n por el tr¨¢fico rodado que soporta este bulevar. Y as¨ª corrieron los meses.
Definitivamente, el Col¨®n de Reforma ha tomado la misma ruta que otras de sus representaciones en Am¨¦rica. Con gran repercusi¨®n cay¨® la estatua que lo homenajeaba en Baltimore, por ejemplo. Don Crist¨®bal no es una de las figuras m¨¢s pol¨¦micas entre los que a¨²n encuentran heridas con la llegada de los europeos al Nuevo Mundo, pero hay quien piensa que fue el que abri¨® el camino que otros siguieron con todo lujo de atrocidades. Lo que algunos ven como 500 a?os de encuentro entre dos mundos, Sheinbaum ha preferido calificarlo como ¡°de resistencia cultural y en m¨²ltiples ¨¢reas¡±. Inevitable ha sido relacionar la estatua de Col¨®n y la llegada de los espa?oles con la visita esta semana del l¨ªder ultraderechista espa?ol Santiago Abascal, de quien la jefa de Gobierno ha vuelto a destacar su ideolog¨ªa ¡°fascista¡±. ¡°Algunos piensan que los espa?oles brindaron civilizaci¨®n a M¨¦xico, no es verdad, tenemos siglos de historia y lo que viene de fuera no es mejor. Nosotros somos una naci¨®n pluricultural¡±, ha se?alado.
El Paseo de la Reforma es casi un museo al aire libre, donde cada glorieta tiene un s¨ªmbolo y donde en los ¨²ltimos tiempos los ciudadanos han ido colocando otros para dejar constancia de causas recientes, como los mineros sepultados en Pasta de Conchos, los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa o los 49 ni?os muertos en el incendio de una guarder¨ªa en Sonora. Son luchas vivas que encuentran en el coraz¨®n de la capital de M¨¦xico un espacio de reivindicaci¨®n y visibilidad. Por la misma raz¨®n, es la ciudadan¨ªa la que a veces reclama la retirada de estatuas que no sienten conformes a los tiempos actuales. Col¨®n parece ser una de ellas. Adem¨¢s, Sheinbaum ha comentado a los medios de comunicaci¨®n que han recibido en estos meses muchas cartas en las que se ped¨ªa un gesto con las mujeres ind¨ªgenas. ¡°Este ser¨¢ un reconocimiento milenario y actual, el centro de la ciudad es el centro de nuestra historia¡±.
Horas antes de que se retirara el conjunto de bronce que presid¨ªa el navegante, en las redes sociales ya se hablaba de su derribo como peculiar conmemoraci¨®n del 12 de octubre y una campa?a de recogida de firmas solicitaba al gobierno local su desaparici¨®n por tratarse, dec¨ªan, de un homenaje al colonialismo. Sentimientos y reflexiones est¨¢n muy vivos en M¨¦xico este a?o, cuando se cumplen 500 de la ca¨ªda de Tenochtitlan a manos de Hern¨¢n Cort¨¦s y sus aliados. La retirada de la estatua de Col¨®n se convierte as¨ª en una de las aportaciones de la capital en ese sentido.
La jefa de Gobierno ha reconocido al almirante como ¡°un gran personaje, universal¡±, pero opina que el centro de la ciudad debe contar con un reconocimiento a la mujer ind¨ªgena, de ah¨ª el cambio, acordado, ha explicado, tras acuerdos con el Senado. ¡°Se le dar¨¢ un lugar, no se trata de esconder la escultura¡±. Preguntada por su nueva ubicaci¨®n, Sheinbaum ha se?alado en concreto el Parque Am¨¦rica, en la alcald¨ªa de Miguel Hidalgo.
Las estatuas han sido siempre parte de las ciudades. Est¨¢n ah¨ª como homenaje, pero tambi¨¦n como lecciones de historia que deben permanecer en la memoria colectiva aunque miles de paseantes las dejan de lado cada d¨ªa sin sospechar apenas qui¨¦nes son esos seres de piedra. El derribo de las estatuas parece ahora una intervenci¨®n art¨ªstica, una performance, una declaraci¨®n de intenciones similar a lo que se pretende cuando se las coloca en los pedestales.
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