Vecinos del cerro Chiquihuite: ¡°Cayeron piedras esta misma semana y no hicieron nada¡±
Pobladores de la colonia L¨¢zaro C¨¢rdenas, en Tlalnepantla, denuncian deslaves previos a la fatal avalancha que aplast¨® varias casas este viernes
No hab¨ªa qui¨¦n calmara a Sara L¨®pez este viernes cuando, ya de noche, un militar le dijo el nombre de una de las v¨ªctimas del deslave del cerro Chiquihuite: Mar¨ªa Mart¨ªnez. ¡°?Era amiga de la familia de toda la vida!¡±, sollozaba la mujer, que hab¨ªa dejado su casa en la tarde ante el peligro de nuevos derrumbes. ¡°?Es seguro que es ella?¡±, le preguntaba al militar, integrante del Equipo de Respuesta Inmediata a Emergencias o Desastres del Ej¨¦rcito (ERIED). El militar contest¨® que s¨ª.
Acompa?ada de su hija, L¨®pez, de 51 a?os, inici¨® entonces una diatriba sobre la soledad de los vecinos del cerro, abandonados por las autoridades del Estado y de Tlalnepantla, su municipio, atendidos solo cuando la tragedia es real y definitiva. ¡°Esta misma semana cayeron piedras. El martes fue. Llamamos, reportamos y no hicieron nada. Siempre es lo mismo¡±, protestaba la mujer frente al sargento del ERIED, que le daba la raz¨®n mientras apuraba un taquito de pollo con huevo, antes de volver al trabajo en el deslave.
Cientos de integrantes de otros tantos equipos de rescate -de Cruz Roja, de Protecci¨®n Civil municipal y estatal, de la Polic¨ªa, de los benditos y s¨ªsmicos Topos- hac¨ªan turnos en la falda del Chiquihuite, buscando supervivientes de la avalancha de tierra y piedras de la ma?ana. Pasada las 13.00 del viernes, toneladas de roca se desprendieron de la ladera del Chiquihuite, cayendo sobre las filas de casas m¨¢s altas, aplastando varias viviendas y sus ocupantes. Hasta este s¨¢bado por la ma?ana, las autoridades cuentan al menos dos muertos y 10 desaparecidos.
Los equipos de rescate trabajaban a destajo. Mientras unos sacan piedras y auscultaban el desastre, los dem¨¢s retomaban fuerzas. El Gobierno del Estado ha anunciado el desalojo de al menos 80 familias como medida de prevenci¨®n. El municipio ha habilitado varios albergues para alojar a los vecinos. La tragedia cierra as¨ª una semana terrible en el centro del pa¨ªs, despu¨¦s de las inundaciones en Tula, en el Estado de Hidalgo, que dejaron 17 muertos en un hospital o la tromba de agua que mat¨® a dos personas en Ecatepec.
Como suele ocurrir en tragedias as¨ª, el barrio se ha organizado deprisa. Locatarios de un mercado cercano instalaron un comedor de campa?a el viernes en una caseta de lat¨®n junto al per¨ªmetro de la zona cero, repartiendo agua, caf¨¦, tacos y refrescos. En este tipo de situaci¨®n, cualquier gesto amable redunda en esperanza colectiva.
El viernes, la se?ora L¨®pez y el militar hablaban junto al puesto de comida. La mujer dec¨ªa que ella ten¨ªa sus papeles en regla y que la casa ha pertenecido a su familia desde hace 50 a?os. Otro se?or se acerc¨® y explic¨® que los deslaves, comunes en ese lado del cerro, no suelen denunciarse porque muchos vecinos, paracaidistas de otros lados, construyeron su casa sin permiso y temen que les echen.
Otros habitantes del Chiquihuite contaban igualmente historias de deslaves recientes. Juan Carlos Cort¨¦s, de 37 a?os, explicaba por ejemplo que 20 d¨ªas atr¨¢s otra roca se hab¨ªa desprendido de la ladera. ¡°Vinieron los polic¨ªas, tomaron fotos y se fueron, pero no hicieron nada. Igual que Protecci¨®n Civil¡±, dijo. El hombre a?adi¨® que ¡°por suerte, la piedra cay¨® al costado de una casa¡±.
Arrinconados al silencio medi¨¢tico, la experiencia previa de los vecinos con los deslaves figura en el centro de la tragedia. La idea de que un desprendimiento as¨ª era previsible, m¨¢s despu¨¦s del sismo del martes, apunta a las autoridades locales y estatales. Pero tambi¨¦n se?ala la incapacidad de un pa¨ªs para atender necesidades b¨¢sicas de sus ciudadanos, como evitar su aplastamiento por piedras enormes.
Vista la cantidad de rocas ca¨ªdas sobre las casas del cerro, resulta complicado pensar en un calendario de rescate. Aupadas sobre pendientes imposibles, la zona del desastre es inaccesible para camiones o excavadoras. Cuanto m¨¢s altas figuran las calles tambi¨¦n son m¨¢s estrechas, hechas de escalones. El sargento del ERIED se?alaba que estar¨ªan muchos d¨ªas quitando piedras del espacio que alguna vez ocuparon un pu?ado de casas humildes.
Para Guillermo Garc¨ªa, un muchacho de 15 a?os que asist¨ªa callado al movimiento de los equipos de rescate, la vida ha cambiado para siempre. A la hora del deslave estaba acabando de desayunar. Escuch¨® un ruido terrible, sali¨® al patio y vio una catarata de piedras descarg¨¢ndose monta?a abajo. Sus siete perros trataron de huir, pero uno qued¨® atrapado baj¨® una de las rocas, que destruy¨® la barda de la vivienda. Bloqueado, sali¨® a la calle y se fue con su mam¨¢ a pedir ayuda. Copo, el perro, se qued¨® en la casa, esperando. Luego ya no le dejaron volver. Mientras la noche se instalaba en el cerro del Chiquihuite, el muchacho explicaba que Copo es blanco y gris, mediano, con el pelo corto. Solo quer¨ªa volver a buscarlo.
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