M¨¢s de 500 haitianos logran romper el cerco del Gobierno y llegan a Ciudad de M¨¦xico
Centenares de migrantes que han cruzado el pa¨ªs desde Tapachula acuden a la sede de la Comisi¨®n Mexicana de Ayuda a Refugiados a la espera de poder arreglar sus papeles de asilo
Ha cumplido dos a?os, pero nunca ha conocido un hogar. La vida de Valentina ha transcurrido en el camino, siempre en tr¨¢nsito. Sus padres, Dinel Jean (37 a?os) y Eliana Belnade (28 a?os), abandonaron su Hait¨ª natal en 2019. Jean era taxista, pero el trabajo empez¨® a escasear, la inseguridad a crecer, y el futuro a ennegrecerse. Junto con otros parientes, la familia se embarc¨® en un viaje que, ahora, muchos meses, miles de kil¨®metros a las espaldas y media docena de pa¨ªses despu¨¦s, les ha llevado a dormir en la acera de la sede de la Comisi¨®n Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar), en Ciudad de M¨¦xico, donde este mi¨¦rcoles, por fin, han conseguido realizar los tr¨¢mites para solicitar asilo. Junto a ellos se encuentran m¨¢s de 500 migrantes haitianos que, pasaporte en mano, empezaron a llegar a la capital el martes¡ªseg¨²n estimaciones de Comar¡ª, y esperan poder obtener sus papeles, despu¨¦s de haber logrado romper el cerco que el Gobierno de Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador ha impuesto a Tapachula, en la frontera de Chiapas con Guatemala, una de las principales v¨ªas de entrada de migraci¨®n irregular al pa¨ªs.
En torno a las oficinas de Comar se agolpan decenas de haitianos. Familias enteras, ni?os peque?os, beb¨¦s, pero tambi¨¦n j¨®venes que llegan solos o con amigos que han hecho durante el camino. Algunos portan mochilas y bolsas de pl¨¢stico con ropa y comida. Otros, no tienen ni eso. Piden bol¨ªgrafos a los periodistas y se sientan en las aceras a rellenar la documentaci¨®n requerida para solicitar asilo. No han entrado juntos a la ciudad. La mayor¨ªa ha decidido viajar por su cuenta o en peque?os grupos, despu¨¦s de que la Guardia Nacional realizara detenciones masivas a la ¨²ltima caravana de migrantes que sali¨® de Tapachula a finales de agosto, ¡ªuna situaci¨®n que provoc¨® cr¨ªticas a nivel internacional por la brutalidad de las intervenciones policiales¡ª. Las historias var¨ªan: algunos llevan d¨ªas caminando, los m¨¢s afortunados consiguieron reunir el dinero suficiente para pagar un autob¨²s.
Jean y Belnade no tienen claro donde pasar¨¢n hoy la noche. No les queda dinero ni conocen a nadie en la ciudad. Rose, de 29 a?os, come una empanada con calma y comenta que espera llegar a Miami, donde tiene familia. Su hija Neide, de tres a?os, sonr¨ªe sin parar y juega con la c¨¢mara de la fot¨®grafa. Esta noche han tenido que utilizar una parada de autobuses como cama. Algunos ¡ªlos menos¡ª podr¨¢n pagar un hotel unos pocos d¨ªas, hasta que se les acaben los ahorros o las remesas que env¨ªan sus familias desde el extranjero. Muchos han dormido en la calle, a la espera de que la sede de Comar abriera sus puertas, y volver¨¢n a dormir aqu¨ª hoy.
No hay un perfil determinado: hay quien quiere quedarse en M¨¦xico para trabajar y quien prefiere llegar a Estados Unidos, en cuya frontera, 15.000 haitianos se encuentran retenidos en un macrocampamento improvisado en Del R¨ªo, Texas, de donde ya est¨¢n siendo deportados por la Administraci¨®n del presidente Joe Biden. En lo que s¨ª coinciden, es en que todos han pasado por Tapachula, una ciudad convertida en campo de refugiados al aire libre donde miles de migrantes esperan que se tramiten sus papeles, ante el colapso de Comar, que lleva meses denunciando que se encuentra sobrepasada y sin recursos suficientes para afrontar la situaci¨®n. En lo que va de a?o, M¨¦xico ha recibido 77.559 solicitudes de asilo, un r¨¦cord hist¨®rico para el pa¨ªs. 18.883 son haitianos, de acuerdo con el ¨²ltimo informe de la comisi¨®n.
¡°Est¨¢bamos en Tapachula y Comar no quer¨ªa hacer nada por nosotros, as¨ª que buscamos alg¨²n lugar donde nos ayuden. Mi idea es conseguir la documentaci¨®n para poder trabajar aqu¨ª, mejor que en Estados Unidos¡±, protesta Leonel Juan, de 41 a?os, mientras compra un batido de chocolate para su hija, Daisy, de cuatro a?os, que se abraza t¨ªmida a la pierna de su padre. A su alrededor, varias personas se api?an y recargan el tel¨¦fono en un puesto ambulante que alquila y vende bater¨ªas port¨¢tiles. Toca dar el parte a la familia, asegurarles que siguen bien.
Yaina, de cuatro a?os, come galletas de chocolate sentada en el regazo de su madre, Linda, que, con crudeza, sintetiza en nueve palabras su motivaci¨®n para migrar: ¡°No puedo volver a mi pa¨ªs porque me matar¨ªan¡±. Han llegado hace apenas unas horas a la ciudad. Ella y su marido decidieron dejar Puerto Pr¨ªncipe, la capital de Hait¨ª, hace cinco a?os ¡ª¡±porque me quer¨ªan secuestrar¡±¡ª y se instalaron en Chile. Pero con el coronavirus la situaci¨®n tambi¨¦n empez¨® a torcerse y la familia decidi¨® trasladarse, probar su suerte en un nuevo pa¨ªs.
De Chile salieron, hace dos meses, en una caravana con m¨¢s de 500 personas. Pero, por el camino, las cosas se fueron complicando. Les asaltaron tres veces. Vio como violaban a dos ni?as de 11 a?os. Presenci¨® el asesinato de una docena de sus compa?eros. Tuvieron que caminar m¨¢s de dos d¨ªas seguidos sin encontrar comida ni bebida, y m¨¢s personas fallecieron de hambre, sed y cansancio. ¡°A veces los ladrones te matan solo por gusto. Si uno muere, no puedes hacer nada. Tienes que sobrevivir. En el camino no hay padres, madres, hijos, hermanos. Solo se piensa en salvar la vida. No quiero que nadie tenga que pasar por esto¡±.
Al igual que Linda, la mayor¨ªa de los haitianos que han llegado esta semana a la capital no vienen directamente de su pa¨ªs, sino de Brasil o Chile, donde emigraron en busca de trabajo y seguridad. En la ¨²ltima d¨¦cada, Hait¨ª ha sobrevivido a dos terremotos ¡ªen 2010 y este agosto¡ªque dejaron miles de muertos y da?os incalculables; el magnicidio de su presidente, Jovenel Mo?se, el pasado julio, y una prolongada crisis pol¨ªtica y econ¨®mica que ha sumido al pa¨ªs en la violencia y lo ha convertido en el m¨¢s pobre de Am¨¦rica Latina.
El martes por la noche, Ana Enamorado (49 a?os) recibi¨® la llamada de un amigo periodista avis¨¢ndola de que mucha gente estaba durmiendo a la intemperie en los alrededores de la sede de Comar. Ella empez¨® a mover contactos y consigui¨® que recibieran a seis personas en el albergue de Toch¨¢n. Pero seis eran muy pocos. Llam¨® a sus socios y prepararon como pudieron su peque?a cafeter¨ªa, en el centro de Ciudad de M¨¦xico, para acoger a otras 13. Ahora intentan que la ciudad habilite un refugio en condiciones. ¡°Este no es un espacio adecuado, no hay agua caliente ni camas¡±.
Claudia Sheinbaum, la jefa de Gobierno de Ciudad de M¨¦xico, ha anunciado en una escueta rueda de prensa que se reunir¨¢ con el Instituto Nacional de Migraci¨®n para coordinar la situaci¨®n. Al cierre de esta publicaci¨®n, no se han habilitado nuevos recursos de acogida para atender a los migrantes.
La familia de Andr¨¦ Audin es de las pocas que ha podido descansar bajo techo en la cafeter¨ªa de Enamorado. Dice que ¨¦l, su esposa y su hija de veinte meses, se han gastado 13.000 pesos [m¨¢s de 500 euros] desde que salieron de Tapachula, hace un mes. Miles de d¨®lares en total desde que dejaron Brasil, pa¨ªs donde se instalaron en 2013. Recuerda con horror el viaje hasta aqu¨ª: ¡°Si pasas de Colombia a Panam¨¢ vivo, tienes que agradec¨¦rselo a Dios. Nunca en la vida voy a volver a hacer esto. Ocho a?os en Brasil para perder todo en tres horas de camino. Haces cosas que piensas que nunca ibas a hacer¡±. Quiere que ¨¦l y su familia se queden a vivir en M¨¦xico, y pide, como cualquiera, trabajo y una vida tranquila. ¡°Un d¨ªa tengo que sentarme a escribir nuestra historia¡±, a?ade. Para que su hija sepa por lo que tuvieron que pasar sus padres.
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