¡°Jam¨¢s salgo al campo a buscar muertos, yo voy a buscar vidas¡±
A Ana Enamorado la vida se le quebr¨® hace casi 12 a?os, el d¨ªa que a su hijo ?scar lo desaparecieron en Jalisco. Procedente de Honduras, se traslad¨® a M¨¦xico, y se ha convertido en una referente internacional en la b¨²squeda de desaparecidos
Hay fechas que nunca se olvidan.
Es la tarde de un jueves lluvioso en el centro de Ciudad de M¨¦xico y Ana Enamorado tiene prisa. Pero eso no es nuevo. Siempre tiene prisa. O, por lo menos, la tiene desde aquella jornada marcada a fuego en su memoria, el 19 de enero de 2010: el ¨²ltimo d¨ªa que habl¨® con su hijo, ?scar Antonio L¨®pez Enamorado, desaparecido en el Estado de Jalisco. Procedente de Honduras, Enamorado se traslad¨® a Ciudad de M¨¦xico para encontrar a su descendiente. A partir de ese momento su vida se convirti¨® en una vor¨¢gine de jornadas de b¨²squeda, reuniones, eventos, protest...
Hay fechas que nunca se olvidan.
Es la tarde de un jueves lluvioso en el centro de Ciudad de M¨¦xico y Ana Enamorado tiene prisa. Pero eso no es nuevo. Siempre tiene prisa. O, por lo menos, la tiene desde aquella jornada marcada a fuego en su memoria, el 19 de enero de 2010: el ¨²ltimo d¨ªa que habl¨® con su hijo, ?scar Antonio L¨®pez Enamorado, desaparecido en el Estado de Jalisco. Procedente de Honduras, Enamorado se traslad¨® a Ciudad de M¨¦xico para encontrar a su descendiente. A partir de ese momento su vida se convirti¨® en una vor¨¢gine de jornadas de b¨²squeda, reuniones, eventos, protestas, actos, juicios, charlas. Ahora, casi 12 a?os despu¨¦s, sigue buscando. Pero no solo a su reto?o. Tambi¨¦n a otros hijos, hermanas, primas, maridos, cu?ados, suegros. A cualquier persona que, en su proceso migratorio, haya desaparecido en M¨¦xico. Busca, acompa?a, asesora. Y no descansa.
En un rato, tendr¨¢ una reuni¨®n con representantes de las comisiones de b¨²squeda. En septiembre de 2020, una d¨¦cada despu¨¦s de la desaparici¨®n de ?scar, consigui¨® por fin judicializar el proceso, que el Estado empezara a buscar de verdad. ¡°Despu¨¦s de haber contratado abogados independientes se ha logrado destrabar varias cosas, y se han descubierto todas las omisiones de las autoridades, las violaciones graves a los Derechos Humanos. Todos los datos que ten¨ªamos los dejaron perderse. Ahora estamos intentando avanzar con lo que se puede, pero a estas alturas ya se borr¨® mucha informaci¨®n¡±, explica.
Durante la primera entrevista, el celular le suena cuatro veces. Una familia de El Salvador, preocupada porque hace d¨ªas que no tienen noticia de su suegro, y no saben qu¨¦ hacer. Alguien preguntando por procedimientos legales. Su tel¨¦fono, como ella, nunca descansa. Siempre est¨¢ recibiendo llamadas de gente que necesita su ayuda. Enamorado presta apoyo en los acompa?amientos legales, les ense?a a desenvolverse en el terreno hostil de la burocracia mexicana. Hace de br¨²jula en la tragedia.
Por el camino, la madre de ?scar, de 49 a?os, se ha convertido en una referente internacional en la lucha contra la impunidad, contra el olvido, en la b¨²squeda de las casi 100.000 personas desaparecidas desde 1964 en M¨¦xico ¡ª93.463, de acuerdo con el ¨²ltimo recuento del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No localizadas¡ª, que ostenta el macabro r¨¦cord de ser el pa¨ªs de Am¨¦rica con m¨¢s desaparecidos, seg¨²n Amnist¨ªa Internacional.
Ella principalmente se dedica a ayudar a familias centroamericanas, que han perdido el rastro de sus parientes a su paso por el territorio mexicano. Ha establecido contacto con gente de Honduras, Nicaragua, El Salvador, Guatemala, pero tambi¨¦n con afectados del otro lado del Atl¨¢ntico, con familiares de migrantes de Argelia o T¨²nez desaparecidos en su ruta hacia las costas europeas. De hecho, acaba de volver de dar una serie de conferencias sobre ello en Espa?a, invitada por CEAR Euskadi. Hace dos a?os estuvo tambi¨¦n recorriendo la pen¨ªnsula, como parte de la caravana Abriendo Fronteras.
¡ªEstos 12 a?os destruyeron mi vida totalmente. Yo fui abandonando todo, porque no le encontraba sentido a nada, no ten¨ªa sentido luchar. Yo lo que quer¨ªa era encontrar a mi hijo, y despu¨¦s de mi llegada aqu¨ª me enfoqu¨¦ totalmente en b¨²squedas, en acompa?amientos, esa ha sido mi lucha. Obviamente esto le cambia la vida a las familias de una manera muy dr¨¢stica, porque nosotros ya no podemos tener un trabajo formal, con horarios fijos. Eso ya no es as¨ª. La vida nuestra ya no es as¨ª. Tenemos que vivir los tiempos entre los trabajos, las b¨²squedas y los acompa?amientos. Eso es lo que hago yo, por eso no descanso nada. Tengo los tiempos limitados, de una cosa salgo corriendo a la otra. As¨ª es, al menos, mi vida.
La desaparici¨®n de ?scar
?scar Antonio L¨®pez Enamorado emigr¨® en 2008. Su madre no recuerda bien el d¨ªa: hay fechas que es mejor olvidar.
En ese momento, ¨¦l ten¨ªa 20 a?os, y Honduras era un pa¨ªs imposible. Viv¨ªan en San Pedro Sula. ¡°Trabaj¨¦ en empresas muchos a?os. Despu¨¦s, renunci¨¦ porque mi hijo ya estaba entrando en la adolescencia y puse un negocio para que estuvi¨¦ramos juntos de alguna manera. Est¨¢bamos bien en realidad, a mi hijo no le faltaba de nada, salvo seguridad en el pa¨ªs¡±. La violencia ard¨ªa en cada esquina y consum¨ªa la ciudad. ?scar se fue un a?o antes del golpe de estado, y en el ambiente empezaba a palparse esa tensi¨®n, esa electricidad est¨¢tica que precede a los grandes derrocamientos pol¨ªticos.
¡°El pa¨ªs ya estaba fuerte, se ve¨ªa imposible vivir en Honduras, sobre todo los j¨®venes que aspiran a tantas cosas, que aspiran a crecer. ?scar estaba estudiando y pensaba en su futuro. Conforme ¨¦l iba creciendo se daba cuenta de lo que iba pasando, de que eso no era una vida normal, vivir cuid¨¢ndose, escondido, encerrado. Eso fue lo que motiv¨® a mi hijo a salir, como le pasa a muchos j¨®venes¡±, recuerda.
?scar viaj¨® a Estados Unidos porque pretend¨ªa encontrar trabajo y poder estudiar para ser abogado. Lleg¨® al pa¨ªs norteamericano, pero all¨ª conoci¨® a alguien que le convenci¨® para ir a Jalisco. Le prometi¨® un trabajo mejor, con m¨¢s sueldo. Acept¨® y cruz¨® la frontera hacia el sur. Tres meses antes de su ¨²ltima conversaci¨®n, Enamorado recibi¨® una llamada. Le dec¨ªan que su hijo hab¨ªa estrellado una furgoneta, que ten¨ªa que pagar la fianza. ¡°Envi¨¦ el dinero y le llam¨¦ por medio de otro tel¨¦fono que me dieron para avisar de que ya estaba hecha la transferencia. Eso fue todo¡±, rememora.
El 19 de enero de 2010, su hijo logr¨® ponerse en contacto con ella. ¡°Me dijo que estaba en un lugar que era como una isla¡±. Pero la llamada se cort¨®. Y desde entonces, silencio al otro lado de la l¨ªnea. Despu¨¦s de dos a?os de pelea in¨²til contra las autoridades de su pa¨ªs, de que nadie se hiciera responsable de nada, Enamorado cogi¨® sus cosas, dej¨® en Honduras a su expareja, el padre de ?scar, ya que cre¨ªa que no estaba haciendo lo suficiente para buscarlo, y se fue a M¨¦xico.
Aterriz¨® el 15 de octubre de 2012: hay fechas que siempre se recuerdan.
El proceso de b¨²squeda de ?scar estuvo plagado de irregularidades y omisiones, denuncia. ¡°Yo ten¨ªa mucha informaci¨®n de c¨®mo fue la desaparici¨®n de mi hijo, en qu¨¦ lugar se encontraba, d¨®nde, con quienes, hab¨ªa n¨²meros de tel¨¦fono, personas a quien investigar. Hab¨ªa varias l¨ªneas de investigaci¨®n que la autoridad ten¨ªa que seguir, pero ten¨ªa que hacerse de inmediato, y nada de todo eso pas¨®. Ning¨²n avance, ni siquiera rastrearon n¨²meros telef¨®nicos, llamadas, absolutamente nada. Lo ¨²nico que hicieron fue citarme para hacerme la prueba del ADN. Lo primero que hacen las autoridades es pensar que la persona que est¨¢ desaparecida est¨¢ muerta, no hacen b¨²squeda en vida. Yo jam¨¢s salgo al campo a buscar muertos, yo voy a buscar vidas¡±.
En 2015, en Jalisco, las autoridades le entregaron las cenizas de un cuerpo. Aseguraban que se trataba de ?scar, pero los restos estaban completamente calcinados y no aportaban ninguna prueba gen¨¦tica, ninguna evidencia con la que comprobar su veracidad. Enamorado rechaz¨® que ese fuera su hijo. ¡°Yo llamo a todo eso cr¨ªmenes de estado. El deshacerse de los cuerpos, el incinerar. Sabemos de lo que llaman los tr¨¢ileres de la muerte, con m¨¢s de 300 cuerpos que quer¨ªan desaparecer¡±.
El oasis de La Resistencia
En este tiempo, Enamorado se ha mantenido gracias a la solidaridad de la gente, a las redes de apoyo de otros familiares de v¨ªctimas, a las organizaciones que trabajan con ellos. Este a?o, ha decidido crear su propia agrupaci¨®n, la Red Regional de Familias Migrantes. En apenas tres meses de existencia ya llevan nueve casos. Y, adem¨¢s, se mueve entre otros mil proyectos de lucha social. Como La Resistencia, que podr¨ªa ser el t¨ªtulo de su biograf¨ªa, pero en realidad se trata de un espacio pol¨ªtico en el centro de Ciudad de M¨¦xico. Un establecimiento que aglutina cuatro iniciativas distintas: un caf¨¦ con solo materia prima comprada directamente a agricultores mexicanos; una galer¨ªa donde se exponen las creaciones de artistas locales contestatarios; una tienda donde los artesanos pueden comercializar sus productos; y Enam¨®rate de Ana: una l¨ªnea que Enamorado ha creado para financiar la b¨²squeda de su hijo. Vende desde bolsas con la cara de ?scar a tazas, pasando por ingredientes naturales de comercio justo.
¡°Creo que para ella La Resistencia es un remanso¡±, expone Mariana Nah¨®n, amiga de Enamorado y encargada de gestionar el caf¨¦. ¡°Sin esto, todo eran reuniones, llamadas, y aqu¨ª la vida nos ha juntado a personas con caracter¨ªsticas muy espec¨ªficas, con vocaci¨®n social. Y Ana encaj¨®¡±, contin¨²a. ¡°Es una figura con mucha fuerza, al mismo tiempo que c¨¢lida y dulce. Convivimos momentos dif¨ªciles con ella, como el cumplea?os de ?scar, y tres semanas despu¨¦s es capaz de llegar con un pastel, con el pan o el caf¨¦ que te gusta, de tener gestos de vida y amor¡±. Ella y Enamorado se conocen desde hace apenas unos meses, pero hubo qu¨ªmica, cuenta Nah¨®n. ¡°Yo le llamo Ana la necia, y se r¨ªe, me dice que s¨ª. Es multitask, y eso le permite mantenerse funcional¡±.
Este s¨¢bado, a pesar del calor, Enamorado viste un abrigo blanco. Se refugia detr¨¢s de un ordenador, sentada en La Resistencia. Sobre la mesa hay dos tel¨¦fonos m¨®viles. A su alrededor, libros pol¨ªticos, serigraf¨ªas, carteles, dibujos, vestidos artesanales, tallarines, caf¨¦ org¨¢nico. Espera una llamada urgente, avisa, por lo que es probable que tenga que ausentarse durante la entrevista. Es una persona a la que su trayectoria le ha ense?ado a ser celosa de su intimidad. Ante ciertas preguntas se incomoda y dice que no cree que la respuesta sea relevante.
La Resistencia es un local de paredes blancas, alargado y no muy ancho, pero sirvi¨® para alojar a varias familias de los m¨¢s de 500 migrantes haitianos que llegaron a la ciudad procedentes de Tapachula hace un mes. Enamorado consigui¨® que los acogieran en el espacio, y despu¨¦s, que los derivaran a otros albergues. Todav¨ªa mantiene contacto con todos ellos. Lleva un registro con sus nombres y el lugar donde fueron recibidos: los monitoriza para evitar que nadie los desaparezca.
¡°Los migrantes vinieron por ella, pero nosotros la echamos una mano en todo lo que podemos¡±, expresa Reynaldo Tenorio, un artesano que vende en La Resistencia sus esculturas, talladas a partir de huesos de vaca y de corazones de aguacate. Tenorio est¨¢ preocupado. Teme que, debido a la sobreexposici¨®n pol¨ªtica de Ana, alguien embruje a su compa?era: ¡°Yo soy de Oaxaca. All¨ª se da mucho eso de la brujer¨ªa, la gente que nos envidia nos hace da?o. Ella es una mujer que lucha mucho, y hay mucha gente mala por ah¨ª¡±.
Hubo un tiempo en que la vida de Enamorado transcurr¨ªa con m¨¢s normalidad, centrada en la rutina, en los placeres cotidianos: ver crecer a su hijo, pasar tiempo con ¨¦l. Ahora ya no concibe una vuelta atr¨¢s. Hace 12 a?os que no se da un descanso, que no tiene unas vacaciones. ¡°Viajo pero no lo disfruto. Toda esa vida se acab¨® para m¨ª. No puedo evitar pensar todo el tiempo d¨®nde estar¨¢ ?scar, c¨®mo estar¨¢. No es un sentimiento de culpa, es de tristeza¡±.
Dice que cuando encuentre a su hijo, no parar¨¢ su labor, que seguir¨¢ trabajando para localizar a personas desaparecidas. Tambi¨¦n sabe que no puede volver a vivir a Honduras, que su futuro se ha quedado para siempre anclado en M¨¦xico. Los ¨²nicos momentos en que se detiene es cuando su cuerpo no puede aguantar tanto movimiento, tanto estr¨¦s, tanto dolor, y sufre dolores, contracturas. Un peaje cr¨®nico que pagar en un camino que parece no terminar nunca.
Hay vidas que nunca se olvidan.
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