Cecilia Flores: ¡°Quiero volver a ver a mis hijos, aunque sea en un pu?ado de huesos¡±
La fundadora del colectivo ¡®Madres Buscadoras de Sonora¡¯ lleva m¨¢s de siete a?os buscando a sus desaparecidos, ha sido amenazada por el crimen organizado, pero teme sobre todo a las autoridades
Solo una madre desesperada por encontrar a sus hijos rascar¨ªa con sus propias u?as el suelo bald¨ªo, gris y polvoriento para traerlos de vuelta; aunque solo sea un trocito, un pu?ito de huesos. Solo una madre como Cecilia Flores, con los brazos vac¨ªos, comprende lo que es la angustia y el dolor insoportable de la ausencia.
Ella es una de las miles de personas que buscan a los casi 90.000 desaparecidos que hay en M¨¦xico. Nacida en Sonora hace 48 a?os, cada d¨ªa se levanta con la esperanza de que su trabajo sirva para restar alg¨²n nombre a esa larga lista que aumenta sin freno. Las madres como ella llevan d¨¦cadas escudri?ando el monte y el desierto. Buscando en fosas clandestinas, peinando las barrancas y rebuscando en los basureros; reconociendo el olor de la carne en descomposici¨®n y los cuerpos descuartizados. Todo ello con la ¨²nica esperanza de parar ese sufrimiento. De encontrar algo que poder volver a enterrar de nuevo. De lograr un poco de paz. Y, ?por qu¨¦ no? quiz¨¢ de hallar a sus familiares a¨²n con vida.
Sin descanso, Flores busca a sus hijos desde 2015. Ambos secuestrados por el crimen organizado en Sinaloa y en Sonora. Ni siquiera aquella vez que un sicario le apunt¨® a la cabeza y le orden¨® que se arrodillara, cej¨® en su empe?o de encontrar a Alejandro y a Marco Antonio. ¡°Pensaba que me iban a matar, as¨ª que mir¨¦ a los ojos al que me apuntaba y le dije: Si me vas a matar, disp¨¢rame de frente y piensa en tu madre porque ella, el d¨ªa que t¨² desaparezcas, te estar¨¢ buscando como yo busco a mis hijos¡±. Cecilia dice que est¨¢ enojada con Dios por permitir el calvario que atraviesa, aunque reconoce que aquel d¨ªa, cuando vio la muerte tan de cerca, algo o alguien sobrenatural cuid¨® de ella.
La llaman La mam¨¢ grande de Sonora y hace tres a?os cre¨® junto a otras mujeres el colectivo ¡®Madres Buscadoras de Sonora¡¯. Era 10 de mayo, el d¨ªa en que los mexicanos celebran en d¨ªa de la madre. Al principio eran muy poquitas y no ten¨ªan casi herramientas. Retransmit¨ªan todas sus b¨²squedas a trav¨¦s de Facebook para documentar todo lo mejor posible. Despu¨¦s de unos a?os, 2.000 personas forman parte de esta red de buscadoras. Quieren encontrar a los cerca de 5.000 desaparecidos que hay solo en el Estado desde que ella empez¨® el recuento en 2015. ¡°Sonora es una enorme fosa clandestina¡±, dice a modo de presentaci¨®n. Tambi¨¦n es un estado fronterizo con Estados Unidos, que es clave para el tr¨¢fico de drogas, armas y personas, en disputa entre varios carteles. Amenazada de muerte, Flores recibe a EL PA?S lejos de su casa, resguardada por el mecanismo de protecci¨®n de defensores de derechos humanos.
El pasado enero, esta mujer menuda, de pelo rubio y ojos peque?os lanz¨® un video que incendi¨® las redes sociales. En ¨¦l, ped¨ªa a los jefes de los grupos del narcotr¨¢fico Rafael Caro Quintero y Crisp¨ªn Salazar que la dejen, a ella y a otras madres, buscar los cuerpos de sus hijos. ¡°No buscamos justicia, lo ¨²nico que queremos es traerlos de vuelta a casa¡±, dice. Su ruego dirigido a los delincuentes da una se?al muy clara de la ineficacia de las autoridades y del estado de las cosas en Sonora y en todo el pa¨ªs. Para estas mujeres la justicia no existe ni tampoco la esperan. ¡°Ya sabemos qui¨¦n manda aqu¨ª porque lo vivimos cada d¨ªa¡±, asegura. ¡°Nosotras hemos ayudado a las madres de los que se llevaron a nuestros hijos a encontrarlos, porque la ¨²nica justicia que s¨¦ que alg¨²n d¨ªa puede llegar es la de Dios¡±, afirma Flores.
Usan picos y palas para desenterrar a sus muertos. En muchos casos ni eso. A menudo lo ¨²nico que queda es una carcasa de ropa ensangrentada, un zapato, una cartera... De acuerdo al testimonio de la mujer, en estos a?os Madres Buscadoras ha encontrado a 672 personas en fosas y con vida a otras 300, a las que han conectado con sus familias en todo el pa¨ªs.
Hace menos de un mes, el colectivo encontr¨® un crematorio clandestino en el municipio de Santa Ana, al norte del Estado. La Fiscal¨ªa identific¨® al menos ocho cuerpos, aunque las mujeres aseguran que hay restos de m¨¢s de 20 personas. Una llamada an¨®nima alert¨® a Flores de la ubicaci¨®n del campo de exterminio. La persona que habl¨® con ella tambi¨¦n le devolvi¨® un poco la esperanza. Es posible que Marco Antonio tambi¨¦n est¨¦ en esa fosa, pero la mujer se queja de la inacci¨®n de las autoridades. Ha llegado a tocar la puerta del presidente L¨®pez Obrador en Palacio Nacional; ha hablado con el nuevo gobernador del Estado, el morenista Alfonso Durazo, y ha tenido varias entrevistas con el comisionado nacional de Derechos Humanos, Alejandro Encinas. Sin resultado. ¡°Nada¡±. La madre siente que despu¨¦s de las buenas palabras, la ¨²nica que de verdad se mueve es ella. ¡°Quiero volver a ver a mis hijos, aunque sea en un pu?ado de huesos¡±, repite varias veces durante la entrevista.
¡°Las autoridades con su tecnolog¨ªa me pueden ayudar, pero no han querido. En la Fiscal¨ªa de Sonora siempre me hacen las mismas promesas, pero nunca me dan respuestas¡±, denuncia la mujer y se queja de que por muchos millones destinados en el presupuesto federal para las personas desaparecidas, los recursos no llegan a las madres, las que cada d¨ªa trabajan en el campo. ¡°Ya somos investigadoras privadas, antrop¨®logas, las que toman cuerpos... Antes no sab¨ªamos nada, pero ahora hemos aprendido y somos m¨¢s eficientes que las propias autoridades porque tenemos m¨¢s respuestas. Nosotras, un pu?o de mujeres que no tenemos nada qu¨¦ hacer y que nom¨¢s andamos calentando el terreno e interrumpiendo sus investigaciones, como dicen ellos¡±, reprocha.
El a?o pasado, Flores tuvo que salir huyendo de Sonora con lo puesto. El 15 de julio, un comando lleg¨® a la casa de su compa?era Aranza Ramos, en Sinaloa. La mujer de 27 a?os llevaba seis meses buscando a su marido desaparecido. Fue asesinada esa misma noche. Horas despu¨¦s, una llamada alert¨® a Cecilia: la muerte de Ramos era una advertencia, ella era la siguiente. Eso le dijeron. Hace dos semanas, la Fiscal¨ªa inform¨® que hab¨ªa detenido al autor material del feminicidio de su amiga. Ella espera poder regresar de nuevo a Sonora para seguir buscando junto a sus compa?eras.
- ?Sigue teniendo miedo de que la maten, se?ora Cecilia?
- S¨ª, aunque tengo m¨¢s miedo de las autoridades que de los carteles. En realidad, mi miedo m¨¢s grande es no volver a ver a mis hijos. Llevo muerta en vida desde que se los llevaron, para m¨ª ya no hay Navidad, ni cumplea?os, ni A?o Nuevo...
Esta semana a 1.500 kil¨®metros de Sonora, Flores y la brigada Nacional de B¨²squeda encontraron seis bolsas con restos humanos en Jalisco enterrados en un parque infantil. En esa misma zona las autoridades ya hab¨ªan hecho un rastreo previo y hab¨ªan descartado el lugar. ¡°Buenos, malos, culpables o inocentes son nuestros hijos y voy a ir hasta el mismo infierno a buscarlos¡±, agrega.
El d¨ªa que Alejandro desapareci¨® en Sinaloa, hac¨ªa pocas horas que acababa de despedir a su madre con un abrazo en la estaci¨®n de autob¨²s. Ten¨ªa un trabajo nuevo y empezaba una nueva vida junto a su novia. Muchas noches, Flores sue?a con aquel momento. En el sue?o Alejandro pregunta si despu¨¦s de desaparecer alguien lo est¨¢ buscando. ¡°Nadie m¨¢s que tu madre¡±, le responde Cecilia.
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