La guerra entre dos c¨¢rteles de la droga, detr¨¢s de la masacre de 20 personas en Michoac¨¢n
La pelea por el municipio oriental del Estado, clave en el corredor de narcotr¨¢fico hacia el centro y la capital de M¨¦xico, motiv¨® el asesinato m¨²ltiple para debilitar el poder del Cartel Jalisco en la zona, seg¨²n fuentes oficiales
La ¨²nica diferencia entre una guerra declarada y las matanzas que soporta Michoac¨¢n estos d¨ªas es la ausencia de Estado. La masacre de 20 personas el pasado domingo en un palenque clandestino en el municipio de Zinap¨¦cuaro consisti¨®, seg¨²n confirman fuentes oficiales a este peri¨®dico, en un asesinato m¨²ltiple cometido por los miembros de una facci¨®n de los hist¨®ricos due?os del territorio, La Familia Michoacana, contra los nuevos, el Cartel Jalisco Nueva Generaci¨®n. Y as¨ª como ti?en de sangre decenas de municipios de Tierra Caliente, una batalla casi id¨¦ntica se libra hacia el este del Estado, el corredor clave de narcotr¨¢fico hacia el centro del pa¨ªs y su capital. Hombres acribillados a balazos en las carreteras, fusilados a plena luz del d¨ªa, alcaldes ejecutados, minas antipersonas, tanques modificados para el combate, los llamados monstruos, y miles de desplazados de sus casas son las postales que cada semana env¨ªa Michoac¨¢n al resto del pa¨ªs. Una guerra salvaje sin una autoridad, ni militar ni policial, que logre contener la sangr¨ªa.
La reconstrucci¨®n de los hechos, seg¨²n fuentes estatales consultadas por este diario, apunta a un actor clave, Daniel Correa, l¨ªder de Los Correa, que desde hace a?os se hab¨ªa repartido el pastel de la zona este de Michoac¨¢n, que colinda con Guanajuato ¡ªel Estado antes pr¨®spero y ahora conocido por ser el m¨¢s mort¨ªfero del pa¨ªs¡ª y a pocos kil¨®metros del Estado de M¨¦xico (entidad que rodea a la capital y donde reside buena parte de su clase trabajadora). Este rinc¨®n se lo disputa ahora el cartel oriundo ¡ªescisi¨®n de otro m¨¢s antiguo, La Familia Michoacana¡ª contra los reci¨¦n llegados, el Cartel Jalisco Nueva Generaci¨®n, de Nemesio Oseguera Cervantes, alias El Mencho, uno de los narcotraficantes m¨¢s poderosos del pa¨ªs. Y la noche del domingo, Los Correa decidieron dar un golpe definitivo.
Alrededor de las 22.00 horas, montaron a sus hombres a una furgoneta de Sabritas ¡ªlas populares papas en bolsa¡ª y estacionaron frente a la puerta de un palenque clandestino donde se estaba celebrando una pelea de gallos: rancho El Para¨ªso. Ah¨ª, entre apuesta y apuesta, se sospechaba que acudir¨ªan decenas de hombres de los de Jalisco. Entre ellos, el cabecilla de la zona, William Rivera, alias El Barbas, que muri¨® acribillado en la fiesta, seg¨²n han confirmado a este diario fuentes estales. Los hombres de Los Correa apretaron el gatillo de sus metralletas y asesinaron a sangre fr¨ªa a 20 personas. Todav¨ªa hay cuatro hospitalizados por heridas de bala. Entre los muertos estaban el due?o del local, de 59 a?os, y su hijo. Qui¨¦n sabe cu¨¢ntos muertos m¨¢s ajenos al conflicto se llev¨® la lluvia de bala, pues la Fiscal¨ªa consultada por este diario no ha querido ofrecer m¨¢s informaci¨®n.
Hace poco m¨¢s de un mes, en esa zona oriental ¡ªpues los l¨ªmites territoriales del narco se manejan con m¨¢s flexibilidad que los geogr¨¢ficos¡ª presuntos miembros del Cartel Jalisco asesinaron al alcalde de Contepec, Enrique Vel¨¢zquez Orozco. A principios de a?o, un enfrentamiento contra polic¨ªas ministeriales y las autoridades se?alaron de nuevo a los de Jalisco. Los hombres de El Mencho, que se han hecho famosos a fuerza de actos de terror contra la poblaci¨®n en todo el pa¨ªs y de exhibir su artiller¨ªa pesada, tanques y decenas de hombres vestidos con uniforme militar, trataron de controlar este rinc¨®n de Michoac¨¢n. Pero estas tierras ten¨ªan due?os, que se hab¨ªan hecho con el control de la misma forma violenta. Y en medio de esta batalla quedan sus ciudadanos, inermes y solos, conscientes de que cuando el narco quiere, lo incendia todo.
La lista de hechos violentos en la entidad es, de tan cotidiano, abrumador. Cuando estalla una batalla en Aguililla, Zamora se convierte en el municipio m¨¢s letal del pa¨ªs. Cuando asesinan al alcalde de Aguililla, ya hab¨ªan matado al de Contepec. Cuando se acciona una mina antipersona y mata a un campesino en sus propias tierras, poco despu¨¦s, fusilan a m¨¢s de una decena de personas rendidas a las puertas de un velatorio. Dos periodistas asesinados en un mismo municipio, en un mismo medio, despu¨¦s de que el ¨²ltimo avisara de que lo iban a matar. Cuando en Michoac¨¢n uno cree que lo ha visto todo, asesinan a 20 personas m¨¢s. Son los mensajes del narco a la poblaci¨®n y hacia el Gobierno, escritos en muertos, para que nadie olvide qui¨¦n manda.
A finales del a?o pasado, el Gobierno de Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador decidi¨® que pese a su estrategia de no intervenci¨®n en la guerra entre los c¨¢rteles, hab¨ªa que hacer algo en Michoac¨¢n. Esta entidad, a solo un par de horas en coche de la capital, se ha convertido en el epicentro de la violencia de su sexenio. A principios de febrero, se anunci¨® un despliegue in¨¦dito en su mandato que envi¨® a miles de soldados a recuperar pueblos tomados por el narco desde hac¨ªa al menos 10 meses. Pero la violencia no ha cesado.
El lunes, con dos decenas de cad¨¢veres m¨¢s, L¨®pez Obrador volvi¨® a repetir que ¡°la violencia no se combate con m¨¢s violencia¡± y que lo importante es ¡°atacar las causas¡±. Las causas son las condiciones de vida miserables en las que viven miles de pueblos como este en el pa¨ªs, donde cientos de j¨®venes se han convertido en carne de ca?¨®n para poblar las filas del crimen organizado. El presidente insiste una y otra vez en que sus programas sociales ¡ªJ¨®venes Construyendo el Futuro y Sembrando vida¡ª tendr¨¢n un d¨ªa alg¨²n efecto. Tambi¨¦n, que la historia sangrienta de la guerra contra el narco que emprendi¨® Felipe Calder¨®n (2006 a 2012) y que continuara Enrique Pe?a Nieto hasta 2018 solo provoc¨® m¨¢s muerte, m¨¢s desaparecidos en fosas, m¨¢s tragedia.
La sangre del pasado le vuelve a dar la raz¨®n al presidente, aunque nunca en la historia de M¨¦xico, ni siquiera en el peor a?o de la guerra contra el narco, se hab¨ªa matado tanto como ahora (m¨¢s 100 homicidios al d¨ªa en enero y febrero). La persecuci¨®n de los grandes capos, pulveriz¨® los hist¨®ricos c¨¢rteles de la droga en cientos de bandas, una nueva en cada esquina, con capacidad de fuego similar, que siembran el terror a su antojo. Pues el tr¨¢fico de armas y la capacidad de constituirse en un ej¨¦rcito de sicarios la tiene cualquiera. La impunidad rampante, el 95% de los delitos no se resuelve, y un sistema de justicia fallido han sido la tierra f¨¦rtil de la que se siguen alimentando. Pero las autoridades deben encontrar un punto medio entre ver las balas pasar y tener fe en los programas sociales y echar mano de los militares. La sangre de ahora, la urgente, la de este fin de semana o el pr¨®ximo en Michoac¨¢n, no se resolver¨¢ con una beca de estudios o plantando un ¨¢rbol.
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