La odisea del ¡®friso de Placeres¡¯, el enorme trozo de pir¨¢mide maya robado en la selva hace 50 a?os
El relieve de estuco fue robado por un grupo internacional de traficantes de arte en 1968, transportado en cajas hacia EE UU y repatriado a M¨¦xico. El viaje culmina este a?o tras una ambiciosa restauraci¨®n
Es seguramente uno de los robos de antig¨¹edades m¨¢s grandes de Mesoam¨¦rica. ¡°Ser¨ªa como comprar un pedazo del Parten¨®n¡±, dijo entonces uno de los directivos del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, Joseph Veach Noble, al ver el bot¨ªn del gran friso de Placeres, un magn¨ªfico y enorme relieve de estuco del periodo cl¨¢sico maya ¡ª de 8.39 metros de largo, 2.48 metros de alto y casi dos toneladas, que representa a un joven gobernante flanqueado por dos ancestros divinizados ¡ª robado por un grupo internacional de traficantes de obras de arte, que se adentraron en la selva de Campeche y, en 1968, arrancaron en peque?os fragmentos y a punta de sierra el¨¦ctrica la pieza colosal que luego transportaron en avioneta hacia Estados Unidos para venderlo al Met de Nueva York. Sin ¨¦xito. Las 48 piezas del rompecabezas fueron repatriadas a M¨¦xico un a?o despu¨¦s, en 1969, luego de que Thomas P. F. Hoving, entonces director del Met, se negara a pagar 400.000 d¨®lares por ellas y avisara del robo a Ignacio Bernal, c¨¦lebre arque¨®logo y director del Instituto de Antropolog¨ªa e Historia. Tras 54 a?os de aquel m¨ªtico robo, la odisea, por fin, culminar¨¢ en diciembre de este a?o 2022 tras una ambiciosa restauraci¨®n a cargo del coordinador del proyecto de conservaci¨®n, el restaurador Sergio Gonz¨¢lez, con recursos del Patronato del Museo Nacional de Antropolog¨ªa y del Bank of America.
A su llegada a M¨¦xico, en 1969, las 48 piezas de la fachada fueron armadas como si fueran un puzzle por el restaurador Carlos Sig¨¹enza. ¡°Casi la mitad de la superficie es reposici¨®n y solo los estucos del relieve son originales, el restaurador no logr¨® limpiar la policrom¨ªa, ni liberar a la pieza del pol¨ªmero. Dej¨® una capa blanquecina que imped¨ªa ver el dise?o original. Ten¨ªa un acabado muy feo: artificial y de pl¨¢stico. Con eso nos encontramos en 2014, cuando comenz¨® la ambiciosa restauraci¨®n. Antes, la pieza no llamaba la atenci¨®n, no era conocida, Su ¨²nico m¨¦rito era que se la hab¨ªan robado, que se fue a Nueva York y regres¨®¡±, explica el restaurador Sergio Gonz¨¢lez, en entrevista con EL PA?S.
El periodista Karl E. Meyer, en su libro El saqueo del pasado, explica con detalle la sustracci¨®n: ¡°Era un traficante sinverg¨¹enza. Ning¨²n otro ha hecho m¨¢s para satisfacer la demanda de obras de arte que el hombre al que llamar¨¦ Henry Beta¡±, escribi¨®. Beta se inici¨® en el negocio en los a?os cuarenta. Pero, en 1968 realiz¨® uno de sus robos m¨¢s osados. Se adentr¨® en la selva poco explorada de Calakmul ¡ª una de las mayores ciudades del mundo maya, que se levanta en la segunda reserva natural m¨¢s grande de Am¨¦rica, patrimonio mundial ¡ª para arrancar de una pir¨¢mide maya el relieve. La operaci¨®n le cost¨® m¨¢s de 80.000 d¨®lares. Un comerciante de M¨¦rida organiz¨® un grupo de trabajo con el fin de construir una pista de aterrizaje en un campamento chiclero llamado Placeres. Los ladrones cubrieron el relieve con un pol¨ªmero llamado Mowilith para evitar disgregarlo y poder separarlo del resto de la construcci¨®n, usaron sierras el¨¦ctricas que chocaron con clavijas de piedra y las vibraciones desprend¨ªan parte del estuco. Da?o irreparable. Los fragmentos, empaquetados en 48 cajas, fueron trasladados con r¨®tulos falsos a Nueva Orleans; luego a Nueva York. Nunca antes una banda de traficantes de arte precolombino se hab¨ªa atrevido a tanto. Tras el robo, la UNESCO aprobar¨ªa su convenci¨®n de protecci¨®n al patrimonio cultural; Estados Unidos su propia ley para controlar el ingreso al pa¨ªs de arte precolombino y, en 1972, M¨¦xico publica su ley federal sobre Monumentos y Zonas Arqueol¨®gicas, para impedir el saqueo y preservar el patrimonio cultural de la naci¨®n.
¡°Lo que podemos ver es que no fue una t¨¦cnica improvisada; la gente sab¨ªa lo que hac¨ªa y ya ten¨ªan pensado d¨®nde venderlo¡±, explica el restaurador Sergio Gonz¨¢lez, quien trabaja desde hace 17 a?os en el Museo Nacional de Antropolog¨ªa e Historia. ?l present¨® el proyecto de restauraci¨®n porque hab¨ªa detectado deterioro en la estructura que sosten¨ªa la fachada. ¡°El riesgo de que las piezas cayeran y da?aran a alg¨²n visitante, era inminente. En este momento fue cuando nos dimos cuenta de que hab¨ªa un color atr¨¢s del pol¨ªmero, que era lo que estaba visible. Hab¨ªa una policrom¨ªa que no hab¨ªa sido vista desde que fue saqueado¡±, explica. Los especialistas buscaban quitarle el tono rojizo y devolverle su color original, eliminar las sales acumuladas en la m¨¢scara principal y rescatar su iconograf¨ªa. El primer paso del proyecto, en el cual participaron expertos del INAH y del Instituto de Investigaciones Est¨¦ticas de la UNAM, consisti¨® en un registro fotogr¨¢fico y un an¨¢lisis qu¨ªmico de los materiales y de la t¨¦cnica de manufactura. ¡°Los expertos encargados de esta fase ¡ªcoordinados por los restauradores Nora P¨¦rez Castellanos y Armando Arciniega Corona ¡ª identificaron que los pigmentos usados en la policrom¨ªa del relieve son ¨®xidos de hierro en distintos grados de oxidaci¨®n para los colores rojos; negro de humo para las pupilas de los personajes; y blanco a la cal para u?as y otros detalles en los ojos¡±. Se cambi¨® la estructura por una m¨¢s estable y s¨®lida, que hizo al friso tan pesado al grado que se opt¨® por no moverlo; as¨ª se decidi¨® hacer los trabajos de restauraci¨®n en la sala. Tambi¨¦n se limpi¨® el pol¨ªmero. La segunda fase consisti¨® en la estabilizaci¨®n estructural de la pieza, lo que implic¨® la renovaci¨®n del entramado met¨¢lico que le sirve de soporte. ¡°A partir de c¨¢lculos tridimensionales y volum¨¦tricos, soldamos una nueva estructura que apoya cada fragmento con, al menos, cuatro soportes¡±, de modo que las dos toneladas que pesa el relieve descansan sobre un armaz¨®n estable. Una ventaja de la nueva estructura es su car¨¢cter m¨®vil, lo que facilitar¨¢ el mantenimiento de la pieza. Ya estable, la pieza fue sometida a una limpieza integral, la cual requiri¨® de dos a?os de trabajo, entre 2020 y 2021, para retirar totalmente el pol¨ªmero mediante productos creados por los investigadores de este proyecto.
¡°Nos planteamos muchas cuestiones ¨¦ticas, como a qu¨¦ nivel quer¨ªamos mostrar la pieza. Resolvimos que no pretend¨ªamos que se viera bonita, sino garantizar su permanencia en el tiempo. La finalidad es devolverle al relieve las caracter¨ªsticas que ten¨ªa antes de su robo, incluso los da?os propios de estar a la intemperie. queremos mostrar las huellas del tiempo, no queremos quitar la evidencia del desgaste¡±, explica Gonz¨¢lez. La pieza pasa por sus ¨²ltimos retoques: la limpieza, la reintegraci¨®n crom¨¢tica de los resanes y reposiciones para que no sean m¨¢s llamativos que los relieves originales. ¡°La limpieza ha sido la tarea m¨¢s demandante, pues el pol¨ªmero fue dif¨ªcil de retirar, despu¨¦s de permanecer pegado por 50 a?os, y se tuvo que dise?ar un gel especial para este proceso. Otra etapa dif¨ªcil fue que, durante la pandemia, dos de nuestros compa?eros perdieron la vida, Jenny Ayala Cuevas y Felipe Coraza Arguijo. Adem¨¢s, se detuvieron labores para despu¨¦s regresar de forma escalonada. La pausa implic¨® que los trabajos se atrasaran meses¡±, dice el restaurador.
Thomas P. F. Hoving, director del Met, buscaba celebrar el centenario del museo, en 1970, con la exposici¨®n m¨¢s ambiciosa de la?s culturas de Mesoam¨¦rica: ¡®Antes de Cort¨¦s¡¯. Durante a?os, miembros del Met viajaron por Europa y Am¨¦rica La?tina para convencer a propietarios renuentes que prestaran piezas para la exposici¨®n. En diciembre de 1968, el museo ten¨ªa que decidir qu¨¦ hacer con la fachada del templo, que se encontraba en su laboratorio. Antes de que se tomara una decisi¨®n, miembros del museo viajaron a M¨¦xico a una cena. Entre los presentes estaban el banquero y coleccionista Josu¨¦ S¨¢enz y el doctor Ignacio Bernal. S¨¢enz le dijo Dudley T. Easby, primer jefe del departamento de Arte Primitivo del Met, que sufr¨ªa de enfisema pulmonar: ¡°La gente dice que usted viene a M¨¦xico por barco no a causa de su salud, sino para robar nuestros templos. Tambi¨¦n dicen que la bolsa negra que lleva consigo no es de medicinas, sino para el dinero con el que compra templos¡±. Easby no respondi¨®. En Nueva York, se tom¨® la decisi¨®n de avisar a Ignacio Bernal, que pronto lleg¨® al Museo Metropolitano para examinar el bot¨ªn. Identific¨® la fachada del templo como propie?dad mexicana. Un d¨ªa despu¨¦s, Noble llam¨® a Henry Beta y le pidi¨® que fuera al museo. Sin sospechar nada, Beta lleg¨® con el aire genial de un traficante que est¨¢ a punto de concluir una gran venta. Noble le dijo a Beta que el museo no s¨®lo no estaba comprando el templo sino que adem¨¢s lo regresar¨ªa a M¨¦xico. Beta pidi¨® que se le reembolsara los 80.000 d¨®lares que le hab¨ªa costado sacar el templo de la selva. ¡°?Quiere decir que despu¨¦s de que ha robado uno de nuestros templos, desea que le paguemos sus gastos?¡±. Se le aconsej¨® a Beta que aceptara la p¨¦rdida y que tuviera en cuenta que podr¨ªa f¨¢cilmente verse en problemas legales en M¨¦xico. Se volvi¨® a empacar el templo en unas 60 cajas y sali¨® de Nueva York a bordo de un vuelo especial de la aerol¨ªnea nacional mexicana.
En diciembre se exhibir¨¢ el friso ya restaurado junto a un videomapping que proyectar¨¢ c¨®mo se habr¨ªa visto el edificio que decoraba. Sergio Gonz¨¢lez espera que esta gran restauraci¨®n impulse al Instituto de Antropolog¨ªa e Historia para realizar una expedici¨®n y conocer m¨¢s sobre la historia del misterioso friso: ¡°Yo dir¨ªa que la vida del friso de Placeres apenas comienza. Queremos que nuestra restauraci¨®n aporte nueva informaci¨®n a los arque¨®logos y especialistas. Tambi¨¦n que el p¨²blico pueda apreciarlo. Porque la pieza impresiona y causa sensaciones a todo el que lo ve¡±.
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