Taller Le?ateros: historia de una imprenta maya y del ¨¢rbol que creci¨® donde nadie esperaba
El colectivo publica libros en tzotzil, tzeltal o cachiquel en papel reciclado desde hace casi 50 a?os. Acaba de ganar el Premio Nacional de Artes y Literatura, pero la amenaza de un desalojo pone en riesgo su continuidad
Detr¨¢s de la puerta de madera, hay un jard¨ªn inesperado. Un ¨¢rbol de aguacate creci¨® all¨ª donde no ten¨ªa probabilidades, en tierra fr¨ªa, a 2.200 metros de altura. La poeta estadounidense ?mbar Past lo plant¨® hace casi 50 a?os cuando fund¨®, junto a otros, este espacio, un colectivo de mujeres y hombres mayas que difunde literatura en lengua tzotzil, tzeltal, cachiquel o zapoteco desde San Crist¨®bal de las Casas, en el sur de M¨¦xico. El cartel de la entrada se ha empezado a desgastar donde lo golpea la lluvia y el viento, pero el nombre todav¨ªa se lee grabado sobre la madera: Taller Le?ateros. El zas de la guillotina a la ma?ana avisa que la editorial est¨¢ en marcha.
Carmen S¨¢nchez hace girar la prensa sobre la pieza que est¨¢ preparando. Con cada vuelta, le cuesta m¨¢s aplicar presi¨®n y al final el agua escurre. La mujer de 21 a?os, la m¨¢s joven de las trabajadoras del taller, deshace la fuerza hasta que la m¨¢quina gira con facilidad y bajo el fierro pesado aparece un rostro con forma de coraz¨®n y boca abierta hecho de cart¨®n reciclado. S¨¢nchez lo coloca encima de las l¨¢minas rectangulares del mismo material que extendi¨® en la mesa de al lado. Cuando el sol las seque, ser¨¢n las tapas de otro ejemplar de Conjuros y ebriedades, el primer libro que ide¨® el taller y que ya va por la tercera edici¨®n.
Conjuros y ebriedades es una antolog¨ªa de cantos de mujeres mayas. La primera edici¨®n, publicada en la d¨¦cada de los noventa, tard¨® 17 a?os en salir porque hubo que recopilar, traducir y al final imprimir con serigraf¨ªa. Participaron m¨¢s de 150 mujeres; hicieron 2.000 ejemplares en tzotzil, espa?ol e ingl¨¦s. Mientras esta publicaci¨®n avanzaba, otros t¨ªtulos menos complejos, impresos tambi¨¦n en materiales reciclados, empezaban a sumarse al cat¨¢logo de la editorial-imprenta. Todos se confeccionaron en esta misma casa.
Javier Balderas, que ten¨ªa 20 a?os cuando se fund¨® Taller Le?ateros en 1976, lo recuerda as¨ª: ¡°Sobre todo, fue la idea de ?mbar [Past]. Ella ten¨ªa la inquietud por hacer que se visibilizara la expresi¨®n de las mujeres del pueblo originario tzotzil¡±. ¡°Una forma de expresi¨®n¡±, retoma, ¡°y una peque?a remuneraci¨®n econ¨®mica¡±. Ese era el primero de los objetivos. Algunas de las primeras mujeres que se sumaron al colectivo ven¨ªan de trabajar en el campo, por ejemplo, o de ser empleadas dom¨¦sticas. El segundo objetivo, contin¨²a el hombre, era que el impacto ambiental de su producci¨®n fuera el menor posible.
¡°Hace 47 a?os, no se hablaba tanto en M¨¦xico del cambio clim¨¢tico¡±, dice Balderas, ¡°pero no pod¨ªamos hacer obra de ¨¢rboles ca¨ªdos, hab¨ªa que recogerlos y darles nueva vida¡±. En el taller, se acumulan las donaciones de cuadernos escolares, libros o revistas viejas. Todo se recicla. Hay, adem¨¢s, esquinas cubiertas con ramas, trozos de madera, hojas de palma o flores de misa secas que les env¨ªa el p¨¢rroco local. Tambi¨¦n sirven para hacer papel. Para moler esas fibras, inventaron una m¨¢quina que funciona sin electricidad, a pedal, y que se convirti¨® en el s¨ªmbolo del taller. ¡°El maya en bicicleta¡±, se?ala Balderas.
A la intemperie en el patio trasero del taller, el hombre, de 65 a?os, recuerda el fr¨ªo que hac¨ªa all¨ª los primeros a?os. Aunque ya no se sienten esas temperaturas intensas ¨Choy la m¨ªnima es de 12 grados¨C perdura una tradici¨®n que empez¨® entonces: a las 10 de la ma?ana, la imprenta se detiene porque es el momento de tomar un caf¨¦ que caliente la panza. Eran los a?os en los que casi 200 personas llegaban a juntarse para debatir, consensuar y crear.
Entre aquellas primeras mujeres se mov¨ªa, a¨²n siendo una ni?a, Petra Hern¨¢ndez, que ahora tiene 50 a?os. La mujer forra portadas de libretas con papel reciclado. Coloca el pegamento y aplica calor con una plancha. ¡°Es muy lindo¡±, cuenta. A los 18 escribi¨® un poema que se incluy¨® en la obra Conjuros y ebriedades. Ese canto se convirti¨® despu¨¦s en un peque?o libro negro y oro titulado Hechizos de amor. La traducci¨®n al espa?ol empieza as¨ª: ¡°Que llegue / con flores / en su coraz¨®n / el hombre. / Que llegue / con todo su coraz¨®n. / Que hable / con mi carne. / Que le duela / su sangre / por m¨ª¡±.
De ¡®Bom¡¯ a ¡®Alquimia¡¯, de Chiapas a Yale
?mbar Past dej¨® San Crist¨®bal de las Casas para irse a la India hace alrededor de una d¨¦cada, pero el taller ha seguido funcionando. Actualmente, trabajan 16 personas: 12 mujeres y cuatro hombres. Ocho est¨¢n empleados a tiempo completo. Solo a uno de ellos llegan a pagarle el seguro social. Adem¨¢s de Conjuros y ebriedades, la editorial e imprenta ha publicado t¨ªtulos como Bom, una recetario de p¨¢ginas finitas sobre c¨®mo obtener tintes naturales. O Bolom Chon, un libro infantil inspirado en una canci¨®n popular con un jaguar retr¨¢ctil que se despliega al abrir las p¨¢ginas.
Un ejemplar del primero, de 1989, fue adquirido por la Universidad de Yale y est¨¢ resguardado por la Robert B. Haas Family Arts Library. El segundo fue premiado en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, la m¨¢s importante en espa?ol. El colectivo tambi¨¦n edit¨® ocho n¨²meros de una revista, J¨ªcara, que se despliega como un c¨®dice prehisp¨¢nico para reivindicar la ¡°forma de hacer libros¡± de los antiguos mayas. Y acaba de sacar Alquimia, un texto ir¨®nico que propone, por ejemplo, f¨®rmulas para convertir el fierro en oro.
Por su trayectoria, el trabajo de la editorial acaba de ser reconocido con el Premio Nacional de Artes y Literatura, en el rubro de Artes y Tradiciones populares, que entrega la Secretar¨ªa de Cultura. Los integrantes del colectivo creen que las literaturas en lenguas originarias han ganado algo de espacio desde que ellos fundaron el taller. ¡°Pero sigue siendo muy marginal y las grandes editoriales est¨¢n cerradas para nuestros pueblos¡±, opina Balderas. Sin embargo, otros espacios de expresi¨®n han surgido. Cerca de la sede de Taller Le?ateros, por ejemplo, funciona la Galer¨ªa Muy, que expone la obra de artistas contempor¨¢neos mayas y zoques.
Las flores de do?a Paulina
Llegando a la punta del cerro Huitepec, a media hora de la imprenta, Paulina G¨®mez cultiva unas flores llamadas pensamientos, de p¨¦talos morados con amarillo que forman caras de terciopelo. La mujer retira la mata de hojas viejas y muestra las plantas que est¨¢n naciendo en la parcela peque?a de detr¨¢s de su casa. El d¨ªa anterior cosech¨® las flores para llevarlas al taller y ahora solo quedan las peque?as, las que seguir¨¢n creciendo y cortar¨¢ dentro de ocho d¨ªas.
En el taller, usan las flores para obtener tintes naturales y para imprimir con una t¨¦cnica que se llama petalograf¨ªa: el peso que se aplica hace que la flor quede adherida al papel reciclado. Es una de las t¨¦cnicas que m¨¢s usan y por eso do?a Paulina les lleva manojos de flores frescas cada martes. En el terreno, la mujer cultiva adem¨¢s lechuga, cayote, apio o manzanas que vende en el mercado. El pensamiento lo ofrece all¨ª tambi¨¦n, se lo piden para hacer ensaladas. Fue en el mercado, cuando era ni?a, hace m¨¢s de 40 a?os, que conoci¨® a ?mbar Past: ¡°?bamos a vender con mi mam¨¢ y ah¨ª pidi¨® la flor¡±.
Desde 1976, el colectivo ha pasado momentos mejores ¨Ctras el alzamiento zapatista de 1994, cuando el mundo puso los ojos en el Estado de Chiapas y en los enmascarados que reclamaban derechos para campesinos e ind¨ªgenas¨C y peores ¨Cdurante la pandemia de covid-19, que fren¨® el turismo y oblig¨® a algunos miembros del taller a migrar a Estados Unidos¨C. En julio, hubo otro de esos momentos buenos, cuando la Secretar¨ªa de Cultura reconoci¨® su trayectoria. Pero poco antes hab¨ªan recibido una amenaza de desalojo de la casa que compraron en 1982 por el equivalente a dos millones de pesos actuales (casi 100.000 d¨®lares).
El grupo guarda un contrato firmado con el anterior propietario y un recibo del pago, pero carece de escritura p¨²blica. Los nietos del antiguo due?o, fallecido en 2016, comenzaron a reclamar la propiedad tras la muerte del hombre y demandaron a la editorial. El taller obtuvo dos sentencias favorables, pero en abril un juez dijo que exist¨ªa un contrato verbal de arrendamiento entra las partes. ¡°Es falso, los miembros de Taller Le?atero son los due?os leg¨ªtimos desde hace m¨¢s de 40 a?os¡±, defiende por tel¨¦fono Georgina Alc¨¢zar, la abogada que los representa. La letrada ha presentado un amparo que les dar¨¢ algunos meses de respiro.
Antes de cerrar por el d¨ªa, Balderas trae del fondo, envuelto en un morral de tela, un libro pesado. Del lomo asoma el rostro del gobernante maya Pakal hecho en cart¨®n amarillo. Es el ¨²ltimo libro en el que est¨¢n trabajando, Mam¨¢ Luna, nene Sol, de la poeta Maruch M¨¦ndez. El dinero del premio los ayudar¨¢ a financiar la primera edici¨®n. ¡°Nos llena de mucho aliento saber que m¨¢s personas en M¨¦xico y el mundo puedan conocer nuestra obra¡±, dice Balderas, sentado ante el jard¨ªn ind¨®mito de la entrada. Petra H¨¦rnandez, a su lado, sigue armando portadas. Coloca el pegamento y aplica calor sobre el papel reciclado. El zas de la guillotina marca el ritmo y Balderas interviene para decir que ¡°el taller tiene mucho futuro¡±: ¡°Aqu¨ª abajo sus ra¨ªces est¨¢n muy firmes¡±. El ¨¢rbol de aguacate crece tanto que en estos d¨ªas lo han tenido que podar.
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