El crimen organizado ahoga al consumidor indefenso y dispara la inflaci¨®n
Las bandas de extorsi¨®n callejeras evolucionan sus m¨¦todos y alcanzan a las econom¨ªas m¨¢s humildes
De norte a sur, M¨¦xico est¨¢ atravesado por bandas delictivas o criminales que no salen en las series de televisi¨®n surcando el cielo con su carga de drogas. Sin estar encabezadas por c¨¦lebres mafiosos, han tejido infinitas redes de extorsi¨®n a la peque?a y mediana econom¨ªa que ahogan a la agricultura, el comercio y llegan hasta las viviendas, donde el ciudadano se siente cada d¨ªa m¨¢s desconcertado sobre el destino final de su dinero cuando llena la cesta de la compra o el tanque de la gasolina; cuando carga el gas en la casa o se toma una cerveza; cuando adquiere productos en el tianguis o se cuida la salud en una cl¨ªnica. Detr¨¢s de un incendio en el mercado o de la subida del precio de las tortillas o el desabastecimiento de pollo est¨¢n las bandas criminales, con una penetraci¨®n en la econom¨ªa tan amplia que es casi imposible encontrar una transacci¨®n que no les beneficie, directa o indirectamente. Los ¨²ltimos datos del Inegi, para 2019, revelan que el da?o a las empresas por estas ma?as fue de 359.000 millones de pesos, casi dos puntos del Producto Interno Bruto (PIB) y los delitos contra las personas ocasionaron p¨¦rdidas de 277.000 millones de pesos. A punta de pistola.
Los d¨ªas en que el crimen organizado se concentraba en el narcotr¨¢fico quedaron en el pasado. Muchas organizaciones cambiaron su empuje delictivo nacional para situarse en el negocio de la extracci¨®n de rentas sociales. El analista de seguridad Guillermo Vald¨¦s ilustra esta deriva que experiment¨® el narco recurriendo al ejemplo de los Zetas, que no quisieron conformarse con ser el brazo armado del cartel del Golfo, sino su socio. ¡°Mi hip¨®tesis es que no les dieron entrada y se separaron, pero los Zetas controlaban ciudades en mitad del pa¨ªs, de Chiapas a Tamaulipas y hab¨ªan recibido capacitaci¨®n y armas¡±. Captaron a los delincuentes tradicionales y les abrieron nuevas v¨ªas de negocio a cambio de la mitad del pastel. La extorsi¨®n, el cobro del piso, se extendi¨® por todo el pa¨ªs. Har¨¢ de esto 10 ¨® 12 a?os. Y el asunto no ha hecho m¨¢s que perfeccionarse. Cuando uno compra en un tianguis un kilo de limones o de aguacates no sabe cu¨¢nto de su dinero se emplear¨¢ en pagar el piso o si la mercanc¨ªa es robada o si al tendero se le ha impuesto un proveedor desnudando las ganancias de otro.
El cierre de las poller¨ªas en el mercado central de Chilpancingo, la capital de Guerrero, hace unas semanas, llevaba el sello criminal. Laura Atuesta, coordinadora del programa de Pol¨ªtica de Drogas del CIDE, aventura un motivo: ¡°Muchos taqueros, polleros son captados para vender drogas al menudeo, ellos son repartidores a domicilio, tienen su infraestructura. Si se niegan, los matan¡±, dice. Esa puede ser una explicaci¨®n, que remite al narco y que no estar¨ªa desconectada de los grandes carteles. Pero hay otros ejemplos que cita Atuesta: ¡°?ltimamente pasa algo en Guanajuato, ya van dos luchadores muertos o desaparecidos, los levantan en la mima arena. Es un mundo de apuestas y mucho dinero, quiz¨¢ sea por eso¡±. El problema, dice, es que no hay facilidad para investigar, ¡°apenas se sabe que las extorsiones son la punta del iceberg¡±. Ella est¨¢ monitoreando las notas de la prensa local y conoce tambi¨¦n que el robo de bancos est¨¢ muy organizado y dirigido desde dentro o que los talleres mec¨¢nicos sufren mucha delincuencia, pero no alcanza a describir un porqu¨¦ certero.
Atuesta lo ve como una guerra en el inframundo. Los muertos son un peaje que no importa a casi nadie, son pobres los que extorsionan y son pobres los extorsionados. ¡°El 90% es gente humilde, la taquer¨ªa de la esquina, cualquier puesto ambulante¡±. El consumidor nunca sabe si tienen relaci¨®n con las bandas o solo sufren su yugo. ¡°No comprarles [porque pagan piso al crimen, por ejemplo] ser¨ªa como poner precio a su cabeza¡±. O dar un tiro a su econom¨ªa familiar, as¨ª que s¨ª, ¡°todos contribuimos a mantener eso¡±, dice Atuesta. La soluci¨®n, para esta analista, ser¨ªa el fortalecimiento de la polic¨ªa local. ¡°No estoy mandando al Ej¨¦rcito a los cuarteles, no, pero si se apuesta todo por los militares y la Guardia Nacional se est¨¢ desprotegiendo a la poblaci¨®n¡±, que se va acostumbrando a la ilegalidad y al delito como un modo de vida. ¡°Estamos dejando los barrios a merced del crimen¡±, a?ade. En zonas complicadas de la Ciudad de M¨¦xico, como Iztapalapa, muchos vecinos saben a qui¨¦n deben comprar el agua o el gas. Ay si no.
El nivel de esta delincuencia es tan micro, tan a pie de calle, que l¨®gicamente afecta a los pobres. Vald¨¦s menciona datos de espanto, como ¡°cr¨ªmenes pagados a 100 pesos o extorsiones a ind¨ªgenas huicholes, ?qu¨¦ les pueden robar?¡±. A este fen¨®meno tan micro ¨¦l lo denomina ¡°lumpenizaci¨®n del crimen¡±. Menciona, sin embargo, que la subida, aunque leve, del nivel de ingresos de los mexicanos, aunada a la informalidad del empleo, que alcanza a la mitad del trabajo que se desarrolla en el pa¨ªs, ha generado una delincuencia espec¨ªfica. ¡°Si alguien tienen dinero y quiere un celular iPhone, pues lo encontrar¨¢ en los puestos ambulantes porque se habr¨¢ incrementado el robo de celulares¡±.
La econom¨ªa se resiente por todas las costuras. Luis Astorga, uno de los grandes expertos en las redes criminales mexicanas, apunta otra caracter¨ªstica que incide en ello. Hay amplias zonas en las monta?as donde se cr¨ªa la amapola y se conoce bien la palabra fentanilo, por ejemplo, ¡°donde la econom¨ªa est¨¢ indexada al d¨®lar y quien no pertenece a ese circuito est¨¢ en desventaja, porque acaba afectando a los precios¡±. Los impuestos por las tortillas, el pollo, el aguacate michoacano o el lim¨®n, dice, distorsionan los precios para el consumo b¨¢sico. No cree, sin embargo, este experto del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, que la soluci¨®n a todo esto sea sencilla, por m¨¢s que esta econom¨ªa manchada de sangre sea un secreto a voces. Se tratar¨ªa, dice, de voluntad pol¨ªtica, pero no es sencillo distinguir cu¨¢ndo los criminales y los pol¨ªticos ¡°est¨¢n en connivencia o en competencia¡±. O sea, si el cobro de piso, por ejemplo, compite con las atribuciones propias del Estado o se produce en connivencia con ¨¦l. La mara?a mexicana es inextricable. Puede ocurrir que cobre el impuesto un funcionario y que las arcas p¨²blicas no vean un peso de lo recaudado. Se llama corrupci¨®n y est¨¢ bien extendida. Los partidos pol¨ªticos tienden una larga sombra por los barrios mediante caciques locales, asegura Astorga.
¡°Hay una gobernanza local del crimen que los Gobiernos ignoran o quiz¨¢ no disponen de la informaci¨®n completa. Tampoco podemos esperar que la polic¨ªa local, que no tiene ni para comprarse uniformes, pueda combatir eso¡±, asegura Laura Atuesta. M¨¢s bien cabe esperar que participen de la tarta. ¡°La polic¨ªa opera como protector de estas bandas de barrio en muchos casos. No se puede pensar que los delincuentes act¨²en con esa libertad si no fuera as¨ª¡±, a?ade Vald¨¦s, que fue director del Centro de Investigaci¨®n y Seguridad Nacional, la Inteligencia del pa¨ªs, de 2007 a 2011.
Por m¨¢s empe?o que le ponga la polic¨ªa, de todas formas, el crimen muta. ¡°Estamos viendo un alejamiento de la extorsi¨®n a comerciantes y vendedores en mercados para buscar directamente a sus proveedores, lo que requiere menos mano de obra, en este caso, mano de obra criminal¡±, dice Stephen Woodman, analista en la firma AIS Intelligence. ¡°Lo hemos visto en Guerrero, con el pollo, por ejemplo, c¨®mo van directamente a los proveedores y ellos pueden dictar los precios¡±.
En febrero, un reporte del Laboratorio de An¨¢lisis en Comercio, Econom¨ªa y Negocios (LACEN) de la Universidad Nacional Aut¨®noma de M¨¦xico encontr¨® que ¡°el crimen organizado se ha conformado como un cartel que determina los precios en la producci¨®n, distribuci¨®n y venta, adem¨¢s de la temporalidad y volumen de cosecha y la fabricaci¨®n de bienes¡±, de acuerdo a un bolet¨ªn. El crimen tiene mayor presencia en las actividades primarias, como la agricultura, pero se acerca cada vez a la venta minorista.
¡°M¨¢s all¨¢ de su comportamiento econ¨®mico en las actividades primarias, representado en porcentaje, las ciudades agropecuarias que m¨¢s sufren la extorsi¨®n son: Irapuato con 40,3%; Uruapan, 36,8%; Oaxaca, 33,3%; Xalapa, 26,7% y Coatzacoalcos, Aguascalientes y Pachuca, con cifras similiares¡±, dice el reporte de los economistas del LACEN.
Lo que en principio parece micro, se multiplica para que los beneficios operen del mismo modo: ¡°Esto en una gran escala¡±, explica Alejandro Schtulmann, presidente de la consultora de riesgo en mercados emergentes Empra, en Ciudad de M¨¦xico: ¡°?Cu¨¢ntas personas consumen tortillas, cu¨¢ntas personas consumen pollo, carne, pescado, flores o jabones? Es as¨ª como se est¨¢ metiendo el crimen organizado en el retail¡±.
¡°Lo que ocurre tambi¨¦n a nivel local en todos los gobiernos, particularmente en zonas rurales, es que el crimen ya tiene cierto conocimiento del presupuesto de los gobiernos locales, por lo que llegan con el presidente municipal, o s¨ªndico, y le dicen: ¡®a ti te asignaron 750.000 pesos de presupuesto para esto, yo te voy a presentar a la compa?¨ªa que vas a contratar?¡±.
El en¨¦simo video difundido a trav¨¦s de Twitter muestra un mototaxi parado en el cruce de una calle en la colonia Euzkadi de la Ciudad de M¨¦xico. Hartos de las extorsiones, los conductores hab¨ªan ido contra los delincuentes, pero uno de ellos lo pag¨® caro: el encapuchado se acerca con su pistola y de un tiro lo derriba al suelo. Y lo remata. El crimen se ha adue?ado de cada calle. Todos quieren cobrar su parte, que en muchas ocasiones no es m¨¢s que el reparto de la miseria.
Para Atuesta, no hay duda. Los ciudadanos, en tanto consumidores, ¡°estamos financiando¡± a estas redes criminales. Pero todo est¨¢ a oscuras. ¡°Hay mala calidad de la informaci¨®n oficial y no se puede hacer un buen trabajo sobre el terreno¡±, afirma Astorga. ¡°Es dif¨ªcil determinar la correlaci¨®n de fuerzas entre la pol¨ªtica y el crimen. La opacidad de los gobiernos se mide en cada sexenio, en este hay una gran opacidad, una enorme dificultad para obtener datos duros y los que existen, sale el presidente y los niega. Y a ¨¦l le cree m¨¢s la gente que a la virgen de Guadalupe¡±, ironiza Astorga. Para que un ciudadano sepa que su dinero no est¨¢ financiando actividades ilegales, solo le queda ¡°comprar una ca?a y pescar ¨¦l mismo lo que va a comer¡±.
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