Reconstruir Ayotzinapa: ?d¨®nde quedaron los 43 estudiantes desaparecidos?
La investigaci¨®n de uno de los casos m¨¢s traum¨¢ticos de la historia moderna de M¨¦xico entra en una nueva etapa bajo el Gobierno de L¨®pez Obrador. EL PA?S reconstruye qu¨¦ ocurri¨® el 26 de septiembre de 2014 a partir del nuevo informe oficial y las ¨²ltimas novedades del caso
En M¨¦xico, el calendario marca de nuevo la fecha de la verg¨¹enza y el horror. El 26 de septiembre se cumplen ocho a?os de una de las tragedias modernas del pa¨ªs, el caso Ayotzinapa, el ataque brutal contra un grupo de estudiantes de magisterio, aprendices de profesor de una escuela rural, hijos de campesinos, que toparon con el mal una noche cualquiera de oto?o: el narco y el Estado corrupto. Lo hicieron en un pueblo, Iguala, que era entonces un importante centro log¨ªstico del tr¨¢fico de hero¨ªna en la regi¨®n. Tres estudiantes murieron a balazos durante el ataque, igual que otras tres personas que pasaban por all¨ª, un chofer de autob¨²s, un jugador de f¨²tbol y la pasajera de un taxi. 43 estudiantes desaparecieron, todos alrededor de la veintena. Solo se han hallado peque?as porciones de huesos de tres de ellos.
A lo largo de los a?os, las autoridades han planteado diferentes motivos de por qu¨¦ sucedi¨® el ataque, que mantiene en la c¨¢rcel a unas 70 personas, pero que lleg¨® a tener casi 150 presos. El actual Gobierno, que encabeza Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador, ha presentado un nuevo informe que tumba la conocida como ¡°verdad hist¨®rica¡±, que elaboraron las autoridades bajo el mandato de Enrique Pe?a Nieto (2012-2018). En esta cr¨®nica, EL PA?S reconstruye la cronolog¨ªa inabarcable de un ataque que cambi¨® la realidad de M¨¦xico, a partir de los diversos informes existentes, fuentes de la investigaci¨®n, tanto de la Fiscal¨ªa como de la comisi¨®n presidencial que investiga el caso, y expertos que participan de las pesquisas.
Sobre los motivos, las autoridades dijeron primero que los estudiantes acudieron a Iguala a boicotear un acto pol¨ªtico local, luego filtraron que parte de los muchachos ten¨ªa v¨ªnculos con un grupo criminal contrario al que mandaba en Iguala. La hip¨®tesis m¨¢s aceptada a d¨ªa de hoy es que amenazaron, sin saberlo, parte de la log¨ªstica comercial de la red de delincuentes locales: los autobuses. Los criminales de Iguala usaban autobuses para mandar hero¨ªna al norte de Estados Unidos. Los normalistas fueron al municipio a tomar veh¨ªculos para acudir, d¨ªas m¨¢s tarde, a las marchas conmemorativas de la matanza de Tlatelolco en Ciudad de M¨¦xico, la represi¨®n estatal de estudiantes en octubre de 1968.
La burocracia del tr¨¢fico de drogas, los autobuses, las rutas, apuntan a las entra?as del caso Ayotzinapa. La embestida de polic¨ªas de hasta cuatro municipios contra los estudiantes, la articulaci¨®n de los agentes con el grupo criminal de la regi¨®n, Guerreros Unidos, y la extra?a participaci¨®n de la Polic¨ªa Federal y el Ej¨¦rcito, hoy se?alados de tener un papel importante en el ataque, componen una de las capas del oprobio. La otra se?ala el cierre en falso de la investigaci¨®n, operaci¨®n orquestada por la Fiscal¨ªa del Gobierno de Enrique Pe?a Nieto (2012-2018), cuyo titular, Jes¨²s Murillo, est¨¢ preso desde agosto, acusado de tortura, desaparici¨®n forzada y obstrucci¨®n a la justicia.
Para el actual Gobierno, la resoluci¨®n del caso Ayotzinapa ha sido una prioridad. El primer Gobierno de izquierda en la historia del pa¨ªs ve en el ataque contra los estudiantes un crimen de Estado, ejemplo del clasismo de los reg¨ªmenes anteriores, n¨¦mesis de los movimientos disidentes. La primera decisi¨®n de L¨®pez Obrador al llegar al cargo, en diciembre de 2018, fue precisamente crear la comisi¨®n. Aunque las familias de los 43 han criticado a veces la falta de avances, o los modos de la comisi¨®n, la situaci¨®n ha mejorado. Los ¨²ltimos dos a?os de mandato son claves para la resoluci¨®n del caso.
26 de septiembre de 2014: el ataque
Un contingente de normalistas, como se conoce a los aspirantes de maestro en M¨¦xico, sali¨® de la escuela de Ayotzinapa pasadas las 17.00 de aquel 26 de septiembre. Ten¨ªan una encomienda sencilla, habitual para los estudiantes: deb¨ªan secuestrar autobuses para que ellos y sus compa?eros del resto de las escuelas normales del pa¨ªs viajaran a Ciudad de M¨¦xico, d¨ªas despu¨¦s, a conmemorar la matanza el 2 de octubre. Eligieron Iguala por una cuesti¨®n estrat¨¦gica. Pod¨ªan ir a otros sitios, Chilpancingo, sin ir m¨¢s lejos, la capital, que est¨¢ a pocos kil¨®metros de la escuela, pero fracasos anteriores les hab¨ªan hecho pensar que era mejor ir a un lugar donde la polic¨ªa no estuviera tan pendiente.
Los estudiantes viajaron desde la escuela en dos autobuses que ya ten¨ªan secuestrados de antes. Llegaron a la entrada de Iguala y se separaron. Unos se quedaron en una caseta de peaje y otros acudieron a la terminal del municipio. Despu¨¦s de una trifulca con algunos choferes y trabajadores, los que estaban en la caseta acudieron tambi¨¦n a la terminal. Al cabo de un rato, todos salieron de all¨ª, con los autobuses originales, m¨¢s otros tres que secuestraron. La idea era salir de la terminal antes de que llegara la polic¨ªa.
Eran en total cinco veh¨ªculos. Tres salieron hacia el norte y dos hacia el sur. Los primeros pasaron por el z¨®calo, donde el alcalde, Jos¨¦ Luis Abarca, y su esposa, celebraban un acto pol¨ªtico. Desde all¨ª hasta el norte del Perif¨¦rico, avenida que rodea la ciudad, polic¨ªas municipales de Iguala persiguieron los tres autobuses. En el cruce con Perif¨¦rico, les cruzaron unas camionetas. Los polic¨ªas empezaron a disparar. Un estudiante, Aldo Guti¨¦rrez, cay¨® herido por un disparo en la cabeza que le dej¨® en coma. No ha vuelto a despertar. Otros tantos quedaron heridos. Los polic¨ªas se llevaron a todos los muchachos del ¨²ltimo autob¨²s del convoy. Eran alrededor de 20.
Los dos veh¨ªculos que salieron hacia el sur lo hicieron con algo de distancia entre ellos. El primero alcanz¨® a llegar a la salida de Iguala, frente al Palacio de Justicia. All¨¢, polic¨ªas municipales detuvieron el veh¨ªculo, rompieron los vidrios y tiraron gases lacrim¨®genos para obligar a los estudiantes a salir. Se llevaron a todos, un grupo de 12 a 15. El segundo se qued¨® unos metros atr¨¢s. La Polic¨ªa Federal lo detuvo y oblig¨® a los muchachos a salir. Ellos huyeron por barrios de las afueras de Iguala.
En el primer escenario, los estudiantes que quedaban all¨ª se reagruparon. Pidieron ayuda a compa?eros de la Normal y otros maestros de Iguala. Prepararon una rueda de prensa. Rodearon los casquillos con piedras para que la Fiscal¨ªa tomara nota. Pero al filo de la medianoche, con media docena de periodistas presentes, un grupo armado atac¨® a la multitud. Dos estudiantes murieron all¨ª y otros tantos resultaron heridos. El cuerpo de un tercer normalista apareci¨® al d¨ªa siguiente en un camino cerca de all¨ª, con el rostro desfigurado. Los investigadores creen que adem¨¢s de los estudiantes que la polic¨ªa de Iguala se llev¨® de los dos autobuses, ellos y sus socios criminales pescaron otra decena de muchachos en ese escenario, despu¨¦s del segundo ataque, y en los barrios perif¨¦ricos de las afueras de Iguala, cerca del Palacio de Justicia.
La construcci¨®n de la ¡°verdad hist¨®rica¡±
En octubre de 2014, Tom¨¢s Zer¨®n era la estrella de los investigadores. El director de la Agencia de Investigaci¨®n Criminal de la Fiscal¨ªa federal hab¨ªa asumido las pesquisas a principios de mes y desde entonces mandaba y dirig¨ªa. No tardaron en llegar los primeros resultados. El 7 de noviembre, su jefe, el fiscal Murillo Karam, compareci¨® ante los medios para plantear un relato de los hechos, seg¨²n el cual, polic¨ªas de Iguala y el pueblo vecino de Cocula, asociados con Guerreros Unidos, hab¨ªan atacado a los estudiantes. Los polic¨ªas se los hab¨ªan llevado de los autobuses y los hab¨ªan entregado a los criminales. Estos los hab¨ªan matado, hab¨ªan quemado sus cuerpos en un basurero y hab¨ªan arrojado los restos al cercano r¨ªo San Juan.
Murillo, con Zer¨®n presente, apoyaba su narrativa en las declaraciones de integrantes de Guerreros Unidos detenidos en las semanas anteriores. Adem¨¢s, explic¨®, buzos de la Armada hab¨ªan encontrado en el r¨ªo bolsas de pl¨¢stico con restos ¨®seos humanos. La explicaci¨®n de los buzos cerraba el relato de los sicarios. La Fiscal¨ªa hab¨ªa resuelto el caso en tiempo r¨¦cord y el Gobierno de Pe?a Nieto, cuya imagen hab¨ªa protagonizado la portada de la revista Time meses atr¨¢s, podr¨ªa seguir brillando.
En las semanas y meses siguientes, la discusi¨®n se centr¨® en la hoguera, si aquel basurero hab¨ªa podido albergar un fuego de las caracter¨ªsticas necesarias para quemar a 43 personas. Las familias dudaban. El equipo de forenses argentinos, que hab¨ªa llegado a M¨¦xico a analizar posibles escenarios y restos, dudaba, igual que el grupo de expertos que hab¨ªa comisionado la CIDH para investigar el caso. En enero de 2015, Murillo y Zer¨®n comparecieron de nuevo ante la prensa para dar detalles que, a su juicio, apuntalaban la teor¨ªa del basurero. Murillo zanj¨® su intervenci¨®n diciendo: ¡°Esta es la verdad hist¨®rica de los hechos¡±.
Pero la verdad hist¨®rica no tard¨® en mostrar sus grietas. Sucesivos informes del equipo argentino y la CIDH defend¨ªan que no hab¨ªa forma de que el basurero hubiera albergado una hoguera para quemar a 43 personas. El equipo de la CIDH se?al¨® adem¨¢s que los muchachos se hab¨ªan movido en cinco autobuses. Hasta ese momento, mediados de 2015, se desconoc¨ªa la existencia del quinto veh¨ªculo, uno de los dos que salieron de la terminal por el sur, el que la Polic¨ªa Federal hab¨ªa desalojado junto al Palacio de Justicia. Las investigaciones actuales se?alan que es probable que ese autob¨²s tuviera escondido un cargamento de droga.
M¨¢s informes de organismos internacionales ampliaron las fisuras. En 2016, un segundo documento elaborado por el grupo de la CIDH denunci¨® que Zer¨®n hab¨ªa trasladado de manera ilegal a un detenido al r¨ªo San Juan en las primeras semanas de la investigaci¨®n, a finales de octubre de 2014. Con el tiempo y el cambio de guardia en la Fiscal¨ªa, los investigadores descubrieron que Zer¨®n hab¨ªa orquestado la colocaci¨®n de restos de al menos uno de los estudiantes en el r¨ªo. El escenario del basurero y el r¨ªo San Juan, dicen ahora los investigadores, fue un montaje, un relato falso para cerrar el caso y atajar el clamor social que invad¨ªa M¨¦xico en las semanas posteriores a la desaparici¨®n de los 43.
Criticado por las familias, insostenible pol¨ªticamente, Zer¨®n dimiti¨® en septiembre de 2016. Murillo hab¨ªa dimitido mucho antes, en febrero de 2015. En 2018, la oficina de Derechos Humanos de Naciones Unidas en M¨¦xico public¨® un nuevo informe que denunciaba la tortura de decenas de detenidos por el caso. Antes y despu¨¦s de dimitir, Zer¨®n siempre defendi¨® su trabajo. Para ello, sol¨ªa convocar a reporteros a su oficina. En una ocasi¨®n, el funcionario sac¨® un enorme archivador que conten¨ªa, entre otras cosas, fotos de hogueras en campos de concentraci¨®n nazis. Era, a su entender, la prueba de que la pira del basurero hab¨ªa sido real. La actual administraci¨®n de la Fiscal¨ªa lo acusa, entre otros delitos, de tortura y desaparici¨®n forzada.
Murillo en prisi¨®n
De mediados de 2016 al cambio de Gobierno, en diciembre de 2018, el caso Ayotzinapa qued¨® en el limbo. Nada se mov¨ªa. Los 43 segu¨ªan desaparecidos. El hallazgo de huesos de uno, bajo la guardia de Zer¨®n, estaba comprometido por las sospechas de montaje. Pero la aparici¨®n de una comisi¨®n especial para el caso, ya con L¨®pez Obrador en el Gobierno, y la creaci¨®n de una unidad especial en la Fiscal¨ªa, dieron vida a las pesquisas. En junio de 2020, los investigadores encontraron un trocito de hueso de uno de los 43 en la barranca de La Carnicer¨ªa, un paraje a casi un kil¨®metro del basurero. Al a?o siguiente encontraron all¨ª mismo un trocito de hueso de otro estudiante. Se enterraba as¨ª la verdad hist¨®rica.
El problema, sin embargo, persist¨ªa. Si no los hab¨ªan quemado en el basurero, ?qu¨¦ pas¨® con ellos? ?Estaban vivos, aunque fuera algunos? M¨¢s a¨²n, ?por qu¨¦ les hab¨ªan atacado con tanta sa?a? ?Por qu¨¦ desaparecerlos si al fin y al cabo ya hab¨ªan recuperado el autob¨²s con la droga? Aunque el grado de certeza no es absoluta, son preguntas para las que empieza a haber respuestas.
La comisi¨®n presidencial asume que los muchachos est¨¢n muertos y que el ataque se produjo, m¨¢s all¨¢ de la droga, porque los criminales de Iguala pensaron que un grupo contrario les atacaba, como represalia a un enfrentamiento semanas antes en un pueblo minero de la regi¨®n. La comisi¨®n dice que no hay prueba alguna de que los estudiantes fueran parte de ning¨²n grupo criminal. Tambi¨¦n se?ala que polic¨ªas entregaron a los muchachos al crimen, que los separaron en grupos, mataron a la mayor¨ªa y esparcieron sus restos en diferentes lugares.
En las ¨²ltimas semanas, el caso parec¨ªa una monta?a rusa. La detenci¨®n del viejo fiscal, Jes¨²s Murillo, y la presentaci¨®n del informe de la comisi¨®n han sacudido el entendimiento que se ten¨ªa del caso. La comisi¨®n ha acusado a un general del Ej¨¦rcito de ordenar la muerte de seis de los 43, que habr¨ªan sido mantenidos con vida durante varios d¨ªas despu¨¦s del ataque. El general est¨¢ preso desde este mi¨¦rcoles. La participaci¨®n activa de militares en el ataque cambia la l¨®gica que se hab¨ªa manejado, un problema de polic¨ªas corruptos y delincuentes crueles. Si los militares se implicaron en la cacer¨ªa, ?a qu¨¦ nivel de la Administraci¨®n llegaban los tent¨¢culos del crimen?
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