Volver a M¨¦xico de vacaciones para ser asesinado
Jos¨¦ Melesio, C¨¦sar Salazar y Leo Reyes, residentes en EE UU, retornaron durante unos d¨ªas a su pa¨ªs de origen: fueron desaparecidos y ejecutados. No hay detenidos por los cr¨ªmenes. Sus familias piden justicia
Jos¨¦ Melesio iba a casarse con Daniela M¨¢rquez el pr¨®ximo septiembre. Viaj¨® desde Cincinnati, donde viv¨ªa desde los 12 a?os, a M¨¦xico para encontrarse con ella. El 25 de diciembre los dos, junto a la hermana y la prima de Daniela, desaparecieron en la carretera que une Zacatecas y Jalisco. Encontraron sus cuerpos en una fosa tres semanas m¨¢s tarde. En junio de 2021, C¨¦sar Salazar, que resid¨ªa en Los ?ngeles, se reuni¨® con su familia en Guanajuato. Lo vieron por ¨²ltima vez con su primo Jorge Enrique Rodr¨ªguez en la carretera de Juventino-Celaya. Encontraron sus cuerpos en una fosa un mes m¨¢s tarde. En diciembre de 2018, Leo Reyes regres¨® a San Miguel de Allende para celebrar a la Virgen de Guadalupe. Sali¨® con el coche a buscar se?al para llamar a su novia en Dallas, donde trabajaba. Un grupo de polic¨ªas estatales lo acribill¨®. Ten¨ªan 36, 38 y 23 a?os. De nacionalidad estadounidense volv¨ªan a M¨¦xico por vacaciones. Los tres fueron asesinados. En ning¨²n caso hay detenidos, mucho menos condenados. Sus familias, con las que ha hablado EL PA?S, piden justicia.
El caso de Jos¨¦ Melesio ha revuelto las entra?as de la comunidad de mexicanos en EE UU. Alrededor de 12,3 millones de personas nacidas en M¨¦xico viven al otro lado de la frontera, la mayor¨ªa cruz¨® huyendo de la violencia o de la pobreza, muchos ya nunca regresaron. La familia de Melesio se estableci¨® en Cincinnati en 2010. Jos¨¦, cuenta su padre Enrique, fue al principio un ni?o t¨ªmido, pero despu¨¦s se convirti¨® en el primer graduado de la casa. Estudi¨® arquitectura en la Universidad de Miami y desde hac¨ªa dos a?os trabajaba en una firma de Ohio, que ahora se encuentra escandalizada tras lo ocurrido con el joven. ¡°Han decidido hacer una beca con el nombre de mi hijo¡±, dice Enrique Melesio al otro lado del tel¨¦fono, desde Le¨®n (Guanajuato), mientras preparan las maletas para regresar a EE UU, ya sin su hijo.
La familia hab¨ªa planeado pasar a?o nuevo en Canc¨²n. Jos¨¦ deb¨ªa reunirse con ellos el 28 de diciembre, despu¨¦s de pasar unos d¨ªas en Colotl¨¢n, Jalisco, donde resid¨ªa su prometida. Todo se desmoron¨® cuando recibieron la llamada. Jos¨¦, Daniela, Viviana y Paola estuvieron el d¨ªa de Navidad en Jerez de Garc¨ªa Salinas, un pueblito ¡°m¨¢gico¡± de Zacatecas, el nombre que reciben en M¨¦xico las peque?as localidades que destacan por su historia o arquitectura, a unos 70 kil¨®metros de la casa de las chicas. Entrada la noche decidieron regresar. A las 23.11 horas a la altura de V¨ªboras, en la carretera federal 23, Daniela M¨¢rquez envi¨® una ¨²ltima localizaci¨®n a sus padres. Eso fue lo ¨²ltimo que se supo de ellos. A mitad de enero encontraron su camioneta con disparos de bala y los restos calcinados de los cuatro. La hip¨®tesis principal apunta a que los j¨®venes se encontraron con un ret¨¦n del crimen organizado y fueron ellos los que se los llevaron. En esa misma zona se libra una batalla campal entre grupos criminales que ha dejado ya decenas de localidades abandonadas y 17 desaparecidos solo en diciembre.
En la noche del 12 al 13 de junio de 2021, C¨¦sar Salazar, representante comercial de Los ?ngeles, y su primo Jorge Rodr¨ªguez, profesor de bachillerato, salieron de Guanajuato y tomaron la carretera hacia Celaya. Jorge le estaba ense?ando el Estado a C¨¦sar, que hab¨ªa vivido pr¨¢cticamente toda su vida en EE UU. En un momento del camino de regreso a casa, se les pinch¨® una rueda. Llegaron a la 1.30 de la madrugada a la gasolinera de Santiago de Cuenda. Ah¨ª acudieron el padre de Jorge y su sobrino Henry a auxiliarlos. En el estacionamiento, se acerc¨® un adolescente de unos 17 a?os, tom¨® una foto a C¨¦sar y Jorge, pregunt¨® de d¨®nde eran y mand¨® un audio: ¡°Son ellos, dicen que son de Yustis, ?los reconocen?¡±. Al otro lado, alguien contest¨®: ¡°No, no los reconocemos, ahi? detenlos¡±. Los hombres se apuraron, a las 2.10 terminaron el cambio de llanta y emprendieron el camino. Al coche de C¨¦sar y Jorge los intercept¨® una camioneta, se oyeron disparos. Desaparecieron.
Las familias, acompa?adas por la Plataforma para la paz y la justicia de Guanajuato, buscaron ayuda en la ONU. El Comit¨¦ contra la Desaparicio?n Forzada emiti¨® una acci¨®n urgente para que el Gobierno mexicano estableciera una estrategia para encontrarlos el 27 de julio. Tres d¨ªas m¨¢s tarde, la Fiscal¨ªa de Guanajuato anunci¨® que hab¨ªa identificado los restos de los dos hombres en el servicio forense. ¡°Lo que pudimos verificar despu¨¦s es que estaban utilizando ponchallantas en esa carretera, que est¨¢ en una zona controlada por el Cartel Santa Rosa de Lima¡±, explica a EL PA?S Raymundo Sandoval, defensor de los derechos humanos que acompa?¨® el caso. ¡°No fue que ellos estuvieran en el lugar inadecuado, en el momento inadecuado, hab¨ªa una intencionalidad, una estrategia. Es lo que llamamos el dispositivo desaparecedor, que une la estructura de los grupos criminales con la omisi¨®n o complicidad de las autoridades¡±, explica.
A Leo Reyes un grupo t¨¢ctico que depend¨ªa de las Fuerzas de Seguridad P¨²blicas del Estado (FSPE), le dispar¨® en un camino de terracer¨ªa. Hac¨ªa solo un par de d¨ªas que el joven estaba en San Miguel de Allende, de donde su familia hab¨ªa salido hac¨ªa unos siete a?os para instalarse de forma legal en EE UU. Hab¨ªan viajado de vuelta porque Leo era un gran seguidor de la Virgen de Guadalupe. Lleg¨® a Guanajuato con sus padres, les acompa?¨® a hacerse un examen de la vista, ayud¨® a las mujeres del pueblo a sacar unas piedras del r¨ªo, el mismo d¨ªa 12 fueron a comprar los arreglos a la Virgen, quemaron la p¨®lvora, se fue a jugar un torneo de f¨²tbol, volvi¨® a su casa bien contento porque hab¨ªa ganado un bal¨®n, cen¨®, se cambi¨® de ropa porque estaba fr¨ªo y se fue a lo alto, a buscar se?al a hablarle a la novia, enumera su madre Guadalupe Cayenta, que termina: ¡°Pero ya no regres¨®¡±.
Un hermano de la mujer avis¨® que hab¨ªan visto a unas patrullas y que el joven no volv¨ªa. Sali¨® toda la familia a buscarlo y se oyeron los disparos. Guadalupe y su nuera se acercaron arrastr¨¢ndose sobre las hierbas hasta donde estaban los agentes y el veh¨ªculo de Leo. ¡°Est¨¢bamos tiradas y estuvimos escuchando lo que dec¨ªan. ¡®Puto reyes, ya hab¨ªa valido verga¡¯, dijo la voz de una mujer, ¡®vamos a retirarnos, aqu¨ª no pasa nada¡¯, dijo un hombre. Ya iban a empezar a acordonar y nosotras tiradas, no pudimos grabar porque est¨¢bamos muy cerquita¡±, recuerda entrecortada ahora la mujer desde San Antonio. Se fueron como hab¨ªan llegado, con los codos sobre el tepetate. Lo buscaron en el pueblo, en los hospitales y en la subprocuradur¨ªa. El 13 de diciembre de 2018, Leo Reyes estaba muerto.
La familia logr¨® en septiembre que se reabriera el caso, cerrado de carpetazo por la Fiscal¨ªa. La versi¨®n de las autoridades no encajaba para la jueza: aseguraron que Reyes dispar¨® primero, pero solo hab¨ªa casquillos de los agentes; que iba acompa?ado de otra persona y que se sintieron amenazados, pero ¨¦l estaba solo; que muri¨® en la ¡°balacera¡±, pero los peritos han demostrado que el joven falleci¨® desangrado de un disparo en la espalda. Ning¨²n polic¨ªa llam¨® a la ambulancia para auxiliarlo: dejaron que se muriera.
La historia sigue atravesando la voz de su madre. ¡°Nos dejaron muertos en vida. No hay respuestas¡±, dice Guadalupe, ¡°¨¦l estaba en un camino de terracer¨ªa que va para nuestro rancho, aqu¨ª somos todos conocidos, es una sola entrada y una sola salida, ?qu¨¦ andaban haciendo tantos de ellos aqu¨ª?¡±. Despu¨¦s de estos a?os, Raymundo Sandoval, que ha estado con la familia, apunta a que los agentes ¡°perdieron el control, utilizaron las armas de fuego sin respetar la escala del uso de la fuerza y cuando se dieron cuenta del abuso, trataron de encubrirlo¡±. La mitad de los seis agentes que estaban esa noche ya no trabajan en Guanajuato. Ninguno ha sido incapacitado, tampoco procesado. ¡°Ellos se equivocaron porque pensaron que no los hab¨ªa mirado nadie, pero nosotros ah¨ª est¨¢bamos¡±, dice Cayenta, que reconoce que sabe que est¨¢ en riesgo.
¡°En ninguno de estos tres casos ha habido sanci¨®n y eso revela un patr¨®n¡±, afirma el activista, que apunta a que las muertes de Leo, C¨¦sar y Jos¨¦ se visibilizaron, pero que no se sabe cu¨¢ntos m¨¢s casos de desapariciones hay en la carretera de Guanajuato, en la de Zacatecas, cu¨¢ntas ejecuciones extraoficiales. ¡°Sus casos demuestran la dificultad para transitar libremente en Guanajuato, que vive una crisis generalizada de inseguridad, que ha crecido en los ¨²ltimos cinco a?os. Las desapariciones son la punta del iceberg de las expresiones de violencia¡±, apunta, ¡°mientras tenemos proyectos de vida truncados por la violencia¡±.
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