L¨®pez Obrador renuncia a las clases medias
Mal har¨ªa el movimiento que encabeza el presidente de M¨¦xico en ignorar lo que el despliegue de sectores medios y altos representa despu¨¦s de la muestra de m¨²sculo que dieron en la marcha multitudinaria del Z¨®calo
Despu¨¦s de una larga temporada de vacas flacas, la oposici¨®n obtuvo por fin una buena noticia con la marcha que llen¨® el Z¨®calo y otras plazas p¨²blicas el pasado domingo. Una muestra de m¨²sculo que, si bien no se equipara con el movimiento de masas que pueda desplegar el obradorismo, tampoco es algo que pueda ningunearse. ?Modifica en algo las hasta ahora peregrinas perspectivas de la oposici¨®n de cara a las pr¨®ximas elecciones presidenciales? ?Tendr¨ªa Morena que preocuparse?
Comencemos por esto ¨²ltimo. Mal har¨ªa el movimiento que encabeza L¨®pez Obrador en ignorar lo que este despliegue de sectores medios y altos representa. En realidad, nada que ponga en riesgo el objetivo primordial del presidente, esto es, asegurar otro sexenio m¨¢s para un Gobierno de la Cuarta Transformaci¨®n. Los m¨¢rgenes de intenci¨®n de voto en favor de Morena, el descr¨¦dito del PAN y del PRI, la ausencia de figuras atractivas para enfrentar a Claudia Sheinbaum o Marcelo Ebrard, el poder territorial que otorgan 22 gubernaturas del partido oficial, son factores casi imposibles de revertir en 15 meses. Y, sin embargo, una cosa es la silla presidencial y otra las condiciones de gobernabilidad que encuentre el pr¨®ximo mandatario.
Lo que la marcha sugiere es que el retroceso que Morena experiment¨® en las elecciones intermedias, en 2021, podr¨ªa repetirse en la Ciudad de M¨¦xico y en el Congreso. El partido oficial perdi¨® varias decenas de curules en la C¨¢mara de Diputados y 9 de 16 delegaciones en la capital. Para su fortuna, L¨®pez Obrador retuvo los m¨ªnimos para gozar de una mayor¨ªa en el poder legislativo con ayuda de sus aliados. Pero lo dej¨® a a?os luz de la posibilidad de una mayor¨ªa constitucional (que casi alcanzaba en la primera mitad del sexenio) y lo hizo m¨¢s dependiente de los partidos sat¨¦lites. Con todo, pudo salvar lo necesario para superar por las justas el 50% m¨¢s uno que permite la aprobaci¨®n de presupuestos e iniciativas presidenciales. Eso es lo que ahora estar¨ªa en juego y no es cosa menor.
Para un presidente, la posibilidad de gobernar con mayor¨ªa legislativa o sin ella resulta abismal. Basta ver a Joe Biden. En los sistemas parlamentarios, cuando no se consigue, suele derivar en una renuncia. Por otra parte, la posibilidad de perder la capital del pa¨ªs tampoco es cosa menor. L¨®pez Obrador ha podido gobernar sin un antagonista importante. Un gobernador de oposici¨®n en la Ciudad de M¨¦xico constituir¨ªa un permanente dolor de cabeza, un rival cotidiano y un precandidato autom¨¢tico para la siguiente elecci¨®n. Se trata de la segunda posici¨®n pol¨ªtica en el pa¨ªs. Habr¨ªa que recordar la pesadilla que represent¨® para Vicente Fox la presencia de L¨®pez Obrador en el Palacio de enfrente.
Lo que esas elecciones intermedias demostraron es que la estrategia de L¨®pez Obrador funcionaba y no. Era muy efectiva para sostener el apoyo de las mayor¨ªas, pero romp¨ªa lazos con todos los dem¨¢s. La polarizaci¨®n pol¨ªtica, encaminada a mantener viva la identidad del mandatario con los agraviados a partir de un discurso beligerante, ha sido clave para mantener los altos niveles de aprobaci¨®n (adem¨¢s de las pol¨ªticas p¨²blicas en beneficio de los sectores populares, hay que decirlo). Pero estaba claro que esa estrategia polarizante lastima la relaci¨®n con los sectores medios. Esos que, acompa?ados de las ¨¦lites, hoy marchan en contra de su gobierno.
En aquella ocasi¨®n, L¨®pez Obrador culp¨® de los malos resultados en la capital a las clases medias, que hab¨ªan dado la espalda al compromiso social con los de abajo, encandilados por su aspiracionismo respecto a las clases altas. Un reclamo que hac¨ªa muy poco por recuperar la relaci¨®n con esos grupos y m¨¢s bien terminaba por confrontarlos. Desde entonces el presidente ha profundizado esa perspectiva. Como digo, una estrategia temeraria, pero calculada: apostarlo todo por el voto del M¨¦xico profundo y confiar en la aritm¨¦tica de un pa¨ªs tan desigual como el nuestro.
La apuesta del presidente muy probablemente resulte exitosa en lo que m¨¢s le importa electoralmente hablando: asegurar la presidencia para unos de los suyos. Desde luego no siempre la mejor estrategia electoral equivale a la mejor pol¨ªtica: la polarizaci¨®n produce votos, pero obstaculiza la construcci¨®n de un medio ambiente econ¨®mico y de inversi¨®n favorables para el crecimiento econ¨®mico o la generaci¨®n de empleo, pero esa es otra historia. L¨®pez Obrador juzg¨® que, frente a la resistencia de los poderes f¨¢cticos a su propuesta de cambio, ten¨ªa que encomendarse a su popularidad.
La pregunta es si la oposici¨®n puede hacer algo con esta temeraria apuesta del presidente y aprovechar los sectores medios que el obradorismo ha dejado hu¨¦rfanos. Sectores que, al menos en la Ciudad de M¨¦xico, siempre hab¨ªan votado por la izquierda. En teor¨ªa la respuesta es s¨ª, pero en la pr¨¢ctica no hay garant¨ªa alguna. Francamente la pobreza de los dirigentes de la oposici¨®n no se lo pone f¨¢cil a estas clases medias. Los esc¨¢ndalos del PRI, el PAN o el PRD siguen siendo decepcionantes para muchos ciudadanos. Y por m¨¢s que se llenen la boca con convocatorias a la sociedad civil, en realidad los protagonistas siguen siendo los mismos cuadros pol¨ªticos reciclados y figuras de la ¨¦lite empresarial invendibles en la calle. Basta se?alar que el encomiable esfuerzo de tantas organizaciones para llenar el Z¨®calo, no alcanz¨® m¨¢s que para dos oradores menores: una de ellas exdiputada del PRI de oratoria grandilocuente que remite a los a?os 70 y el otro un exministro de la corte opositor de discurso correcto pero anticlim¨¢tico.
El obradorismo ha extraviado a las clases medias por propio designio. No obstante, lo que uno pierde no necesariamente el otro lo gana. Podr¨ªa incidir en las pr¨®ximas elecciones, pero la oposici¨®n tendr¨ªa que hacer su trabajo, no es claro que eso est¨¦ sucediendo. Y no solo se trata de un tema de nuevas y mejores caras, que no se ven. Tampoco hay programa para ofrecer. L¨®pez Obrador propuso inversiones en el sureste abandonado, mejoras al poder adquisitivo, moderaci¨®n en las cuentas p¨²blicas, cobro justo de impuestos, internet para todos y un largo etc¨¦tera. En el camino cometi¨® errores, pero construy¨® esperanzas. La oposici¨®n no puede pretender recuperar el poder, o parte de ¨¦l, a partir del resentimiento a la 4T. Algo que da para una marcha, no para conquistar el voto de un ciudadano medianamente l¨²cido, as¨ª se encuentre desencantado.
Usuario en Twitter: @jorgezepedap
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