?ltimas tardes con Alicia
El Multiforo Alicia, espacio ic¨®nico de la contracultura mexicana, cierra sus puertas tras 27 a?os de recorrido: ¡°Hay grupos que empezaron aqu¨ª chiquitos y hoy son famosos, te quedas con esa satisfacci¨®n y el saber que la autogesti¨®n s¨ª es posible, que el apoyo mutuo existe¡±
Los domingos y el punk nunca se llevaron demasiado bien. Pero contra todo pron¨®stico, la fila llega hasta la esquina y la acera frente al n¨²mero 91 de la avenida Cuauht¨¦moc est¨¢ plagada de chavales vestidos de negro, chupas de cuero, parches de Black Flag, pelos de colores, vaqueros ajustados, caguamas compartidas. Nadie en la escena underground de la Ciudad de M¨¦xico quiere perderse las ¨²ltimas tardes con ...
Los domingos y el punk nunca se llevaron demasiado bien. Pero contra todo pron¨®stico, la fila llega hasta la esquina y la acera frente al n¨²mero 91 de la avenida Cuauht¨¦moc est¨¢ plagada de chavales vestidos de negro, chupas de cuero, parches de Black Flag, pelos de colores, vaqueros ajustados, caguamas compartidas. Nadie en la escena underground de la Ciudad de M¨¦xico quiere perderse las ¨²ltimas tardes con Alicia, ese Laboratorio de culturas subterr¨¢neas y movimientos aleatorios que ha acogido y abrigado durante casi tres d¨¦cadas la m¨²sica independiente de la capital.
Las despedidas nunca fueron f¨¢ciles. M¨¢s a¨²n si la relaci¨®n a la que hay que decir adi¨®s cumple 27 a?os, la edad a la que mueren las leyendas del rock. Aunque el Alicia, m¨¢s que de leyendas, siempre fue m¨¢s de abrigar a los m¨²sicos an¨®nimos, los poetas marginales y los chicos de barrio. Uno de los ¨²ltimos domingos del 2022, a su peque?o escenario se subir¨¢ el argentino Boom Boom Kid, que viene de colgar el cartel de sold out el viernes anterior.
Lo suyo es una especie de misa para iconoclastas. Es un personaje psicod¨¦lico que a¨²lla, salta, hace el pino, sacude sus rastas rubias, se retuerce, repta y deja aforismos de calado como ¡°el rock and roll es una mentira, pero una mentira hermosa¡±. En la calle todav¨ªa brilla el sol y las terrazas de la Roma est¨¢n a reventar de gente, pero un centenar de fieles ha preferido rodearse de oscuridad y distorsi¨®n.
La escena se repetir¨¢ durante diciembre, enero y febrero. Las entradas se agotan en un descuido y los ¨²ltimos conciertos que destila el Alicia son aut¨¦nticas f¨¢bricas de sudor repletas de j¨®venes y alg¨²n que otro nost¨¢lgico que ha venido a disfrutar por ¨²ltima vez del lugar donde vivi¨® sus d¨ªas de gloria.
Un s¨¢bado de enero, el segundo d¨ªa que el pop punk blandito de Tungas agota las entradas, los cuerpos sacuden la pista de baile, las gargantas se desga?itan en gritos agudos y un tipo con boina y chaqueta de cuero surfea la sala sobre las cabezas de los asistentes. El calor podr¨ªa masticarse. Dos adolescentes corean el estribillo: ¡°No hay futuro, no hay soluci¨®n¡±. El ne¨®n rojo que anuncia una marca de cerveza chisporrotea en una esquina. Un chaval que parece la viva imagen en versi¨®n chilanga de Johnny Thunders se pasea sin camiseta cargando botellas vac¨ªas. Otro joven sin un poro de piel sin tatuar se abraza a su colega y lamenta: ¡°Que ya cierra el Alicia¡±.
El final no lleg¨® como una sorpresa. Hace un a?o, el responsable del multiforo, Ignacio Pineda, anunci¨® que ya estaba cansado y 2022 ser¨ªa el ¨²ltimo baile del Alicia. La fecha se alarg¨® un par de meses m¨¢s porque decir adi¨®s siempre lleva m¨¢s tiempo del planeado, y hab¨ªa demasiados recuerdos, demasiados amigos, demasiados grupos que quer¨ªan poder despedirse sobre el escenario.
Por las tablas en estos ¨²ltimos meses han desfilado San Pascualito Rey, banda ic¨®nica del rock mestizo mexicano que empez¨® sus d¨ªas aqu¨ª; la cumbia de Ali Gua Gua o Sonido Gallo Negro; el punk ramoniano de Seguimos Perdiendo; el rock rupestre de Nina Galindo o el hardcore mel¨®dico de Gula, los responsables de hacer sonar el ¨²ltimo acorde entre las cuatro paredes del espacio.
Durante los 27 a?os anteriores, la lista es interminable. Del Alicia sali¨® Pante¨®n Rococ¨®, Lost Acapulco, Austin TV, Sekta Core o Sal¨®n Victoria. Y por all¨ª pas¨® tambi¨¦n Tijuana No! ¡ªel grupo de ska-punk en el que empez¨® su carrera Julieta Venegas¡ª, La Lupita, Caf¨¦ Tacvba o Ferm¨ªn Muguruza, l¨ªder de Kortatu y Negu Gorriak. En su seno se forj¨® la escena ska mexicana, que acab¨® siendo masiva. Tambi¨¦n la surf rock, punk, rockabilly, hardcore, blues, jazz o el resurgir del movimiento rupestre. En su peque?o estudio se grabaron m¨¢s de 130 discos que luego edit¨® su discogr¨¢fica, Grabaciones Alicia. Entre ellos, un directo secreto de Manu Chao, Estaci¨®n M¨¦xico (2008).
Tres amigos anarquistas abrieron el local en los 90, inspirados por las ideas que cruzaban el charco desde los centros sociales okupados europeos y las squats inglesas. Entonces, la Roma era todav¨ªa una colonia devastada por el terremoto de 1985, escenario de una efervescente escena cultural fruto de todos los j¨®venes artistas que se mudaron al barrio aprovechando el abandono y los bajos alquileres.
El ¨²nico de los tres amigos que se ha mantenido en el proyecto hasta el final, Ignacio Pineda, ahora hace balance: ¡°Ver que ya cerr¨¢bamos la cortina s¨ª fue medio fuerte. Son 27 a?os, muchas historias. A la despedida lleg¨® mucha gente que hac¨ªa mucho que no ve¨ªa, amigos con los que compartimos proyectos y militancia pol¨ªtica. Yo creo que algunas veces voy a pasar por aqu¨ª y me va a dar tristeza, pero tambi¨¦n es una satisfacci¨®n saber que hicimos un mont¨®n de cosas: charlas, conciertos, talleres, un mont¨®n de apoyo a muchos movimientos sociales...¡±.
¡°Aguantamos 27 a?os, que no fue f¨¢cil¡±, contin¨²a relatando Pineda, ¡°no trabajar con iniciativa privada ni el Estado¡±. ¡°Pero fue muy divertido ver los grupos que empezaron aqu¨ª chiquitos y hoy son famosos, te quedas con esa satisfacci¨®n y el saber que la autogesti¨®n s¨ª es posible, que el apoyo mutuo existe¡±. La filosof¨ªa del Alicia siempre estuvo marcada por sus ideas pol¨ªticas y el objetivo de dar un lugar a los j¨®venes de barrios pobres que no pod¨ªan pagar las entradas de los bares de lujo, los que cre¨ªan en una forma distinta de ocio y de vida alejados de los circuitos oficiales de la cultura.
En su ¨²ltimo fin de semana, el Alicia abri¨® no para ofrecer un concierto, sino para vender los miles de carteles, discos y camisetas que ha acumulado durante los a?os. Un mercadillo para la nostalgia. Trataron de hacer un ¨²ltimo show en el que un centenar de bandas tocara durante tres d¨ªas un par de canciones cada una, pero m¨¢s de 1.000 grupos acudieron a la llamada y Pineda prefiri¨® cancelar antes que dejar a nadie fuera.
El Alicia ya est¨¢ vac¨ªo de m¨²sica y gente. Ahora solo quedan los cientos de carteles y esl¨®ganes pol¨ªticos que decoran sus paredes; el suelo a cuadros blancos y negros como un tablero de ajedrez; el grafiti del gato de Cheshire, eterno emblema del espacio, sobre la verja met¨¢lica; el recuerdo de las mil y una noches en las que el sudor condensado llov¨ªa desde el techo y empapaba la euforia de los conciertos. En el futuro, sus trabajadores, los Alicios, pretenden crear una cooperativa y continuar con el proyecto. Mientras tanto, la despedida deja hu¨¦rfanas a varias generaciones, las que fueron y las que vendr¨¢n, que ya no tendr¨¢n donde gritar ¡°no hay futuro, no hay soluci¨®n.¡±
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