El Reino del Rev¨¦s
Ahora que las enciclopedias registran que Javier L¨®pez ha muerto, asumamos con gratitud que Chabelo en realidad es intemporal
Ahora que Chabelo se mud¨® al otro mundo, me parece que m¨¢s lo extra?o y que se impone un reclamo formal a los dioses del meme que me hab¨ªan convencido a lo largo de los a?os recientes de que Javier L¨®pez Chabelo era realmente eterno. Se nota que no he dejado de ser ni?o en tanto que me cre¨ªa a pie juntillas que el abuelo de pantal¨®n corto y voz tipluda realmente naveg¨® con Col¨®n en la Pinta o Santa Mar¨ªa y que es nada menos que el alt¨ªsimo chabel¨®n de pechera colorida quien aparece en la c¨¦lebre foto de Pancho Villa sentado en la silla presidencial con Emiliano a su lado¡ pero ahora que las enciclopedias registran que Javier L¨®pez ha muerto, asumamos con gratitud que Chabelo en realidad es intemporal y que al tercer d¨ªa de su exhalaci¨®n final, rompi¨® cadenas y movi¨® la inmensa piedra del ostracismo para resucitar en primera plana, cantando ¡°El Reino del Rev¨¦s¡±.
Veo las noticias del M¨¦xico que sigue sumido en el irracional sinsentido de lo que llaman transformaci¨®n (siendo no m¨¢s que kafquiana metamorfosis del delirio demencial) y de fondo escucho los versos donde Me dijeron que en el Reino del Rev¨¦s/Un se?or llamado Andr¨¦s/Tiene mil quinientos treinta chimpanc¨¦s/Que si miras no los ves y a m¨ª se me afigura met¨¢fora de un contingente de diputados de MORENA. Cantaba Chabelo Me dijeron que en el Reino del Rev¨¦s/Nadie baila con los pies/Que un ladr¨®n es vigilante y otro es juez/Y que dos y dos son tres y aparece en la pantalla una Ministra de toga negra que se cree impoluta siendo no m¨¢s que plagiaria y proyectan en pantalla de Palacio a la gobernadora de Campeche como rojo orangut¨¢n arrastrando pies y dignidad en una oda malrimada para un hijo del m¨¢iz¡ oigo la rolita de Chabelo (con el Maestro Jalili al teclado) y danza la sombra nefanda de una vocera de prensa que no sabe leer y desfilan como figuritas de Cri-Cri los mandriles que redactaron los nuevos libros de texto para primates porque ez de que dijites que fuistes y hicistis que no hay m¨¢s gram¨¢tica que la que destila la lenguamocha y la pausa pendeja del despistado.
Habiendo crecido en otro idioma mi infancia s¨®lo goz¨® de los domingos con Chabelo En Familia al visitar M¨¦xico de vacaciones y sin ganas de acompa?arlo a Disneylandia con El Pecas, pero le debo toneladas de carcajadas adolescentes (e incluso, de adulto al filo de la paternidad) por sus rutinas con C¨¦sar Costa como Pujitos en la Carabina de Ambrosio, mu?eco de ventr¨ªlocuo alburero y m¨¢s a¨²n los soberbios cuadros dram¨¢ticos y demenciales del Mercado de l¨¢grimas donde parodiaba junto a Alejandro Su¨¢rez las telenovelas lacrim¨®genas con alto surrealismo de humor infinito.
Ya de monaguillo socarr¨®n o bien de ni?ote berrinchudo de llanto en taquicardia, Chabelo se volvi¨® incandescente con no pocas canciones enrevesadas, pero ninguna como la de El Reino del Rev¨¦s, original de Mar¨ªa Elena Walsh que en voz del ni?o-abuelo explican la tragicomedia del perro pequin¨¦s que se cae para arriba, all¨ª donde cabe un oso en una nuez, nada el p¨¢jaro y vuela el pez, tal como miente el mentado Preciso, vuelan los vagones del Metro por los aires y se inunda por ambas bocas una refiner¨ªa que naci¨® caduca. Vamos a ver c¨®mo es/El Reino del Rev¨¦s donde necesitas un avi¨®n o helic¨®ptero personal para llegar al aeropuerto que te queda exactamente al otro lado del mundo para poder volar a la vuelta de la esquina o bien Vamos a ver c¨®mo es/El Reino del Rev¨¦s donde celebramos con bombo hueco y flatos fatuos la Expropiaci¨®n Petrolera en un pa¨ªs invadido por gasolineras extranjeras y cuadriculado con huachicoleros implacables¡ el reino entregado vilmente a los capos del narco o a sus mamacitas de besito en la mano alunarada y el reino de todos los enanitos verdes en descarado imperio militarizado por los otrora milicos que mercaban la mariguana en los cuarteles porque le dol¨ªa y le faltaba a La Cucaracha que ahora tiene alas como mariposa y los zapatos del Cienpi¨¦s en el Reino del Rev¨¦s.
Cuando cursaba la preparatoria, al filo de la d¨¦cada de los a?os ochenta, los Hermanos Lasallistas expulsaron con exagerado rigor al primer compa?ero de mi generaci¨®n que os¨® portar un arete en la oreja izquierda. El chisme se esparci¨® como incienso sagrado en aquel presidio religioso-marcial donde no se so?aba con educaci¨®n mixta y todos los alumnitos desfil¨¢bamos de la capilla al aula con diversas cruces disciplinarias y m¨¢s a¨²n al d¨ªa siguiente, cuando lleg¨® a la escuelita el padre del expulsado. Era un hombr¨®n de elevada estatura y voz ronca que entr¨® directamente a la oficina del Prefecto Hermano Lasallista preguntando los motivos de la expulsi¨®n de su hijo ?portando un hermoso par de arracadas de fantas¨ªa en cada una de sus orejas!
El Hermano Director se qued¨® mudo en medio de un mar generalizado de carcajadas y aplausos estudiantiles que celebramos la genial ocurrencia de aquel padre de expulsado que domingo a domingo se vest¨ªa de pantal¨®n cortito y afinaba la voz infantil que no se parec¨ªa en nada al vocerr¨®n con el que puso en orden la ridiculez represora. Aqu¨ª conviene subrayar que Javier L¨®pez Chabelo elev¨® a los renglones del Diccionario de Mexicanismos de la Real Academia Espa?ola la palabra catafixia, que se define como el trueque o intercambio de un objeto por otro ¡°sin que necesariamente importe el valor de ambos¡±. Verbo que se acerca al no siempre equitativo t¨¦rmino del costo de oportunidad en la teor¨ªa econ¨®mica y que en el diario vivir a veces nos quita una lujosa sala de sof¨¢ y sillones de la marca Muebles Troncoso y nos deja a cambio la escu¨¢lida figura huesuda de un burro fam¨¦lico¡ pero tambi¨¦n es el verbo que explica que all¨ª donde la disciplina autoritaria hac¨ªa que las letras nos entraran con sangre en la piel, hubo una epifan¨ªa luminosa donde un ni?o que nunca envejeci¨® puso en evidencia m¨¢s de un profundo sinsentido¡ y ahora que lo extra?o y evoco ?no ser¨¢ que El Reino del Rev¨¦s es precisamente el inmenso equ¨ªvoco de habiendo cre¨ªdo en radicales transformaciones nos sali¨® en la catafixia un inexplicable regreso a la politiquer¨ªa de cuando and¨¢bamos en la Preparatoria, la catafixia de la vieja corrupci¨®n de caricatura por las nuevas formas del robo institucional? ?No ser¨¢ la ronda repetitiva de puras mentiras y fallidos simulacros como quien viaja con su gabinete de chiquilladas en un tren de simulados, recorridos en pantallas dizque ventanas o bien el trenecito circular de jugueter¨ªa dizque ¨¦pica que pretende darle vueltas al mundo Maya con todos sus pesados rieles a punto de hundirse en los sagrados cenotes del subsuelo? As¨ª sigue la tonadita donde lo ¨²nico que se antoja es que alguien nos conceda que nos calcen los piecitos con un buen par de la zapater¨ªa Canad¨¢ que se llamaban Exorcista, que llevaba Chabelo en los pinreles para librarnos de tanta diablura lasallista, tanto pa¨ªs inexplicable (con zapatos bautizados como de pel¨ªcula) y tanta realidad insalvable¡ hasta que amanezca el pr¨®ximo domingo desma?ado otro canoso ni?o anciano en busca de una verdadera catafixia.
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