Corten el cable negro: el problema de M¨¦xico con las mara?as de hilos negros que cubren sus ciudades
Las principales urbes del pa¨ªs tratan de retirar toneladas de cables de telecomunicaciones en desuso que ensucian el paisaje urbano y causan accidentes
El entramado de cables a¨¦reos que se extiende por las grandes ciudades de M¨¦xico ha alcanzado tal magnitud que, sin ser funambulista, uno podr¨ªa caminar por ellos, hasta tumbarse en ellos, como en una silla modelo Acapulco. Los electricistas apoyan sus escaleras en los cables cuando hacen reparaciones y no pasa nada, aguantan con la fuerza de la uni¨®n. Hay millones, se puede buscar la sombra bajo esas madejas de hilos negros. Las ardillas los recorren cada d¨ªa de calle en calle, no necesitan ¨¢rboles. La preocupaci¨®n ha saltado de las consideraciones est¨¦ticas a la seguridad y varios grandes Ayuntamientos se han puesto manos a la obra para aligerar esas telara?as. La capital comenz¨® hace unos meses por una de sus alcald¨ªas m¨¢s hermosas, bohemias y adineradas, Coyoac¨¢n, donde ya se han retirado nueve toneladas, se dice pronto, de goma y cobre o lo que sea que tengan dentro esos hilos que nos llevan las series favoritas a casa. Hay puntos donde los obreros dejan metros y metros enrollados en los postes como la soga de los vaqueros a lomos de sus caballos.
Un convenio entre el alcalde interino de la capital, Mart¨ª Batres, y las compa?¨ªas de telecomunicaciones anunciado esta misma semana procurar¨¢ la limpieza a¨¦rea de la ciudad. Se trata de millones de metros de cable que quedaron en desuso, porque el usuario de internet, por ejemplo, cambi¨® de compa?¨ªa y ah¨ª se quedaron los anteriores conductos del servicio. Cu¨¢nto va a costar esto, no se sabe, pero se da por hecho que son las empresas concesionarias de los postes quienes deben hacerse cargo del asunto. Si eso acaba o no repercutiendo en la factura del consumidor, ya se ver¨¢. Por ahora, las telecos concernidas retirar¨¢n cables cada a?o en septiembre y noviembre, y siempre que Protecci¨®n Civil o la ciudadan¨ªa les pida remover alguno que represente riesgos para la seguridad.
Hace apenas unos d¨ªas, un video viral mostraba c¨®mo un cami¨®n enganch¨® y tens¨® a su paso uno de esos cables colgantes con tan mala suerte que estamp¨® contra la pared a una muchacha que iba por la acera. A menudo se descuelgan a la altura del caminante como una comba infantil, o se atraviesan alevosos en el paseo nocturno frente a la cara de uno. Susto y frenazo en seco. Otras veces bajan como lianas, con el extremo despeluchado, hasta el hombro del viandante, que se imagina electrificado como un dibujo de c¨®mic.
Nuevo Le¨®n, otro de los Estados m¨¢s ricos del pa¨ªs, tambi¨¦n ha ordenado a las empresas de telecomunicaciones la retirada de tanta madeja inservible que lleva d¨¦cadas sobre la cabeza de los ciudadanos. A esas fuentes enganchan la luz para su negocio miles de puestos callejeros, otra de las telara?as de las ciudades mexicanas, esta, sobre tierra. Habr¨¢ que operar con cuidado para que en estos d¨ªas de limpieza general no se acumulen quejas ciudadanas por la interrupci¨®n del servicio. No queda el recurso del cable rojo, cable azul que anima el suspense de las pel¨ªculas con bomba, aqu¨ª todos son negros, para m¨¢s inseguridad.
A comienzos de siglo, el que hoy es presidente, Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador, era jefe de Gobierno de la capital y lleg¨® a un acuerdo con el magnate Carlos Slim para adecentar el centro del DF, incluyendo el an¨¢rquico cableado. As¨ª se hizo, y se nota, pero falta mucha tela que cortar. La paradoja es que mientras millones de ciudadanos no tienen acceso a internet en M¨¦xico, otros tantos se enredan en la red a¨¦rea. Por ahora, el robo de enseres p¨²blicos est¨¢ a nivel del suelo, en las tapaderas de los desag¨¹es, as¨ª que si alguien no se da de bruces con un cable siempre puede hundirse en el agujero de la coladera.
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