Los vestidos car¨ªsimos de Sandra Cuevas: ?por qu¨¦ solo a las pol¨ªticas las juzgamos por su estilo?
Acad¨¦micas y expertos en comunicaci¨®n pol¨ªtica sugieren que si vamos a hablar del costo de los trajes de la alcaldesa, tambi¨¦n hay que tratar los gastos que hacen los candidatos hombres
La cobertura del ejercicio pol¨ªtico de Sandra Cuevas, la primera mujer alcaldesa elegida en Cuauht¨¦moc, ahora aspirante a la jefatura de Gobierno de la Ciudad de M¨¦xico, ha estado centrado en las pol¨¦micas que han desatado medidas como el Operativo Diamante o el cierre del centro deportivo Guelatao. Pero casi al mismo nivel, la mirada del electorado, de las redes sociales y los medios locales se ha concentrado en su forma de vestir, en los zapatos que elige y, sobre todo, en el alto costo de sus vestidos.
La naturalidad casi incuestionable con la que se han cubierto sus decisiones estil¨ªsticas y se han debatido como si fueran asuntos de gobierno el origen de sus ropajes, no deber¨ªa, sin embargo, alejarnos de hacernos algunas preguntas inc¨®modas: si vamos a escrutar los alt¨ªsimos costos de sus vestidos -un reciente reportaje habla de gastos en ropa por m¨¢s 700.000 pesos mexicanos-, ?no deber¨ªamos hacerlo por igual con todos los candidatos? O, es que acaso, ?el lujo desmedido solo parece molestarnos cuando lo ostenta una mujer en el poder? Ella lleva trajes rosas de Versace, pero ?alguien est¨¢ fiscalizando los relojes, autos, trajes de marcas europeas y billeteras de lujo que llevan los otros candidatos que tambi¨¦n, como ella, son actualmente alcaldes?
Para las mujeres en cargos de poder, no resulta ninguna novedad que su cuerpo, su edad, su estilo, su ropa se someta a escrutinio p¨²blico. En el contexto pol¨ªtico de Washington, en Estados Unidos, por ejemplo, la acad¨¦mica y editora de moda de The Washington Post, Robin Givhan, ha detectado que una de las asunciones m¨¢s comunes con las mujeres que son especialmente estilosas y que ocupan cargos de poder ¡°es que su estilo significa que una gran porci¨®n de tiempo, de capacidad intelectual y de dinero es dedicado a crear esa imagen. Otra gran asunci¨®n es que su estilo, es un gran distractor de su mensaje¡±. Por eso, se?ala, ¡°las mujeres pol¨ªticas suelen tener tremendas batallas con su propia imagen¡±.
El problema, a?ade Givhan en una entrevista publicada en el libro Conversations of Power, de Vestoj, es que estas ideas que lanzan sospechas sobre la idoneidad de esas mujeres en la pol¨ªtica, por la forma en la que lucen, se dan igual si lo que ocurre con su imagen es completamente lo contrario y no se muestran cuidadosas de ella. ¡°Si una senadora aparece en un programa de televisi¨®n sin maquillaje o con su pelo desprolijo, esta ser¨¢ una distracci¨®n igual o mayor que si aparece vestida completamente de Dolce & Gabbana¡±, concluye la acad¨¦mica.
La investigadora Nelly Lara, del Centro de Estudios de G¨¦nero de la Universidad Nacional Aut¨®noma de M¨¦xico (UNAM), encuentra que esta se?alizaci¨®n negativa sobre las mujeres pol¨ªticas que visten con ropa de dise?ador y que aparentemente est¨¢n ostentando cierto poder no solo personal, sino econ¨®mico a trav¨¦s de su vestimenta, est¨¢ anidada en creencias muy arraigadas de una sociedad que vincula casi de forma exclusiva el poder con lo masculino.
¡°Cuando las mujeres ingresan al poder, que se desarrolla en los marcos de una sociedad patriarcal, es com¨²n ver que atraviesen por un proceso que desde los estudios feministas se ha nombrado como ¡°el travestismo¡±. Es decir, las mujeres literalmente se convierten en uno m¨¢s para camuflarse con los protagonistas del poder. Es muy com¨²n que empiecen entonces a modificar su vestimenta, se inclinen por el uso de sastre-pantal¨®n, colores oscuros y, sobre todo, que se corten el cabello como emulando al sujeto masculino¡±, explica Lara, quien evoca ejemplos reconocidos como Hillary Clinton, Christine Lagarde, Michelle Bachelet o Angela Merkel.
Entonces, cuando vemos a la alcaldesa Sandra Cuevas hacer sus operativos a las cinco de la ma?ana por las calles de la alcald¨ªa que gobierna, en alt¨ªsimos stilettos y vestidos de corte new look de cintura afinada, pareciera que su imagen estuviera desafiando ese mandato extendido sobre las formas en las que las mujeres deben verse ejerciendo poder. ¡°El feminismo plantea que las mujeres no tendr¨ªamos que ejercer el poder de la misma manera que lo hacen los hombres. Hackear esas instancias es cuestionarse si no existen otras posibilidades est¨¦ticas y de gobernanza para nosotras. Ver a un sujeto femenino que no renuncia a su feminidad ejecutando el poder, es en s¨ª un acto revolucionario¡±, explica Lara.
Otra de las razones que encuentra la acad¨¦mica para que se dediquen tanto titulares a los Ferragamo y los vestidos de Carolina Herrera de Cuevas est¨¢ vinculada a otro elemento que desde los estudios de la econom¨ªa pol¨ªtica feminista se reconocen como la feminizaci¨®n de la pobreza.
¡°La estructura patriarcal construye y quiere mujeres pobres. Tradicionalmente, a las mujeres se nos impide el acceso a los recursos econ¨®micos y a decidir qu¨¦ vamos a hacer con esos recursos. As¨ª, habituarnos a la pobreza de las mujeres hace que cuando una de ellas muestra que se compr¨® algo lujoso, el entorno la mire con extra?eza, porque la norma desde la condici¨®n de g¨¦nero es que esa mujer ni tenga poder, ni tenga dinero. Adem¨¢s, el hecho de que Sandra Cuevas diga con su ropa ¡®gano mi dinero y lo gasto en m¨ª', es algo que no le gusta a la sociedad en la que vivimos, que no quiere que las mujeres invirtamos en nosotras, porque siempre somos un sujeto para el otro. Si tienes dinero como mujer, ese dinero tiene que ser para tus hijos, tus padres, tu familia, pero si das una muestra de que esos recursos los inviertes en ti, el patriarcado te lo va a cobrar¡±.
Desde la mirada del experto en comunicaci¨®n pol¨ªtica, asesor de imagen y gerente de campa?as electorales, Francisco Vergara Mart¨ªnez, las preferencias de Sandra Cuevas no le despiertan la menor sorpresa, porque para ¨¦l una cosa es la imagen del pol¨ªtico como candidato y otra muy distinta c¨®mo es la del gobernante. Y Sandra Cuevas ya es una gobernante, a pesar de que recientemente se haya inscrito de nuevo en su condici¨®n de aspirante en su carrera por la Ciudad de M¨¦xico. ¡°En un principio, los candidatos quieren verse igual a su electorado, entonces se usan prendas sin logotipo, camisas que no sean llamativas, colores neutros, pero todo cambia cuando son gobernantes. Esto tiene una raz¨®n de ser: M¨¦xico todav¨ªa tiene una expectativa muy clara sobre c¨®mo se debe ver alguien que est¨¢ en el poder. El c¨®mo se ve, influye en la legitimidad de ese ejercicio de poder. El electorado piensa ¡®si viste as¨ª, tiene poder y entonces nos va a ayudar¡¯. El que ya ejerce el poder se quiere distinguir, marcar esa estructura vertical¡±.
Sin embargo, el consultor resalta que la l¨®gica opera diferente entre hombres y mujeres que est¨¢n en la pol¨ªtica, porque mientras de ellos se espera que luzcan can¨®nicamente como hombres de poder, se espera m¨¢s bien de las pol¨ªticas ¡°que luzcan normales, que no sobresalgan elementos de su estilo¡±. ¡°La vestimenta del hombre es muy b¨¢sica, no es notoria. Esa neutralidad le otorga una dificultad de rastreo. Solo quiz¨¢s alguien que est¨¢ en ese mismo nivel econ¨®mico, puede identificar las se?ales de lujo detr¨¢s de un traje. Entonces, dir¨ªa que en cuanto al vestido de los hombres, parece m¨¢s f¨¢cil que el lujo pase desapercibido, que sea menos f¨¢cil vigilar cualquier atisbo de exceso. Es muy dif¨ªcil trazar los or¨ªgenes de una camisa blanca y del traje oscuro de un pol¨ªtico. En el caso de las mujeres esto es muy diferente, porque la ropa de dise?ador y su valor se identifican inmediatamente a trav¨¦s de los portales de moda y la publicidad¡±.
Estudios realizados por la econom¨ªa pol¨ªtica feminista citados por la profesora de la UNAM Nelly Lara han intentado dar claridad al respecto de qui¨¦n gasta m¨¢s, si los hombres o las mujeres, y, a pesar de los estigmas que suelen recaer de gastalonas sobre las mujeres, los an¨¢lisis han concluido que aunque por mandato de g¨¦nero ellas gastan en m¨¢s cosas, ellos gastan en cosas m¨¢s caras. ¡°Si comparamos a estas mujeres pol¨ªticas con los hombres que est¨¢n en su misma condici¨®n de poder, la tendencia nos dir¨¢ que ellos gastan en menos cosas, pero se compran relojes, autos, tierras que son considerablemente bienes m¨¢s costosos¡±, concluye.
La gran pregunta que deber¨ªamos hacernos, seg¨²n el analista Vergara Mart¨ªnez, es por igual si ellas y ellos ocupan el dinero p¨²blico para estas cosas. ¡°Lo cierto es que los gastos de esos estilos de vida que llevan los gobernantes cuestan y no suelen ser parte de su estilo de vida antes de ocupar sus cargos de poder. Hay muchas formas de justificar estos lujos con las partidas de libres gastos que tienen los pol¨ªticos, pero yo asegurar¨ªa que este no es un vicio de tal o cual pol¨ªtica, este es un modus operandi en general de la pol¨ªtica en M¨¦xico¡±.
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