Encinas gana tiempo con su informe del ¡®caso Ayotzinapa¡¯ a la espera de los documentos del Ej¨¦rcito
El subsecretario de Derechos Humanos revela que Tom¨¢s Zer¨®n cont¨® en un cuestionario a la comisi¨®n que la verdad hist¨®rica se construy¨®, entre otros lugares, en Los Pinos, residencia del entonces presidente Enrique Pe?a Nieto
Concluye una semana movida en el caso Ayotzinapa, que el martes cumpl¨ªa nueve a?os, dominada por el nuevo informe de la comisi¨®n presidencial y el desencuentro entre el Gobierno y las familias a cuenta de cientos de documentos militares. El presidente de la comisi¨®n, Alejandro Encinas, ha presentado este mi¨¦rcoles un documento de 133 p¨¢ginas que hace un amplio recuento de las investigaciones de estos a?os. En el texto, que adelant¨® EL PA?S el martes por la noche, se explica que m¨¢s de 400 personas, entre criminales y autoridades, participaron en el ataque contra los muchachos, cuyo paradero se desconoce hasta hoy.
El informe organiza testimonios y pruebas para se?alar nueve posibles lugares donde podr¨ªan haber acabado los 43 normalistas desaparecidos. Se?ala que los muchachos nunca estuvieron juntos tras el ataque, perpetrado por el grupo criminal Guerreros Unidos, en contubernio con autoridades de todos los niveles de Gobierno. Apunta tres posibles causas del ataque: una confusi¨®n de Guerreros Unidos, por pensar que los muchachos eran parte de un grupo criminal contrario; una intervenci¨®n involuntaria de los j¨®venes en sus negocios de trasiego de drogas al robar varios autobuses; o un ¡°escarmiento¡± por parte de Jos¨¦ Luis Abarca, alcalde de Iguala, por una protesta que los normalistas hab¨ªan organizado meses antes contra ¨¦l.
Ha habido alguna sorpresa tambi¨¦n. Encinas ha confirmado que los investigadores mandar¨¢n al laboratorio de an¨¢lisis gen¨¦tico de la Universidad de Innsbruck, en Austria, restos hallados recientemente en un paraje cerca de Iguala, conocido como Las Cuevillas. Hasta la fecha, las autoridades solo han recuperado peque?os huesos de tres de los j¨®venes. El presidente de la comisi¨®n ha se?alado adem¨¢s que, en una l¨®gica de colaboraci¨®n ahora rota, el exjefe de los investigadores sobre el terreno, Tom¨¢s Zer¨®n, huido en Israel, dijo en las respuestas a un cuestionario que le mandaron que el Gobierno anterior construy¨® una versi¨®n de los hechos falsa en reuniones sostenidas en diferentes lugares, entre ellos la residencia de Los Pinos, donde viv¨ªa el entonces presidente, Enrique Pe?a Nieto.
El comisionado se ha centrado as¨ª en las fortalezas del informe, su car¨¢cter narrativo, a veces did¨¢ctico, sobre el contexto criminal en la regi¨®n en la ¨¦poca del ataque, la estructura de Guerreros Unidos, sus paraguas institucionales, el an¨¢lisis de las comunicaciones intervenidas por la DEA al grupo criminal¡ Ha empleado un tono conciliador, propositivo, que parec¨ªa obviar los sucesos de los ¨²ltimos d¨ªas, en que la ruptura entre familias de los 43 y Gobierno parec¨ªa inminente. Puede que a¨²n lo sea, pero la presentaci¨®n del informe parece caminar en sentido contrario, pese a sus lagunas y omisiones, principalmente sobre el papel del ej¨¦rcito.
Entre bambalinas
El caso Ayotzinapa atrae y molesta al Gobierno. El presidente, Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador, vio en su resoluci¨®n un ejemplo de las bondades futuras de su mandato. La daba por seguro. Tan es as¨ª, que el a?o pasado afirm¨® que lo lograr¨ªan antes de que acabara diciembre. Nada m¨¢s lejos. Las posturas han parecido estos d¨ªas m¨¢s lejanas que nunca, mientras el abogado de las familias, Vidulfo Rosales, ha sacado a pasear el fantasma de la verdad hist¨®rica, resumen del desfalco probatorio de la administraci¨®n de Pe?a Nieto (2012-2018).
Quiz¨¢ sea injusto hablar de verdad hist¨®rica. La versi¨®n que ha dado Encinas en su informe se aleja de las l¨ªneas maestras de la narrativa del sexenio pasado. Entonces, las autoridades torturaron acusados, manipularon evidencia y la sembraron, seg¨²n los actuales investigadores, argumentos que soportan con pruebas. Eso no ocurre ahora, pero lo cierto es que las pesquisas han llegado a un l¨ªmite, marcado ahora mismo por la Secretar¨ªa de la Defensa y los agujeros negros de su archivo. En ese l¨ªmite ocurren los desencuentros. Ah¨ª mismo han aparecido documentos extra?os, como ¡°Ayotzinapa. Narrativa de los hechos de acuerdo a la investigaci¨®n realizada¡±, liberado el martes por el Gobierno, un resumen intervenido del informe de Encinas, alejado en realidad del original.
Es dif¨ªcil saber qu¨¦ pasar¨¢ con el caso. A veces parece que se enquista, otras que avanza, aunque sea despacio y con limitaciones. El Gobierno, que ve en el horizonte decenas de campa?as electorales entre lo local y lo federal, trata de mirar para otro lado. Colocar el visor en las fortalezas de la investigaci¨®n y alimentar la idea de que todo desacuerdo responde a manipulaciones y tergiversaciones. No hay medias tintas en Palacio Nacional. El trabajo en el caso Ayotzinapa ha sido impecable hasta ahora y cada matiz es una zancadilla del aparato conservador, siempre dispuesto a aprovechar las cr¨ªticas.
As¨ª, no hay espacio para la maniobra en el gabinete. Solo se puede cambiar de tema. Esa ha sido la intenci¨®n de Encinas este mi¨¦rcoles. Y le ha ido bien, pero es inevitable se?alar que el documento ignora una demanda clave para las familias: los centenares de documentos militares que plasmar¨ªan conversaciones de la red criminal de Iguala, antes, durante y despu¨¦s del ataque contra los estudiantes, el 26 y 27 de septiembre de 2014, en este municipio del Estado de Guerrero.
Las familias de los 43 estudiantes desaparecidos reclaman al Gobierno una serie de documentos de espionaje castrense, claves para profundizar en las pesquisas sobre el destino de los normalistas. Se trata de documentos que plasman conversaciones en que actores del crimen local hablar¨ªan del destino de los estudiantes. El Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), equipo que ha investigado el caso estos a?os, dio en julio una extensa explicaci¨®n sobre la naturaleza de estos documentos, su importancia, las b¨²squedas que han hecho en archivos militares para encontrarlos, y los movimientos al interior de la Secretaria de la Defensa para evitarlo.
La insistencia del GIEI y las familias no es capricho. En el minuto y medio que ha dedicado a hablar de este tema este mi¨¦rcoles, Encinas ha recordado que ¨¦l mismo encontr¨® dos documentos de este tipo, hace algo m¨¢s de dos a?os, en un archivo de inteligencia militar, traspapelados. En uno de ellos, dos personajes del mundo criminal de Iguala hablan el mismo d¨ªa del ataque, del posible destino de 17 de los 43 estudiantes desaparecidos. El Ej¨¦rcito los estaba espiando en tiempo real. En sus investigaciones, el GIEI ha encontrado an¨¢lisis de estas conversaciones y pruebas de que existen versiones m¨¢s largas de las mismas. Los expertos se?alan adem¨¢s que por la numeraci¨®n de los documentos existentes, es evidente que hay otros. Su ausencia quema a las familias de los 43.
Pese a todas estas pruebas, el Gobierno se ha cerrado en banda y ha dicho que los documentos solicitados, cientos de hojas en realidad, no existen. Las reuniones mantenidas estos d¨ªas y las declaraciones de las familias y sus abogados atestiguan el desencuentro. La duda ahora es qu¨¦ pueden hacer las partes para cambiar la inercia de alejamiento instalada en medio. Ahora mismo, las posturas de uno y otro lado parecen inamovibles, unos a partir de pruebas, otros, de silencio.
Encinas ha evitado centrarse en esta y otras pol¨¦micas, como las menciones a las capturas de pantalla del primer informe, presentadas en agosto del a?o pasado, im¨¢genes en que aparecen supuestos intercambios de mensajes de la red criminal de Iguala. Estos pantallazos no tienen nada que ver con los documentos de espionaje del Ej¨¦rcito, ni con la intercepci¨®n de las comunicaciones al crimen regional que realiz¨® la DEA en la ¨¦poca del ataque. Son capturas de pantalla que un testigo llev¨® hace unos meses a la comisi¨®n, cuya autenticidad es inverificable.
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