Sue?os de frontera: ¡°Papi, los siguientes vamos a ser nosotros¡±
En Ciudad Ju¨¢rez se acumulan cientos de migrantes, sobre todo venezolanos, para cruzar y entregarse a la polic¨ªa de EE UU alentados por el ejemplo de otros tantos que ya lo lograron. Su destino: un limbo legal a la espera del juicio de deportaci¨®n
Lo m¨¢s dif¨ªcil es no cortarse al atravesar la alambrada. Hay que poner una manta gruesa o un bulto de ropa sobre las cuchillas antes de saltar. O, si hay suerte, alguien trae unas tenazas y entonces se puede entrar gateando. Una vez dentro, las manos arriba, caminar despacio pegado al muro y entregarse a la patrulla fronteriza en la puerta 36. Es el manual de instrucciones de Alejandro C¨¢rdenas, un reci¨¦n licenciado en Arquitectura por la Universidad de Caracas. Se lo ha ido explicando todo paso a paso por WhatsApp su primo, que cruz¨® as¨ª la semana pasada. Ahora falta el resto de la familia C¨¢rdenas: otros tres primos, dos hermanas, la madre y una nieta de tres a?itos. Todos aguardan en el borde mexicano del R¨ªo Bravo, apenas un arroyo de cuatro metros de ancho en este tramo, convencidos de que esta noche tambi¨¦n ellos van a conseguirlo: ¡°Todos los d¨ªas pasa gente. Yo hoy voy para dentro con la bendici¨®n de Dios¡±.
La Puerta 36 de la frontera de Ciudad Ju¨¢rez (Chihuahua) con El Paso (Texas) es una especie de amuleto de la suerte para cientos de migrantes, sobre todo venezolanos, que durante las ¨²ltimas semanas se han ido concentrado en este pedazo de tierra des¨¦rtica cargados de fe. Hay restos de ropa por el suelo, incluso alguna tienda de campa?a. Llegaron a montar peque?os campamentos en el primer¨ªsimo paso estadounidense, pasado el r¨ªo y rozando ya las alambradas. En los ¨²ltimos d¨ªas, por las redes han corrido videos de grupos grandes avanzado a la carrera entre la resignaci¨®n de los agentes de migraci¨®n mexicanos.
Tanto revuelo ha provocado un refuerzo de la seguridad en la zona. La Guardia Nacional texana ha ido desmantelando a golpes los campamentos y esta noche hay cinco furgonetas vigilando y un pu?ado de guardias armados. De vez en cuando, alguna luz azul de los polic¨ªas apunta a la cara de alguien del grupo, pero no parece que sea suficiente para intimidarlos. ¡°Llevo dos meses viajando casi a pie, he visto gente morir, me han robado, he pasado hambre, as¨ª que ahora no me pienso ir de aqu¨ª¡±, dice Gregorio V¨¢zquez, due?o de un peque?o taller mec¨¢nico en un pueblo venezolano. Mientras cuenta c¨®mo su esposa y su hija pasaron estos d¨ªas a gatas por uno de los agujeros en la alambrada, una voz avisa de que otro grupo ha conseguido pasar al otro lado y los est¨¢n metiendo por la famosa Puerta 36. Gritan, bailan y aprietan los pu?os de este lado. Es una inyecci¨®n de adrenalina para la gente que sigue llegando sin importarles nada el viento que cada vez levanta bocanadas m¨¢s grandes de arena. ¡°Papi, los siguientes vamos a ser nosotros¡±, dice una mujer con la cara tapada con un pa?uelo para protegerse del polvo.
Los registros de la patrulla fronteriza calculan que s¨®lo en septiembre, 50.000 venezolanos ingresaron sin papeles a EE UU. Son una de las nacionalidades que m¨¢s aporta a la crecida de un flujo de migrantes que ha ido aumentando progresivamente desde mayo, cuando se decret¨® el fin del T¨ªtulo 42, una excepci¨®n por razones sanitarias, prorrogada desde la pandemia, que permit¨ªa la deportaci¨®n inmediata sin tr¨¢mite alguno. Las analistas explican las razones de este pico de venezolanos como una especie de efecto llamada por una mezcla de buenas noticias y rumores a medias.
Por un lado, es cierto que el Gobierno estadounidense ha otorgado permisos de trabajo para cupos de venezolanos. Tambi¨¦n es verdad que al no contar con un tratado bilateral de deportaci¨®n tras la ruptura diplom¨¢tica desde los tiempos de Hugo Ch¨¢vez, cuando son detenidos en la frontera suelen pasar despu¨¦s a un limbo legal entre que son liberados y hasta que tienen los juicios. Ese par¨¦ntesis puede durar hasta dos a?os. Pero eso no significa que todos sean bienvenidos. El Departamento de Seguridad Interior ya ha anunciado esta misma semana que ha llegado a un acuerdo con Caracas. Las deportaciones comenzar¨¢n ¡°r¨¢pidamente en los pr¨®ximos d¨ªas¡±.
Rocky Balboa en El Paso
Karismar Rodr¨ªguez tiene 38 a?os y acaba de ser liberada de uno de las centros de detenci¨®n para migrantes con forma de carpas en El Paso. Cruz¨® el r¨ªo hace cinco d¨ªas, puso una manta sobre las cuchillas y se entreg¨® a la polic¨ªa. La tarde de este jueves, unas horas antes de que sus compatriotas se preparen para dar el salto en la noche, cuenta sentada en una calle de la ciudad texana lo mal que lo ha pasado hasta que la soltaron. ¡°Nos levantaban a las cuatro de la ma?ana a ducharnos y apenas me dieron medicinas¡±. Karismar tiene los ojos muy rojos y no para de pesta?ear mientras habla. La ¨²ltima etapa hasta llegar a la frontera fueron tres d¨ªas subida al techo de un tren, un mastodonte de mercanc¨ªas, la nefasta Bestia, como es conocida entre los migrantes. ¡°De tanto viento y tanto fr¨ªo me dio otitis. Y ahora creo que tengo una infecci¨®n en los ojos¡±.
Su marido, que la acompa?¨® durante el viaje de dos meses y casi 10 pa¨ªses, la escucha de pie y asiente con la cabeza. Recuerda ver cad¨¢veres flotando en el Dari¨¦n, la selva que separa Colombia de Panam¨¢. Pero tiene muy claro que la peor parte fue en M¨¦xico. ¡°Los polic¨ªas nos bajaban del tren, nos robaban el dinero y nos dejaban tirados en el desierto. Y menos mal que nos libramos de los malos (los coyotes, traficantes de personas)¡±. Resume as¨ª su odisea migrante: ¡°Somos como Rocky Balboa, el boxeador de la pel¨ªcula, todo el d¨ªa llevando co?azo¡±.
Los dos tienen una pulsera amarilla en la mu?eca. Significa que los van a mandar de Texas a algunas de las ciudades ¡°santuario¡±, llamadas as¨ª por su pol¨ªtica m¨¢s proteccionista con los migrantes. Ellos van a Nueva York. All¨ª tienen pendiente su primera audiencia para el juicio por deportaci¨®n, para junio de 2024. No podr¨¢n trabajar legalmente y tendr¨¢n que buscarse la vida. ¡°Yo no s¨¦ qu¨¦ pasar¨¢ pero seguro que estoy mejor all¨ª que en mi pa¨ªs¡±.
A la familia de al lado la mandan a Chicago. Son otro grupo de venezolanos. La madre cuenta que tambi¨¦n cruzaron entre varios sin perder de vista a uno de sus hijos, casi un beb¨¦, mientras juega en la acera. La calle est¨¢ abarrotada. La ciudad ha colocado incluso ba?os p¨²blicos en las aceras. Todos esperan a la puerta de una iglesia pintada de azul y una Virgen de Guadalupe gigante para que les den comida y algo de ropa. El Paso, un oasis dem¨®crata dentro de la muy republicana Texas, est¨¢ saturada. En los albergues no caben m¨¢s. El alcalde, Oscar Leeser, declar¨® a finales de septiembre que la ciudad hab¨ªa llegado a un ¡°punto de quiebre¡± y ya no pod¨ªa ayudar a todos los migrantes.
El alcalde ha llegado incluso al agradecimiento con la pol¨ªtica del gobernador texano, Greg Abbott, un duro halc¨®n republicano, de repartirlos por las ciudades santuario. Es una estrategia de presi¨®n para erosionar las medidas m¨¢s permisivas del Gobierno del presidente Biden con la migraci¨®n. Abbot es un adicto a la provocaci¨®n. Ha colgado un muro de boyas en las zonas m¨¢s caudalosas del r¨ªo y suele bloquear las entradas comerciales por tierra, con la excusa de controles exhaustivos, creando millonarias p¨¦rdidas econ¨®micas para M¨¦xico.
Ante la presi¨®n, Biden ha ido progresivamente apretando el pu?o en la frontera. En mayo, tras el fin del t¨ªtulo 42, envi¨® m¨¢s de 24.000 agentes en total a lo largo de la franja de 3.200 kil¨®metros. Otro vuelta de tuerca m¨¢s a finales de septiembre con 800 nuevos agentes y el anuncio de una aceleraci¨®n en las deportaciones. Y esta misma semana, el presidente convirti¨® en papel mojado la promesa que hizo nada m¨¢s llegar a las Casa Blanca: ¡°No se destinar¨¢n m¨¢s impuestos de los estadounidenses a construir un muro¡±. Mediante un decreto ha dejado sin efecto 26 leyes federales, lo que permitir¨¢ construir 32 kil¨®metros de valla en el sur de Texas.
La llegada masiva de migrantes durante los ¨²ltimos meses amenaza con romper todos los r¨¦cords recientes. El pron¨®stico son m¨¢s de 200.000 detenciones registradas para este a?o. El Gobierno compaginar¨¢ a partir de ahora la mano dura con las medidas para ordenar el flujo como las pol¨ªticas de cupos, los acuerdos con los pa¨ªses de origen o el sistema digital para solicitar asilo mediante la aplicaci¨®n CBP one. En las calles de El Paso, uno de los venezolanos veteranos cree que sus compatriotas seguir¨¢n viniendo. Tiene un tatuaje encima de la ceja derecha que dice ¡°El Cuello¡±. Es su apodo desde que conduc¨ªa autobuses en un barrio de Caracas. ¡°All¨¢ la plata no te da para nada¡±. Lleva casi un a?o en El Paso. Va por su segunda vista de deportaci¨®n pero todav¨ªa no tiene fecha definitiva. El Cuello se despide montado en una bicicleta roja porque ma?ana madruga para trabajar en la construcci¨®n ¡°por unos buenos d¨®lares¡±.
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