El Festival Corona Capital se llena de nostalgia y esp¨ªritu adolescente
Arcade Fire y Pulp comparten la gloria con propuestas m¨¢s j¨®venes en la primera cita del festival, una fiesta de baile y l¨¢grimas
El asfalto comenz¨® a calentarse bajo un inesperado sol de oto?o. A pesar de que la temporada hab¨ªa ofrecido d¨ªas nublados, el cielo se despej¨® para una de las fechas m¨¢s importantes para los amantes de la m¨²sica alternativa en M¨¦xico. Poco despu¨¦s del mediod¨ªa, los espacios v¨ªrgenes del Aut¨®dromo Hermanos Rodr¨ªguez se fueron profanando poco a poco por los tenis desgastados y el calzado de moda de los ¡°madrugadores¡±, aquellos que corrieron desde que las puertas abrieron para tomar un lugar en la primera fila de alg¨²n escenario en donde se presentar¨ªan algunos de los actos principales del Corona Capital. Bandas m¨¢s recientes compartieron la gloria con los cabezas de cartel como Arcade Fire o Pulp, que confirmaron el gran arranque del festival.
Algunos rostros j¨®venes se ve¨ªan entre esa multitud. Su misi¨®n no era precisamente ver los actos del final, sino los de apertura: la espina dorsal del festival, quienes quiz¨¢s en algunos a?os aparezcan en letras m¨¢s grandes del cartel. Sin embargo, conforme los espacios del Aut¨®dromo se poblaban, se notaba una constante: la edad de los asistentes iba creciendo. Aquellas caras que presenciaron la primera edici¨®n del festival hace 13 a?os han visto el paso del tiempo, y volvieron este a?o para perseguir esa misma emoci¨®n o reencontrarse con bandas del pasado. Quiz¨¢ con menos energ¨ªa, pero con el mismo deseo adolescente de conectar en un rugido hacia el cielo.
Sin importar la edad, el Corona es una fiesta preparada para todos. Los esp¨ªritus adolescentes subieron con emoci¨®n a una rueda de la fortuna que ofrec¨ªa una vista amplia del masivo espacio que cada a?o alberga al festival, mientras que otros tomaron patines para deslizarse mientras la m¨²sica viajaba a sus o¨ªdos desde distintos ¨¢ngulos. Mientras tanto, ¨¢rboles con ojos gigantes (naturaleza convertida en entretenimiento) observaban cada movimiento: las manos de los amantes tomarse con fuerza, abrazos de amigos que se encontraban de forma inesperada en una presentaci¨®n, las manos de alguien tratando de llamar la atenci¨®n del vendedor de cerveza y hasta aquellos que fumaban con temor a que alg¨²n elemento de seguridad les llamara la atenci¨®n. Pero lo que m¨¢s ve¨ªan eran ojos llenos de expectativa mirando hacia alguno de los cinco escenarios. En esta edici¨®n, que espera sumar 255.000 asistentes durante los tres d¨ªas, las dimensiones del festival crecieron a¨²n m¨¢s hasta alcanzar a los grandes macrofestivales al norte de la frontera como es el caso de Coachella, el ep¨ªtome de los eventos de este tipo.
En uno de los escenarios, una cantautora neoyorkina llamada Caroline Rose llenaba de rojo el escenario mientras se deslizaba en el suelo tocando su guitarra como las estrellas de rock de anta?o. El dolor de la p¨¦rdida, recuerdos y rupturas de coraz¨®n que narra en sus canciones era contrastado por un sonido en¨¦rgico que resultaba en una mezcla de baile y l¨¢grimas emocionales. Mientras tanto, The Walkmen, otros originarios de la Gran Manzana comenzaron a transmitir una melancol¨ªa adolescente menos dolorosa,
En otro, Fitz and the Tantrums serv¨ªa como la continuaci¨®n ideal. Con un sonido pop y soul que parece una mezcla entre los sesenta y los noventa, hicieron bailar a una audiencia que cada vez se hac¨ªa m¨¢s grande, y aunque algunos alternaban de escenario para buscar a otra banda, todos se retiraban movi¨¦ndose al ritmo de la m¨²sica, mientras sent¨ªan los metales de la banda fluir por el cuerpo. Los instrumentos brillaban de manera fant¨¢stica bajo la luz del atardecer, generando la expectativa de que el resto de la noche apenas comenzaba, y hab¨ªa que prepararse.
En uno de los escenarios m¨¢s grandes, los cuerpos de las personas se sacud¨ªan, no tanto por el fr¨ªo sino por las ansias de ver el siguiente acto. Ciertas extremidades parec¨ªan recordar las canciones que estaban a punto de sonar en las enormes bocinas del recinto, y los ojos miraban fijamente el espacio vac¨ªo frente a ellos, por miedo a perderse el momento en el que la banda apareciera. Era Two Door Cinema Club, acto irland¨¦s liderado por Alex Trimble, quien apareci¨® en un traje cl¨¢sico, ofreciendo sensualidad desde el inicio. Los visuales psicod¨¦licos detr¨¢s de ellos llevaron a todos en un viaje m¨¢s profundo, similar a un trance, uno breve pero inolvidable tanto para fans como para nuevos escuchas.
Sin embargo, un momento que super¨® dicha experiencia fue la presentaci¨®n de los canadienses Alvvays. Molly Rankin, l¨ªder del acto, apareci¨® con una playera de la banda Oasis y un pantal¨®n azul que hace referencia a su m¨¢s reciente viaje musical, Blue Rev, reci¨¦n nominado a un Grammy. Un juego de luces misterioso acompa?aba a la perfecci¨®n a una selecci¨®n de canciones nost¨¢lgicas que a momentos hac¨ªan a la audiencia unirse en coro. Y mientras los fans expresaban su amor, Rankin respond¨ªa ¡°Tambi¨¦n los amo¡±, asegur¨¢ndose de agradecer a la audiencia en espa?ol. Para cuando terminaron, la noche hab¨ªa llegado por completo y la mejor parte se aproximaba.
Se acercaba el momento de la presentaci¨®n de Phoenix, otra de las m¨¢s esperadas. El acto franc¨¦s no es extra?o para la audiencia mexicana, que a lo largo de a?os ha generado una relaci¨®n ¨²nica con la banda. ¡°Son la mejor audiencia¡±, expres¨® un miembro durante la presentaci¨®n. El paso dentro de la Curva 4 se comenzaba a complicar. La audiencia se hac¨ªa m¨¢s grande y tomaba lugares inesperados para presenciarlos desde donde fuera posible. Y el acto no decepcion¨®. Sus cl¨¢sicos de amor dulces como ¡°Trying to Be Cool¡± m¨¢s sus nuevas canciones que mantienen ese esp¨ªritu era lo esperado. Sin embargo, una sorpresa inesperada lleg¨®: Le¨®n Larregui, miembro l¨ªder de la banda mexicana Zo¨¦, subi¨® al escenario para interpretar un tema que cre¨® junto a los franceses. Fue un momento especial, considerando que el Corona Capital es el ¨²nico en el mundo en no incluir actos locales.
¡°?Conocen a The Hives?¡±, grit¨® una voz desde el escenario. El p¨²blico se volvi¨® salvaje. Las manos subieron y una ola de aullidos llen¨® el escenario Corona en el momento que los suecos salieron al escenario y demostraron por qu¨¦ son considerados una de las mejores bandas en vivo. Pelle Almqvist, vocalista, se convierte en un l¨ªder ¨²nico: ofrece ¨®rdenes, juega con sus seguidores, y sabe qu¨¦ botones presionar para sacar hasta el ¨²ltimo gramo de alegr¨ªa de su presentaci¨®n. Cl¨¢sicos y canciones nuevas, sin importar cu¨¢les, todas hac¨ªan explotar a muchos en saltos y coros f¨¢ciles de recordar. Al final, cada quien pudo ir a su casa y quedar satisfecho, pero a¨²n hab¨ªa camino por delante.
El Aut¨®dromo ya era una aut¨¦ntica fiesta para el momento en el que Jarvis Cocker y el resto de la banda brit¨¢nica Pulp tomaron uno de los escenarios principales. En un punto, Cocker record¨® la primera vez que visit¨® M¨¦xico (hace m¨¢s de 10 a?os) y volvi¨® a reafirmar que la audiencia de este pa¨ªs es una de las mejores. Cont¨® que sus fans se identifican como Pulparindos, un dulce conocido nacional, y comenz¨® a lanzar decenas de ellos a quien pudiera atraparlos, antes de volver a alguno de sus tradicionales y sensuales bailes que, a pesar de su edad, se mantienen hipn¨®ticos. En otro punto de su presentaci¨®n tocaron una nueva canci¨®n llamada Background Noise (dedicada a la novia del vocalista) con la que probaron que la banda no ha dejado de crear y que se encuentran evolucionando.
La selecci¨®n de canciones fue desde los recuerdos de la ¨¦poca de supermercados, su periodo m¨¢s experimental (con This is Hardcore) hasta los cl¨¢sicos definitivos de cr¨ªtica de clase (con Common People), dando otra presentaci¨®n ¨²nica que explot¨® con gritos, baile y todo lo que representa un festival como el que encabezaron.
Los rostros comenzaban a verse cansados, a excepci¨®n de aquellos que llegaron de ¨²ltimo minuto para presenciar a Arcade Fire, acto canadiense que ahora tiene un legado qu¨¦ explotar en el escenario. Con una energ¨ªa un poco m¨¢s relajada, sirvi¨® como el final ideal para el primero de tres d¨ªas de locura que se vivir¨¢n en el oriente de la capital de Ciudad de M¨¦xico, en esa Curva de aut¨®dromo que se ha convertido en algo mucho m¨¢s grande para los asistentes.
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