La tragedia de los cuatro marineros del yate ¡®Litos¡¯ en Acapulco
La tripulaci¨®n de la lujosa embarcaci¨®n, una de las m¨¢s cotizadas del puerto, est¨¢ desaparecida desde la embestida de ¡®Otis¡¯. Ning¨²n otro barco cuenta tantos trabajadores ausentes como este
Fernando Parra, ingeniero mec¨¢nico de 39 a?os, sali¨® de su casa el 24 de octubre a eso de las 7.30 de la ma?ana. Le aguardaba un d¨ªa normal de trabajo en Puerto Marqu¨¦s, a media hora de su casa, en Acapulco. Desde hac¨ªa nueve a?os, Parra estaba a cargo de la sala de m¨¢quinas del Litos, un enorme yate de m¨¢s de 30 metros de eslora, que hac¨ªa las delicias de los turistas adinerados que llegaban al puerto. Una jornada de ocho horas pod¨ªa cobrarse hasta en 5.000 d¨®lares, as¨ª que, cuando el barco quedaba anclado en el muelle, la tripulaci¨®n deb¨ªa dejarlo impecable.
¡°Normalmente, los d¨ªas de trabajo en la base eran de 8.00 a 17.00, luego volv¨ªa a la casa¡±, cuenta Cristina S¨¢nchez, su esposa. Eso si no sal¨ªa un charter, un alquiler largo, como alguno de los que hab¨ªan surgido en los ¨²ltimos meses, donde los clientes hab¨ªan pedido ir a Puerto Vallarta o Los Cabos. Entonces, Parra pod¨ªa pasar d¨ªas enteros fuera de casa, semanas, incluso meses. El a?o pasado, por ejemplo, Parra y el resto de la tripulaci¨®n del Litos hab¨ªan pasado medio a?o navegando en aguas del Pac¨ªfico norte mexicano.
A los d¨ªas de trabajo en el puerto llegaba, adem¨¢s de Parra, el capit¨¢n Ulises D¨ªaz, que dirig¨ªa el Litos desde hac¨ªa 17 a?os. Por como lo describe su familia, D¨ªaz, de 43 a?os, es un hombre todoterreno. ¡°Se hab¨ªa forjado aqu¨ª mismo, en Acapulco, lavando barcos, y de ah¨ª ascendi¨®. Era surfista, un profesional de la apnea: duraba cinco minutos seguidos debajo del agua¡±, dice su medio hermano, Ra¨²l Monroy. ¡°Si alguien podia sobrevivir a la tempestad, ese era ¨¦l. Pero nadie pudo con este monstruo¡±, a?ade.
El monstruo, claro, es el hurac¨¢n Otis, el m¨¢s fuerte que recuerdan en Acapulco, m¨¢s todav¨ªa que Paulina, que golpe¨® las costas de Guerrero y Oaxaca en 1997. Desde el lunes 23 de octubre, los expertos ten¨ªan la vista puesta en el fen¨®meno, entonces todav¨ªa una tormenta. Pero el martes, los comunicados del Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos, con sede en Florida, ya alertaban de la fuerza que estaba adquiriendo la tormenta, y la velocidad a la que lo estaba haciendo.
A las 14.00 del martes, hora del centro de M¨¦xico, el centro inform¨® de que Otis tocar¨ªa tierra en las horas siguientes, como un hurac¨¢n de categor¨ªa 4. A las 17.00, los expertos actualizaban sus estimaciones y se?alaban que Otis ser¨ªa un ¡°hurac¨¢n potencialmente catastr¨®fico de categor¨ªa 5¡å. La previsi¨®n es que tocara tierra a ¨²ltima hora del d¨ªa o en la madrugada del mi¨¦rcoles. El monstruo, que se fortalec¨ªa y agarraba velocidad seg¨²n pasaban las horas, iba directo hacia Acapulco.
En la ciudad costera, pocos pensaban que Otis fuera a golpear como lo hizo. Prueba de ello es que las tripulaciones de decenas de barcos se quedaron en las embarcaciones, a petici¨®n de los due?os. Cosa habitual, su destreza al frente de las naves les hab¨ªa permitido superar tormentas menores, marejadas y ciclones, pero lo que estaba por llegar era distinto. Al final, la tormenta dejar¨ªa cientos de botes da?ados y otros tantos hundidos. Muchos marineros se ahogar¨ªan. Otros, siguen desaparecidos hasta hoy.
Seg¨²n la cuenta de la Fiscal¨ªa de Guerrero, todav¨ªa hay 26 personas desaparecidas por Otis, la mayor¨ªa en el mar. Est¨¢n los cuatro del Litos. Hay tres m¨¢s ¡ªentre ellos dos ni?os de nueve y cuatro a?os¡ª que iban a bordo del Rosemary Christine, un enorme yate de recreo de 25 metros de largo. Siguen ausentes el capit¨¢n y el marinero de El Sereno, que trataron de refugiarse en la bah¨ªa de Santa Lucia, frente a la base naval, igual que el Litos. Y faltan tambi¨¦n el capit¨¢n del Aca Rey, Felipe Castro de la Paz, adem¨¢s de marineros del Sir Lady, del Bacchus, del Side by Side, del Vida, pescadores que guardaban sus cayucos frente a la parte tradicional de Acapulco¡
Barreras in¨²tiles
Hace algo m¨¢s de cuatro a?os, el due?o del Litos decidi¨® mudar al barco de puerto. Instalado junto a la playa de Caleta, para regocijo de los miles de turistas que llegan cada a?o a chapotear en sus aguas tranquilas, el patr¨®n decidi¨® cambiar de aires y llevarse el barco a la reci¨¦n construida marina de Puerto Marqu¨¦s, al otro lado de Acapulco. Era un cambio natural para el yate, que se acercaba as¨ª a la zona diamante de Acapulco, el ¨¢rea m¨¢s pudiente de la ciudad costera.
Pese a ello, la marina de Puerto Marqu¨¦s ten¨ªa un problema, seg¨²n denuncia S¨¢nchez, la esposa del ingeniero Parra: sus barreras anti olas no funcionaban bien. ¡°Cada vez que llov¨ªa, ten¨ªan que ir a ver que no se desamarrara el barco por el oleaje¡±, cuenta la mujer. Es por ello que el capit¨¢n D¨ªaz decidi¨®, en alg¨²n momento de la tarde o la noche del 24 de octubre, sacar al barco de all¨ª. El oleaje era peor en los muelles que fuera y el Litos, con su envergadura y sus 90 toneladas de peso, podr¨ªa golpearse contra los pantanales.
En ese momento, adem¨¢s de D¨ªaz y Parra, otras dos personas se manten¨ªan a bordo del barco, el marinero Alejandro Sandoval, de 33 a?os, y la hostess, Abigail Andrade, de 29, que se encargaba de recibir a los clientes. El t¨ªo del marinero, C¨¦sar Sandoval, dice que el joven trabajaba en el barco desde hac¨ªa un a?o. ¡°?l se dedicaba a la pintura automotriz y ah¨ª en el Litos le contrataron para mantenimiento y pintura¡±, cuenta. No est¨¢ claro por qu¨¦ se quedaron los cuatro en el barco el d¨ªa del hurac¨¢n. ¡°A ¨¦l le obligaron a quedarse¡±, asegura Sandoval.
El marinero se estuvo comunicando con su novia durante la tarde y la noche. ¡°Le dec¨ªa que ten¨ªa mucho miedo¡±, cuenta su t¨ªo. Enrique Andrade, hermano de Abigail, dice que la mujer llevaba ocho a?os trabajando en el barco. No era su primera tormenta, pero seg¨²n pasaban las horas el viento arreciaba. Con miedo o no, ella necesitaba el trabajo. Aunque era joven, ten¨ªa ya tres hijos y trabajos como el suyo eran muy cotizados en el puerto.
El capit¨¢n D¨ªaz condujo el Litos hacia la base naval. Para ello tuvo que salir de la bah¨ªa de Puerto Marqu¨¦s, bordear Punta Serena, a mar abierto, y entrar en la bah¨ªa de Santa Luc¨ªa. Su plan era refugiarse junto a la base de la Armada, protegida por la misma geograf¨ªa costera. Pasadas las 11.00 de la noche, los tel¨¦fonos celulares a¨²n funcionaban. El hurac¨¢n a¨²n no entraba a Acapulco. Aunque todav¨ªa no lo sab¨ªan, los cuatro intercambiaban los ¨²ltimos mensajes con sus familias.
Mayday
A las 11.00 en punto, Parra trataba de tranquilizar a su esposa. ¡°Cualquier cosa av¨ªsame, estar¨¦ despierto toda la noche¡±, le escribi¨®. S¨¢nchez le pregunt¨® si no se iban a turnar para dormir, como era habitual cuando les tocaba trasnochar en el yate. Pero ¨¦l dijo que no. La tormenta no daba para prescindir de un par de manos. Para entonces, D¨ªaz hab¨ªa conseguido llevar el barco junto a la base naval. All¨ª hab¨ªan echado el ancla. ¡°Estamos m¨¢s refugiados¡±, le escribi¨® Parra a S¨¢nchez a las 11.09.
Dos minutos m¨¢s tarde, el ingeniero le mand¨® a su esposa un v¨ªdeo de la tormenta, tomado desde el yate. S¨¢nchez no lo pudo ver hasta el d¨ªa siguiente, cuando empez¨® a restablecerse la se?al. El v¨ªdeo de Parra es uno de los pocos testimonios gr¨¢ficos del hurac¨¢n registrados desde el mar. Como est¨¢ dentro de la cabina de la nave, su voz se escucha perfectamente, pese al viento: ¡°Esto se est¨¢ poniendo m¨¢s intenso. Hay varias embarcaciones que ya no se han podido anclar. Nosotros tenemos motores encendidos¡ Est¨¢ muy, muy fuerte. Estamos nerviosos, pero seguros¡±, dice.
La tormenta avanz¨® r¨¢pido. Entrevistas realizadas estos d¨ªas en Acapulco se?alan que el primer gran golpe lleg¨® pasada la medianoche. El viento se intensific¨®, superando los 270 kil¨®metros por hora, formando torbellinos que hac¨ªan muy dif¨ªcil el control de los barcos. ¡°A las 12.20, Ulises mand¨® el ¨²ltimo mayday desde Punta Bruja¡±, dice Monroy, la ¨²ltima llamada de socorro. ¡°Hab¨ªa perdido el control de los motores y trataban de refugiarse de nuevo en Puerto Marqu¨¦s¡±, cuenta Monroy.
No est¨¢ claro el periplo del barco en esas ¨²ltimas horas. Punta Bruja est¨¢ entre Santa Luc¨ªa y Puerto Marqu¨¦s, pero para ir de una a la otra hay que salir del refugio de las bah¨ªas, enfrentarse a las olas de mar abierto. ¡°De acuerdo a lo que nos comentan sobrevivientes¡±, cuenta S¨¢nchez, ¡°el mar estaba jalando al Litos hacia adentro, por villas Alejandra¡±. Seg¨²n familiares de los marineros, ese fraccionamiento figura todav¨ªa en Santa Luc¨ªa.
Fuera como fuera, Acapulco amanecer¨ªa devastada horas m¨¢s tarde, igual que las bah¨ªas, llenas de barcos naufragados. Los primeros testimonios de los marineros supervivientes mostraron el horror del gremio, obligado a permanecer en los yates, golpeados por el peor hurac¨¢n que hab¨ªa sufrido la ciudad. Algunos, como Marlon Valdez, contaba en entrevista con este diario hace unas semanas que estuvo a merced del mar 40 minutos tras naufragar su yate. No se ahog¨® de milagro.
La b¨²squeda
En los d¨ªas posteriores iniciaron los operativos de b¨²squeda. Buzos de la Secretar¨ªa de Marina empezaron a peinar el fondo de la bah¨ªa para tratar de ubicar los barcos hundidos. El 29 de octubre, el due?o del Litos flet¨® dos avionetas para sobrevolar el ¨¢rea de Punta Bruja y tratar de ubicar el barco. Una sali¨® desde Zihuatanejo y la otra desde Puerto Vallarta. Aunque estuvieron un buen rato y los buscadores vieron objetos en el agua que les hizo pensar en cuerpos, no hubo suerte. Eran chalecos, o desechos de los mismos yates.
El 31 de octubre, el due?o, de identidad desconocida ¡ªlas familias de los cuatro del Litos prefieren no revelar su identidad, dada las ayudas en las b¨²squedas¡ª contrat¨® un barco para buscar igualmente por la bah¨ªa. Fueron a la isla de La Roqueta, precisamente enfrente de los muelles de Caleta. Monroy, que fue en el barco de b¨²squeda, explica que llegaron all¨ª en realidad por un error. Hab¨ªan detectado una se?al satelital, una llamada de auxilio. Pensaron que podr¨ªa ser de la balsa de supervivencia del Litos. ¡°Pero nos confundimos con la se?al del faro peque?o que se encuentra en la isla¡±, cuenta.
Aun as¨ª, la b¨²squeda no fue del todo infructuosa. Monroy, que hab¨ªa trabajado en el Litos hac¨ªa a?os como primer oficial, asegura que encontraron partes de la pared de un camarote del yate. ¡°Reconoc¨ª la pared, la claraboya y un pedazo de suelo de teka¡±, cuenta. Tambi¨¦n encontraron montones de chalecos de las barcas de piso de cristal que funcionaban en la playa de Caleta, sillones, hasta barcos enteros encallados, subidos en las rocas de la isla. Pero nada m¨¢s del Litos.
Este fin de semana, familias de los marineros desaparecidos se concentraron junto a la base de la Armada en Acapulco. Enrique Andrade, hermano de Abigail, la hostess del Litos, criticaba que la Fiscal¨ªa no les daba detalles de los trabajos de la Armada. Las familias quieren que la Marina los incluya en sus b¨²squedas, que se ampl¨ªe el ¨¢rea de rastreo. Uno de sus miedos es que el Litos todav¨ªa flote, mar adentro. Que los suyos est¨¦n all¨ª, vivos o muertos. Es una posibilidad remota, pero la desesperaci¨®n es grande y la ausencia de los marineros duele en el alma del puerto.
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