Cuando M¨ªriam Rodr¨ªguez se invent¨® una trinchera
En ¡®Fear Is Just a Word¡¯, Azam Ahmed ilumina los ¨²ltimos a?os de vida de la activista, asesinada por el grupo de criminales que desapareci¨® y mat¨® a su hija. El autor revela adem¨¢s una ejecuci¨®n extrajudicial cometida por marinos durante la b¨²squeda de la mujer
El 9 de marzo de 2014, M¨ªriam Rodr¨ªguez cambi¨® su vestuario habitual por prendas de camuflaje. Agentes de la Marina le prestaron ropa, deb¨ªa parecer uno de ellos. Esa noche, Rodr¨ªguez, madre de una chica desaparecida, acompa?ar¨ªa a un convoy de la Armada en un operativo en las afueras de San Fernando, en Tamaulipas. Ya para entonces, la imagen de San Fernando sufr¨ªa el estigma de la masacre indiscriminada de migrantes, nacionales y extranjeros, adem¨¢s de vecinos, perpetrada por delincuentes a?os antes. Pero el crimen segu¨ªa haciendo de las suyas. Rodr¨ªguez lo sab¨ªa bien.
Todo hab¨ªa empezado por la ma?ana aquel d¨ªa, cuando Rodr¨ªguez vio a dos mujeres en la plaza del centro de San Fernando, con la computadora de su hija desaparecida, Karen. Criminales hab¨ªan secuestrado a la joven dos meses antes y Rodr¨ªguez hab¨ªa iniciado una cruzada para tratar de encontrarla, una experiencia compartida con decenas de miles de familias en M¨¦xico estos a?os. Los secuestradores hab¨ªan pedido rescates por Karen en las primeras semanas y Rodr¨ªguez hab¨ªa accedido, pero con el paso del tiempo, la mujer se dio cuenta de que los captores no le iban a devolver a su hija.
La rabia, la impotencia, la sensaci¨®n de injusticia, provocaron una reacci¨®n extraordinaria en Rodr¨ªguez, que se lanz¨® a la caza de los secuestradores, uno por uno, en un ejercicio pocas veces visto en el pa¨ªs. Ahora, un libro de nueva aparici¨®n en Estados Unidos, Fear Is Just a Word, recuerda su periplo y arroja luz sobre aquella San Fernando de principios del Gobierno de Enrique Pe?a Nieto (2012-2018), donde el grupo criminal Los Zetas, que hab¨ªa sometido a la poblaci¨®n a?os antes, se desgajaba en grup¨²sculos de secuestradores y extorsionadores, tras la detenci¨®n de los l¨ªderes originales.
Fear Is Just a Word es obra del periodista estadounidense Azam Ahmed, corresponsal de investigaciones internacionales de The New York Times, que estuvo a cargo de la oficina del rotativo en M¨¦xico durante a?os. ¡°En este pa¨ªs hay miles de desaparecidos, podr¨ªas llenar edificios con los ausentes. En general, sus familias y seres queridos nunca saben qu¨¦ les paso¡±, explica Ahmed en entrevista. ¡°Lo que hace del caso de M¨ªriam tan especial es su reacci¨®n ante eso. El miedo paraliza a la gente, pero a ella no. Lo que hizo fue ic¨®nico¡±, defiende.
Ahmed se refiere a la cacer¨ªa, a la incansable b¨²squeda de Rodr¨ªguez que, aquella noche de marzo de 2014, la llev¨® a un viejo basurero de San Fernando, rodeada de marinos armados hasta los dientes. Rodr¨ªguez pensaba que si esas dos mujeres ten¨ªan la computadora de su hija, deb¨ªan saber qu¨¦ hab¨ªa sido de ella. Ten¨ªan que estar conectadas con el grupo de secuestradores. Para entonces, Rodr¨ªguez ya hab¨ªa rastreado a alguno de ellos, pero no hab¨ªa logrado nada concreto. Aquella era la primera pista real desde la desaparici¨®n de Karen.
La vida y la b¨²squeda de M¨ªriam Rodr¨ªguez han llenado cientos de p¨¢ginas de peri¨®dicos y minutos de televisi¨®n y radio, pero su participaci¨®n en aquel operativo de la Armada se desconoc¨ªa, m¨¢s all¨¢ de la intimidad familiar. Ahmed revela lo ocurrido en el operativo aquella noche, que acab¨® con seis personas muertas, todos presuntos integrantes de Los Zetas. A partir de documentos que aparecen en investigaciones de la vieja Fiscal¨ªa de Tamaulipas, adem¨¢s de entrevistas con varias fuentes, el autor se?ala que dos de los seis muertos aquella noche fueron ejecutados. Dos mujeres.
¡°Me tom¨® meses y meses rastrear esa parte de la historia¡±, explica Ahmed. ¡°Nadie sab¨ªa de este caso, excepto por un peque?o grupo de personas en San Fernando. Lo ¨²nico que se escribi¨® sobre el tema fue una nota de prensa, creo que de la Marina, que fue replicado por varios medios, que dec¨ªa, b¨¢sicamente, que un convoy de marinos iba patrullando por San Fernando, cuando fueron agredidos desde un veh¨ªculo; que luego hubo una persecuci¨®n, una balacera y producto de ello seis personas murieron. Bueno, eso era fundamentalmente falso¡±, a?ade.
Lo que pas¨® fue bastante distinto. Ahmed lo reconstruye en la segunda parte del libro. Cuando Rodr¨ªguez vio a las dos mujeres con la computadora de su hija, llam¨® a un marino que conoc¨ªa, el teniente Alex. El marino y sus hombres llegaron a la plaza de San Fernando ese 9 de marzo y se llevaron a las muchachas. Fueron a casa del padre de Margarita Renter¨ªa, una de ellas. La registraron mientras la muchacha y su amiga estaban retenidas en el veh¨ªculo militar. Como no encontraron nada se fueron. De alguna forma, los marinos sonsacaron a las mujeres informaci¨®n sobre el campo de operaciones de su grupo, el lugar donde estaba o hab¨ªa estado Karen. Cuando lo hicieron, fueron a buscar a Rodr¨ªguez y se dirigieron para all¨¢ todos juntos.
Ahmed relata la llegada al basurero aquella noche, los disparos de Los Zetas, la respuesta de los marinos. Cuando entran, los criminales han huido, excepto cuatro, que yacen en el suelo, al parecer ya muertos por los balazos. Lo que ven son los restos de un campo de exterminio, ropa, identificaciones, cad¨¢veres de sus v¨ªctimas, incluso el de una mujer embarazada. Los marinos piden explicaciones a Margarita Renter¨ªa y su c¨®mplice, que Ahmed llama J¨¦sica. Las mujeres hablan de la embarazada. Dicen que la secuestraron en la carretera y la mataron, porque nadie pag¨® rescate por ella. Acto seguido, los marinos las matan.
G¨¢nsteres de supervivencia
Este extraordinario relato es uno de tantos que aparecen en el libro, quiz¨¢ el m¨¢s impactante por lo que revela. Domina el inter¨¦s por el detalle, el car¨¢cter exhaustivo de la reconstrucci¨®n. Esa noche, M¨ªriam Rodr¨ªguez empez¨® a conocer la verdad de lo ocurrido a su hija. All¨ª encontr¨® una bufanda que le hab¨ªa pertenecido y otros enseres. All¨ª, como supo m¨¢s tarde, la hab¨ªan matado. ?El motivo? Ahmed lo reconstruye igualmente, tan prosaico como todo lo que hac¨ªan Los Zetas: Karen se hab¨ªa hecho amiga de una mujer que los criminales, en su paranoia, pensaban que estaba colaborando con el enemigo.
Son poco m¨¢s de tres a?os el tiempo que trata el libro, desde la desaparici¨®n de Karen hasta poco despu¨¦s del asesinato de Rodr¨ªguez, en 2017. Resulta descorazonador ver c¨®mo la mujer muere a balazos en la puerta de su casa, ante la desidia de unas autoridades avergonzadas por sus se?alamientos constantes. Gracias a las pistas que ella misma recoge, la mujer ha metido en la c¨¢rcel a los secuestradores y asesinos de su hija. Estos deciden vengarse y organizan su propio asesinato desde la c¨¢rcel. Despu¨¦s hay una fuga en esa misma prisi¨®n y el resto es historia.
Ahmed muestra el terrible d¨ªa a d¨ªa del sistema de justicia mexicano, un dinosaurio viejo y ap¨¢tico que solo se mueve cuando los de arriba ven que el vaso de la indignaci¨®n corre el peligro de derramarse. A Rodr¨ªguez la matan porque nadie la protege, porque las capacidades del Estado se ven rebasadas, porque su misma l¨®gica ignora el bienestar de las personas. Cuando un problema -Los Zetas, por ejemplo- se hace demasiado grande, el Estado aplasta una de las cabezas de la hidra. Nada m¨¢s.
¡°Los Zetas se convierten en enemigo p¨²blico n¨²mero uno en 2010 y 2011¡å, dice el autor, en referencia a las masacres de San Fernando en esos a?os. ¡°Sus cr¨ªmenes averg¨¹enzan a los gobiernos. Despu¨¦s de eso, el Estado mat¨® como a 2000 zetas. Pero eso no significaba que el problema se hubiera acabado¡±, a?ade. Prueba de ello son los grup¨²sculos que exprimen a los vecinos de San Fernando y los viajeros que pasan por all¨ª en los a?os siguientes, violencia administrada sin que el Estado haga demasiado para evitarlo. M¨¢s que un Estado, de hecho, sus gestores parecen en realidad los due?os de un supermercado, que pueden asumir una cantidad anual de robos sin que importe demasiado. El problema es que los robos aqu¨ª son las vidas de las personas.
¡°Mientras estas organizaciones no cometan atrocidades que generen esc¨¢ndalo a nivel nacional, cosas que hagan ver mal al Gobierno, pueden seguir funcionando¡±, opina Ahmed. ¡°Al final, pienso en toda esta gente joven que mata, que secuestra, son g¨¢nsteres de supervivencia. No ganan grandes cantidades de dinero, no viven lujosamente, al contrario, viven un escal¨®n por encima de la pobreza¡±, a?ade. ¡°Todo esto nos habla de un profundo pozo de desesperaci¨®n, en que la violencia est¨¢ tan normalizada y no importa si el negocio de secuestrar est¨¢ prohibido o no, porque el Gobierno no va a tener la capacidad de detenerlo¡±, zanja.
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